Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

¿Muerte política de Fidel?
El fracaso de la zafra y las restricciones económicas explican en parte la peligrosa situación que enfrenta Fidel Castro. Pero también lo perjudica su secreta aunque tenaz adhesión a las utopías revolucionarias de Guevara.

¡Fidel Castro renunció!... El sensacional rumor comenzó a zumbar por Buenos Aires y todo el mundo el miércoles 24, siguió agigantándose con el explosivo vaivén de informaciones y contrainformaciones, llegó a crear un panorama caótico en el que cualquier interpretación era posible.
Algunos observadores interpretaban el rumor como el reflejo de una catastrófica ruptura entre dos líneas, la moscovita y la pekinesa, en las altas esferas de la revolución cubana; otros, en cambio, reducían la importancia de las noticias a cero, considerándolas producto de un espejismo basado en la mala interpretación de un texto en que se hablaba de Fidel como del "secretario general" del Partido Comunista cuando hasta entonces había sido "primer secretario". O bien Raúl Castro (otras fuentes decían Osvaldo Dorticós) acababa de reemplazar a Fidel como primer ministro y eso significaba "marcar el paso" con la Unión Soviética y abandonar los sueños de un marxismo a la cubana, o bien el nuevo e ignoto primer ministro cubano (si se confirmaba la renuncia hipotética de Fidel) era sólo un títere de éste, dispuesto a crear un Partido Comunista a su imagen y semejanza, que fuese la columna vertebral de toda Cuba. No faltaban quienes dieran fe a la renuncia de Fidel, pero la creían una maniobra a lo Nasser después de la Guerra de los Seis Días: ¿acaso Castro no había sufrido su peor derrota con la muerte del "Che" Guevara?... Al cierre de esta edición, la maraña de informaciones contradictorias se espesaba en torno del destino del impactante líder cubano. Algo ocurría, pero nadie sabía bien qué y por qué.
Un hilo que aclare la trama del misterio puede hallarse en la curiosa personalidad de Fidel Castro y en su compleja trayectoria política, que arranca desde la sombría etapa de la dictadura de Batista. Hijo de terratenientes, recibido de abogado, profesaba entonces lo que él mismo definió más tarde como un "socialismo utópico", muy propio de un intelectual.
Pero también era capaz de violencia: acompañado por Raúl y un puñado de universitarios, el 26 de julio se lanza al ataque suicida del cuartel Moneada; es aprisionado, y convierte su juicio en una perorata hábil y ardiente contra el régimen de Batista. Condenado a veinticinco años de prisión, es liberado a los dos años; el sargento taquígrafo erigido desde 1952 en dictador cubano acababa de cometer su peor error al dar alas al único hombre capaz de derrotarlo. . .

DEL MISAL AL MARXISMO
Fidel pasa a México y también visita los EE. UU. con un solo fin: buscar adeptos para su plan de invadir a Cuba y derrocar a Batista. Si su hermano Raúl ya tiene cierta formación marxista, como el argentino "Che" Guevara que se le asociará en México, Fidel todavía flota en un izquierdismo humanitario que le permite ver qué es lo que no quiere, pero no le delinea más que un programa reformista y socializante, incapaz de alarmar a sus simpatizantes de muy distinta tendencia política. De 1956 a 1958 es la aventura de la Sierra Maestra, que recoge ecos favorables entre los liberales de continente y no desagrada a los EE. UU. Es entonces cuando algunos fotógrafos lo retratan en su cuartel guerrillero con la camisa verde oliva abierta para dejar ver una cadena con una medalla religiosa.
Batista entre tanto ya casi no tenía amigos: se había aliado con bandas de jugadores y tratantes de blancas de Miami y había convertido a La Habana en un lupanar que disgustaba a la jerarquía católica; también estaba sacando excesiva tajada de la comercialización del azúcar, a la vez que imponía un régimen de terror sin precedentes en la historia de la isla, ya bastante castigada.
A principios de enero de 1959, Fidel está en La Habana y Batista ha huido a Lisboa. Sus resonantes juicios públicos contra los secuaces de Batista que inauguran "el paredón", causan cierta alarma; la prensa liberal de ambas Américas le recomienda moderación. ¿Pero acaso la Revolución Francesa que significó el triunfo de la burguesía no fue sangrienta en sus comienzos? ... Y Fidel mantiene a su movimiento del 26 de Julio al margen de los comunistas, que se le habían mostrado muy hostiles durante toda la campaña de la Sierra Maestra. Se espera que el tremendo barbudo se rasurará y terminará inaugurando un régimen democrático sin quebrar el "statu quo": en 1958, los businessmen estadounidenses controlan el 90 por ciento de las minas, el 40 por ciento de la industria del azúcar, el 80 por ciento de los servicios públicos, el 50 por ciento de los ferrocarriles; gracias a los Estados Unidos, que compran generosamente el azúcar a un precio superior a la tarifa mundial, Cuba subsiste...
Fidel va a Venezuela y a Buenos Aires, donde se lo ve firmar misales que le tienden a su paso damas porteñas. Diezma el partido comunista cubano de sus elementos más recalcitrantes. Afirma ser sólo un "humanista". Pero al mismo tiempo abate implacablemente a políticos de "viejo cuño" y aun a antiguos compañeros de lucha que se oponen a su política cada vez más socializante, cada vez más independiente y desafiante frente a los EE. UU. El uniforme verde oliva de Fidel parece tomar matices rojos. ..

