Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Argentina pregunta
1- ¿Qué debe hacer el gobierno para evitar el golpe?
2- Si se produjera el golpe, ¿cuáles serían sus claves?
a) ¿Llamar a elecciones o quedarse cinco años en el poder ?
b) ¿Modificar la Constitución? ¿Para qué?
c) ¿Qué hacer con los ferrocarriles, el petróleo, la CGT, el peronismo, la inflación?

RESPONDE EL DR. FRONDIZI
R. — Quizá la pregunta debería ser formulada de otra manera. ¿Qué deben hacer los factores nacionales para impedir que el gobierno continúe consumando su política de paralización económica, agresión a todos los sectores sociales y satelismo exterior? La respuesta es una y concisa: El pueblo debe unirse en torno de un programa de desarrollo, justicia distributiva y soberanía, imponiendo una nueva política. Este programa sirve para cualquier alternativa: ya se trate de esta legalidad o de una nueva que la sustituya.
R. — En cualquiera de las alternativas: legalidad o nueva legalidad el programa nacional consiste: En lo económico: desarrollo a través de prioridades, restablecimiento de los canales internacionales de financiación, eliminación de los déficits fiscales, política agresiva de comercialización exterior y diversificación de mercados, retorno al autoabastecimiento de petróleo, integración geoeconómica del país a través de obras fundamentales como el Chocón-Cerros Colorados, vinculación de las regiones con comunicaciones y transportes adecuados. En lo gremial: defensa del salario real de los trabajadores, respeto a sus organizaciones gremiales, restablecimiento pleno de la Ley de Asociaciones Profesionales. En lo político abandono de la política de contubernio; retorno al sistema de lista incompleta para evitar la atomización de los partidos y la gravitación desmedida de las minorías, abolición del Estatuto-trampa. En lo internacional: defensa del interés nacional en las relaciones exteriores y abandono del satelismo.
En síntesis: tal como lo he dicho antes, política de unidad nacional para el desarrollo, la justicia distributiva y la soberanía. Esto es lo fundamental y lo que el pueblo argentino terminará por hacer prevalecer.

RESPONDE JUAN J. SEBRELI
R. — No puede hacer absolutamente nada. A la larga es inevitable, aunque indeseable que se produzca el golpe; no creo que pueda modificar su política actual ya que para ello sería necesario cambiar las estructuras sociales del país, cosa que el pequeño partido radical, burgués, no puede ni quiere hacer.
R. — a) Sería inútil llamar a elecciones, salvo que se realizaran sin proscripciones, lo que significaría entregarle el poder a los peronistas. Lo más coherente para el golpista sería quedarse en el gobierno.
b) Creo que debe ser modificada para adaptarla a una situación real; actualmente tenemos Una constitución anacrónica. No obstante mi apoyo a esa modificación depende de quien o quienes den el golpe, ya que cada sector la modificaría de una manera distinta.
c) Los ferrocarriles deben ser nacionales, aunque den pérdidas; es sólo un servicio público y no importa que den pérdidas.
En cuanto al petróleo, creo que si existiera un gobierno fuerte, nacional, y que tenga el resorte de la economía nacional en sus manos, no habría problema en firmar contratos con empresas extranjeras. Estas condiciones no se dieron durante el gobierno de Frondizi.
La inflación es el medio de que puede valerse un país subdesarrollado para crear un mercado interno que dé apoyo a la industria nacional. CGT y peronismo son una misma cosa. Lo ideal sería que se apoyaran en ellos; esto, lamentablemente es utópico, ya que el golpe lo van a hacer los militares, que están en contra de los peronistas. Si existiera en el ejército un sector nacional y popular y estos hicieran el golpe, esa solución sería más factible.

