Volver al Indice

crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE TODAS PARTES

Jacques Cousteau
Su última batalla

Revista Expreso Imaginario
1978

 

 




 

Hace poco más de dos meses, entre el 26 y el 29 de setiembre pasado, se realizó en Curitiba, Brasil, el 1° Simposio Brasileño de Ecología, al que asistió, en carácter de invitado especial, Jacques Cousteau. Con su figura patriarcal, casi mítica, se constituyó en la estrella del simposio, dando una lección de vida y pensamiento integrador a las decenas de científicos allí reunidos. En esa oportunidad, la revista brasileña VEJA le hizo un reportaje que aquí transcribimos:
—En el inicio de su actividad oceanográfica usted declaraba estar convencido de que los océanos eran inmensos, llenos de vida y ricos en recursos de todo tipo. ¿Qué hechos lo llevaron a cambiar de opinión?
—En largos viajes por el Indico y por el Atlántico pasé muchas horas del día y de la noche observando a través de visores submarinos, al tiempo que imaginaba al capitán Nemo a bordo del "Nautilus". Pero el correr de los años y la experiencia alteraron esa óptica mía. Por ejemplo: tiempo atrás hice un relevamiento para las Naciones Unidas sobre la cantidad de agua existente en el mar. Y concluí que, en caso de reducirse la Tierra al tamaño de un huevo de gallina, toda el agua contenida en el mar estaría representada por una única gota de agua. En otras palabras, al contrario de lo que pensábamos, el mar, tomado en su
proporción real, no pasa de ser un poco de humedad sobre la Tierra. Además de eso, descubrí que sus zonas de productividad son raras, verdaderos oasis perdidos. Esta teoría me ayudó a comprender que el mar es, en realidad, un mundo muy pequeño. Por último, constaté que en él la vida existente es a un mismo tiempo muy prolífera y vulnerable. Me explico: muy prolífera porque cada especie, cada pez, cada individuo, cumple rigurosamente las necesidades de reproducción; muy vulnerables porque la menor adversidad destruye grandes cantidades de animales. Los arrecifes de coral, por ejemplo, fueron destruidos, no se sabe por qué, hace 60 millones de años.
—¿De qué modo la oceanografía puede ayudar al hombre en la crisis de alimentos que se aproxima?
—Está fuera de duda que la pesca pasó el límite de lo que se podía esperar del mar. En 1960 ya pescábamos, si no me equivoco, 58 o 60 millones de toneladas anuales de peces. Entonces la FAO (organismo de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación) fijó la meta de 100 millones de ton. para 1980. Y distribuyó dinero para que los países en vías de desarrollo comprasen barcos, instrumentos modernísimos y se lanzasen masivamente a la pesca. De este modo, la curva de captura ascendió de 58/60 a 70 millones de ton. en 1970, más o menos. Pero, poco después, la curva empezó a decaer. Es decir, que a pesar del esfuerzo extraordinario, a pesar de toda la parafernalia de navíos e instrumentos, la captura se detuvo en alrededor de 67 o 68 millones de ton. anuales. Y si no cayó más fue gracias, sobre todo, a los peces no comerciales, destinados a la fabricación de harina, pues los llamados peces comerciales, como el atún o el bacalao, se vieron reducidos al 40 o 50 %. Actualmente, la pesca es pequeña y representa entre el 7 y el 8 % de las proteínas consumidas en un mundo en el que 1 millón de personas pasan hambre (hmmmm me pá que acá hay un error, debió ser seguramente "mueren" y no "pasan"). De esta manera, no veo otra alternativa que no sea la acuacultura, o sea la cría de peces dentro del mar, como hacemos con el ganado aquí fuera del mar. Con la acuacultura quizás podamos obtener alrededor del 20 % de las necesidades proteicas de la humanidad en el año 2028. Será un trabajo arduo, pero compensador, pues no existe salida: puede suceder con los peces lo mismo que con la caza. Es en esta línea que el hombre puede contar con la oceanografía.
—¿Usted también tiene la misma visión optimista de las posibilidades de los recursos terrestres?
—He sido criticado por personas radicalizadas a quienes les gustaría que fuera apocalíptico. Pero no lo soy. Creo que los recursos terrestres tampoco se acabarán. Sólo necesitamos usarlos mejor. Es una cuestión de management, de administración. Es preciso limitar la natalidad humana, es preciso dejar de cortar árboles para que el suelo no vaya a parar al mar, es preciso organizar la vida con el fin de extraer el máximo rendimiento de la tierra —y por muchos años, no sólo durante algún tiempo—, es preciso intuir que todos los ciclos de la vida son uno solo. En realidad, el medio ambiente no pertenece a una única especie, el hombre por ejemplo, o a una ciudad, una localidad. El único medio ambiente es el medio ambiente de la vida. Es preciso que entendamos que en este planeta existe un único problema para el hombre, los animales y las plantas: la sobrevivencia. Tenemos que emprender un enorme trabajo de reorganización, no podemos continuar como hasta ahora. Tengamos fe. Soy optimista. Va a costar caro, habrá mucha gente que continuará muriendo de hambre, pero finalmente creo que será compensador.
—¿No le parece que para que ocurra esa reorganización debemos encontrar un nuevo orden económico,?
