Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Recordando sin ira, diez años después
LOS FUSILADOS QUE VIVEN
Hace 10 años en Argentina se fusiló. No hacemos un problema ideológico; de qué color político eran los FUSILADOS, o los que asumieron la responsabilidad de levantar un fusil y disparar produciendo el último día de muchas vidas y el primero de muchas muertes. Ho exacerbamos aquí el rencor a propósito del recuerdo. Periodísticamente buscamos a los sobrevivientes de lo que Rodolfo Walsh llamó "Operación Masacre", y al tomar contacto con ellos, por supuesto, encontramos resentimientos pero también una frase de un sobreviviente, Di Chiano: "EL ODIO DEBE TERMINAR...". Aquí está la historia y "el hoy" de los que hace 10 años fueron baleados en un basural de León Suárez. Unos ya son ataúdes. Otros son cicatrices. Pero ocurrió...
por José María Otero

Dictadores tiranos Isaac Rojas y AramburuESTA historia también pertenece a la noche del 9 de junio de 1956. La estabilidad de la Revolución Libertadora exigía cadáveres para sus balas. "No habrá leche de clemencia", clama Américo Ghioldi, y desde el fondo de su pasión extrae el látigo que exacerbará a las fuerzas "legalistas" de la represión.
Por eso doce personas marchan encerradas en un camión tapado con una lona, rumbo a un descampado para convertirse en mártires.
¿Qué delito habían cometido en esa noche del 9 de junio...? Simplemente reunirse en una casa de Florida para escuchar la pelea entre Lausse y Loayza por el título sudamericano de los medianos. No hubo tiempo para festejar el nocáut del zurdo argentino en el tercer round.
No hubo tiempo, porque un grito pesado rompió esa noche invernal y un suburbio bonaerense conoció desde allí el martirologio de doce argentinos que arrastrarían su pánico y se desangrarían entre los basurales helados y hediondos de José León Suárez.

¡LA POLICIA...!
El dueño de casa que abre, azorado, su puerta, y la invasión simultánea de policías, fusiles, gritos, culatazos e insultos.,.
¿Dónde está Tanco ,.? ¿Dónde está Tanco...?, pregunta la legalidad desde el fondo de la garganta del avasallante Desiderio Fernández Suárez al mando de las fuerzas policiales.
Tal vez dos o tres de los doce habitantes momentáneos de los dos departamentos conocieran el significado de esa pregunta.
Para el resto era cómo inquirirles el secreto para ir a la Luna.
Y Horacio Di Chiano, un modesto trabajador de la Italo y paciente constructor de su finca, vio volar varios dientes suyos tras la culata de un máuser.
Y Norberto Gavino, un militante peronista que estaba en el secreto de todo, sintió cómo se partía su rostro ante la saña de un Colt 45.
Y en seguida estaban todos en la Unidad Regional San Martín compartiendo su miedo, su angustia y su desorientación en un calabozo frío y estremecedor. Desde allí no podrían escuchar Radio del Estado informando que se había producido una alteración del orden en algunos puntos de la Capital. Y habrían sentido mucho más frío si sintonizasen la misma emisora exactamente a las 0.32 en punto del naciente día diez, donde se declaraba la vigencia de la Ley Marcial en todo el territorio de la Nación, firmada por Aramburu, Rojas, Hartung, Krause, Ossorio Arana y Landaburu.
Si tuviesen un abogado a mano les explicaría que no tendrían de que temer, puesto que ellos fueron detenidos antes de la vigencia de la Ley. Y que además no habían cometido delito alguno ni había pruebas en contra de ninguno de ellos, ya que no se hallaron ni armas ni elementos subversivos.
Y la voz apabullante del jefe se convulsionaría desde un extremo de la línea telefónica a través de una orden tajante.
—¡Fusílenlos a todos...!
Y la oreja perteneciente a la cara del Inspector Rodolfo Rodríguez Moreno sentiría el impacto de un rayo, en el otro extremo de la línea. Y el jefe de la Unidad Regional San Martín no tuvo otro remedio que cargar a los doce aspirantes a cadáver en un camión tapado, y conducirlos hasta un descampado para cumplir con la orden del Gobierno.
Y Horacio Di Chiano, Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Rogelio Díaz, Carlos Lisazo, Norberto Gavino, Reinaldo Benavídez, Julio Tróxler, Vicente Damián Rodríguez, Juan Carlos Livraga, Miguel Angel Giunta y Mario Brión se hicieron protagonistas históricos de la desgraciada "Operación Masacre" que tan crudamente pintara Rodolfo Walsh en su libro alusivo.

