Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

PACTOS
LAS LETANIAS FRIGERIANAS
Los desarrollistas, cuando otean a un hombre de prensa con el grabador en ristre, ponen el grito en el cielo. Tampoco permiten que sus juicios se trasladen a un ayuda memoria. Gustan emitir, sin embargo, sus puntos de vista off the record, inclusive conceden reportajes. Pero eso sí, a través de un cuestionario que debe hacérseles llegar por escrito. Una técnica —cuidadosamente estudiada— que le reditúa ciertas ventajas con las respuestas. La semana pasada, la empleó Rogelio Frigerio, 57, frente a Pedro Olgo Ochoa, de Primera Plana, que no necesitó desenfundar su grabador para cosechar los frutos. Claro que tiene sus riesgos. La argucia, por ejemplo, reagrupó en dos preguntas —1ª y 2ª— una retahíla de interrogantes que debían contestarse por separado. De esta manera, Frigerio sorteó, arteramente, definirse sobre algunas preguntas que hubieran contribuido a un mayor esclarecimiento. Pero como la entrevista se realizó el martes 28 —Día de los Inocentes— quizá deba interpretarse como un rapto de humor de El Tapir.
De todos modos, el hombre que catapultó al sillón de Rivadavia a Arturo Frondizi —públicamente, desde la revista Qué, y en secreto, mediante negociaciones con compañías norteamericanas y votos madrileños— deja traslucir su pensamiento, en esta nota. Rogelio Frigerio, quien se convirtiera durante el Gobierno de Frondizi en el funcionario más importante —gestor de los zarandeados contratos petroleros— y luego, al ser separado del cargo por presiones militares —secretario técnico de la Presidencia—, pasó a ser la eminencia gris, peregrinará en los primeros días de enero a Puerta de Hierro, atraído por la trompeta del Ángel que tanto lo seduce.

Pregunta 1. ¿Desde cuándo data su primer contacto con Perón? ¿Siempre mantuvo relaciones —visitas o epistolares—, con él? ¿Cuáles son las motivaciones de su viaje a Madrid? ¿Lleva un temario definido para discutirlo con Perón? ¿Cómo se gestionó la invitación a Puerta de Hierro? ¿El contacto se hizo en julio de este año a través de López Rega, en oportunidad del viaje anterior de él? ¿Qué le propondrá a Perón? ¿En esta invitación de Perón tuvo algo que ver el commendatore Giancarlo Valori? ¿Cuál es su vinculación con Valori: amistad personal o intereses económicos?
Respuesta. Estoy seguro de que sus inquietudes con respecto a mi amistad con el general Perón pueden ser contestadas de una manera que para usted resultará muy comprensible. El peronismo es, en la Argentina, la expresión de los trabajadores y de amplios sectores de la clase media. El general Perón es el líder indiscutido de esa corriente y una personalidad histórica que tiene en su haber el haber contribuido decisivamente a la integración de la sociedad argentina. Integración económica, con el impulso dado a la industrialización, especialmente en el sector manufacturero. Integración territorial, con la atención que dedicó al país en su conjunto y no sólo a la cabecera de puente de los monopolios en el Puerto. El general Perón es, entonces, un líder nacional de la mayor estatura, que se halla por encima de toda especulación y todo manoseo político, que toma decisiones con los ojos puestos en el futuro de la Patria y en la felicidad de su pueblo.
No se sorprenderá entonces que yo, que he consagrado mi vida a la lucha por el Movimiento Nacional, por el desarrollo con justicia distributiva, al ascenso de las clases sociales nacionales contra los intereses de la importación y los centros de decisión externa que toman las decisiones últimas en lo que respecta a nuestra economía, no le sorprenderá entonces que yo mantenga el más fluido diálogo personal y epistolar con el general Perón. Es así como lo visito cada vez que tengo ocasión. Es así como lo mantengo permanentemente informado de mi apreciación de la perspectiva argentina. Este diálogo es franco y sincero, respetuoso de los puntos de vista mutuos y extremadamente coincidente en el objetivo superior de la realización argentina.
De manera que puedo desmentirle categóricamente que haya habido una invitación formal del general Perón para que yo lo visite en Puerta de Hierro, o intermediarios que hayan tramitado alguna clase de entrevista, o trasfondo político deducible de la posibilidad cierta de que yo visite al general Perón durante mi próximo viaje a Europa. Lo haré, naturalmente, como siempre lo hago, y el tenor de las conversaciones será el mismo que de costumbre: el análisis de la problemática argentina desde todos los puntos de vista, con toda la información disponible, con la experiencia que los interlocutores tienen y con la pasión argentina que yo le ruego reconocer en el general Perón y que modestamente me atribuyo.
De manera que es posible contestar globalmente y de la manera que queda expresada el conjunto de parcialidades que usted me propone, entre las cuales vale la pena rescatar la amistosa consideración que siento por el doctor Giancarlo Elia Valori, a su vez amigo del general Perón, y el desdén con que una vieja víctima de la guerra psicológica, como yo he sido, puede sentir por insinuaciones como ésta —suya— de que podrían unirme intereses económicos al doctor Valori.

