Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

LOS PRESIDENTES DE ARGENTINA Y CHILE SE ENCONTRARON EN MENDOZA. CONFERENCIARON A PUERTAS CERRADAS. LOS PERIODISTAS CHILENOS NO FUERON BIEN ATENDIDOS. HUBO MUCHAS PROTESTAS Y TAMBIEN DESAGRAVIOS.
El miércoles 27, enviados por "GENTE y la Actualidad", viajamos a Mendoza para asistir a la visita que realizarían a esa provincia los primeros mandatarios de Argentina y Chile.

El jueves 28, a las 18.30, cuatro Gloster Meteor se recortaron contra el cielo, acompañando un Jet Caravelle de Aerolíneas Argentinas. El presidente Illia llegaba a Mendoza. En el aeropuerto se escucharon vivas. El descenso fue feliz. Marchas militares atronaron con sus tubas. El presidente se retiró al casino de oficiales, donde debía esperar la hora que faltaba para que llegara su colega chileno.
Y a la hora indicada, tres Gloster acompañaron el descenso del Jet que traía de Chile al presidente Frei.
Ambos mandatarios se abrazaron al pie de la escalerilla y hablaron. Enérgico uno, suave el otro. Poco después, frente a las puertas de la Intendencia, el gobernador Gabrielli lo definía como "una reedición de Maipú". Alguien que escuchaba el discurso, comentó: "Por supuesto que ni uno es San Martín ni el otro O'Higgins".
Luego se retiraron a sus respectivos domicilios en la calle Godoy Cruz. La puerta de la casa de uno lindaba con la del otro.
Estaba programado que el presidente de Chile visitara oficialmente al argentino en la Casa de Gobierno, pero por falta de tiempo, decidieron aplazar el acto. Directamente aprovecharon para darse un baño, vestirse y cenar juntos.
A las 22, el presidente Freí, elegantemente enfundado en un traje azul, cruzó el umbral de la Cierta de la casa que ocupaba Illia. 12 comensales se sentaron alrededor de la mesa. Antes que finalizara la noche, ambos presidentes dieron una vuelta a la manzana.
El viernes 29 por la mañana, depositaron al pie del monumento a San Martín en el Cerro de la Gloria, dos ofrendas florales. Una de la República de Chile y la otra del presidente argentino. Durante el desarrollo de la ceremonia, hubo algunos reporteros gráficos y orales que intentaban aproximar sus cámaras y micrófonos a los presidentes. El general José Toscano, Jefe de la 8a Brigada se encargó de alejarlos. Por momentos utilizó la pierna para correr a los que estaban agachados. Mientras tanto un agente de policía utilizaba su mano libre, la otra la mantenía haciendo el saludo militan para alejar a los cronistas. Finalizado el acto, el doctor Illia acompañó a Frei Montalva a recorrer la historia del Ejército de los Andes esculpida en bronce todo alrededor . del monumento. "Estas son las fraguas en donde se forjaron las armas de la libertad", explicaba. "Qué bonito, qué bonito", exclamaba Chile. "Este es fray Luis Beltrán, quien se ocupó del trabajo de fundición". "Un hombre muy importante", acotó Frei. El ingeniero Gabrielli terció en la explicación. "Vea estas mulas criollas. Qué espléndido bajorrelieve. Tienen la misma forma de cabeza que las cabras montañesas. Es curioso, ¿no?"
Luego partieron en automóvil a la Casa de Gobierno, donde comenzaron las deliberaciones. Ambos mandatarios se encerraron en el despacho del gobernador, y solos, a puertas cerradas, hablaron. Recién el sábado 30 a las 17. trascendió lo conversado.
Ese mediodía del viernes, en la Bodega Giol. el presidente argentino ofreció un almuerzo a la delegación chilena. Se prohibieron las fotografías durante la comida. "Al presidente Illia no le gusta este tipo de fotografías", se disculparon los del ceremonial. La mesa servida a los periodistas argentinos y chilenos carecía de sillas. Hubo protestas generales y todos en manifestación, fueron a pedir mejoras. Al no lograr que se las concedieran, optaron por retirarse, y fueron a almorzar a bodegones en las inmediaciones
El sábado al mediodía, el Sindicato de Prensa ofreció un cóctel de desagravio al periodismo chileno. "Se irán sabiendo cuál es el grado de hospitalidad de los mendocinos", dijo uno de éstos. Los chilenos contestaron los discursos: "Queremos que olviden lo que nosotros ya hemos olvidado".
Por la noche del viernes, en el Golf Club Andino, el presidente Frei ofreció una cena a la comitiva argentina.
Esa noche, quienes estaban impacientes por conocer algo de lo conversado, más o menos pudieron satisfacerla. El presidente Illia anunció durante el postre: "Nuestra entrevista ha sido cordial, amistosa, y comprensivas nuestras conversaciones".
Por JULIO MAXIMO LANDIVAK
Fotos: ANTONIO LEGARRETA
Enviados especiales de GENTE Y LA ACTUALIDAD a Mendoza.
4/11/1965
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Recortes en la crónica
El viernes 29 por la noche, algunos noctámbulos que merodeaban la esquina de Godoy Cruz y San Martín, donde se hospedaba el presidente argentino, pudieron observar una sombra que se deslizaba suavemente por la vereda acompañada de otra persona. Al detenerse ante la puerta de un bar, algunos parroquianos lo reconocieron. Era el doctor Arturo Illia.
Ya en el interior ocuparon una mesa y se sirvieron una botellita de agua mineral y un vaso de cerveza. Al disponerse a pagar, el mozo que los había atendido no les quiso aceptar el dinero. El presidente ordenó a su edecán, que era quien lo acompañaba, que dejara bajo el cenicero un billete de quinientos pesos.
Al salir conversó con unas pocas personas que se habían reunido. Un niñito lustrabotas le contó sus penas. El primer magistrado le preguntó si tenia muchos hermanitos, a lo que contestó (caso curioso), que únicamente vivía con su madre. "Mi papá murió hace mucho tiempo". El presidente lo alzó y le dio un beso en la frente. Más tarde en el Círculo de la Prensa; adonde lo llevó su caminata, le invitaron a bailar una pieza con una compañera que le presentaron. Se disculpó viendo el apretujamiento de parejas en la pista de baile. Conversó unos minutos y luego se retiró a descansar.


