Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

INFORME ESPECIAL
LA CRUZ SIN LA ESPADA
Este Informe Especial resume una profunda investigación en los medios "tercermundistas" y en altas esferas militares y eclesiásticas. Condensa dentro de la máxima objetividad periodística una versión progresista de los últimos acontecimientos vividos en el seno del catolicismo argentino.

"A la Iglesia, en definitiva, le faltó vivir y le sobró gabinete."
"O la Iglesia habla, o perderá la voz poco a poco."
"Nuestros obispos no deben preocuparse por las metralletas, si saben alzar su voz sin temblores y sin compromisos cuando el tiempo de la paciencia todavía es posible" (El movimiento nacional y la Iglesia, de las Juventudes Argentinas para la Emancipación Nacional —jaen—).

Hace dos años, los Obispos latinoamericanos se pronunciaron en Medellín sobre los problemas del continente. Hace apenas un año hicieron lo mismo los prelados argentinos frente a la situación del país. Desde entonces, la Iglesia no deja de ser noticia. Un mes atrás, al finalizar la reunión de la Comisión Permanente del Episcopado Argentino, los allí reunidos elevaron dos documentos al general Roberto Levingston. Uno se refería a la necesidad de una reforma educacional, mucho más drástica que la actualmente proyectada. El otro aludía al sentido integral del desarrollo, que se mide no sólo por la productividad económica sino también por el bienestar social. Criticaba la usura y la especulación en materia de nuevas viviendas y llamaba la atención al poder político sobre las imprevisibles consecuencias de la liberación de los alquileres. Este documento, estrictamente económico y social, representaba las inquietudes episcopales luego de haber escuchado a expertos y técnicos.
El Cardenal Caggiano había sido portador, tiempo atrás, de un proyecto chileno de ahorro popular para viviendas que elevó al Gobierno nacional, por juzgarlo factible en el país. Sus allegados comentan que ni siquiera recibió las gracias por tal gesto. Estos documentos cancelaron un año de relaciones tormentosas entre la Iglesia argentina y el Gobierno nacional. Desde la caída de Juan Domingo Perón el catolicismo argentino no había retornado a ser considerado como "asunto de estado" hasta 1970. El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo —mstm— supuestamente vinculado a la muerte de Pedro Eugenio Aramburu, fue objeto de una intensa campaña periodística que llegó a rozar la figura del Arzobispo coadjutor Juan Carlos Aramburu. Nunca la tensión entre las Fuerzas Armadas y el clero se hizo tan patente como a raíz de esta circunstancia.
En la edad de oro del peronismo los voceros oficiales solían referirse a un triple estamento de la nacionalidad: Ejército, Iglesia y Sindicalismo. Esta trinidad militar-clérigo-sindical no ha vuelto a reencontrar la armonía perdida desde aquellos tiempos. Prueba de ello es el documento elaborado en la Jefatura 2 de Inteligencia del Estado Mayor Conjunto sobre El Tercer Mundo y la Iglesia Argentina. En el vacío político posterior al 28 de junio de 1966 cuatrocientos sacerdotes, inquietos por la acción social, ocuparon la escena nacional. Sus planteos provocaron resquemores en distintos niveles. El documento del Estado Mayor Conjunto clasifica a sus integrantes en 3 categorías: Progresistas (66%): "Involucra la mayoría del movimiento. Poseen fundamentos racionales, autenticidad y formación suficiente. Son encomiables y merecen consideración y apoyo por parte de la Iglesia y el Gobierno". Revolucionarios (30%): "Son minoría. Más políticos que religiosos, carecen de formación y objetividad". Subversivos (4%): "Tienen participación activa en actos extremistas y padecen influencias foráneas y extremistas".
Los analistas militares distinguen dos tipos de influencias en este movimiento sacerdotal: la foránea y la nacional. Los modelos extranjeros operan en discordancia con nuestro medio y pierden, por lo tanto, la legitimidad de una violencia revolucionaria. En cambio, la influencia nacional se expresa a través del peronismo y el nacionalismo radicalizado.
Una de las preocupaciones que obsesiona a los autores del estudio es la situación conflictiva de las relaciones Iglesia-Estado, en el Brasil. Un detallado estudio comparativo de la influencia social de la Iglesia en ambos países ocupa largas páginas. Es dable advertir que en Brasil, donde existe separación de la Iglesia y el Estado, el control que ejerce el Gobierno sobre la Iglesia es
considerable. En cambio, en Argentina, a pesar de la unión de ambos poderes el control es mínimo. En Brasil los revolucionarios son los "frailes", en la Argentina el clero secular.
