Mayo 24, 1868
Nace el Hospital Rawson

La Hermana Agustina llegó a Buenos Aires en 1919, y hace casi medio siglo que trabaja en el Hospital Rawson. Recuerda todavía a Papá Insúa —"mi primer jefe de clínica; exigente pero tierno"—, y ni la nostalgia le permite ignorar que "ahora el hospital está mucho más limpio, más organizado"; tampoco le cuesta blandir su anecdotario, elogiar al hospital, repetir incansablemente: "Soy muy feliz con mi trabajo, porque acá hay siempre dolores que aliviar".
Tanto sufrimiento se tomará un respiro el próximo viernes, cuando se clausure la semana de festejos (comenzó el domingo 19; incluye 25 mesas redondas, conferencias, premios para trabajos científicos) por el centenario del Hospital Rawson, de Buenos Aires, un emporio de lamentos y alivios situado a pocas cuadras de la Plaza Constitución, que atiende en sus siete consultorios externos casi 400 mil personas por año.
La mitad de sus pacientes son del interior del país, tiene 25 salas y 1.300 camas, se ocupa de 160 mil análisis, cuarenta mil radiografías, 20 mil dadores de sangre y diez mil transfusiones. Como si eso fuera poco, refrenda un millón de recetas, soporta anualmente más de trece mil operaciones; se sustenta en 510 médicos. No termina todo ahí: el único detalle magro es el presupuesto anual (1.300 millones de pesos para 1968), porque el hospital se expande sobre 4.300 metros cuadrados, gasta tres mil pesos diarios por cama, ostenta 549 enfermeras visitadoras, 319 mucamas, 198 personas en maestranza y setenta y cinco en mantenimiento.
Es, obviamente, el hospital municipal más grande de Buenos Aires, y sus 32 cuerpos, levantados sobre una loma que cubre seis hectáreas, de arquitectura laida pero "sobria como corresponde", adquirieron su actual fisonomía en 1926 (el 10 de octubre), cuando concluyó la tarea de los arquitectos Virasoro, Pasman, Lagos y Calvo, y de la empresa constructora Parodi y Figini: un costo de tres mil pesos por cama, la misma cifra que ahora se asigna al rubro mantenimiento.

House-Organ de impedidos
Pero esa fue una ampliación.
El Hospital Rawson es el centro sanitario argentino con director más joven: el doctor Luis A. Etchegoyen (37 años, 3 hijos), un médico y experto en administración hospitalaria que se dedicó a hurgar en los archivos, rastreando los orígenes.
La historia comienza a mediados de 1865, junto con la declaración de guerra al Paraguay. Un grupo de universitarios forma el batallón Belgrano y lo ofrece al general Mitre para "defender a la patria". El entonces Presidente rechaza el ofrecimiento, y uno de los voluntarios, José C. Paz, concibe otra idea: crear una asociación dispuesta a secundar a las autoridades en el cuidado de los heridos de guerra. Como toda intención que se concreta adopta un rótulo, se la bautizó Asociación Protectora de los Inválidos.
Llevada de la extendida mano de las comisiones estudiantiles, la colecta que iba a dar forma a la Asociación recorrió Buenos Aires "puerta por puerta". Además, un acuerdo con la capitanía de puertos facilitó una consigna: con cada contingente de dañados se disparaba una salva desde el muelle; así, los voluntariosos sabían que eran requeridos sus cauterios. Cuando los cañonazos se convirtieron, casi, en un sonido uniforme, el propio José C. Paz se dio cuenta de lo insuficiente de los cuidados, y decidió fundar el Hospicio de los Inválidos.
Todo se hacía muy seriamente: se plantaron oficinas en la calle Florida, y el primer día de 1867 salió de máquinas el ejemplar número uno del semanario El Inválido Argentino, ocho páginas con cinco anchas columnas repletas de informaciones lóbregas, que se imprimían en los talleres de Estanislao del Campo (en Moreno, entre Perú y Bolívar). El staff de redactores iba a servir, más tarde, para rotular calles y hospitales: Leandro N. Alem, Juan María Gutiérrez, Amando Alcorta, Aristóbulo del Valle, José Mármol, eran algunos de ellos.

La sangre coagulada
En julio de ese año, el movedizo Paz asume la presidencia de la Asociación, promueve donaciones desde su semanario y, personalmente, insta a los empresarios para que se solidaricen. La Municipalidad colabora —a su vez— con un terreno en el sur, contiguo al Hospicio de Dementes, enmarcado por la Calle de la Convalecencia y el Camino al Paso de Burgos. El 24 de mayo de 1868, con la asistencia del Presidente Mitre, se inaugura formalmente el Hospicio, engendro del futuro hospital y primer centro levantado en el país por medio de la colecta pública.
Los testimonios aseveran que "más se parecía a un cuartel que a un sanatorio, tenía dos plantas, y podía albergar 30 oficiales y 576 soldados de tropa". Sucesivas reformas lo truecan, en 1887, en Hospital Mixto (bajo la expresa condición de que siga albergando inválidos); le adosan cuatro pabellones de dos salas cada uno (capacidad para 240 enfermos); instituyen a sus primeros jefes de sala: Juan L. Tessi, Samuel Gaché, Teodoro Baca, Julián Fernández. En 1889, la partida de nacimiento es modificada de nuevo y definitivamente: en homenaje al doctor Guillermo Rawson se lo rebautiza Hospital Rawson; en noviembre de 1894, por fin, las mudanzas afectan a los inválidos que justificaron el lugar: son trasladados al Hospital Intendente Crespo (en las calles Azcuénaga y Frente). Ya sin charreteras, acoge a todos los civiles sin distinción de heridas; a nombres ilustres de la medicina: de Prando a José Arce, desde Ricardo Finocchietto hasta Figueroa Alcorta.
Sin embargo, y quizá para mantener una cierta coherencia con sus orígenes bélicos, el hospital fue también responsable —por medio de su Instituto Modelo de Clínica Médica— de la primera transfusión de sangre realizada en el mundo. El transfundido se llamaba Moscarda, era joven y tuberculoso; el médico, Luis Agote; la noticia, en fin, fue transmitida por la Cancillería argentina, el mismo 9 de noviembre de 1914, a todos los países en guerra. 
Revista PRIMERA PLANA
21 de mayo de 1968

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