Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

SE EXPANDE LA LUCHA POLITICA
Mientras el gobierno sostenía, extraoficialmente, que el voto es un "virus", la oposición, tanto civil como militar, desplegó su acción más pertinaz desde los días iniciales de la revolución

La Argentina se porta bien", hizo saber uno de los integrantes de la interminable procesión de altos directivos de las finanzas internacionales que se desplomó sobre el país en las últimas dos semanas. El juicio resultó paradójico —en algunos ámbitos—, porque precisamente por esos días el clima político se enredó "traviesamente", deparando las mayores turbulencias de que se tenga memoria desde los días iniciales de la Revolución Argentina.
De alguna manera, fue también un juicio diferenciador. Nunca, hasta ahora, el gabinete económico encabezado por el ministro Krieger Vasena había logrado un apoyo tan resonante para sus planes, como el que le acaba de otorgar la banca mundial. "El equipo político, en cambio, brilló por su ausencia en todas las tratativas, ocupado en los actos de agasajo al rey Olav de Noruega", observaron algunos suspicaces.
Al margen de las maledicencias, es indudable que los temas tratados en las trascendentes reuniones mantenidas con los banqueros, no fueron exclusivamente económicos. Fue lo que dio a entender el presidente del Banco Nacional de Suiza, señor Edwin Stopper, al término de una larga entrevista con el ministro de Economía: "Especial atención se le dio a las negociaciones tendientes a lograr la radicación en la Argentina, de capitales helvéticos, para cuyo fin se analizará un sistema para garantizar las inversiones".
Para los círculos políticos, el tema de las "garantías de inversiones" se halla indudablemente vinculado al de la "estabilidad institucional". Por eso, no dejó de llamar la atención que mientras en los pasillos de la Casa Rosada se escuchaba que "el voto es un virus", y que cumplimentando tal temperamento, se había ordenado borrar de las paredes porteñas todo vestigio o resto de propaganda electoral, así se tratara de sociedades de fomento o clubes deportivos, los actos de homenaje a la gesta de setiembre del 55 se transformaron en muchos casos en detonantes tribunas de crítica antigubernamental, desde las que se clamaba por una salida electoral y la restitución de los partidos políticos.
"Al equipo económico le nació su gabinete político", comentaron entusiastas figuras del disuelto radicalismo, al término del acto realizado por la Comisión de Afirmación de la Revolución Libertadora, en el Hogar de la Empleada.

LAS PROCLAMAS ENCENDIDAS
"El pueblo no quiere saber nada de política", había confiado un alto funcionario del gobierno. Horas antes, sin embargo, los matutinos difundieron una explosiva "carta abierta" del vicealmirante (R.E.), Samuel Toranzo Calderón. Luego de sostener que la "destrucción y el reemplazo de la esencia histórica de la Nación" atentan contra la República, la declaración afirmaba que "la falta de una definición categórica respecto al futuro político del país ha provocado desconcierto en el pueblo y desconfianza en América".
Ese mismo día por la noche, el chisporroteo verbal creció de punto cuando en el acto consumado en el Hogar de la Empleada, el general Federico Toranzo Montero, con un extenso discurso, y el almirante Isaac Rojas, por medio de una carta no menos extensa, despacharon una virulenta andanada que no pasó desapercibida para los banqueros visitantes. Pero hubo algunas diferencias notables, que tampoco pasaron inadvertidas: mientras Toranzo Montero y Rojas, se empeñaron en recalcar que "no hay olvido que valga" en aras de una sedicente "unión nacional", la declaración de Toranzo Calderón se plegaba —en ese resbaladizo terreno— al tono conciliador
adoptado por la marina en la resolución conmemorativa del 16 de setiembre: "El acercamiento y comprensión de todos los argentinos — decía—, nos obliga hoy a tender un manto al pasado".
Con todo, las declaraciones de los tres altos jefes causaron igual desagrado, al parecer, en los medios castrenses. De ahí la aplicación rigurosa de sanciones, que incluiría arrestos. Pero en el caso de Toranzo Calderón, la sanción implicaría, en cierto modo, "una censura indirecta al titular del arma", dedujeron los que afirman estar bien informados. Aunque el criterio de los tres comandantes en jefe —según esos mismos círculos— se fundaría en el firme deseo de no admitir injerencias políticas por parte de ningún miembro de las fuerzas armadas, abriendo, al mismo tiempo, una mayor flexibilidad respecto de los civiles.
Si bien los signos de tal flexibilidad son, por ahora, relativos, es evidente que la ex UCRP sigue cosechando dividendos políticos. "Son los que capitalizan la oposición", concluían los observadores. Lo cierto es que el último tránsito radical por Rosario, aparejó imprevisibles consecuencias.