El informe estima, más adelante, que las influencias que guían a la Iglesia argentina y al Movimiento del Tercer Mundo son, en orden de importancia: 1) peronismo y nacionalismo extremistas; 2) documentos de la Iglesia, Obispos del Tercer Mundo, Medellín, Populorum Progressio; 3) situación socioeconómica de países vecinos y el accionar del clero (Brasil) ; 4) marxismo.
Los pronósticos respecto del tercer-mundismo son muy pesimistas de acuerdo con el documento: "O pierde virulencia y se desdibuja paulatinamente, o se ubica abiertamente en la ilegalidad. Su mística e ímpetu juvenil no conocen, desgraciadamente, la templanza y el equilibrio". Sin embargo, templanza y equilibrio fueron puestos a prueba por el documento de la Comisión Permanente del Episcopado del 12 de agosto de 1970. En medio de una intensa campaña desatada por sus adversarios, el MSTM guardó silencio. Luego, frente al documento crítico de los prelados, se abocó al estudio del mismo y produjo una respuesta precisa y categórica que disipó las posibles sospechas de error. En tono sincero, pero enérgico, aclaró la ortodoxia de sus puntos de vista. Hizo llegar a todos los Obispos copia del mismo y eludió la publicidad de la prensa. El extenso trabajo, de 30 carillas mimeografiadas, recalca su visión de la Iglesia de acuerdo con el Concilio Vaticano II. Analiza el sentido del término "revolución", la "socialización de la propiedad privada de los medios de producción, que no implica necesariamente estatización", descarta la Supuesta prédica violenta que endilgó al movimiento la campaña de prensa, y censura acremente al régimen capitalista bregando por la liberación del hombre latinoamericano a través de un socialismo nacional-popular-latinoamericano-humanista y crítico "que no absolutice sus realizaciones (...) aquí el aporte cristiano será esencial, porque el cristiano y la Iglesia jamás idolatran (...) ni lo harán ante el socialismo".

SUBEN LAS ACCIONES
Ante este documento, las acciones tercermundistas subieron en su cotización. Un Obispo norteño, de conocida postura centrista, aclaró a primera plana "que las sospechas de heterodoxia se han disipado. Estos curitas poseen un 95 % de aciertos y un 5 % de gaffes, producto del temperamento de algunos y de la demagogia de otros".
Al finalizar 1970, el MSTM ya había superado su bautismo de fuego. Y el documento del Estado Mayor Conjunto había intuido el desenlace: "La jerarquía eclesiástica nacional no ha adoptado medidas severas contra los sacerdotes de este sector. No cabe esperar en el futuro un cambio en esta actitud, cuya razón puede estar en la impotencia, en una actitud deliberada o en ambas cosas a la vez". Al parecer, se debe a una actitud deliberada. No en vano los sacerdotes tercermundistas fueron sucesivamente mimados, entre otros, por el frondicismo a través del semanario económico Resultado y por el Partido Comunista Revolucionario en su órgano Nueva Hora. Pero no todas fueron alabanzas. Recibieron severos ataques, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda. El grupo Verbo, ligado a la Organización Francesa La Cité Catholique, editó el libro La Iglesia Clandestina de Carlos Alberto Sachen, y el Partido Comunista Oficial, a través de su periódico Nuestra Palabra, dedicó una página entera, con el título "Los embrollos de un sacerdote", a criticar los prejuicios del presbítero Carlos Mujica contra el imperialismo ruso.
Pero la embestida rozó más alto. Algunos órganos de prensa deslizaron sospechas de "simpatías hacia el Tercer Mundo" por parte del Arzobispo coadjutor de Buenos Aires, monseñor Juan Carlos Aramburu. Se llegó a afirmar, inclusive, que se darían instrucciones al nuevo Embajador ante la Santa Sede, doctor Santiago de Estrada, para obtener de Roma una condena al Tercer Mundo y el alejamiento de Aramburu, evitando así que en el futuro recayeran en su persona los cargos de Arzobispo de Buenos Aires y Vicario General de las Fuerzas Armadas.