EN BRAZOS DE MOSCU
En 1960 Washington decide dar una lección a Fidel dejando de comprar la alta cuota de azúcar bien pagada con que sobrevivía Cuba. De inmediato Moscú se ofrece a comprarle a buen precio el azúcar que no adquirieran los EE. UU. Castro, a fines de 1960, ha nacionalizado 600 empresas cuyo capital era estadounidense en un 80 por ciento. Moscú y toda Europa del Este le ofrecen técnicos, elementos fabriles, hasta plantas enteras: Fidel, impulsado por el "Che" Guevara, sueña con industrializar la isla de cabo a rabo y en un santiamén, olvidando que Cuba importaba hasta las marquillas doradas de sus famosos cigarros de hoja. La industrialización toma un ritmo frenético y chapucero; la agricultura, que debe convertirse y modernizarse con la reforma agraria, sufre muchísimo por falta de un plan coherente y sistemático. Técnicos e intelectuales empiezan a huir del torbellino creado por los barbudos.
Los EE. UU. deciden que Castro y su paredón son todavía más perjudiciales que Batista, pues este último por lo menos no atacaba empresas extranjeras ni desafiaba a Washington abriéndose a la influencia moscovita. La CIA adiestra a los cubanos anticastristas en Florida y en Nicaragua. Llega Kennedy, y hereda de Eisenhower el plan de ataque contra Fidel. Es el fracaso de la Bahía de los Cochinos, que convierte a 1961 en un año crucial: los EE. UU. rompen relaciones con La Habana, y Castro se proclama "marxista leninista". Es un rótulo amplio, que Washington y la OEA leen como "soviético". En ese momento tienen razón; los rublos suplantan a los dólares como pulmotor cubano.
Pero ocurre la crisis de los misiles, la retirada de Khruschev, el planteo de la coexistencia pacífica; Castro se siente manejado por Moscú según la sola conveniencia del gigante soviético. Comienza a pensar que tal vez el "Che" Guevara, que siempre preconizaba un "socialismo cubano" equidistante de Moscú y de Pekín, puede tener razón. América latina debe buscar soluciones distintas e independientes. A principios de 1965 el "Che" renuncia a todos sus cargos y desaparece misteriosamente de Cuba. Los analistas occidentales creen que ello significa la sumisión de Castro a Moscú y el abandono de los planes fantásticos y peligrosos de Guevara. La prioridad que se vuelve a dar a la agricultura, la moderación y modestia en los planes industriales que toman en cuenta la pobreza de recursos de la isla situada en un continente "de puertas cerradas", parecen dar razón a esta creencia.

