Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado


El peligroso oficio de no hacer política

Frente al despliegue opositor que pretendió encerrar al gobierno tras el mote de "derechista", las autoridades se lanzaban a producir hechos: reducción del déficit ferroviario y medidas para contener el alza de precios
Si los mecánicos argentinos son capaces de reparar un motor con un trozo de alambre, la última semana sirvió para que los políticos demostraran que no son menos: una conmemoración necrológica puede transformarse en una exaltada tribuna partidaria.
El nuevo hábito se inauguró con los actos conmemorativos de la muerte de Sarmiento. Los dirigentes radicales optaron por homenajear al gran sanjuanino con un buen asado en la quinta "La Aguadita", en los alrededores de Luján. Culinariamente más modestos, pero no menos mordaces, los disueltos partidarios del socialismo democrático también rindieron su homenaje. Los resultados fueron muy parecidos a los que dejó el asado radical: el gobierno fue calificado de "nacionalista, derechista y antidemocrático".
Días antes de que esta andanada verbal se consumara, el Movimiento de Defensa de la Escuela Pública gestionó ante Raúl Máximo Crespo Montes, presidente del Consejo Nacional de Educación, la supresión de la misa en los actos oficiales "porque ello está en contradicción con el espíritu laico sarmientino".
Mientras tanto el aniversario de la muerte de Sarmiento dio pie para que los extremistas de derecha realizaran un acto de homenaje a Facundo Quiroga, que culminó en la Recoleta con el célebre saludo fascista.
La CGT, en cambio, no se valió de la necrología para hostigar al gobierno. Se limitó a promover reuniones de esclarecimiento y planear la acción de los gremios estatales frente a posibles despidos en masa que depararía la racionalización administrativa.
Los estudiantes, por su parte, decidieron emerger de un prolongado período de silencio para volver a agitar las calles con las consignas de la ¡legalizada FUA.
Otra conmemoración fue la causa: el aniversario de la muerte de Santiago Pampillón.
La actividad opositora contó también con una adhesión supernumeraria. Fue la que brindó el ex ministro de Obras Públicas de Córdoba, Roberto Apfelbaum, cuando afirmó que la Secretaría de Gobierno, conducida por el correntino Mario Díaz Colodrero, estaba influida por "grupos minoritarios de extrema derecha que operan desde ella".
Sin embargo, el gobierno pudo colocarse por encima de estas andanadas y exhibir algunos hechos concretos. Los más importantes parecen ser la reducción del déficit ferroviario y los gastos administrativos del Estado. Con ello se espera equilibrar el presupuesto del próximo ejercicio y detener la inflación. Para entonces —según voceros del gobierno—, podrían sobrevenir las primeras muestras contundentes de simpatía popular.

DE VUELTA A LAS TRIBUNAS
Los dos mil radicales reunidos en la quinta lujanera se ocuparon de reflotar viejas controversias. Así, Raúl Alfonsín aprovechó para explayarse sobre los golpes del 30 y del 43 "teñidos de corporativismo fascista" y precisar la táctica futura: "Los radicales debemos cuidarnos de no incurrir en el error del 55: cuando por defender la causa de la libertad navegamos en el mismo barco de los enemigos de la causa del pueblo", recordó con amargura. Y concluyó: "'No queremos estar con los fascistas, pero tampoco con Braden".
Para algunos veteranos fueron precisiones un poco peligrosas porque
"con esas imprecaciones alejamos del partido al grupo militar de Aramburu y Rojas, además de abrir la posibilidad de una división con los radicales que se mantienen fieles a los postulados de la Revolución del 55". Carlos Humberto Perette pareció el encargado de reparar ese riesgo cuando dijo que: "no decimos mueran los militares, porque no nos gustó cuando ellos proclamaron que mueran los políticos".
Para despejar cualquier duda, remarcó de inmediato: "Hoy es preciso darnos cuenta que los políticos y los militares patriotas deben unirse para librar la gran batalla por la liberación nacional". Con un "¡Bien, doctor!", los radicales admiraron la nueva estrategia: seguir operando en común con los peronistas sin romper con los liberales —de dentro y fuera del partido— adictos a la Revolución Libertadora, cuyo 12 aniversario fue recordado con distintos actos al finalizar la semana anterior.

