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Esta entrevista es el producto de
una casualidad. El encuentro de un argentino residente en Cataluña -Salinas- con un
uruguayo residente en París -Daniel Viglietti-, en el Colegio de Abogados de Barcelona.
A los 44 años, Daniel Viglietti sigue luciendo el mismo pelo llovido, el gesto de
sinceridad y el aspecto de adolescente desorientado que le recordábamos. También, por
qué no, un parecido evidente con César Luis Menotti, que se hace patente en las
fotografías.
Antes de comenzar la nota, al hojear un diario que daba cuenta del apoyo de Massera
al peronismo, Viglietti susurró: "¡Qué difícil es ser argentino!". Y no nos
animamos a contradecirlo.
-¿Cómo te encontras después de
tantos años de exilio y lejanía? Contá un poco de tu circunstancia...
-Más que de mi circunstancia te
voy a hablar de hoy. Hoy estoy especialmente alegre y siento más confianza en el futuro
que la que siempre tengo. Digo esto dejando claro que no me parece mal tener cierta
angustia por las cosas que pasan, por las que nos han pasado. Tenemos que tratar de que no
hayan pasado en vano y, claro, el recuerdo es una carga cotidiana. Esa memoria de lo que
nos ha ocurrido, es una memoria que nadie debe secuestrarnos, que no debe desaparecer.
Esta es quizá la mayor frustración, la mayor derrota de los terroristas de estado: no
pueden quitarnos nuestra memoria. Estos sentimientos contradictorios conviven en cada
exiliado; una mezcla de canto, de encuentro, de aprendizaje de otros pueblos, en mi caso
también de intercambio con otros cantantes... Esta es mi vida de todos los días, llena
de preguntas y de dudas, yo no creo en las respuestas absolutas, creo que las respuestas
se forman a través de preguntarse muchas cosas. Pero hoy los vasos comunicantes hacen que
tienda más hacia la alegría. Porque vengo de, escuchar a Tomás Borge, el compañero
dirigente de la revolución sandinista, y sus palabras nos han hecho mucho bien a muchos
de los que lo escuchamos. Han sido palabras fuertes pero que sin embargo no han tenido
vergüenza de la ternura y del amor. Una fuerza humana, lo contrario de la fuerza de esos
robots que terminan asesinando todo lo humano. Yo ya conocía a Borge; tuve la suerte de
poder hablar con él en Managua, en ocasión del Festival de la Nueva Canción. Supongo
que en la Argentina estarán enterados ya que participaron Mercedes Sosa y el Quinteto
Tiempo entre otros...
-¿Tanto te impresionaron sus
palabras?
-Sí, me pareció que en ellas
había centenares de canciones, de poemas articulados en un hilo de discurso político.
Fue muy hermoso.
-¿Pensas volver a la Argentina
pronto?
-Quiero volver a mi casa, a
nuestra casa de la que nos echaron. Volver a Buenos Aires, ir a cualquier otro rincón de
la Argentina -porque en Argentina hay muchos aires buenos- es casi como estar en casa. Un
casi, que es bien finito. Hay una prueba de identidad que es el hecho de poder pasar
desapercibido. Ustedes en nuestro paisito, tanto como nosotros en su paisote, podemos
hacerlo sin dificultad. Acá no; un exiliado, un inmigrante, es rápidamente ubicado como
sapo de otro pozo. Es muy fuerte el deseo de regresar, no sólo por esto sino por todo lo
ocurrido y porque el ser humano no está hecho para aceptar prohibiciones, mutilaciones,
genocidios. Impedir que uno viva en el lugar en que nació y se crió es también una
especie de genocidio, aun cuando sea incruento y de menor importancia. Pero la materia es
la misma. Estoy fuera de mi ámbito natural y es evidente que ciertas canciones están
hechas para ciertos oídos. Es como si sacaras a Raimon de Valencia y Cataluña. El ya fue
y seguramente algún día volverá a cantar en el Uruguay, pero su sitio está aquí.
Tengo tremendas ganas de volver, como tanta otra gente con otros oficios y otros
quehaceres. Necesito esa comunicación con nuestra gente.
-¿Cuál ha sido para vos tu
evolución musical en estos años? ¿Pensas que te enriqueciste?
