Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Dijo que había encontrado un tesoro y que lo llevó al Congreso para reclamar una parte. Pero que lo habían estafado. El país vivió pendiente de su novela. ¿Existía o no el tesoro?
EL TESORO DE VIERNES SCARDULLA

El propio estafador se presentó al Departamento de Policía. Fue un 4 de agosto de 1938. Se llamaba Viernes Scardulla, vivía en Venado Tuerto y denunció un aparente fraude que llegó al sensacionalismo periodístico.
"Yo hace tres años, en mayo de 1935, me estaba bañando en el arroyo Las Garzas, que queda cerca de Venado Tuerto. Andaba con un familiar y vi sobre la costa una especie de bóveda escondida. Me sorprendió eso que estaba construido ahí, fui a ver y ¡fíjese, señor oficial!, que me encontré con TRES COFRES. Me imaginé que eso podía tener mucho valor, que podía ser un TESORO. No dije nada y volví solo, en la noche. Entonces me los llevé a mi casa, donde comprobé que eso era una fabulosa colección de joyas de todo tipo. Había gran cantidad de esmeraldas y brillantes que podían pesar unos 70 kilos. También monedas antiguas de inmenso valor. ¡Yo había encontrado un tesoro! Sigo creyendo que eso debe haber pertenecido a Pancho Sierra, famoso curandero y espiritista que anduvo por ahí hace muchos años, y se dice que era un hombre muy rico..."
La "historia" siguió en el relato. "Quise tener derecho sobre esa fortuna, averigüé cómo podía hacer y me dijeron que debía presentarme al Congreso. Que allá, con la intervención del Senado, se me iba a reconocer una parte importante. Y sólo con una parte yo ahora sería un hombre rico, señor oficial... Entonces me vine a Buenos Aires, y con los mismos cofres me presenté en el Congreso. A un agente de guardia le expliqué mi problema y él me indicó a un señor que estaba cerca. Me dijo que era el encargado de ese tipo de denuncia. Así conocí al Dr. Montes, quien me pidió volver al día siguiente para ya entregarle mi tesoro e iniciar así el expediente que correspondía. ¡Y claro que fui, señor oficial! Le dejé todo...
"Ahora le voy a contar el triste final. Primero le quise contar todo detallado para que se diera cuenta de mi problema. ¡Hace tres años de esto y aún no he recibido una mínima contestación ni del trámite, ni del Senado, ni del tesoro...! Por eso he venido hasta aquí. VENGO A DENUNCIAR QUE HE SIDO ESTAFADO".

La justicia, la policía, la prensa, todo el país estuvo sobre el caso. ¿Existía o no el famoso tesoro? El nombre de Viernes Scardulla se popularizó como personaje de una apasionante novela de misterio. La gente creía en la inocencia de Scardulla. La policía dudaba... (aunque algunos creyeron).
El célebre mentiroso cayó en algunas contradicciones. Un detalle clave fue el traslado de los cofres desde Luján al Congreso (el chofer lo negó). La investigación se hizo profunda y dilatada, con un suspenso sensacional... Pero al final, Scardulla confesó.
Confesión que figura en el prontuario Nº 49206. Todo había sido una mentira montada por una angustiosa situación familiar. Por deudas con familiares a quienes tres años antes les contó ese hallazgo y su posterior entrega al Senado, asegurándoles que en cuanto cobrara esa parte solucionaría las cuentas pendientes.
Y con ese pretexto fue posponiendo la deuda hasta que lo del tesoro trascendió. Muchos familiares lo apremiaron y entonces tuvo que denunciar su propia mentira como si fuera una estafa real. Pero los cofres sí existieron. Scardulla se los mostró a sus "acreedores". Los había hecho fabricar por Pedro Bonfanto. Y sus demandantes le creyeron. Como le creyeron muchos que cayeron en aquella fantasiosa e histórica "estafa". Que no llegó a ser estafa.

Recuadro en la crónica______________
"YO LO CONOCI BIEN"
"De entrada me di cuenta que era un estafador. No me engañó su aspecto de provinciano ingenuo, humilde, respetuoso para hablar. Detrás de ese físico esmirriado presumí que se escondía un gran fabulador". Don Alfredo Rizzo (58 años, casado, comisario retirado) nos cuenta aquello con detalles. En 1938 era oficial, y el jefe de Defraudaciones y Estafas (Com. Teodoro Alemán) le encomendó el caso. "A mí también me resultó interesante y me dediqué con entusiasmo a descifrar la gran mentira. Empecé a sospechar en cuanto lo tuve enfrente. Era evidente que buscaba publicidad. Le pedía a los fotógrafos de los diarios que lo retrataran. Nunca vi a un individuo así en mi larga carrera policial. Y mi intuición no podía fallarme. Entonces me le pegué a Scardulla durante todo el tiempo que duró la farsa".
Jovial, con memoria de grabador, Rizzo sigue contando. Sumido en un mullido sillón y tomando café en la tasa de otro comisario retirado, don Bernardo Iglesias, en Yerbal al 1900. Pero sin acceder ni él ni el dueño de casa a la inquietud de nuestro fotógrafo. Sigue: "Me trataba con delicadeza; en todo momento intentaba demostrar ingenuidad. Todo en él era prefabricado". Sin embargo recuerdo que el subcomisario Fontela y el juez Beruti, que tuvieron activa participación, llegaron a creer en las mentiras de Scardulla. Y muchos también. . . Incluso empezaron a aparecerle familiares por todas partes.
"Pero se cavó su propia fosa cuando dijo que había traído los cofres desde Lujan. No le creí y fui con él hasta allá. Nos había dicho que un chofer de ahí lo ayudó a transportarlos hasta el Congreso. En Luján no supo precisar quién era ese hombre. Tras muchos cabildeos señaló a alguien que estaba sentado en un café. "Me parece que es ése", y detuve al hombre. Luego, en el Departamento, el chofer negó rotundamente haber visto jamás a Scardulla. Y que además hacía mucho tiempo que no venía a Buenos Aires. Eso se pudo comprobar rápido y lo dejamos en libertad, mientras Scardulla seguía mintiendo. Su fantasía cada vez era más evidente. Se desesperaba por poder atestiguar su farsa. Y los cofres no aparecieron por ningún lado. Hasta fuimos a ese lugar donde supuestamente él los había hallado. Tampoco descubrimos ningún indicio. Hasta entonces, Fontela y Beruti admitieron mi tesis: Scardulla era un vulgar fabulador. Es más: creo que lo hizo porque era un alucinado por la mentira. Yo lo conocí bien".

Revista Gente y la actualidad
4/11/1965

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