Pregunta 2. No dudo que usted mantiene contactos con dirigentes peronistas —¿cuáles?—, pero tengo un interrogante: en el caso de un nuevo pacto con Perón, ¿cree usted que las bases peronistas responderán? ¿Cree, acaso, que las bases puedan aceptar un nuevo pacto con el desarrollismo cuando durante el gobierno Frondizi debieron mantener una tensión constante en el orden laboral y, por supuesto, en lo social? ¿Cree usted, Frigerio, que las bases peronistas se han olvidado de la legislación represiva durante su Gobierno; es decir, el Plan Conintes, declaraciones constantes de huelgas ilegales? ¿Cree usted, por ejemplo, que el peronismo se olvidó de la anulación del comicio de 1962, que había ganado legítimamente? ¿Que los peronistas pueden estar de acuerdo con el monto a que ascendió la deuda externa argentina durante su Gobierno?
Respuesta. Una vez más conviene agrupar sus preguntas, teniendo en cuenta que ellas responden a un mismo enfoque y —¿por qué no decirlo?— a un mismo objetivo. Usted parece partir de la base de que la realidad política en la Argentina transcurre en un nivel aéreo de contactos y componendas entre dirigentes. Es posible que lo induzca a ese error una actualidad en la cual, desde las altas esferas del Gobierno, se ha intentado tapar con el harnero de la salida electoral condicionada el cielo de la desesperación de los sectores sociales por realizarse en la Argentina y por enfrentar la política económica dictada por los monopolios que constantemente los descapitaliza y hambrea. En ese esguince, en el que los problemas reales son eludidos en un acto de prestidigitación, y el Gran Acuerdo Nacional surge como la solución mágica para retomar el proceso argentino después de un hiato de cinco años de vaciamiento sistemático del país, su razonamiento tendría algún sentido y valdría la pena saber con quién se entrevista Frigerio, de qué habla y qué planes de futuro tiene. Pero desde siempre nuestra metodología —la de los hombres del Movimiento Nacional y en primer lugar la de ese gran estadista que es el ex Presidente Arturo Frondizi— consiste en lo contrario: en analizar la roca del comportamiento de los sectores sociales cuya confluencia determina el rumbo del país a pesar de todas las operaciones de distracción o de violencia, a pesar de toda la guerra psicológica que trata de hacernos pasar por lo que no somos y que inspira la mayor parte de sus preguntas.
Porque usted sabe, sin duda, que no en "mi" gobierno, sino en el gobierno del doctor Frondizi se dio una lucha insobornable por sentar las bases materiales de la soberanía argentina, por rescatar la posición autodeterminada del país en el plano internacional, por retornar al respeto y la valoración del movimiento obrero organizado. Las bases saben lo que fingen ignorar algunos estamentos separados de las bases. Esto es, que el doctor Frondizi tuvo el Gobierno, pero debió compartir el Poder, que todas las decisiones que pudo imponer tuvieron el sentido que ya he señalado y que otras decisiones fueron tomadas en esferas ajenas al núcleo del movimiento nacional que tuvo la formalidad del Gobierno durante cuatro años.
Hicimos el autoabastecimiento petrolero en 30 meses, echando nuestra honra a los perros. Le quitamos al cartel internacional del petróleo un negocio de 300 millones de dólares anuales y fuimos calumniados por todos sus personeros. Nos quedamos en el país y afrontamos la Comisión Investigadora a la que fuimos a asumir —Frondizi, Sábato y yo— toda la responsabilidad por los contratos que triplicaron la producción. Nos transformamos de acusados en acusadores.
Devolvimos la CGT y los sindicatos a sus auténticos dueños, los trabajadores. Pusimos en funcionamiento la ley de asociaciones profesionales, que preserva la unidad de la central obrera y de los gremios por rama de producción.
Levantamos todas las proscripciones y dimos al peronismo la posibilidad de retornar a la vida política, actuando como lo que es: como un partido nacional, expresión de grandes mayorías.
Nos negamos en Punta del Este a aceptar que otro Estado, así fuera el mayor del área, nos impusiera decisiones en política internacional. Sentamos las bases de la cooperación para el desarrollo en las entrevistas con el Presidente Kennedy y en el histórico acuerdo de Uruguaiana con Brasil.