CON OTRA CAMARA
Además de los jets, los abrazos, los discursos, los funcionarios del ceremonial, de la policía, quienes manejaron cámaras más finas sacaron algunas conclusiones de la entrevista.
• El gobernador Francisco Gabrielli fue algo más que el auténtico maestro de ceremonias del encuentro. Ante todo, salvó la fricción con periodistas chilenos cuando invitó muy especialmente a la prensa al almuerzo ofrecido en su bodega (antes, los chilenos no fueron invitados al almuerzo oficial en la bodega Giol, por lo que informaron —razonablemente— que no concurrirían a otros actos). El conservador Gabrielli mostró que sabía manejarse con "clase de vieja cepa". Y coincidió con el Sindicato de Prensa, que dio un coctel a los chilenos en la línea desagravio. "Muy señor de la provincia" queda Gabrielli después de la visita de Freí. Y en excelentes términos con Illia, hecho muy señalable para políticos.
• Illia, solo y por la noche, fue reconocido al pasar por un bar de Godoy Cruz. Un mozo lo invitó a tomar algo, y el presidente aceptó. En seguida Illia, como Gabrielli, produjo un hecho político. Conversó largamente con los parroquianos, se juntó gente, y el presidente habló mano a mano "como un viejo radical". "Nada se pierde", fue la conclusión de expertos. • Para economistas, se habló mucho de la ALALC. Para políticos, esto encierra una intención política antes que económica. El presidente Frei, al frente de la apertura democristiana en Latinoamérica, busca puntos de apoyo a toda su política ("Un de Gaulle chileno", adelantan los entendidos). Argentina sería su gran aliada. Por fin, el acuerdo político podría incluir al Uruguay ("temeroso de la nueva conducción brasileña").

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