RESPONDE JOSE ALONSO
R. — En el supuesto caso de la existencia de un golpe de tipo militar, ya que en esos términos está radicado el reportaje y teniendo como causas la actual situación del país y el desgobierno existente, entiendo que el gobierno debe modificar sustancialmente su política.
En primer término, para gobernar hay que tener base popular o apoyo, e inspirar confianza a los gobernados. Ninguna de estas condiciones reúne el actual gobierno y por consecuencia la falla es fundamental.
En segundo término con una lentitud desesperante encara problemas cuya solución es urgente y utiliza para ello métodos y sistemas que no tienen ya aplicación en el mundo moderno.
La alternativa, pues, es simple: o el gobierno cambia sus procedimientos, enfoques y ritmo, o tendremos horas oscuras de enfrentamiento en el país.
R. — Un golpe no significa que las cosas habrán de cambiar, ya que el problema, si bien es de hombres que pueden o no inspirar confianza y demuestren capacidad, lo es fundamentalmente de procedimientos y objetivos.
Un golpe no cambiaría, pues en mucho la situación actual; una revolución sí.
El país necesita un cambio fundamental en sus líneas de conducción, en su conformación económica, política y social.
La Constitución deberá adaptarse a la nueva estructura que se trace; lo que es igual a decir que no hay que fabricar un pueblo para una constitución sino dictar una constitución para el pueblo.
La política ferroviaria, petrolera, etcétera, debe adecuarse a la nueva estructura nacional, ya que todos estos servicios o elementos deben ponerse al servicio del pueblo y su felicidad.
El peronismo es una doctrina y su estructura es la de movimiento, en razón de lo cual puede participar o ser protagonista de una revolución nacional y no podrá prescindirse del él, si se quieren dar al país la estabilidad y grandeza que ansían los argentinos.
Quedamos pues, en que un golpe es un gobierno más, y la historia que el país tiene de éstos no es alentadora, no ofrece perspectivas; claro está, que tampoco puede continuar un gobierno carente de condiciones, sin iniciativas, con lentitud, que ha llevado al país al caos y a la desesperación.

RESPONDE EL DOCTOR HORACIO THEDY
R. — Es difícil que haya golpe. Yo no creo que el golpe venga de un desborde de las Fuerzas Armadas; si hay una solución de ese tipo es porque la causa anida en las fuerzas civiles, que no han sabido encontrar el camino de las grandes soluciones. Por lo tanto, le corresponde a éstas abandonar un electoralismo sin horizontes para encontrar soluciones para el país.
La crisis argentina no puede resolverla un partido por si solo; la única fórmula mágica existente es la unión de todos los argentinos. La salvación de la democracia está en las ideas y actualmente somos un país sin estrategias. Los que quieren el golpe solo quieren esconder su frustración. Los que quieren "el hombre fuerte" no son hombres definidos; hay una especie de "marcionismo" político. Hemos perdido el orgullo y la confianza en nosotros mismos; me niego a un país de pupilos, quiero gente con coraje, sobre todo ahora que vamos a festejar el sesquicentenario. Estamos todos metidos en un electoralismo estúpido: ¿qué pasará en 1967, en 1969? Y así seguiremos infinitamente. No hemos aceptado el desafío del tiempo presente; estamos viviendo en plena revolución tecnológica y seguimos pensando sobre si reconocemos o no al peronismo.
R. — Los que vengan van a tener la tragedia de no saber como salir. La ilegitimidad siempre da origen al miedo, y éste es el peor consejero de los gobiernos.
Los que violan la Constitución creen que van a encontrar la legitimidad perdida reformándola, pero, ¿qué autoridad tienen? Los que vengan harían cualquier cosa. Hay falta de sentido ético en todos los atracos al poder civil. El deseo de legitimidad les hace llevar sobre los hombros el cadáver de la democracia lleno de flores. La democracia no tiene miedo, por eso es pacífica.
¿Se justifica un golpe contra la ineficacia? Perderíamos la libertad. Este es un gobierno de transición; hay que marchar hacia una consolidación, con. una paz dinámica, para construir. Es mucho mejor una gran ineficacia en la libertad que una gran eficacia en la esclavitud.
No pueden dar un golpe porque el gobierno no advierte la falta de apoyo popular, y la oposición no advierte la existencia de una opción electoral; la opción es fatal y lleva a la revolución sin conducir a nada positivo; seguimos siempre igual. Este pueblo es multipartidista no bipartidista. Es mejor escuchar mil voces que una sola; es más desordenado, pero mucho más positivo y fecundo.
Este país, a pesar de lo que creen los estúpidos comunistas, ha adelantado muchísimo; hay sociedades y grupos nuevos que se dedican a estudiar problemas; hay nuevas revistas, centros por millares, ¿y eso no lo ven?, ¿o el país se marca sólo por el costo del dólar? Estamos dominados por esquemas de histerismo. Los que hace 150 años declararon la independencia, no se preocuparon de la balanza comercial, nosotros estamos pendientes de ella. Lo importante son los objetivos. La economía es la logística de la política. Lo social es la ética. ¿Qué queremos hacer de la Argentina? Nadie se lo pregunta. La economía no es un fin; estamos en cosas fofas.
Hay que ir a una política de estabilidad monetaria y eso no se puede hacer con un solo partido político; se necesitan sacrificios comunes. Hay que llegar a una política económica sólida y concreta.
Soy partidario de un movimiento obrero fuerte; es una base indispensable para la armonía social y dividirlo es fatal.
Revista Extra
04/1966

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