Aramburu, un prelado de 58 años, descendiente de vascos, nacido en Córdoba y por varios años Arzobispo de Tucumán, se reconoce inconmovible en su derecho a la sucesión de Antonio Caggiano. Pablo VI no podría borrar con una mano lo que ha escrito con la otra. Aramburu sabe que el desentendimiento en la Iglesia argentina se debe, más que a heterodoxia, a la falta de coordinación pastoral entre la labor de la Iglesia con las "masas" y las élites. En Medellín se habían trazado las normas para la actividad de la Iglesia en ambos campos. El clero joven, uno de los sectores más dinámicos e inteligentes de la Iglesia, se había volcado a una labor en "las bases" (curas obreros, capellanes de las villas de emergencia, asesores universitarios, asesores sindicales) que rozaba casi la demagogia. Ante este hecho, los asesores y capellanes del Establishment se tornaban cada vez más reaccionarios y, al mismo tiempo, incrementaban su desacuerdo con los jóvenes pastores. En vez de concientizar las élites en los cambios pregonados por la Iglesia se las abroquelaba en la oposición al cambio. Los capellanes castrenses y de las fuerzas de seguridad se destacaban en sus críticas al mstm. Inveteradamente, estos sacerdotes se distinguían por su apego al tradicionalismo nacionalista. Algún militar de infantería los bautizó, irónicamente, como la "caballería del clero". Las mismas FF AA no hicieron nada por corregir su "aristocracia espiritual". El propio Comandante en Jefe les sugería en las Jornadas de Apostolado Castrense de 1969 "que se mantengan firmemente en la modalidad tradicional de Capellanes Catequistas, que enseñen la teoría e inculquen la práctica de la religión, antes que capellanes únicamente sociólogos, que pretenden construir sin la base de una catequesis elemental".
Estos conceptos, que distinguen en el plano religioso al individuo y la comunidad, recalcando el valor personal de la salvación eterna, fueron subrayados por Alejandro Lanusse en la clausura de la jornada: "El objetivo último y definitivo, claro y permanente que nos compromete plenamente a los que integramos los comandos de las FF. AA. cualquiera sea el nivel de nuestra jerarquía, es uno solo (...) la salvación de los hombres (...) nuestra salvación".

ENTRE TANQUES Y SOTANAS
Ya durante el Concilio Vaticano II, en abril de 1964, el actual pro Vicario de las FF AA Victorio Bonamín (salesiano) exhortaba a los capellanes castrenses a que no metieran la espada de la fe en la vaina del irenismo" (término que encierra una especie de sincretismo teológico), "no hay que darles (a los militares) impresión de incertidumbre; dejarlos sospechar que andamos en implícitas negociaciones con el enemigo es ofenderlos, es hacerles perder tiempo, es debilitarles el espíritu militar (...). Que no se nos vea enredados por la «problemática teológica», como sucede a ciertos espíritus indecisos y débiles que han tomado el mismo Concilio Vaticano como un «visto bueno» para los irenismos acomodaticios y un paliativo para todas las incertidumbres. No convirtamos «mesas de credos» en «cajones de sastres»".
Pero aun dentro de las filas del apostolado castrense parece que no todos son unánimes en los enfoques posconciliares. Alberto Carbone, antes de verse envuelto en el affaire Aramburu, escribía en la publicación Enlace del MSTM Nº8, comentando la bendición eclesiástica sobre tanques amx-13 construidos en el país por Astarsa: "Significa la bendición de elementos cuyo destino inmediato es una acción violenta. Sea ésta ofensiva o defensiva (...) no es temática evangélica la violencia, sino que lo es el libre ejercicio de la libertad del hombre, pues ésta es fuente primaria de santificación. La bendición impartida por el capellán militar en nombre de la Iglesia implica la proclamación oficial y eficaz de un determinado tipo de violencia: la defensiva; acción que hemos de reconocer como temible, dadas las características del armamento bendecido. Ante este gesto oficial de la Iglesia, que se repite con frecuencia, es difícil entender la predicación de un rechazo total de todo tipo de violencia. Estamos ante una contradicción".
Pero más auspiciosa que la suerte de Carbone. condenado a 2 años y medio en suspenso por el delito de encubrimiento de una máquina de escribir, fue la que corrió otro capellán militar, el presbítero Alberto Fulgencio Rojas, ex capellán del Liceo Militar General Paz, de Córdoba, quien, luego de permanecer cuatro meses a disposición del Poder Ejecutivo, sin cargos en su contra, recuperó la libertad unas semanas atrás.