—Es difícil representar el papel de profeta. Pero es cierto que una reducción de todos los valores a un denominador común —el dinero— no funciona. Esto fue lo que justamente condujo a nuestra civilización a los problemas actuales. Los valores económicos de hoy ya no significan más nada. Se quiso fundar una nueva ciencia —la economía— pero se percibió que ningún economista es capaz de prever o cambiar lo que sucede en el mundo. Más aún, esa ciencia partió de datos equivocados, que son los keynesianos, cuyos conceptos deben ser eliminados. En el futuro, la economía de Keynes será vista como algo, del pasado. Tenemos que pasar, sin demora, de nuestro concepto de expansión en cantidad al concepto de expansión en calidad. Para mí, la ley de la oferta y la demanda no funciona, es idiota. Es decir, funciona, pero conduce a las personas a la catástrofe, que es lo mismo. De igual modo, no podemos continuar viviendo con el 10 % de la humanidad consumiendo el 60 % de los recursos. Es indispensable reconsiderar la distribución de las riquezas, no se puede dejar a 1 millón de personas muriéndose de hambre. La economía keynesiana, nuestra economía, nuestros principios sociales, hacen que los ricos se vuelvan más ricos y los pobres más pobres. Y eso no puede continuar, la cuestión de la sobrevivencia también debe minimizar el sentido del nacionalismo.
—¿Un régimen como el socialista, no keynesiano, sería menos predatorio, más respetuoso de los bienes naturales?
—Teóricamente los países socialistas podrían comprender mejor ese problema. Pero ellos no lo hacen porque están en competencia con los países capitalistas. Consecuentemente, la Unión Soviética y todos sus satélites entraron en una competencia keynesiana. Es una paradoja ver a los países socialistas, que no aplican absolutamente los principios capitalistas, luchando para superar a los EE.UU. Y lo que importa: ser más fuertes que los EE.UU., cueste lo que cueste; Y la doctrina, el principio socialista, el pregonado bienestar del pueblo, poco importa, queda para el futuro, que nunca llega. Hasta hace poco tiempo había alguna esperanza en China, que permanecía fuera de la competencia capitalista. Era admirable ver a una nación como ésa, con 850 millones de habitantes, suprimiendo el hambre, vistiendo a las personas, eliminando la miseria, sin sojuzgar el mundo. Pero quedé muy inquieto con el cambio impuesto por el nuevo gobierno chino, especialmente después que le pidieron a un Pierre Cardin que rediseñara las ropas de su pueblo... Por lo tanto, caemos en aquella antigua sugerencia mía de constituir una autoridad mundial, no-gubernamental, para sugestiones y arbitrajes en los asuntos en que peligra el ambiente, sobre todo el del mar, que además de sus propios problemas, es el desaguadero de todo lo que vierten los continentes. Necesitamos que sean controlados aquellos 15 ó 20 países responsables del 80 % de la polución del mundo.
—Cuáles serian las primeras providencias concretas a tomar por esa autoridad mundial?
—Respondería a esa pregunta dividiendo en dos las causas de daños al mar. Primero, está lo que llamo la destrucción mecánica, o sea, la pesca abusiva, la creación de puertos para superpetroleros, el desarrollo abusivo del turismo costero, en fin, hasta aun la creación de marinas, de puertos para yates que no toman en cuenta las realidades biológicas locales. Pero también es una destrucción mecánica el represamiento de lagos y lagunas para conquistar terrenos. Segundo, tenemos la polución urbana, química, etc, que en el 90% de los casos procede de los continentes. Entonces, si un país como Brasil, por ej., fuese parte de esa autoridad mundial, sus normas de polución aceptable serían determinadas por esa autoridad. Así, Brasil tendría que, responder por aquello que entrase en el mar a partir de su territorio, por el modo en que sus hoteles turísticos y sus industrias litoraleñas eliminan sus desechos, por la implantación, ubicación y seguridad de sus usinas nucleares.
—Qué países, específicamente, carecen de normas internacionales contra la polución del mar?
—Existen muchos países que no disponen de ninguna reglamentación. Pero, ya que estoy en Brasil, me gustaría hablar de aquí. Pues bien, Brasil tiene buenas leyes, pero no siempre son aplicadas. Por ej., la construcción de las centrales atómicas de Angra dos Reis viola las leyes brasileñas. La energía nuclear es potencialmente peligrosa. Sus usinas producen plutonio, un elemento que no existe en la naturaleza. Es necesario explicar más? Aquí se dice que el país pretende con ellas generar energía, tan vital para el país. Pero Uds., los brasileños, no necesitan hacer eso. Con las potencialidades nacionales de energía hidroeléctrica, con la energía solar, Uds. pueden obtener la energía que quisieran. Sepan que las naciones construyen usinas atómicas no para tener energía sino para fabricar bombas.
— Con todo ese razonamiento Ud. pretende sugerir que los países sin potencial hidroeléctrico ni solar tienen derecho a recurrir a la energía nuclear?
—De ningún modo. La realidad es que, además de producir plutonio, que puede durar un millón de años, haciendo de este planeta un infierno, todos los sistemas nucleares del mundo se prestan al terrorismo. La banda terrorista Baader-Meinhoff, de Alemania, ya anunció que su próximo atentado será atómico. Y la única forma de defenderse contra eso es creando un estado policial. Quiero decir: la participación de los países en una política nuclear conduce al refuerzo de la policía, a la escucha telefónica; a la violación de la correspondencia. Soy un hombre civilizado: para mí se volvería imposible vivir la vida de ese modo, Por eso mismo creo que no deberíamos dudar en buscar otro tipo de civilización... y cuanto antes.


