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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE TODAS PARTES


Blindados israelíes avanzan sobre Beirut

El blitz de Israel

Revista Somos
política internacional
junio 1982
un aporte de Riqui de Ituzaingó

 

 

En una acción conjunta de sus fuerzas armadas Israel invadió al Líbano y llegó hasta la misma Beirut. Hay 40.000 muertos. Siria evita un enfrentamiento total, pero su aviación fue diezmada por los Dagger. La
Unión Soviética envía su flota al Mediterráneo.

Yasser Arafat en Beirut


Antiaéreos palestinos ¿ineficaces ante el ataque de los Dagger?

 

 

Cuando el domingo 6 de junio al mediodía Israel lanzó el gigantesco operativo Paz para Galilea (en realidad, una invasión en toda la regla al Líbano, con fuerza terrestre de más de 20 mil hombres, 100 tanques y otros tantos transportes blindados de personal) la reunión cumbre de Versailles estaba en su último día de trabajo y las delegaciones preparaban sus maletas para volver a sus respectivos países. Así, mientras un enviado de Ronald Reagan le entregaba el primer ministro israelí Menahem Beguin una nota del presidente en la que se exhortaba a una contención en la escalada bélica ("Espero que Israel considere seriamente mi petición para no emprender ningún ataque militar que pudiera ampliar el conflicto", decía el texto), ya la guerra se había generalizado en toda la región libanesa: se luchaba en Tiro y Nabatiyeh, baluartes de la Organización para
la Liberación Palestina (OLP), con bombardeo aéreo incluido y fuerte número de bajas en la población.
La causa desencadenante de la violenta ofensiva de Tel Aviv fue la decisión de proteger a la zona de Galilea, permanentemente asediada por las fuerzas irregulares palestinas desde el interior del territorio libanés. Oficialmente la intención fue crear una zona de protección de 25 millas para dejar a Israel fuera del alcance de los misiles Katyusha, manejados por la OLP. Pero la realidad superó totalmente a partes y declaraciones oficiales israelíes: las tropas no sólo avanzaron en el terreno esas 25 millas sino que siguieron hasta las cercanías de Beirut, a la que sitiaron y bombardearon desde el aire. En el momento más dramático de la guerra —el sábado 12— la organización palestina aceptó un cese de fuego dispuesto unilateralmente por Israel, lo que aparentemente ponía fin a nueve días de feroces enfrentamientos a lo largo de casi todo el territorio del Líbano. Para ese entonces, las tropas de Tel Aviv ocupaban la mitad del país.
Pero la guerra del Líbano no tenía únicamente dos contendores, por cierto. También estaban —y están— directamente involucrados en la lucha, las fuerzas sirias, que entraron al país hace varios años con el propósito —se decía— de "garantizar la paz"; las milicias cristianas, aliadas tácticas de los israelíes en su lucha antipalestina; el propio ejército de Beirut, de poco peso en la contienda, y los 7.000 hombres que integran la fuerza de paz de la ONU, que aparentemente se retiraron cuando la vanguardia del ejército israelí llegó a las cercanías de Tiro y Nabatiyeh.
Pese a la divulgación del mensaje de Reagan, los observadores de la política internacional no dejaron pasar ciertos indicios que indicarían un conocimiento previo de Washington sobre los sucesos del Medio Oriente. Para esas fuentes, la administración Reagan ya sabía de antemano (desde hacía dos semanas) que Beguin intentaría un operativo limpieza en el sur del Líbano, y se agregaba más: Estados Unidos propiciaba el llamado plan Hussein, dirigido a crear un territorio específico para los refugiados palestinos, asegurar que permanezcan allí y acabar con el conflicto.
"Nuestra respuesta está en el campo de batalla", fue la contestación indirecta de Beguin a la nota de Reagan cuando analizó la carta frente a su gabinete. La reacción de Moscú no se hizo esperar: "Los militares israelíes, con el consentimiento de los Estados Unidos, han lanzado de hecho una quinta guerra contra los árabes —anunció la agencia oficial Tass—. Es una cuestión de genocidio contra el pueblo árabe de Palestina y su exterminio físico"'. El artículo aludía una cifra de 12.500 millones de dólares, que representaría —según los soviéticos— el total del suministro de armas de Estados Unidos a Israel desde 1973.
CHOQUES. Apenas iniciada la ofensiva hubo choques tanto en tierra con en aire. En estos últimos, los Dagger israelíes predominaron sobre los Mig de Siria, y Tel Aviv logró lo que tal vez haya sido uno de los máximos objetivos de Beguin antes de lanzar este blitz hacia el territorio libanés: destruir la batería de misiles sirios del valle de Bekaa, tras una furiosa lucha entre 90 aviones F-16 israelíes y 60 aviones Migs. Según la información de Tel Aviv, en ese combate los sirios perdieron 26 aviones, casi la mitad de las 59 máquinas que Israel dice haber derribado en lo que va de esta guerra. Si la información es veraz, estaría fuera de combate el diez por ciento de la aviación de Damasco.
