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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

El affaire My Lai
Operación exterminio

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Desde mediados de noviembre, la opinión pública de todo el mundo -inclusive la norteamericana- recoge con verdadera repugnancia la información relativa a uno de los mayores escarnios perpetrados en Vietnam: el aniquilamiento de toda la población civil de My Lai, un miserable conglomerado de chozas en el sur del país; una patrulla estadounidense integrada por unos 80 hombres exterminó -en marzo último- a más de un centenar de ancianos, mujeres y niños que no ofrecían ninguna resistencia, al parecer en simple acto de represalia por ataques Vietcong. Si toda guerra es inhumana, el atolladero de Vietnam constituye además el más sangriento signo de desprecio por la dignidad del hombre, por su propia vida, en lo que va desde 1945. Así lo interpretan los cientos de miles de norteamericanos que participaron en actos de protesta contra tantas muertes ridículas y los millones que ahora siguen de cerca, indignados, la investigación militar sobre My Lai.

17 de marzo de 1968: El boletín noticioso de la división América comunica que "ayer 16 por la mañana, unidades de la undécima Brigada de Infantería Ligera, apoyadas por artillería y helicópteros, atacaron el caserío de My Lai". (Es uno de los tres caseríos que componen la población de Song My, en la provincia de Quang Ngai, Vietnam del Sur, cuyos paupérrimos habitantes suelen ser fervientes partidarios del Vietcong). "Los encuentros -continuó relatando el noticioso- dejaron un saldo de 128 enemigos muertos, 13 sospechosos detenidos y tres armas capturadas". (El encargado de redactar el boletín, teniente segundo Arthur Dunn, 26 años, se extrañó por tantos muertos y tan pocas armas; también se sorprendió de la ausencia de bajas entre los soldados estadounidenses, pero sólo reveló sus dudas un año y medio más tarde.)

Marzo de 1969: "Como no fui testigo directo, no sé exactamente lo que pasó hace un año en esa población, pero todas las evidencias que fui reuniendo entre mis compañeros me han convencido de que ocurrió algo siniestro y sangriento". Treinta cartas idénticas, con lujo de detalles escalofriantes, fueron enviadas al presidente Richard Nixon, a los secretarios de Estado y de Defensa, al jefe de Estado Mayor Conjunto y a miembros del Congreso de los Estados Unidos. Las cartas fueron escritas por Ronald Lee Ridenhour, 23 años, ex soldado de la división Americal y actualmente estudiante de Letras en el instituto universitario para varones Claremont (Pomona, California). Indagaciones posteriores revelaron que Ridenhour es un estudiante tranquilo, buen jugador de fútbol y totalmente ajeno a los grupos pacifistas. Como lo sostiene en sus treinta cartas, pide una investigación porque "cree en los principios de justicia sobre los que se edificaron los Estados Unidos".

Septiembre de 1969: El teniente primero William Laws Calley Jr., 26 años, es detenido bajo sospecha de homicidio de 109 vietnameses, cometido el 16 de marzo de 1968; también es sometido a investigación el sargento David Mitchell (de la compañía C, que entonces comandaba Calley); no trasciende gran cosa de estas indagaciones, llevadas a cabo por el Ejército.

20 de noviembre de 1969: "Si, yo vi ametrallar a decenas de pobladores". "¿Eran todos vietcongs?". "Había algunos que no tenían edad suficiente para caminar; difícil que fueran vietcongs". Es el sargento Michael Bernhardt, citado por Ridenhour en sus cartas; recibe a la prensa en Fort Dix, Nueva Jersey, y ratifica las presunciones de una matanza. "¿Usted también ametralló a los pobladores?" "No; yo y algunos más nos negamos. Hubo que evacuar a un soldado que se había herido accidentalmente; los muchachos aseguran que lo hizo a propósito para no participar."

21 de noviembre: El prestigioso matutino New York Times escribe: "El público debe enterarse de lo que tal vez haya sido una de las horas más innobles en la historia de los Estados Unidos".