SOCIALISMO CUBANO
Pero la conferencia de la O.L.A.S. que exalta la soledad de Cuba y que reclama la insurgencia revolucionaria latinoamericana contra el "imperialismo" revela, ya entrado 1967, que Castro no sólo no ha roto con el "guevarismo", sino que lo ha adoptado como teoría y como práctica. El tono de Fidel hacia la Unión Soviética se vuelve cada vez más crítico; la conferencia de Glassboro lo indigna y la posterior visita de Kossiguin no lo calma. Vietnam está solo, como Cuba. La URSS quiere nadar y salvar "su" ropa. Se necesitan muchos Vietnam en el mundo. . .
Pero en octubre de 1967 muere el "Che" y el Vietnam boliviano es sólo una pequeña fogata que apagan los rangers adiestrados por los Estados Unidos. El "guevarismo" que se había consubstanciado con el "castrismo" fracasa, mientras los partidos comunistas latinoamericanos reniegan de la guerrilla y proclaman su fe en las urnas.

¿EL COMIENZO DEL FIN?
De Cuba, después del impacto de la muerte del "Che", sólo llegan las noticias de la polémica-regateo entre el barbudo Fidel y el pintoresco Barrientos, para rescatar a Debray, o mejor los restos de Guevara. Ni Castro, ni Barrientos, ni los castristas de Miami parecen tomar en serio las perspectivas de "trueque" que se diluyen en coloridas invectivas intercambiadas entre Fidel y el general boliviano. Pero detrás de esa polémica hay otra, secreta. ¿Insistir en la insurrección latinoamericana? ¿Replegarse definitivamente debajo del ala protectora de Moscú, prometiendo "buena conducta" que tranquilice a los EE. UU. y salve a la isla de una invasión masiva?
Observadores políticos sostienen que Dorticós estaría en la línea de "replegarse y aguardar", y que esa línea sería compartida por otros dirigentes castristas. En cambio Raúl Castro se inclinaría por la línea insurreccional. Otros analistas, basándose en las temporadas trascurridas por Raúl Castro en Europa del Este y en Moscú, afirman que el hermano de Fidel también es partidario del repliegue estratégico. Pero Fidel desconfiaría de la voluntad de Moscú para empeñarse a fondo en la defensa de la isla, y seguiría pensando que el "Che", aunque derrotado, tenía razón.
En tal caso la reunión del Partido Comunista tendería sólo a librar a Fidel de ciertos cargos más honoríficos que eficaces para permitirle luchar a fondo por un socialismo cubano independiente, sin obligarlo a ocupar primeros planos que concitan la atención de Washington y. . . de Moscú. Fidel saldría secretamente fortalecido, sobre todo con la perspectiva de que arda otro foco de guerra entre ambas Coreas que obliguen a otra costosa intervención masiva de los EE. UU. y lleven su esfuerzo bélico al paroxismo. Es curioso notar que una de las noticias que llegan entremezcladas y caóticas sobre la "crisis cubana" sea la de que se ha abolido el pago de horas adicionales a los obreros y reemplazado por un sistema de trabajo voluntario. Si la información es cierta —y parece que sí, pues emana de la central sindical de La Habana — podría explicarse por las crecientes dificultades económicas de la isla: la zafra, por razones climáticas, dará un rendimiento inferior a lo previsto. Se busca la diversificación agrícola, reservando 250.000 hectáreas al café, 220.000 al arroz, 120.000 a los farináceos, 100.000 a los frutales, 65.000 al algodón, 65.000 al tabaco, mientras que otrora la caña de azúcar cubría más del 50 por ciento del total de las tierras cultivadas. A partir de 1970, Cuba exportará, en productos agrícolas solamente, por valor de mil seiscientos millones de dólares. Y acaba de descubrir su primer pozo de petróleo...
Por ahora, hay que aguantar, ahorrar, sacrificarse. Sobre todo, porque el principal comprador es la URSS, lo que fatalmente tiene repercusiones políticas. El "trabajo voluntario" que se demanda a los cubanos tiene a la vez una connotación de retorno al "guevarismo" más puro. El ideal del "Che" era forjar un hombre responsable y solidario, no movido por incentivos económicos, que desarrollan el egoísmo. Hasta dónde el pueblo cubano puede seguir esta utopía, lo dirá el desenlace de la crisis que hoy hace tambalear a Fidel Castro.
Revista Siete Días Ilustrados
30.01.1968

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