-Es un proceso global que me
resulta imposible describir. En un reportaje que en el 73 me hizo Mario Benedetti, me
preguntó cómo me definiría. Yo le respondí que como músico. No como poeta ni como
letrista, que esas son otras categorías... Ahora sigo pensando lo mismo. Pero no podría
definir mi evolución; me parece que está tan unido lo que canta la garganta, lo que
piensa la cabeza, lo que rasga mi mano, lo que me miente el riñón, me respira el pulmón
o me dice el ojo que no sé qué decir. Yo presto mucha atención a la realidad, a un
paisaje humano que siempre me ofrece enseñanzas ya sea de lo bueno o de lo malo. Cuando
era botija fui al conservatorio; desde entonces éste se agrandó mucho y ahora sé que
hay un solfeo de los sentimientos, una gramática diferente... Tampoco me siento un
músico neto, ni un guitarrista ni un poeta. Me siento simplemente un hombre que transita
esos cauces, un ser humano que trata de comunicarse con los demás, trata de recibir y
trasmitir mensajes en un mundo organizado para destruir esos mensajes. El capitalismo los
bloquea, los manipula, les cambia el sentido. Lo venía comentando hace un momento en el
taxi respecto del tratamiento de los medios de comunicación masiva sobre el derribo del
Jumbo surcoreano. Hay una guerra de la comunicación que no podemos perder, una guerra en
la que el imperialismo hace con las noticias una destrucción tal como si utilizase la
bomba neutrónica, deja en pie la apariencia mientras destruye la verdad...
-¿Consideras que ahora la
música latinoamericana es bien conocida en Europa?
-Bueno... Lo que la cabeza, los
ojos y los oídos de Europa no conocen, obviamente no es conocido por el resto. Es como lo
que decía hace un rato Tomás Borge, que los europeos -refiriéndose al Poder, a su
prensa y no a Juan Pueblo- sólo conocen una parte del cuerpo humano. Tienen cierta imagen
de América Latina y también de su música. No es para nada una imagen profunda. De todas
maneras cada vez esta visión va mejorando; a medida que en los países centrales se
comienza a padecer una crisis que cada vez es más profunda, con toda sus secuelas
políticas y sociales, los puntos de contacto entre las hormiguitas de cada continente
-esas hormiguitas a las que yo les canto- empiezan a dar como resultado que se conozcan
más las cosas de allí.
-Te habrás enterado que en
Argentina se han publicado varios artículos, se comenta bastante acerca de los conflictos
que se pueden producir, que quizá ya se están produciendo, entre los que nos fuimos y
los que se quedaron. Entre las dos suertes de exilio; el interno y el externo. ¿Qué
pensás vos de esto?
-Los roces son una de las formas
de la comunicación, la discusión también. Es una etapa que no se puede eludir y que con
un poco de buena voluntad puede ser muy positiva. Hay que confrontar dos experiencias que
en principio parecen intransferibles, para las cuales no bastan para nada las cartas que
cruzan el océano. Una carta, un encuentro fugaz, con todo lo hermoso que pueden ser, son
insuficientes. Sólo estas experiencias se podrán procesar en un encuentro real y
prolongado. Los amantes deben reencontrarse. El reencuentro será conflictivo, en nosotros
está hacerlo positivo.
-Después de ocho años fuera del
Uruguay, de siete que no estás en Argentina, ¿cuáles son tus proyectos?
-A veces pasa que son las tareas
más prioritarias las que se retrasan. Yo tengo que poner al día mi discografía, tengo
las canciones y las vengo cantando desde hace cuatro o cinco años. Sólo me hace falta
parar de cantar, concentrarme y ponerme a hacer el primer disco -material tengo para hacer
dos o tres-que se va a llamar Trabajo de Hormiga. Nunca estuve tan seguro de un nombre
antes de grabar. En este disco se darán cita sentimientos que son y al mismo tiempo no
son míos, que he aprehendido en todo este viaje circular...
-Fuera de lo musical, sé que
tenes vinculaciones estrechas con varios escritores y hace un rato estabas con Galeano.
¿Que haces con ellos?
-El compartir el trabajo con
algunos escritores ha sido una experiencia formidable en estos años. Hacemos experiencias
en el escenario, música y textos poéticos sin ningún tipo previo de escenificación
teatral. Sólo dos seres que naturalmente se sientan, uno en una silla para decir lo que
piensa y lo que siente, otro en otra para tocar y cantar lo que siente y piensa. Con
Eduardo Galeano lo hice muchas más veces porque estamos cerca; yo en París y él en
Barcelona; con Mario Benedetti nos vimos menos porque vivía en Cuba -ahora se mudó a
Madrid-, pero así y todo hicimos recitales en México, y tuve la gran alegría de poderlo
hacer con Juan Gelman, a quien considero uno de los mayores poetas en lengua castellana. A
mí me gusta mucho la poesía, soy un profundo admirador de César Vallejo y no por
casualidad mi hijita se llama Trilce. Tampoco es casual que me guste tanto Gelman, ya que
creo que en él aparece la misma raíz que en Vallejo. Tengo pensado, me gustaría mucho,
seguir haciendo cosas con Eduardo, Mario y Juan, grabar un disco por ejemplo. Con Galeano,
además de sus textos, hemos hecho lecturas de los muchísimos poemas que se han producido
en las cárceles uruguayas. Tanto en el penal de Libertad como en el de Punta Rieles,
donde están las mujeres, se ha escrito mucho y bueno. Cosa que no nos puede extrañar ya
que en Libertad estuvieron presos mucho tiempo Aníbal Sampayo y Ricardo Collazo. Pero es
que hay muchos otros cantores, poetas y periodistas, Y hay multitud de canciones, de
artesanía, que creo que hay que dar a conocer. La actividad de los presos uruguayos ha
supuesto en gran medida la continuidad de la creación en mi país y da la exacta medida
de la impotencia de la dictadura para destruir la creatividad popular. En el centro mismo
del laboratorio de la destrucción, la creación popular continuó. |
-¿Qué opinas del Canto Popular
Uruguayo, del rock nacional argentino?