El país está viviendo todavía de lo que nosotros hicimos en acero, comunicaciones. industria automovilística, tractores, cemento, máquinas, herramientas y en general en la industria pesada, particularmente de base.
Ofrecimos al país la gran aventura de la integración geoeconómica de la Patagonia, renunciando a la concentración portuaria y marchando hacia la homogeneización del hecho económico en todo el territorio.
Racionalizamos la administración pública. desviando a doscientos mil agentes hacia ocupaciones rentables en el terreno privado y estuvimos a punto de levantar los 20.000 kilómetros de vías férreas que constituyen el cáncer de nuestra economía.
Esas —y otras— son las decisiones históricas del Gobierno de los cuatro años. En cuanto al Plan Conintes, usted sabe que nosotros no lo propugnamos ni lo aplicamos. Mientras un servicio de informaciones alimentaba a los agitadores ferroviarios que se oponían a la remodelación de la red, el Ministro bajo cuya férula estaba ese servicio de informaciones reclamaba en el seno del Gabinete las más duras sanciones para descabezar y desarticular al movimiento obrero. Esa acción de tenazas debió sufrirla el Presidente Frondizi durante todo su Gobierno y el ejemplo que he dado parece bastante aleccionador al respecto.
En cuanto a lo que usted llama "pacto", la conceptuación apropiada es totalmente diferente. En 1958 se dio una confluencia de todas las fuerzas sociales argentinas, con la participación masiva del peronismo, a fin de derrotar a los intereses antipopulares. El Gobierno de Frondizi fue la propuesta de retornar a la unidad nacional, dejando atrás los odios y los enfrentamientos del pasado, para dar paso a un proyecto de grandeza donde todos tuvieran lugar y dignidad. ¿Cree usted que las bases han olvidado esto? ¿Cree que los presos Conintes han olvidado quiénes los aprisionaron? ¿Cree que las bases del pueblo son una manada que obedece órdenes y constituyen la prenda del conquistador de turno? O cree, por el contrario, como yo creo, que el pueblo argentino tiene el mayor grado de madurez de su historia y sabe expresarse con la debida contundencia y por los caminos más aptos, cada vez que una encrucijada de la historia lo pone en situación de decidir su destino?
Pero esto no es lo más importante. Lo que vale la pena, desde el punto de vista del analista político, es entender lo que está sucediendo en la Argentina en los sectores sociales. Ya una vez ocurrió que toda la superestructura política se derrumbó ante el empuje de los estratos profundos de la sociedad. Fue un 17 de octubre, y la aparición de los obreros en las calles de Buenos Aires signó un proceso que duró una década y que sigue teniendo la mayor gravitación en nuestra vida política. El proceso no fue clasista, sino policlasista.
Fue la alianza de todos los sectores nacionales y se prolongó en la confluencia electoral que permitió pasar de la antítesis de la Revolución Libertadora a la síntesis del Gobierno Frondizi.
Y si usted se inclina sobre los sectores sociales, ve que la política económica llevada a cabo durante los últimos cinco años los agrede globalmente. Ha destruido o colocado al borde del abismo a la empresa nacional, ha proletarizado a la clase media, ha llevado a los asalariados a la extenuación, ha debilitado el interior del país a favor de la concentración del Litoral. La desnacionalización de la banca, el traspaso o la fusión de empresas, la quiebra de muchas de ellas, el auge de la desocupación, los salarios a remolque de la mayor inflación de nuestra historia, que se da en condiciones de contracción inducida del mercado, completan el panorama económico-social.
Pero eso no es todo. Contemple el caos de la Universidad, donde nuestra juventud es tratada como enemiga. El mapa de la violencia de arriba y de la violencia de abajo. La presencia de la guerrilla y la represión a veces ilegal. Haga la cuenta de las muertes violentas, de las denuncias de torturas, de las desapariciones. Observe las condiciones de disgregación que se agravan con el simple transcurso de las horas.
En tales condiciones, es ilusorio pensar en términos de acuerdos de dirigentes en la cúspide. Son las fuerzas sociales las que van a determinar el rumbo del proceso y lo van a hacer en un acto de afirmación de la nacionalidad que será algo más trascendente que la "menuda política" de quienes operan al margen de la realidad y, por lo tanto, a espaldas del pueblo.