También el clero castrense opina en materia social. El presbítero José Aldobrando Ciuccarelli en sus conferencias para jefes y oficiales recuerda que "si bien el comunismo ateo es intrínsecamente perverso, también el liberalismo económico es un régimen inicuo y perverso". Concepto que quizá no sea compartido por quienes suscriben ideas similares a las de Álvaro Alsogaray.
Todos esos indicios muestran la incidencia de la labor del clero en la concientización de las Fuerzas Armadas latinoamericanas. Durante la reunión de Medellín, una de las preocupaciones del Obispo de Recife, Helder Cámara, consistía en "cómo" trasmitir el mensaje social de Medellín a los Ejércitos del continente que se hallan abocados a la creación de una Fuerza Interamericana de Defensa, la cual, siguiendo los planes del Pentágono, se ofrecía como un escudo para las posibles subversiones in ternas en Latinoamérica.
En cambio, un humilde jesuita dedicado a temas sociales y capellán del Ejército peruano, Romeo Luna Victoria, cosechaba con la revolución de Velasco Alvarado el fruto de un largo esfuerzo por dinamizar a la milicia peruana en un encuadre social-cristiano de avanzada antiimperialista. Algo parecido a la labor de respeto al sentir popular que inculcó en las Fuerzas Armadas chilenas la Iglesia de aquel país.
El conflicto Iglesia-ffaa para muchos no es conflicto, sólo una coyuntura, como lo dio a entender el Comandante en Jefe, Alejandro Lanusse, en el acto de celebración del 157º aniversario de la creación del clero castrense, en su alocución sobre "Sacerdocio y milicia en los campos de la Patria". Con todo, es otra de las más delicadas coyunturas desde que la Asamblea Soberana de 1813 nombrara como Vicario General del Ejército al canónigo Diego Estanislao de Zavaleta, un íntimo amigo de Bernardino Rivadavia.
Hasta el numen del desarrollismo y amigo personal de Arturo Frondizi, Giancarlo Elía Valori, en su conferencia sobre "Fuerzas Armadas e Iglesia en la transformación de América latina", editada por la Universidad Nacional del Nordeste, denuncia que "muchos curas obreros o rurales alientan tendencias muy avanzadas, donde el castrismo tiene sus puntas de penetración. Se destaca en muchos sectores del clero una tendencia anticapitalista y antiimperialista ( . . .) acompañada de una postura socializante en materia económica, destinada, en buena medida, o por lo menos tácitamente, a prevenir el peligro de la comunización de las masas". Valori exhorta, en cambio, a comprender las revoluciones nacionales que propician el desarrollo y la justicia social en el marco de la solidaridad. En cambio, Juan Perón bate palmas a una Iglesia que está redescubriendo el "socialismo nacional cristiano". Según el exilado, "va tomando el camino nuevo, que debía haber sido el más viejo, como que tiene su signo con 2.000 años de existencia. Hay que volver a Cristo o estaremos perdidos, pero a un Cristo revivido y no sofisticado por las deformaciones o la conveniencia. Esa será la Iglesia del futuro".

3er. MUNDO Y GALAXIAS POLITICAS
Una Iglesia bastante tironeada entre las diversas tendencias que se disputan él porvenir del país. Mientras el Destacamento Taco Ralo de las Fuerzas Armadas Peronista (fap) exhorta desde la cárcel al clero tercermundista por medio de una carta pública a "sumarse a la lucha armada por la liberación" siguiendo el ejemplo de dos ex seminaristas fapistas (Gerardo Ferrari, muerto en un tiroteo con la Policía, y Arturo Ferré, preso en Villa Devoto), por otra parte, el Partido Comunista, a través de su especialista en temas religiosos, Juan Rosales, expresa en su órgano Nueva Era: "Se va delineando una postura socialcristiana que, afirmándose revolucionaria, se ofrece como una presunta alternativa a las soluciones antiimperialistas, democráticas y antiterratenientes indispensables que requieren la unidad programática y de acción de las diversas fuerzas obreras y populares". Además, señala como demagogo al presbítero Milán Viscovich con su "modelo comunitario", y a los presbíteros Alberto Conforti y Carlos Mujica como tácticos anticomunistas que, al igual que monseñor Jaime de Nevares, se levantan contra la dictadura militar porque ésta "prepara el camino al comunismo estatista". Hasta Raimundo Ongaro es vapuleado por el Partido Comunista, "porque este dirigente obrero creyente se inquieta por un socialismo con valores cristianos". Pero estas contradicciones de la Iglesia argentina se verán agudizadas —profetiza Rosales— "luego del giro a la derecha que encumbró en abril de 1970 al retrógrado Obispo Tortolo a la presidencia del Consejo Episcopal Argentino".