LOS SOBREVIVIENTES
Sólo Dios sabe cómo Horacio Di Chiano puede mostrar, a diez años del hecho, su pantalón y camisa perforados por dos balas. Cómo Juan Carlos Livraga se miró meses más tarde al espejo con la misma sorpresa que siente uno cuando se observa de perfil en el probador de la sastrería y se ve una cara distinta. Su rostro destrozado por dos "tiros de gracia" tiene ánimos para sonreírle a su hija, a diez años del episodio, y esperar en su residencia de Estados Unidos que su señora le regale el segundo heredero.
Sólo Dios sabe cómo Miguel Angel Giunta eludió las balas, el hambre y la locura. Cómo Troxler, Gavino, Benavídez y Díaz pueden hoy contar su irreal aventura escapando a la muerte entre una lluvia de plomo, angustia, delirio y desesperación.
Atrás quedaron las súplicas sin respuesta de Carranza. Los seis hijos de éste y la media docena de Garibotti. Los 21 años alegres de Carlitos Lisazo, los sacrificios estériles de Mario Brión y su hijo. Vicente Damián Rodríguez no soportó la agonía tras la primera descarga y su grito aterrador bañó los negros basurales.
—¡Mátenme, mátenme... ¡No me dejen así...!
Hoy sus tres hijos consuelan su ausencia eterna con un padrastro nuevo. . .

DIEZ AÑOS DESPUES
La cara sin dientes de Horacio Di Chiano se congela azoradamente tras el alambre tejido de su ventana cuando EXTRA interrumpe su siesta para retornar una década en el tiempo.
—¡Por favor, no quiero recordar más eso.., ¡No vengan más aquí!
Pero un hombre que a través de 57 años no tiene historias interesantes para contar, se ve en la necesidad de dejar atrás la rutina diaria y relatar quizás, por milésima vez, su resurrección increíble.
"¿Ve este encendedor...? Me lo mandó Perón desde Venezuela. Yo no quiero publicidad. Hace poco estuvo Gavino con dos curas y vinieron a filmar todo la casa. Yo no quise salir en la película. La finca es mía y me costó una vida de sacrificio. El departamento del fondo se lo alquilaba a Torres. Ahora creo que esta en en Perú con una organización de limpieza a domicilio. Logró huir cuando llegó la policía. Yo viví escapado 14 meses luego de aquello. Ni mi familia sabía dónde estaba. Cuando sentí los primeros tiros detrás mío me tiré al suelo y me hice el muerto. Jamás lo olvidaré. Venía de trabajar y estaba con mi hijo y mi vecino Giunta cenando y escuchando la radio. En un momento pasó todo. Me pegaron y me llevaron preso junto con los demás. Cuando nos bajaron en medio de un descampado todos presentimos lo peor,.. ¿Para qué recordar esa pesadilla...? Lo que le puedo asegurar es que debimos hipotecar la casa y aún hoy estoy levantando deudas de aquel entonces. Perdí el trabajo y debí jubilarme... Pero por lo menos puedo contarlo...
Héctor Reinaldo Benavídez vive en Del Viso y está pasando también un mal trance económico. Tiene esposa y tres hijos y su negocio de panadería anda bastante mal. Tuvo muchos problemas posteriores al "fusilamiento" y no quiere tener más líos con su familia. Por eso calla.
Julio Tomás Troxler, soltero, 39 años, es su antítesis. Su casa de
Florida ya ha sufrido 35 allanamientos y tocar el timbre en ella configura un sobrecogimiento instantáneo. Su coraje le salvó la vida esa noche, cuando le arrebató los fusiles a los dos policías que lo custodiaban y sus ojos brillan cuando acusa, sin ningún temor a represalias "La repercusión del hecho a través del tiempo demuestra que la única forma de hacerse justicia en nuestro país es mediante la ley de Talión: ojo por ojo y diente por diente. Porque quienes salieron en defensa de la Ley y de la Constitución son los hombres del 9 de junio y quienes la violaron son los revolucionarios del 55. Las leyes de amnistía se hicieron para borrar los crímenes cometidos por ellos. O para pretender borrarlos... Puedo mencionar al Tte. Cnel. San Emsterio, ex jefe de Inteligencia de la Presidencia, al Comisario Inspector Salcedo, de la provincia de Buenos Aires, al Comisario Inspector Berdiñas y al ex juez del Crimen, Abel Viglione, que participaban todos juntos torturando en las brigadas de San Martín y Lanús "
Troxler estuvo asilado en Bolivia al escapar de la "Operación Masacre". Allí se juntó con Benavídez, Gavino, su hermano Bernardo, el capitán Morganti y el mayor Prats, entre otros.
"Al volver aquí fui preso por una delación. Estuve preso en Lanús y
San Martín. Me sacaban del calabozo y me ponían un capuchón con las manos esposadas en la espalda. Me hacían dar vueltas par a desorientarme, me desnudaban y me tiraban en una camilla. Allí empezaban las sesiones de picana eléctrica mientras Fernández Suárez me interrogaba y el resto manejaba la "máquina" alternadamente. Me atribuían el haber intentado volar la avenida 9 de Julio. Una vez se me soltó parcialmente el capuchón y pude verles bien el rostro. Se me tiraron encima y repartí golpes hasta que me desvanecieron a patadas y trompadas. A raíz de ello me sobrevino una estrangulación de hernia. En la cárcel de Olmos me hizo una operación calamitosa el doctor Wilks y así quedé..."