Pregunta 3. Si el gobierno del desarrollismo fue tan excelente, como usted sostiene, ¿por qué es hoy tan anémico el ejército del MID?
Respuesta. El MID se constituye como núcleo para el Frente Nacional y tiene presencia homogénea en todo el territorio de la República. El Frente será la; expresión política del Movimiento Nacional cuya espina dorsal es el peronismo. El problema del Frente será el enfrentamiento al imperialismo y a sus aliados internos, la reconquista de los centros de decisión argentinos para la Nación y el Pueblo. No veo ninguna anemia en esto.

Pregunta 4. Bueno, pero el problema consiste en la falta de adherentes —a nivel masivo— que padece el MID. Inclusive su disgregación como partido: caso Amit, de La Pampa; Guzmán, en Jujuy; Gelsi —ya lo había hecho cuando el cisma de Alende—; Julio Oyhanarte, para citar sólo unos pocos.
Respuesta. Creo que usted minimiza el problema en lo que respecta al MID. Tomemos, por ejemplo, el caso del doctor Amit en La Pampa. Fue un excelente Gobernador y puede conceptuárselo como un dinámico desarrollista. Las obras del río Colorado lo tuvieron como permanente animador. Ahora considera que la factura de un partido provincial le permitirá reiniciar su obra, poner en marcha los proyectos que están entorpecidos. Es una decisión que no ha impedido que el MID continúe siendo en La Pampa una fuerza política importante, como lo demuestra el hecho de que fue ése el primer distrito en el cual perfeccionó su personería. Lo que a mi juicio constituye el error de apreciación del señor Amit es que sin una política económica nacional integradora y plenamente expansiva, no habrá desarrollo provincial viable. Sin fuerza de la Nación no hay porvenir histórico para las provincias. Sin soluciones globales para la comunidad, no hay soluciones parciales para nadie. Pero inferir de la decisión política del señor Amit que el MID —un partido nacional— se esté disgregando, es una ingenuidad o un abuso de razonamiento. Es, además, no comprender la función de este partido en los acontecimientos que se avecinan.

Pregunta 5. ¿Cree en la factibilidad de la recién creada Confederación Popular Federalista?
Respuesta. Aparte de que la Confederación Popular Federalista ya nació muerta, obviamente y por el razonamiento anterior, no creo en su viabilidad, ni siquiera como alternativa inducida desde el poder central al también desflecado Gran Acuerdo. Pero sí creo que se está preparando una especie de fraude para los comicios programados por el Gobierno, que consiste en que la elección del Presidente surja del Poder Legislativo. Bastará, entonces, con acrecentar la representación de distritos manejables o donde previamente se haya intentado debilitar la presencia de los grandes partidos nacionales con variantes "federalistas", para negociar una candidatura digitada con fuerzas fragmentadas y supuestamente permeables.

Pregunta 6. ¿Qué opina sobre la candidatura de Lanusse?
Respuesta. Creo que todo ciudadano argentino tiene el derecho de ser candidato, dentro de las prescripciones legales que aseguren un juego limpio. Si el ciudadano Lanusse desea ser Presidente por esa vía, sería aconsejable que lo expresara francamente desde ahora. Ello introduciría claridad en el panorama de manera bastante notable.

Pregunta 7. A este ritmo impuesto por el Gobierno, ¿cree que se llegará a elecciones?
Respuesta. Creo —básicamente— que el problema argentino de hoy consiste en revertir la política económica de vaciamiento y poner en marcha el desarrollo apoyado en una inmediata reactivación del mercado interno. Los acontecimientos de 1972 estarán referidos privilegiadamente a este meridiano. Los alineamientos se darán en función de ello. Y, de la misma manera, el país no puede soportar ya más el plan de colonización que lo agobia. La propuesta electoral no está desconectada de este cañamazo social de fondo. Si constituye —y así está planteada— un programa de distracción para perpetuar el estancamiento, no constituirá una solución viable. Si se dan condiciones de juego limpio, el pueblo barrerá a través de ellas toda esta cutícula de dirigentes acuerdistas desconectados de las bases populares v de la realidad argentina. Pero la pregunta que hay que formularse es cuánto tiempo más tolerará el cuerpo sano de la Nación esta política económicosocial de desguarnecimiento. Como usted advertirá, las elecciones no ocupan un punto focal en mi pensamiento.

Pregunta 8. Si no fuera el de los comicios. ¿cuál sería el camino que se seguirá, o mejor dicho, que se debiera seguir?
Respuesta. Los pueblos encuentran siempre el camino para realizarse. Históricamente ningún pueblo se suicida. Y la realización de la Nación es la nota distintiva de nuestro tiempo, en el marco de la coexistencia pacífica. Si usted me permite decírselo con toda humildad y olvidando cualquier impertinencia, marchamos hacia adelante porque la Historia nos empuja.

Revista Primera Plana
04.01.1972

ir al índice de Mágicas Ruinas

Ir Arriba