Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

LA INCREIBLE HAZAÑA DE MR. PHILBY
Hubo que esperar años para conocer la vida de Harold "Kim" Philby, el espía británico que trabajaba, simultáneamente, para el espionaje soviético. Ahora contada por su hijo ante los micrófonos de la BBC de Londres, provoca una tardía reacción del Primer Ministro Wilson: la depuración de su Servicio Secreto

Durante la Primera Guerra Mundial, el jefe del espionaje italiano cayó en manos del jefe del espionaje austríaco. "No me mate" —clamó el prisionero. "Trabajo para Alemania. . ." El austríaco le contestó antes de disparar su revólver: "Mala suerte. Yo, en cambio, trabajo para los Aliados". Esta paradójica situación fue inventada hace varias décadas por un humorista inglés. Pero la realidad suele imitar a la ficción. Faltó muy poco para que el M-16, nombre clave del servicio secreto británico, llegara a ser encabezado y dirigido por uno de sus miembros más talentosos, Harold "Kim" Philby, quien en realidad era agente doble en beneficio del espionaje soviético.
Durante 30 años, desde 1934 hasta 1963 en que huyó a Moscú, Philby fue ayudado por su increíble habilidad y por esa veleidosa fortuna que ama a los audaces. Su historia es a la vez una novela y un catálogo de los errores cometidos en el siglo actual por las democracias y, sobre todo, por ciertos sectores de sus grupos dirigentes. Porque este agente doble de venas de hielo era hijo de un distinguidísimo orientalista laureado por la Corona, John Philby, y pertenecía a esa alta clase media que dio cerebro, músculo y garras al león imperial de Gran Bretaña. "Kim" se graduó brillantemente en Cambridge y viajó por Europa, como hacían todos los jóvenes de su situación social. En la otrora alegre Viena, el muchacho de 22 años presenció la matanza de obreros social-demócratas realizada en febrero de 1934 por orden del canciller Dollfuss, autócrata "moderado" muerto a tiros por nazis vieneses sólo medio año después. Parece ser que el sangriento espectáculo lo convirtió en aliado incondicional del comunismo.
Es cierto que el panorama de la década del 30 fue desolador: en 1933, pacto de Gran Bretaña y Francia con Mussolini e Hitler a fin de mantener la paz; dos meses después, ruptura del pacto por Hitler que se va ruidosamente de la Sociedad de las Naciones, a la que un año más tarde ingresa la Rusia de Stalin en medio de una bien orquestada campaña de propaganda pacifista; en 1936, guerra civil en España, claudicación de las democracias en el espejismo de Munich y crecimiento belicista de Hitler que termina en la gran catástrofe de la Segunda Guerra Mundial. . . Muchos jóvenes británicos de la generación de "Kim" Philby se convirtieron en acerados críticos de una democracia que querían salvar o coquetearon intelectualmente con el marxismo. Pero "Kim" era distinto a todos: glacial, tortuoso e implacable, eligió ser enemigo de su patria.

NACE UN ESPIA
Hábilmente, se fue preparando un personaje. Hizo periodismo en el ejército franquista defendiendo la óptica del "caudillo"; se mostró conservador acérrimo, de esos que admiraban a Mussolini porque hacía llegar los trenes a horario. Aprovechando las altas amistades cosechadas en la universidad, entró en el Servicio de Inteligencia Británico en 1941, y en 1944 ya era jefe del Departamento de Espionaje Antisoviético, para gran alegría del contra espionaje ruso que contaba con la fidelidad de Philby desde hacía una década. . .
En 1947, la guerra fría ya comenzaba a quemar: el terror staliniano orquestado por Beria hacía estragos en Rusia, y en los Estados Unidos se preparaba la gigantesca "caza de brujas" lanzada por el tristemente célebre senador Mac Carthy. En ese preciso momento, "Kim" estaba en Washington, repesentando al Servicio de Inteligencia Británico frente a la CIA. Así cosechaba información de dos fuentes a la vez, sirviendo como nadie a la Unión Soviética, y recibiendo aplausos de sus jefes británicos. Hasta que en 1951 estalló la bomba del "caso Burgess-Mac Lean", dos espía atómicos que servían desde 1938 a los rusos. Algunos sospecharon que quien los había reclutado y luego ayudado en su meteórica fuga de Occidente, era nada menos que Philby. Faltaron pruebas, y sobre todo faltó un ingrediente clave para fortificar la sospecha: Burgess y Mac Lean eran amorales susceptibles de chantaje, mientras que a "Kim" sólo se le podía imputar cierta tendencia al donjuanismo que lo había llevado a casarse tres veces. . .

¿"KIM" CONTRA SVETLANA?
La ingenuidad británica asombra: después de haber sido alejado Philby del Servicio Secreto en ocasión del caso "Burgess-Mac Lean", fue rehabilitado públicamente en 1955 por el entonces canciller y luego primer ministro Mac Millan. En 1956 volvió al espionaje, y se lo envió a Beirut, Líbano, como corresponsal del Observer a la vez que agente secreto. En 1961 un espía soviético ganado por Occidente lo denunció como el "tercer hombre" en el caso Burgess-Mac Lean. Pero sólo en 1963 el increíble agente doble se sintió en peligro y huyó a Moscú. Nadie ha dado una explicación plausible para ese largo "respiro" de dos años...
Solo hoy su nombre vuelve a los titulares de los periódicos, causando un escándalo que obliga al primer ministro Wilson a embarcarse en una tardía depuración de su Servicio Secreto. ¿El motivo? El reportaje realizado por la BBC de Londres al hijo del agente doble que acaba de visitar a su padre en Moscú. El muchacho hizo gala de flema imperturbable al proferir: "Mi padre me confesó que su patria es la Unión Soviética, y yo lo admiro porque todo lo que hizo, lo hizo espléndidamente bien, y nunca por dinero, sino por profunda convicción ideológica". Se sospecha que estas explosivas declaraciones son un paliativo o un contrapeso al impacto de la fuga de Svetlana Stalin. ¿Pero acaso el hijo de Svetlana podría visitarla en Nueva York y, de vuelta a Moscú, usar la radio oficial para rendir un público homenaje a la decisión de su madre? El joven Philby sólo ha demostrado que todavía la democracia tiene insuperables ventajas.
La noticia se adereza con un rasgo romántico: el donjuanesco aunque otoñal Philby ha unido sus 55 años las 51 primaveras de la todavía hermosa Melinda Mac Lean, a quien ayudó en 1953 a fugar a Rusia con sus tres hijos. Melinda, tal vez harta del equívoco Mac Lean, olvidó matrimonio y maternidad para casarse con Philby que consuma así su cuarta boda. "Kim" es ahora totalmente feliz en su confortable departamento moscovita, hasta donde no llegan las agrias críticas de los países aliados, en especial Gran Bretaña y EE.UU., a los que tantos traspiés bélicos y diplomáticos les provocó.
Revista Siete Días Ilustrados
10.10.1967

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