Ciertamente, problemas como la excomunión del tercermundista Raúl Marturet en Corrientes por su Obispo Francisco Vicentín, o el éxodo de los curas rosarinos que enfrentaron a monseñor Guillermo Bolatti, son heridas aún no cerradas en las filas del catolicismo. Pero, más que a las influencias de Tortolo se deben, según algunos, a la aún no clara actitud del Nuncio Papal, monseñor Lino Zanini, un antiguo representante de Pablo VI en Israel que no es propenso a las definiciones tajantes, Gran amigo de los sionistas, al abandonar su cargo en Israel no se negó a las solicitudes que demostraron hacia él los árabes durante gestiones en la República Árabe Unida.
Pero la sangre no llegará al río. Los Obispos argentinos no son amantes de la discordia y prontamente tienden el puente para salvar los abismos. En la totalidad del Episcopado nacional se pueden detectar dos minorías definidas y una gran masa centrista. Si por un lado los comprometidos con la renovación (Di Stefano, Devoto, Marengo, Caferatta, Angelelli, Brasca, Zaspe, Ferro, De Nevares, Primatesta) son más que los tradicionalistas (Tortolo, Buteler, Caggiano, Aguirre, Iriarte), los moderados controlan con su péndulo los vaivenes circunstanciales en los cuales debe comprometerse la Iglesia como testigo de la eternidad que vive en el tiempo y la historia. Entre los centristas que deciden las situaciones críticas se destacan Juan Carlos Aramburu, José Miguel Medina y Antonio Plaza.
En los últimos meses, la campaña enderezada contra el MSTM volcó a muchos centristas a posturas de avanzada "Muchos que hoy atacan al Tercer Mundo —expresó a primera plana un prelado— olvidan que también al caer Perón el Cardenal Caggiano ordenó cierre de la revista progresista-nacional «Notas de Pastoral Jocista». Hoy, muchos de los sacerdotes que allí colaboraban ocupan altos cargos en la Jerarquía local y aun en la latinoamericana como Eduardo Pironio, secretario general del celam (Consejo Episcopal Latinoamericano), uno de los principales animadores de la citada revista clerical."
La desesperación de los sectores católicos tradicionalistas ya se extiende al paroxismo. Los banderines con los leones del "Royal Ludo" de la TFP (núcleo de agitadores callejeros pagados desde Brasil en defensa de tradicionales privilegios familiares y un anacrónico derecho de propiedad) son enarbolados hasta La Rioja, para arañar el peso de Enrique Angelelli, un Obispo que con su clero parece evocar las andanzas del Chacho en la política lugareña, Pero
los riojanos tienen a mal traer a los medievales cortejos. La curia local los ha desautorizado como intérpretes del sentir de la Iglesia.
Por su parte, el Arzobispo Bolatti, de Rosario, censuró desde el Palacio Episcopal "a los que aprovechan la Navidad para sembrar el odio de clases afirmando que Cristo nació en una villa miseria y si volviera a nacer hoy lo haría en una de ellas". La verdad piadosa de Bolatti es que "Cristo nació en una cueva o caverna, no tanto por pobreza, sino por la quietud, el silencio y la intimidad de aquel lugar".
Al finalizar 1970, el 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, el sacerdote Fernando Carbone, condenado a dos años de prisión en suspenso por "encubrimiento" en el caso Aramburu, celebraba su primera misa bajo libertad condicional en la capilla del Colegio "Sagrado Corazón". Ante un centenar de sacerdotes y dirigentes de organizaciones católicas que lo acompañaron en la ceremonia desglosó breves palabras: "El hecho de que esta misa la celebremos el Día de los Santos Inocentes ... es mera coincidencia", expresó con una sonrisa tras unas gruesas gafas. "Más importantes que las palabras son los hechos. Debemos seguir dando testimonio de Cristo en nuestra preocupación por los pobres y los oprimidos del Pueblo".
Después de la misa, una cena fría congregó a sus amigos sacerdotes en agradecimiento a los abogados que gratuitamente atendieron su defensa. En el transcurso de la misa se intercambiaron opiniones sobre los sucesos que condujeron al juicio. Los abogados recalcaron la preocupación sacerdotal de Carbone por sus compañeros del pabellón 23 de Villa Devoto, quienes en señal de recuerdo le obsequiaron una vieja camiseta con la firma de todos bordeando la imagen de una máquina de escribir Olivetti (la prueba del delito). "Volvé Carbone", rezaba una leyenda.