Hay otras cifras, aún más impresionantes: La OLP acaba de afirmar en Beirut que hay 15 mil víctimas luego de una semana y media de combates. Lo dijo Mahmoud Lebadi, un dirigente palestino cercano a Yasser Arafat, en una conversación telefónica que salió al aire por un canal de televisión francés. "Entre muertos y heridos, el total de víctimas por los ataques israelíes es de 15.000 —dijo—. Más de 600.000 personas han escapado de sus hogares tras los bombardeos aéreos, pero la moral entre los palestinos es muy alta y la resistencia contra los agresores continuará". A continuación desmintió que Arafat hubiera sido herido en uno de los raids de la aviación de Tel Aviv contra la capital libanesa: "Tanto él como todos los líderes de la OLP están en sus puestos, en Beirut", aseguró.
Es claro que la lucha desatada en el Líbano puso no sólo en aprietos a las super-potencias (cuyas principales cabezas, Ronald Reagan y Leónidas Brezhnev, habrían mantenido dos comunicaciones directas desde el comienzo de la guerra para evitar que se convirtiera, según se dijo, en una guerra total en la región) sino a los países árabes, aliados, en diferentes grados, a la guerrilla palestina. La versión de los contactos Washington-Moscú fue confirmada por el propio secretario de Estado Alexander Haig en entrevista realizada por la cadena ABC de Estados Unidos, el domingo pasado. Pero el mosaico árabe es, tal vez, más complejo que nunca. Egipto —según dijo el ministro de Asuntos Exteriores, Butros Ghali— hizo una petición a Israel para que concrete un inmediato alto al fuego en el Líbano, a solicitud de los palestinos. "Fue una gestión más en el ámbito de los contactos diplomáticos que el gobierno de El Cairo mantiene regularmente para restablecer la seguridad y la estabilidad del Medio Oriente", explicó el canciller egipcio.
La respuesta de Tel Aviv fue que Israel no negocia con la OLP y que el fuego cesaría en el momento en que los palestinos dejen de hacerlo. De cualquier forma, ese medio sirvió para llegar al alto al fuego de hecho del ultimo fin de semana.
APOYO. En los primeros días de la guerra, Menahem Beguin había declarado ante el Parlamento de su país: "Nosotros no deseamos la guerra con Siria. Apelo al presidente Hafez Assad para que ordene a sus soldados no atacar a soldados israelíes". Recordó en ese momento que en el pasado Siria había cumplido acuerdos para impedir acciones guerrilleras palestinas contra Israel desde su territorio, y precisó: "Si él actúa con este espíritu en el Líbano, ningún soldado sirio sufrirá daños". La escalada de la guerra dejaría luego atrás estas palabras, que fueron las primeras que pronunció Beguin con relación al blitz de Tel Aviv sobre el Líbano. Ese mismo día, el primer ministro obtenía ante las cámaras un rotundo voto de confianza: 94 a 3, la mayor diferencia a su favor que logró desde que llegó al cargo.
El miércoles pasado, a una semana y media del comienzo de las hostilidades, había una tensa calma en Beirut. El alto al fuego —muy difícil de preservar por la cantidad de fracciones litigantes en un país como el Líbano—, se había violado varias veces, sobre todo el martes 15, cuando volvieron a brotar duelos de artillería y de tanques entre fuerzas sirias e israelíes en las afueras de la capital. También hubo comunicados de la OLP que hablaron de nuevos combates de sus fuerzas y de aprestos para defender posiciones. La televisión israelí decía, entretanto, que la Unión Soviética estaba enviando "material de refuerzos a los palestinos a través de un puente aéreo entre Moscú y Damasco". Ya se había conocido una severa advertencia de la Unión Soviética a Israel.
En ese clima enrarecido, Beguin se aprestaba a viajar a Estados Unidos para celebrar conversaciones vitales para el futuro de la región. Al parecer, intentará precisar en Washington los alcances del plan Hussein, que ahora, con su profundo avance en el Líbano, tal vez esté más al alcance de los israelíes. Para eso contribuye bastante la situación muy especial que vive el mundo árabe, sobre todo luego de la guerra Irán-Irak. Con Irak fuera de posibilidades de intervenir, Egipto con un tratado de paz de por medio con Israel, y la experiencia que ya tuvieron hace años los jordanos con la OLP, no parece que haya demasiados candidatos, dentro del mundo árabe, para sumarse a Siria en la guerra del Líbano.
La precaria paz alcanzada el último fin de semana en Medio Oriente parecía depender, en las últimas horas, de la decisión de Washington y Moscú, más que de nuevas iniciativas de Tel Aviv o Damasco. Los bombardeos a Beirut, Tiro y otras ciudades libanesas, sumados a los choques directos de las fuerzas de Siria, Israel, la OLP y los falangistas cristianos, habían producido ya, según cálculos e informaciones barajadas en Washington, entre 20 y 30 mil víctimas en algo menos de dos semanas. A diferencia de las expediciones anteriores —llamadas punitivas por los israelíes—, esta vez fue un ataque en toda la regla y con importante despliegue militar. La desactivación de esta mecha encendida en el Medio Oriente puede ser difícil, pero a esta altura de los hechos aparece como vital para la paz del mundo.
E.R.
Roma: Bruno Passarelil
Nueva York: Alberto Oliva

 

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