RETORNO DE UN POSTULADO
Pese a los actos memorativos de la gesta del 55, muchos de sus líderes optaron por el silencio. El contraalmirante Arturo Rial —ex subsecretario de Marina en el gobierno provisional—, en cambio aceptó la requisitoria de SIETE DIAS: "El actual gobierno no ha destronado la dictadura de la administración pública. Para volver al imperio de la Constitución, el gobierno necesita un equipo político que destrone a la burocracia y llame inmediatamente a elecciones. Este es el espíritu de la Revolución Libertadora", concluyó.
La crítica de los sectores liberales se vio reforzada por la acusación del ex ministro cordobés Apfelbaum. Consultado por SIETE DIAS, el doctor Mario Díaz Colodrero señaló en tono tajante: "No vale la pena considerar las afirmaciones del señor Apfelbaum. La acción de la Secretaría de Gobierno, que en todo momento ha estado identificada con una clara línea revolucionaria, no puede prestarse a interpretaciones erróneas". La asunción del gobierno de la provincia de Córdoba por el doctor Carlos Caballero, considerado por el equipo político como hombre al margen de cualquier partidismo, sirvió para cerrar la crisis cordobesa. Su acción servirá para corroborar o desmentir las acusaciones de "derechista" adjudicadas al equipo político, deducen los observadores.

LAS CIFRAS DEL TRIUNFO
Cuando hace dos semanas Adalbert Krieger Vasena y sus técnicos expusieron a los generales en actividad el desenvolvimiento del plan económico, se concluyó quería necesidad fundamental radicaba en una drástica reducción del déficit de los ferrocarriles. Sin ello no habría estabilización monetaria.
A dicha urgencia parece responder la conducción que desde un principio impuso el general Juan Carlos De Marchi a la Empresa Ferrocarriles Argentinos. "Cuando este equipo se hizo cargo de la dirección de EFA, el déficit de explotación alcanzaba los 52 mil millones de pesos. Esa tendencia nos hubiera llevado en 1967 a la suma de 62 ó 63 mil millones", estimó De Marchi ante la consulta de SIETE DIAS. Y prosiguió: "Es interesante observar que en el período inicial 66/67, el déficit se horizontaliza en 52 mil millones. Hay que ver lo que esto significa en pesos corrientes. Ya para 1968 está programado y presupuestado un déficit del orden de los 34 mil millones de pesos". Por lo tanto, la disminución aproximada sería del orden de los 29 mil millones de pesos.
En lo que hace a las futuras medidas, el general De Marchi las circunscribe "al redimensionamiento de la Empresa" que incluiría el levantamiento de ramales o la transferencia de los mismos, cuando razones humanitarias, de fomento o de defensa lo exijan, a los organismos directamente beneficiarios del servicio. En cuanto a los publicitados despidos masivos, el presidente de EFA aseguró que "mediante el redimensionamiento se llegará a la determinación de los efectivos necesarios en cada sector. Ello dará lugar a una redistribución de sobrantes hacia sectores donde sea necesario cubrir puestos faltantes".
A todo esto, el presidente de la intervenida Unión Ferroviaria, Antonio Scipione, no comulgaba con esas afirmaciones. "Los ferroviarios — dijo— tenemos un gran frente común con los gremios estatales afectados también a la racionalización administrativa, con problemas similares a los nuestros".

UNA DIFICIL RESPUESTA
Mientras el gobierno estudiaba la posibilidad de ampliar el horario de atención al público en los comercios para paliar la notable baja de las ventas y una serie de medidas complementarias para disminuir los costos de los productos de primera necesidad, concentrando su comercialización en grandes supermercados, los observadores del panorama gremial coincidían en apreciar un futuro nada halagüeño para los mandos cegetistas.
"Los actuales dirigentes sindicales carecen de verdadera representatividad; y las bases se están cansando de la complicidad o la inactividad de la CGT frente a la política del gobierno: carestía y congelamiento de salarios", se afirma en los corrillos gremiales. Los mismos círculos estiman que es posible "la inmediata conformación de una CGT paralela, al margen de las normas legales y de inocultable inspiración política".
Parecería que esa posibilidad no se desecha en los cálculos de la Secretaría de Trabajo, a cuyo titular se atribuye un plan "tendiente a eliminar la obligatoriedad de las retenciones salariales para el aporte sindicar. Existiría otra variante capaz de desinflar la fuerza de los sindicatos. Es la que tenía en estudio el ex presidente Illia poco antes de su derrocamiento: dividir a los gremios por ramas específicas, con lo que se atomizarían totalmente las actuales estructuras.
Al término de una semana que la oposición computó para la cuenta "liberal", a pesar de todos los aprestos oficiales, un grupo de mujeres peronistas intentó transformar el anunciado remate de las prendas de Eva Perón en un turbulento acto político. Al frente de un esforzado contingente feminista, las actrices Sabina Olmos, Alba Castillo y la ex diputada Elida de Miguel protagonizaron un encontronazo con la policía. Las ropas de la extinta mujer de Perón no llegaron a subastarse, pero altos centros de costura de París, Nueva York y Madrid, habrían enviado emisarios para no perderse el remate.
Ajenos, al parecer, a estos avatares, los dirigentes de la Revolución del 55 repitieron en todos los actos que "el espíritu que dio origen a aquella gesta heroica, está hoy más vivo que nunca".
Revista Siete Días Ilustrados
19.09.1967

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