Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

El automóvil independiza a la mujer
Uno de los últimos baluartes del masculinismo es invadido por la mujer. Al brindarle movilidad y fuentes de recursos, el automóvil acelera el proceso de emancipación femenina. Mientras el hombre sigue considerando al auto como signo de su personalidad, la mujer le otorga su real importancia: un medio que la vincula con el mundo

Esta es una revolución donde la mujer no necesita emplear sus armas tradicionales para ganar. Los derrotados son hombres y, en su mayoría, ingenuos. Hasta hoy, la sentencia parecía inapelable: "¡Ellas son las principales culpables de accidentes, choques y congestionamientos del tránsito". Pero las estadísticas dicen lo contrario: de las 7.500 mujeres que anualmente aspiran a obtener licencia para conducir, sólo un "5 por ciento es reprobado por incapacidad. En cuanto a infracciones y accidentes, solamente se les reprocha el uso exagerado de la bocina. Para poner las cosas en su justo nivel, bastaría con desoír las acusaciones que sistemáticamente se vuelcan sobre las conductoras. Pero esto ya ha sido superado. Hoy la mujer asume un papel mucho más importante y su objetivo es preciso: independizarse de la ancestral tutela masculina. En esta puja, el automóvil —símbolo incuestionable de virilidad— pasa a ser su aliado.

LA LIBERTAD SE COMPRA
La aventura de liberarse sobre cuatro ruedas comienza en la agencia de automóviles. La mujer adopta la estrategia más eficaz de acuerdo con su estado civil. "Las casadas aplican un método invariable —sostiene Luis Lázaro Pérez, vendedor en una agencia céntrica—. Su participación se limita a elegir el color. Las solteras, en cambio, deben decidir qué auto se amolda más a sus necesidades". A primera vista, parecería que el matrimonio cercena la capacidad ejecutiva de la mujer. Nada más falso:
"Más del 50 por ciento de mis clientes son casadas y aprenden a conducir a espaldas de su esposo con el propósito de sorprenderlo", asegura Ricardo Lamela, directivo de una conocida academia de conductores. Esta sorpresa, que para muchos representa una cariñosa atención hacia el cónyuge, es también el único medio de quebrar la tenaz postura de muchos esposos que, de otra manera, jamás admitirían viajar en un vehículo conducido por una ¡mujer.
Por el contrario, las mujeres no casadas imprimen nuevas características a la compra. El 90 por ciento de las agencias consultadas coincidieron en que las solteras—en su mayoría profesionales— analizan mucho más la utilidad del coche que su confort. Los autos chicos, de simple manejo y conservación, son los preferidos.
Casadas o solteras, sin embargo, las compradoras sucumben ante una idéntica debilidad: ser mujer. "Se manifiesta en varias actitudes —señala Eduardo Bonelli, jefe de prensa de una importante fábrica de automotores—. Cuidar el detalle, el chiche; sentir al auto como otro objeto de uso hogareño y, fundamentalmente, basar el último paso de la compra en la simpatía de vendedor."

NOSOTRAS LAS "TUERCAS"
"Yo aprendí a manejar en un día, con mi primer coche —se enorgullece la actriz Teresa Blasco—. EL auto promueve la liberación de la mujer porque la obliga a arriesgarse en un medio que desconoce y teme. Y aún cometiendo errores, la mujer tiene que asumir ese duelo con el tránsito. Para nosotras, el auto es una afirmación, una conquista del trabajo y, además, una descarga de los nervios."
No todas las audaces pilotos resuelven rápidamente su vinculación con el automóvil. La periodista Ethel Kurlat tuvo sus problemas: "En un comienzo el coche me aplastó: me sentí terriblemente dominada por él. Tenía dificultades para aprender a manejar y me enloquecían los rompecabezas mecánicos que me proponía cualquier desperfecto. Luego vino el vuelco. Conducir significó una especie de ruptura de la inmovilidad, una vertiginosa transformación del sentido del tiempo: el mundo se acercaba".
Ahondando en la significación que el automóvil tiene para la mujer, la psicóloga Eva Giberti —que ha vendido el suyo, pero planea una nueva compra— considera que "conducir un coche simboliza para la mujer conducir su propia vida. Es una manera más de salir del sometimiento y la dependencia infantil con respecto al hombre y al trabajo. Por otra parte, el hecho de que la mujer se incline generalmente hacia los autos chicos está referido a su propio esquema corporal. En él se siente más ceñida, más integrada".
A pesar de su evolución, la mujer sigue temiendo a sus dos adversarios más tenaces el conductor burlón, que la hostiga sin piedad, y el mecánico que le habla un idioma incomprensible. Al primero lo ignora; al segundo termina por tenerle confianza, frente a esa complicada selva de carburadores y árboles de levas.
Cuando el trabajo específico de la mujer la obliga a conducir su propio vehículo, la mecánica deja de ser un tormento. Para Dora S. de Figueroa, una transportista al servicio de jardines de infantes, hablar de válvulas y sistemas de arranque es tan habitual como explicar las bondades del ikebana.

EVOLUCION A TODA MARCHA
Últimamente, numerosas ocupaciones vinculadas al automóvil concentran la participación de la mujer. Varias playas de estacionamiento de la zona céntrica se plantean la necesidad de atender al público con personal femenino. Una de ellas, Fariña Car's Stop, ya lo ha hecho: 15 jovencitas cordiales se reparten la tarea que antes realizaban varios ancianos lentos y malhumorados. En el Instituto Superior de Turismo, el 80 por ciento de las estudiantes son mujeres. El automóvil será su principal medio de acción una vez recibidas de guías o expertas en turismo.
Trabajando o empleando el coche para esparcimiento, la mujer revela varias características que parecen destinadas a convertirse en leyes. No corre por el simple placer de la velocidad; no se obsesiona por ínfimos detalles del auto que suelen traumatizar a los hombres; otorga al coche la importancia que merece: ser un medio de transporte y no una prolongación de la personalidad.
Hasta el presente, el restringido poder adquisitivo de la ¡mujer conspiró contra su independencia en materia automotriz. No obstante, ya está accediendo al auto con la misma intensidad con que amplía todos sus campos de acción. En este sentido, el auto es el elemento que la moviliza y proyecta, con igual velocidad que el hombre, hacia su independencia definitiva.
Revista Siete Días Ilustrados
24/10/1967

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