SÍNTESIS BIOGRÁFICA
Nacido en 1910 en Saint-André-de-Cubzac, Gironde, Francia, Jacques-Yves Cousteau egresó en 1930 de la Escuela Naval y, a partir de 1936, comenzó a experimentar diversos prototipos de sistemas respiratorios submarinos. En 1943 proyectó y construyó, con el lng. Emile Gagnan, el "Acqua-Lung" (pulmón acuático), una escafandra autónoma a aire comprimido que por primera vez le dio al hombre la posibilidad de desplazarse libremente por las tres dimensiones del mar. Su hijo menor, Philippe, posterior compañero inseparable de aventuras, tenía sólo cuatro años cuando en 1944, a instancias de su padre, probó el nuevo invento en las aguas del Mediterráneo.
En 1950 inicia los estudios oceanográficos que le darían notoriedad mundial al adquirir, gracias a los aportes de un mecenas inglés. Loel Guinness, un viejo barreminas de 350 ton, el ya legendario Calypso. Comenzaron entonces las famosas aventuras del Calypso: expediciones efectuadas en Grecia, en el Mar Negro y el Mar Rojo, en el Atlántico y en el Indico. Una de esas expediciones realiza una importante contribución científica por sus descubrimientos arqueológicos.
En 1951, en colaboración con André Laban, perfeccionó la primera cámara de TV para transmitir desde las profundidades submarinas. En 1952 crea en Marsella la Organización CEMA, para el diseño y desarrollo de instrumental submarino. En 1957 es nombrado director del Museo Oceanográfico de Mónaco, cargo que sigue ejerciendo en la actualidad. En 1959 concibe el primer "platillo sumergible" SP-350, que es construido por la Organización CEMA (Centro de Estudios Marinos Avanzados). El SP-350 es tripulado por dos personas y está munido de una cámara cinematográfica, un equipo de foto y un brazo hidráulico terminado en una pinza que permite la extracción de rocas y muestras del fondo oceánico.
Convencido ya desde entonces de que quedan pocos años para salvar al mar de su creciente polución y devastación, a partir de 1959 comienza a filmar sus famosos documentales con el propósito de atraer la atención mundial y así conquistar aliados que contribuyan a su estrategia de sobrevivencia. "El Mundo sin Sol", "Mundo Submarino", "El Mundo del Silencio" y su reciente "Viaje al Fin del Mundo", son los nombres de sus largometrajes para el cine, que se añaden a los 36 capítulos documentales para TV que todos conocemos. Por sus contribuciones científicas, que incluyen la publicación de 32 libros, fue distinguido por numerosas universidades de todo el mundo.
En 1974 funda "The Cousteau Society", organización a través de la cual canaliza todas sus energías y amplia experiencia para contribuir a lo que considera "Prioridad Uno": la batalla contra todas las manifestaciones irracionales de la sociedad industrial, entre ellas la destrucción de la vida marina.

 

Google
Web www.magicasruinas.com.ar