22 de noviembre: El gobierno de Saigón manifiesta haber investigado los hechos y concluye: "Es falso que hubo matanza deliberada de civiles, sólo se trato de un acto común de guerra". La revista Life anuncia que publicará 18 fotos que prueban la matanza; los impresionantes documentos son obra del ex soldado Ronald L. Haeberle, 28 años, que actuó como fotógrafo de la compañía C.

24 de noviembre: El ejército ordena la formación de una corte marcial para juzgar al teniente Calley por homicidio de "109 seres humanos asiáticos". (Ese mismo día se anuncia que, en lo que va del año, hubo 9.938 actos de terrorismo del Vietcong, con 5.833 civiles muertos.) Un cable de la agencia Reuter, desde Survietnam, informa: "Para el combatiente norteamericano común, todos los vietnameses, sean amigos o enemigos, son calificados con despectiva jerga de trinchera. Una de las frases más populares: El mejor vietnamés es el vietnamés muerto". (Fuentes oficiales de Saigón revelan un documento vietcong por el cual se comprobaría que durante la ofensiva del Tet los comunistas asesinaron en Hué a casi 2.900 civiles.)

25 de noviembre: "¿Por qué maté a esa gente? Porque me lo habían ordenado. Además, en ese momento me pareció que debía hacerlo. Había perdido a varios compañeros, especialmente a uno muy querido, Bobby Wilson, y estaba afligido. Así que después que disparé mi fusil M-16 me sentí muy bien, pero ahora me remuerde la conciencia". El que se confiesa ante la cadena de televisión ABC es un veterano de Vietnam, Paul Meadlo, 22 años, hijo de un minero, hoy residente en un pueblecito de Indiana. "Calculo que habrán muerto unos 300 ó 370 hombres, mujeres y niños." "Señor Meadlo, ¿se refiere usted a niños pequeños, bebés por ejemplo?" "Si, niños pequeños". "¿Es usted casado?" "Sí." "¿Tiene hijos?" "Sí, dos". (El fotógrafo Ronald Haeberle cuenta que un chico de unos cinco años trató de cubrir con su cuerpo a otro menor, pero ambos fueron acribillados a balazos.) El cronista de la ABC insiste: "¿Como, siendo padre, pudo matar a niños?" "No sé, son cosas que ocurren. . . Pero Dios me castigó a la mañana siguiente. Pisé una mina y me voló un pie; así que me creo castigado".

27 de noviembre: "Antes del asunto de My Lai, atrapé a un viejecito que parecía sospechoso; el teniente Calley lo interrogó y luego lo tiró a un pozo mientras le descerrajaba una bala en la cabeza", cuenta a la prensa el ex soldado James Bergthold, 22 años. Su testimonio se suma a lo que pocos días antes ofreciera Meadlo por televisión: "El teniente me hizo reunir a unos cuarenta y cinco hombres, mujeres y niños, y me dio orden de disparar contra el montón; el propio teniente dio el ejemplo y empezó a descargar su pistola sobre el grupo". Obviamente, Bergthold detesta a Calley, y Meadlo es tan sincero como rústico y elementaImente simple. En cambio, para Ridenhour, autor de las treinta cartas reveladoras, Calley "cumplía órdenes. . . sin duda con entusiasmo: pero su superior inmediato era el capitán Ernest Medina, que sobrevoló la zona en helicóptero y no puede haber sido ajeno a los hechos".