-Está relacionado con lo que te
decía de los presos. Es un fenómeno cultural de gran importancia porque es la parte
emergente de un gran sentimiento colectivo. Lo que se ve, lo que se oye de un sentimiento
que estuvo reprimido y silenciado. Yo no descubro al Canto Popular Uruguayo ahora, ya que
lo vengo siguiendo desde sus comienzos. Ellos se encargaron de que la irrupción de la
dictadura no supusiera una interrupción casi, apenas un breve paréntesis. Los cantantes
de mi generación o fueron expulsados o decidieron irse; entonces se produjo un
vaciamiento, pero ya en el 74 y 75 comenzó a sonar tímidamente un relevo que en el 77
tomó definitivo cuerpo. El Canto Popular Uruguayo es hoy un movimiento con decenas de
solistas, con decenas de grupos, con una amplitud de estilos que permite elegir. Hay
experiencias muy exploradoras, muy inquietas, que rompen la tradición aun amándola y que
son las que a mí más me gustan. Esto no impide que haya otra gente con una canción más
tradicional, más prolongadora si se quiere de lo que se hizo antes. Me siento feliz de
que el movimiento tenga repercusión en Argentina, me parece una hermosa muestra de la
internacionalización de la canción, así como me parece maravilloso que en Argentina se
escuche tanto a Silvio Rodríguez, a Pablo Milanes y a la Nueva Trova Cubana...Las
fronteras comienzan a saltar en pedazos; no hace mucho nos asombraba que Violeta Parra
fuese escuchada en Argentina y Uruguay porque era un mérito titánico atravesar la
cordillera. Aquella fue una de las primeras victorias sobre la política balcanizadora del
imperialismo. Ahora ya saltamos muchos más escollos, incluso podemos escuchar el canto
popular de Nicaragua... En Argentina, en gran medida un movimiento similar siguió su
curso a través del rock. A mí particularmente me gusta mucho León Gieco y me alegró
mucho saber que actuó con mucho éxito en Montevideo. Espero que de aquí en más nunca
estemos aislados, que esta interrelación continúe y se profundice. Todos aprendemos de
todos y al fin y al cabo, esto quiero que lo destaques, mi generación, yo en particular
tiene una deuda de gratitud con Atahualpa Yupanqui. El es el padre de todos nosotros.
-¿Quiénes son nosotros?
¿Hablas de los cantantes uruguayos de tu generación?
-Sí, respecto a Yupanqui sí. Te
puedo hacer un mapa de los cantantes uruguayos exiliados: Aníbal Sampayo y Ricardo
Collazo están en Suecia; Héctor Numa Moraes está en Holanda; Jorge Estela, Ricardo
Comba y Yamandú Palacios en España; Marcos Velázquez y yo en Francia... y del otro lado
del océano están Los Olimareños y José Carbajal en México, Zitarrosa en Buenos
Aires... y seguramente me olvido alguno.
-Volviendo a tu deseo de viajar a
Argentina ¿nos podes adelantar una fecha aproximada? ¿Qué es lo que más ganas tenes de
hacer apenas llegues a tu segundo hogar?
-Supongo que no mucho más tarde
de fin de año estaré por allí. Lo primero que quiero hacer es cantar, antes que nada
cantar.
-¿Y al Uruguay? ¿Tenes
optimismo acerca de regresar pronto?
-Sí, claro. Pero es un optimismo
que todavía no tiene fecha... Quiero que digas que al llegar a Buenos Aires lo que más
me gustaría sería trabajar con Juan Gelman. Me gustaría volver y que él también
pudiese volver conmigo.
-¿Tenes planificada alguna gira
en lo que resta del año?
-Tenía una en los Estados Unidos
pero como ya te dije me negaron la visa de entrada. Ahora voy a hacer un viaje rápido a
México y después voy a ir a Alemania a ponerle música a una versión para la radio del
Popol Vuh, el libro de las tradiciones sagradas de los mayas que los colonizadores
españoles buscaron afanosamente destruir. Es un texto que nos habla sobre el origen de la
vida, sobre el desarrollo de aquella civilización. Una muestra de la memoria histórica
que fue salvada por los sacerdotes mayas y fue reconstruida y traducida por Miguel Angel
Asturias y otros. Después iré a América Latina y ojalá tenga la posibilidad de estar
en Argentina, de encontrarme una Argentina diferente. |