EL DOLOR DE GIUNTA
En la Unidad Regional de San Martín lo llamaban Jesucristo. Antes del fusilamiento, por la barba crecida y los doce días sin probar bocado en su celda de incomunicado. Luego de la masacre, los policías insistían en lo de Jesucristo. Esta vez por la resurrección.
Ahora tiene 39 años, está casado y tiene una hija de 15 que estudia en el Secundarlo. Es encargado de una sucursal céntrica de Grimoldi.
"Tenía 29 años cuando pasó aquello. Cumplí los 30 en Olmos y mis compañeros de celda me regalaron un pergamino que aún conservo. Entre otros firman Atilio Renzi, Federico Durruty, Eustaquio Tolosa y varios ex diputados y senadores peronistas. Yo no sé cómo escapé a las balas esa noche. Cuando corría oí el grito de Rodríguez Moreno: ¡A ése que se escapa...! y un ruido infernal de su pistola 45 estalló al lado de mi cabeza. Me tiraba al suelo y corría. Los silbidos de los máuseres me estremecían. Me salvó la noche sin luna y mi pantalón y campera oscuros. Fui directamente a la primera casa que encontré allí cerca y me pasó lo inverosímil. Golpeé y salió un señor con una pistola y un farol en las manos que me dijo: ''¡Te salvaste de otra, pero ahora no te escapás más." Yo, que estaba dominado por el terror más absoluto no sé cómo, instintivamente, alcancé a saltar una ligustrina y volver a huir enloquecido..."
Su relato es patético y coherente. Pero se hace más apabullante cuando relata la historia del cautiverio.
"Hace diez años que tengo tanta amargura en el alma que necesito desahogarme. Lo del fusilamiento no es nada comparado con lo otro. Los padecimientos morales que he debido soportar sobrepasan todos los límites. La verdad es que nunca me tocaron un pelo, pero fíjese mi aspecto. He quedado calvo, canoso, reumático y con úlcera al duodeno a causa de todo aquello. Por lo mucho que sufrí injustamente. El juez me absolvió de culpa y cargo. Para eso me tuvieron incomunicado, preso y sin comer durante tanto tiempo. Un oficial de policía de la Regional había hecho la conscripción conmigo y éramos muy amigos. Cuando me tuvieron allí en un sótano con las manos contra la pared y atrás mío dos soldados con ametralladoras apuntándome creía que me moría. Este oficial leyó mi nombre en la lista y vino a fijarse. Desde atrás me gritó: "¡Giunta!..." Por fin veía yo un rostro conocido y exclamé sobrecogido: ¡Ambrosiano! ¿Sabe qué me dijo? "¿Quién lo conoce?" Se dio vuelta y se fue. Mi familia no sabía si yo estaba vivo o muerto y en todas las comisarías le negaban que yo estuviera. Al fin un primo mío, suboficial de Aeronáutica (Alberto Benavente) presionó en la SIDE y tuvo permiso para que mi familia viera que estaba vivo. No podía pararme. Tuvieron que tenerme entre dos y levantarme. Estaba sucio, barbudo y enflaquecido. Mi padre no me reconoció y debió pegar un grito que me heló basta el alma: ¡Hijo!... Y recién comprobó que era yo."