28 de noviembre: "No solamente el capitán Medina no hizo nada para impedir la masacre de civiles, sino que él mismo ultimó a un niño que daba señales de vida entre la montaña de cadáveres", acusa el ex combatiente Richard Pendleton en un reportaje del Washington Post. Su testimonio se enlaza con el de otro ex soldado, Bernard Simpson, de Jackson, Mississippi, entrevistado por la red NBC de televisión:

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secuencia captada en Vietnam donde un prisionero vietcong es arroajado desde un helicóptero norteamericano

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El soldado Paul Meadlo quien confesó haber disparado contra hombres, mujeres y niños
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el Caserío de My Lai

"El comandante de nuestra compañía, capitán Medina, nos dijo que cuando saliéramos de la población que iba a ser atacada, nada debía quedar en pie; es decir, ni aldeanos, ni mujeres, ni niños, ni cerdos, ni pollos, nada, nada. Yo me sentí violentado por tener que hacerlo, pero cumplía con una orden directa; si no lo hacía podía ser juzgado por una corte marcial. Después nos dijeron que no debíamos mencionar nada de lo que había pasado durante nuestro ataque contra la población, y que no se nos ocurriera escribir a nuestro congresal, o cosas como ésas". Cronistas de Associated Press consiguieron detectar al capitán Medina en su casa de Fort Benning. Medina, casado y con tres hijos, se limitó a oponer un seco "no tengo nada que comentar" a todas las preguntas que se le hicieron sobre las denuncias lanzadas contra él, y sobre los sucesos mismos del 16 de marzo de 1968.

29 de noviembre: El ex soldado Terry Reid (22), recientemente licenciado, afirma que en la región de Chu Lai vio que "civiles asiáticos eran expulsados de sus chozas y cazados a tiros, como se acostumbra en el tiro a la paloma"; el congresal Van Deerlin asegura que un oficial médico le había relatado una atrocidad similar ocurrida hace tres años en el delta del Mekong. El ex combatiente Thomas Lofflin, que en 1966-67 estuvo acantonado en Pleiku, asegura: "Los pilotos de helicóptero hablaban abiertamente con sus oficiales de que habían estado haciendo puntería contra civiles sur-vietnameses en zonas controladas por los aliados". El veterano Fred Sedahi, hoy periodista de Savannah, Georgia, en 1966 se encontraba en Vietnam y vio cómo un prisionero del Vietcong era lanzado desde un helicóptero para que se estrellara contra el suelo; el infante de marina John Garland confirma el relato de Sedahi y agrega: "Cosas como éstas sucedían habitualmente".

30 de noviembre: Tanto los budistas de Survietnam como la poderosa agrupación católica de desplazados norteños, están violentamente disgustados con la actitud del gobierne frente a la matanza de My Lai. De todos modos, el presidente Van Thieu ha declarado rotundamente que "el caso de My Lai está cerrado y no se volverá a investigar". Contrariamente, el vicepresidente Cao Ky se muestra insatisfecho y desearía una investigación: "Una cosa es la guerra, y otra la matanza de civiles a sangre fría", explica. Cao Ky ve con beneplácito la comisión de nueve parlamentarios survietnameses, encabezados por el opositor leal Tran Van Don, que se propone investigar más a fondo los sucesos de Song My. (Observadores europeos, como los especialistas de Le Monde y del Daily Mirror, consideran que la comisión tiene muy escasas posibilidades de descubrir nada nuevo; por otra parte, tal vez sólo se trate de un gesto de apaciguamiento frente a la población survietnamita).

Colofón: Las bajas de los Estados Unidos en la guerra de Vietnam ya superan los 300 mil hombres. Nixon sigue adelante con su plan de vietnamizar la contienda, pese a que el 22 y el 27 de noviembre, unidades survietnamitas que habían reemplazado a tropas estadounidenses sufrieron dos graves derrotas frente al Vietcong. El Senado de los EE. U U. ha nombrado dos investigadores especiales para trazar un panorama político-militar de la situación real. El ejército estadounidense concentra sus acusaciones sobre el teniente primero Calley, (a quien, por otra parte, sus superiores juzgan "inteligente y capaz" y muy disciplinado: le han permitido ir a Miami, a visitar a su padre enfermo, intranquilo por el juicio que afronta su hijo). "Nadie volverá a dar vida a los que murieron en My Lai -se oye decir entre el público de los Estados Unidos-, toda esta agitación no tiene ningún objeto práctico".

revista siete días ilustrados 1969

 

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