DUELO EN EL PARAISO. — Poco antes de ser regado por una diligente manguera policial, el ex presidente Illia refirió a sus correligionarios detalles del diálogo que sostuvo con el general Pascual Pistarini en la mañana del 29 de mayo de 1966. Ese día, como se sabe, las fuerzas armadas, por boca del entonces comandante en jefe, iniciaron la cuenta descendente que acabaría con el gobierno radical un mes después. "Luego de ese discurso imprudente —recordó Illia en el asado rosarino— le pregunté al general qué entendía por 'falta de autoridad'. Ante la vaguedad de su respuesta, le reiteré mi pregunta que no contestó ni con entereza, ni con hombría".
El jueves pasado por la mañana, mientras el ex presidente se deleitaba con la lectura de un libro sobre Alem del psiquiatra César Augusto Cabral, la casa de Prilidiano Pueyrredón al 600, en Martínez, se ensordecía con interminables llamados telefónicos. Es que, a partir de ese momento, todo el país comenzó a seguir las alternativas de un incidente inesperado: por intermedio del ex ministro de Trabajo de Arturo Frondizi, doctor Ismael Bruno Quijano, el doctor Illia supo que el general Pistarini lo había retado a duelo.
El duelo empezó por desatarse, entonces, entre los respectivos padrinos. Al tiempo que Bruno Quijano y el general (R.E.) Carlos Julio Mosquera, cuestionaron la idoneidad del general Carlos Augusto Caro como representante de Illia, "porque en el momento de producirse el incidente era un general en actividad subordinado al comandante en jefe", Miguel Ángel Zavala Ortiz y el propio Caro habrían planteado una cuestión previa: "Los duelos tienen lugar entre caballeros. Y el general Pistarini no lo es, por haber violado la ley suprema de la Nación: la Constitución", se dice que adujeron. A todo esto, José Luis Caeiro retomaba su vieja tarea de secretario de prensa, que desplegó entre 1963-66. Desde un departamento céntrico se dedicó a difundir la noticia y el detalle de sus alternativas.
Por encima de los ribetes anecdóticos, los observadores concluían que el episodio causó profundo desagrado en el ámbito castrense, donde se habría censurado la actitud de Pistarini, en tanto que sirvió para acrecentar los desvelos de Illia por ubicarse al frente de los aprestos opositores. Un indicio más de esa estrategia radical despuntó en las declaraciones formuladas por el ex presidente a SIETE DIAS, a propósito de los cuestionados planteos de Toranzo Montero, Toranzo Calderón y Rojas: "Hay importantes coincidencias con dichos planteos, desde el momento que han refirmado la necesidad de una salida democrática y la vigencia de los partidos políticos. Puede haber, entonces, una convergencia de esfuerzos con esos sectores".

LOS IDEOLOGOS QUE VINIERON CON EL TRIGO. — La agitada semana, registró además un suceso inédito: por primera vez, el puerto de Buenos Aires debió improvisar sus mecanismos para recibir las primeras partidas de las 116.000 toneladas de trigo que la Argentina, país inveteradamente exportador, debió adquirir en España para resolver el abastecimiento interno.
Al mismo tiempo, otro hecho insólito asombró a los porteños: de la avenida 9 de Julio se evaporaron casi todos los coches que durante años se apretujaban en sus costados en procura de un sitio para estacionar. Las causas de esa deserción provenían de que la licitación de esos predios, deparó a los dueños de automóviles precios prohibitivos. "Los banqueros elogian el plan económico, pero resulta que tenemos que importar trigo y estacionar es un lujo", se
indignó el dueño de un pequeño y lustroso automóvil. La Intendencia fue destinataria de otra queja más. Pero esta vez, en forma oficial: fue la que elevó la Asociación Argentina de Editores de Revistas, por la censura previa que implicaron medidas contra algunas revistas, incluida SIETE DIAS. "Donde existe libertad de prensa no puede haber temas prohibidos de antemano —afirmaba la presentación. Correlativamente: si el poder público veta la opinión sobre determinados asuntos de interés general, la libertad de prensa ha desaparecido".
Y sugería: "Ese delicadísimo asesoramiento a la Municipalidad debe ser confiado a personas de indiscutible relieve, como educadores, periodistas, escritores o pensadores".
Mientras tanto, el denso despliegue de la oposición tuvo, por parte del gobierno, dos respuestas indirectas: cuando el doctor Conrado Etchebarne (h.), secretario de Justicia de la Argentina, fundamentaba en Nueva York el punto de vista oficial, respecto del voto como "virus" disgregador en la actual coyuntura nacional, el catedrático español Rodrigo Fernández Carvajal exaltaba, en Buenos Aires, los beneficios del corporativismo para el ordenamiento institucional de los países.
Revista Siete Días Ilustrados
26.09.1967

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