Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

JOSE MARRONE:
un trono de arena para el último bufón
Fue murguero, boxeador, obrero en una fábrica de cigarrillos, ayudante de ventrílocuo, cantor de tangos y guitarrista. Humilde, tierno y bueno como un chico. Pepitito Marrone triunfa con su circo. Y, desde la arena: continúa haciéndole cosquillas a todo el país

"No puedo arreglar el mundo. Solamente puedo hacerlo reír", confesó el día de su debut un joven payaso de 51 años, un poco azorado ante el escenario circular, el aserrín de la platea, la troupe de malabaristas y trapecistas. José Carlos Marrone se había enfrentado, la noche antes, con 1.500 personas (chicos, la mayoría) que aplaudían a rabiar su nueva figura: "La de un clown moderno, con la nariz apenas pintada, que quiere resucitar el moribundo espectáculo circense". Se trataba nada menos que de trasladar el éxito de un programa televisivo ("El circo de Marrone", 36 de rating, 14 emisiones) a su escenario original. Fue necesario sumar muchos esfuerzos, económicos y de los otros, para financiar el altísimo costo de la aventura: presentar más de 50 artistas en escena.
Pero para este hombre de estatura mediana, mejillas que el rubor tiñe todavía y una cara que los argentinos reconocen casi sin mirar, se trataba de algo mucho más profundo: el regreso a una infancia de payaso callejero, equilibrista en los tranvías, boxeador de fuertes cachetazos. Por eso "Pepitito" inicia su trabajo en la carpa de Flores como si empezara a vivir de nuevo: Cobro el 10 por ciento de la entrada bruta, pero no ponga lo que gano —pidió al cronista de SIETE DIAS—. No me gustan las ostentaciones y este trabajo lo hago por otras razones. Si quiere, diga que vivo bien. Aparte de vivir bien, Marrone se da ciertos lujos, porque hace donaciones permanentemente. En lo que va del año, lleva donado un millón de pesos.

EL EMPRESARIO DE LAS MURGAS
Hijo de un taximetrero y de una pantalonera fina, Marrone nació en Palermo, en 1916. La situación económica de la familia era buena, pero Pepitito empezó a trabajar desde muy chico: dejó la escuela primaria en tercer grado para dedicarse por entero a su pasión, las murgas. "Andábamos con los chicos del barrio, todos rotosos, cantando, bailando y haciendo chistes. Yo era el 'empresario': iba a comprar las bolsas, confeccionaba el vestuario y hasta escribía los libretos. Revolucionábamos el barrio, principalmente cuando había que repartir la plata: yo quería más porcentaje por mi trabajo extra, y como era boxeador —fui amateur hasta los 19 años— siempre lo conseguía."
Le siguieron otros oficios: en una manufactura de tabacos llegó a ser maquinista de cigarrillos. Pero ya entonces le daba vueltas en la cabeza la idea de ser un comediante. Provocaba a menudo la risa de sus amigos, porque quería vivir para eso. Comenzó llevándole las maletas a Velvedere, un famoso ventrílocuo. Su verdadero debut se produjo a los 17 años, en el conjunto musical "Los caballeros de la quema", que dirigía Hermes Peresini, un viejo autor de tangos. Ganaba 30 pesos por mes.
A los 22 años, recién salido de la conscripción, José Marrone se casó sin consultar a nadie con una mujer 12 años mayor que él (Alicia, su esposa actual). Con ella formó el dúo "La Gorda y el Flaco", y se largó al interior del país. "Desde 1937 hasta el 47 rasqué como un loco: en todos los lugares de actuación pasábamos el platito. A veces alternaba con actividades para nada artísticas: fui barrendero, destapé pozos (a 7 pesos por día), arreglé calles. Se detiene para limpiar sus anteojos, le dice 'chee' a la gente que de paso lo saluda, y continúa con una memoria de computadora: "Estaba cansado de pasar hambre, de viajar en segunda. Teníamos ya una hija (María Cristina, 17 años) y vivíamos en La Plata. Pensaba poner una verdulería. El 19 de marzo de 1947 perdí un ómnibus, y entré en 'La Paz' para hacer tiempo. Me encontré allí con un chanta, viejo amigo, que me propuso debutar en el 'Quisme' — ahora 'Palacio de la papa frita'—. Dudé un poco pero al final agarré viaje. Desde entonces no salí más de Callao; salté el alambrado. Pensaba: Si Dios me mandó esta posición es porque me la merezco."

LA TIERRA Y EL PLUMERO
A partir de ese momento no tuvo más descanso: se sucedieron "El Tronío", el "Marconi", el "Avenida". Su debut en cine se produjo junto a Laura Hidalgo, en "Su última pelea", el film de Armando Bó. Su apoliticismo le acarreó algunos problemas con el régimen peronista, pero la suerte ya estaba echada: en 1954, cuando por primera vez gritó en el Teatro Cómico: ¡Tierra!, dijo Colón, y le pasó el plumero, el triunfo lo adoptaba definitivamente. Con esta obra, "Cristóbal Colón en la Facultad de Medicina", se mantuvo hasta 1958 —con un total de 1.028 " representaciones—, y fue su caballito de batalla. Le siguieron otros espectáculos igualmente exitosos: la revista "El mucamo de la niña", los filmes "Chee" y "Motín a bordo", y en TV "Los trabajos" y ahora "El circo de Marrone".
Poco se sabe de su familia: "No la usé nunca con sentido publicitario. Yo jamás vi a un albañil con el hijo en los anda míos". Pero igualmente hizo planes: "Le hubiera dado todo el repertorio a mi hija, adecuado a su personalidad, pero ella se fue por otro lado: quería seguir el colegio comercial". Sus amigos actuales no tienen nada que ver con la pobreza: Alberto "Jota" Armando, Vázquez Gamboa, Raúl Matera. Curiosamente, no le gusta el teatro; sus gustos cinematográficos son también insólitos: Bob Hope, Laurel y Hardy, y en la televisión prefiere las películas de tiros. "No leo ni los libretos, pero me atrevería a interpretar Shakespeare. En el escenario estoy desnudo, limpio. Los 'fierros' me los pongo para los banquetes." ¿Qué piensa de la popularidad? Pepitito se siente apenas una partícula del mundo, "pero si algún día llego a ir por la calle o entro en un café y la gente no me reconoce, me muero ahí mismo".
Así es el hombre que hace reír a todos los públicos, el que pasa avisos en sus obras para que las firmas comerciales hagan donaciones a los hospitales de niños, a las escuelas. Al que hace unos meses llamaron los directivos de un canal de TV para decirle: "Mire, Marrone. En Inglaterra hay un cómico tan popular como usted, de su misma edad, que montó un circo en la televisión y tuvo un éxito rotundo. ¿Se anima a hacer lo mismo aquí?". Se animó, y ahora José "Pepitito" Marrone es payaso de circo.
Revista Siete Días Ilustrados
19.09.1967

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