NO VEN EL FUTURO
Livraga se fue a Norteamérica con delirios de persecución y su cara estigmatizada por las balas fusiladoras, Sus padres quedaron solos y abrumados por tanta angustia y soledad.
Torres está en La Florida, un pueblito de Perú. El resto de los sobrevivientes de la "Operación Masacre" se ha integrado a la contradictoria comunidad argentina. Con su recuerdo, con su rencor, con su fe. Gavino milita activamente en el peronismo. Díaz y Benavídez son decididos simpatizantes de la causa. Tróxler justifica su adhesión actual,
"Mi inclinación al peronismo no está fundada en los beneficios que me pudo haber proporcionado en el orden personal, sino a través de un análisis objetivo del nivel de vida de la población durante su vigencia. La única salida que puede existir en el país es la que puede dar el pueblo a través de elecciones libres. El peronismo actualmente tiene más vigencia que antes, por cuanto el país se debate en un caos económico cada vez mayor, determinado por los latrocinios llevados a cabo por funcionarios oficiales de los que nos dan cuenta en una ínfima parte las informaciones periodísticas. Y oportunamente serán sancionados por los hombres quienes han cometido tantos crímenes. Si así no fuera la justicia divina que es inexorable será la encargada de la sanción"
Giunta también se ensombrece cuando pinta el cuadro actual.
"El país ahora es un desastre. En la forma que van las cosas vamos lisa y llanamente a la ruina. Mientras se le dé la espalda al pueblo no puede haber nunca estabilidad social. La expresión democracia significa gobierno de pueblo, y el nuestro es gobierno de oligarquía"
Y el jubilado Di Chiano tiende su mano de olvido, pero es concluyente con el país actual.
"¿El país? ¡Un desastre! Con Perón se vivía mejor. Cualquier obrero le podrá decir cómo estaba antes y ahora. Pero basta de odios. Yo quisiera estrangular a Rodríguez Moreno y Fernández Suárez. Pero, ¿qué se gana con ello...? El odio debe terminar entre los argentinos."
La vida argentina tuvo esta DESGRACIA. Dejó lutos. Evocarla no es excitar. Es ayudar a que no se repita. Porque lo mejor que tiene la memoria es su capacidad de OLVIDO. Siempre que OLVIDEMOS TODOS. No algunos...
Una tarde, el general Aramburu, que entonces presidía el país, asumió sin flaquezas la responsabilidad de la decisión. Era la hora de la muerte, y los paredones pueden ser indistintos. Lo que se discute aún es si los fusilamientos de León Suárez tuvieron alguna vía legal o decreto que los ampararan. O si fue el miedo al miedo el que sepultó a inocentes...
Pasaron 10 años... Lo dramático es que los basurales siguen ahí, y nadie edificó nada sobre aquella sangre... Y de eso, "TODOS SOMOS CULPABLES".
Revista Extra
06/1966

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