En este contexto, la Iglesia argentina afronta un nuevo año donde la reforma económica del clero y las propuestas del Tercer Mundo se convertirán en el eje de todas sus inquietudes.
Las parroquias porteñas deberán solucionar su propio sustento por medio de las contribuciones voluntarias de los fieles y prescindiendo de los tradicionales aranceles por los actos de culto. Un fondo común coordinará los ingresos y los distribuirá según nuevas normas, de acuerdo con las necesidades zonales y a la antigüedad sacerdotal.
Pero quizá más resistido que este cambio administrativo será el temario que sobre la doctrina del MSTM deben elaborar, para ser considerado en las reuniones de retiro mensual del clero metropolitano, los presbíteros Jorge Vernazza (Tercer Mundo), Rafael Tello un progresista profesor del Seminario de Villa Devoto), Pedro Bordoni (Consejo de Pastoral) y Julio Meinvielle ( por los antitercermundistas).
Estas reuniones cuentan con el patrocinio y la asistencia del Arzobispo Coadjutor Juan Carlos Aramburu. En ellas se tiende a lograr puntos básicos de unión y coincidencia dentro de las filas del clero porteño.

_____________Recorte en la crónica_____________
UN OBISPO DEL AÑO 2000
El hombre que rige la Iglesia argentina cumple el próximo 11 de febrero 59 años. Nació en Reducción, provincia de Córdoba en 1912, hijo de un inmigrante tolosano. Don Claudio Aramburu, su padre, llegó a nuestro país hacia fines del siglo pasado. Se estableció entre nosotros en calidad de comerciante y contrajo matrimonio con doña María Maturana, una dama de ascendencia chilena. Tuvieron cuatro hijos, de los que sobreviven tres en nuestro país. En Tolosa aún se conserva la casa natal del padre del actual Arzobispo, en el número 52 de la Ermentari kalea, o calle Herreros.
Cuando Juan Carlos apenas contaba nueve años de edad, su familia fijó domicilio en Buenos Aires, donde a los pocos meses fallece el padre, lo que motivó un nuevo cambio de residencia. Luego cursa los estudios eclesiásticos en el Seminario de Córdoba. En vista de sus aptitudes, el joven afrancesado y diplomático Obispo de esa provincia, Fermín Laffitte, lo envía a terminar sus estudios en Roma. donde se doctora en Filosofía y Derecho Canónico. El 28 de octubre de 1984 es ordenado sacerdote.
De regreso al país es nombrado teniente cura de la Parroquia de Villa del Rosario. En la misma ciudad de Córdoba fue profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional. También se desempeñó como capellán del Hospital de Córdoba, notario del Arzobispado y vicerrector del Seminario. En 1945, durante la gestión presidencial de Edelmiro J. Farrell, lo sorprende la elevación al Episcopado con solamente 34 años. Fue consagrado en la Catedral de Tucumán el 15 de diciembre de 1946 como auxiliar del Obispo de Tucumán, Monseñor Agustín Barrere. A la muerte de Barrere asumió el control de la diócesis. Durante su gestión erigió en Tucumán una Casa de Ejercicios y promovió la labor de los Cursillos de Cristiandad. Elegido representante del Episcopado Argentino ante el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), desempeñó esta misión con eficacia. Aramburu se destaca por ser un Obispo de refinada cultura y equilibrio ideológico. En varias ocasiones, durante su infancia, viajó a Tolosa con sus padres. En una de sus últimas visitas trajo como recuerdo películas documentales, fotos de Guipúzcoa (que le chifla), discos de música vasca y la partitura de la misa de Eduardo Mocoroa "In Honorem Sancti Joannis Baptista". Buenas pruebas de su "afición a la música" es haber celebrado su primera misa en las Catacumbas de San Calixto, en el altar de Santa Cecilia, patrona de los músicos. El notable músico beasaindarra maestro Pedro José Iguain se casó con doña Natalia Aramburu, sobrina del prelado. Ambos residen en nuestro país. Es pura coincidencia el hecho de que también el ex Presidente Pedro Eugenio Aramburu tuviese sobrinos carnales en la villa de Oria, pues —según Iñaki Linazasoro, un vecino del lugar— "no tiene ningún parentesco con el Arzobispo Aramburu".
Revista Primera Plana
19.01.1971


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