Revista Siete Días Ilustrados
27.08.1973 |
Buenos Aires fue escenario de actos destinados a recordar el
renunciamiento de Evita, en 1951, y la muerte de dieciséis
guerrilleros en la base aeronaval Almirante Zar, hace un año. En el
club Atlanta, en donde se congregó el mayor número de
manifestantes, jóvenes peronistas hicieron oír significativos
slogans.
Una intensa pegatina de carteles en todo Buenos Aires recordó a los
porteños, con diez días de anticipación, que el miércoles 22 se
cumplía el primer aniversario de la muerte de 16 guerrilleros en la
base aeronaval Almirante Zar, vecina a la ciudad chubutense de
Trelew. Los menos avisados se sorprendieron al advertir la
existencia de dos convocatorias: una de ellas motorizada por la
Juventud Peronista (sector Tendencia Revolucionaria) y la otra por
la izquierda clasista.
Si bien en algún momento se había barajado la posibilidad de
promover una sola concentración, ya en la primera semana de agosto
se sabía que la JP había desechado esa idea. Al parecer, se trató de
evitar que una movilización junto a los marxistas fuese aprovechada
para solventar insidias, la tesis de una "infiltración bolche". Se
trataba —según tal óptica— de cuidar el frente interno dentro del
Movimiento Peronista. Esa tesis —afirman algunos— habría provocado
polémicas incluso en el seno de la JP, ya que hubo quienes
sostuvieron, sin éxito, la conveniencia del acto único. Así,
mientras los peronistas se congregaron en la cancha de Atlanta, la
izquierda fue finalmente autorizada a reunirse en la plaza del
Congreso. Ambos actos comenzaron a la caída de la tarde.
En Atlanta convergieron unos 50 mil militantes, encolumnados
ordenadamente —fueron palpados de armas—, según la planificación que
se había publicitado. Ese control retrasó sensiblemente la
iniciación del acto. Gruesos contingentes de la JP, JTP, JUP, UES,
FAP, FAR y Montoneros dieron comienzo a sus cánticos, para nada
acordes con las directivas previas y 'Patria sí, Colonia' no fue
coreado sólo por los grupos que ingresaban, mientras desde las
tribunas se vivaba a las llamadas formaciones especiales, se aludía
a la "patria socialista" y se criticaba a la denominada burocracia
sindical.
El acto se inició con el Himno Nacional y la marcha partidaria,
mientras en una inmensa pantalla se proyectaban diapositivas del
teniente general Perón, de María Eva Duarte de Perón y de los
guerrilleros muertos en Trelew. La presencia de algunos de los
sobrevivientes de aquel 22 de agosto fue saludada con entusiasmo,
tanto como la asistencia de delegaciones juveniles de una decena de
partidos políticos, entre los que se contaba la Juventud
Radical. Un aplauso de un minuto rubricó la satisfacción por esas
presencias. Pero lo verdaderamente inédito fue la aparición de una
bandera estadounidense que fue paseada frente a las tribunas, en
medio de una extraordinaria rechifla. El final fue obvio: al grito
de ¡Argentina! ¡Argentina! se le prendió fuego. Mientras muchos
sectores pedían ¡Otra! ¡Otra!, con sonrisas y un singular espíritu
festivo, las tribunas irrumpieron: 'Perón, presidente, los yanquis
que revienten' y 'Vamos a hacer la patria combatiente, en su medida
y armoniosamente'.
Los oradores —un miembro de la JP, otro de la JTP, un tercero de la
Comisión de Familiares de Combatientes Muertos y uno de los
sobrevivientes— se refirieron a la fatídica madrugada de agosto del
año pasado y al renunciamiento de Eva Perón, rescatando su frase
"Renuncio a los honores, pero no a los puestos de lucha".
La desconcentración remarcó la característica disciplina y el
autocontrol impuesto por los dirigentes juveniles peronistas, aun
cuando los cánticos se prolongaron mucho más allá del estadio de
Villa Crespo. El más voceado: 'Sabelli, Pujadas, soldados de Perón;
el pueblo los saluda, ni olvido ni perdón'.
Entre tanto, se iniciaba en Congreso la más nutrida concentración de
la izquierda clasista auspiciada en los últimos años. Militantes de
casi todas las fracciones del marxismo se ubicaron frente al
Parlamento para exigir la investigación y castigo de los culpables
de la masacre de Trelew. No concurrió el Partido Comunista pro
soviético, ya que algunos de sus dirigentes calificaron el acto de
"provocador" y "ultraizquierdista".
En cambio, flameaban insignias argentinas y rojas, carteles del
Ejército Revolucionario del Pueblo y su brazo político, el Partido
Revolucionario de los Trabajadores (PRT), del Partido Comunista
Revolucionario y Vanguardia Comunista (dos grupos maoístas), de
todas las organizaciones guerrilleras marxistas, del Partido
Socialista de los Trabajadores y hasta de la Juventud Radical
Revolucionaria, un núcleo alfonsinista que fue recibido con
aplausos. No acabaron allí las sorpresas: también ondeaban emblemas
rojinegros de la anarquista, legendaria Federación Obrera Regional
Argentina (FORA) y se arrojaron panfletos del Frente Revolucionario
Peronista, el único núcleo de ese sector que concurrió al acto.
Entre los oradores figuraban Enrique Gorroarián (del ERP, fugado del
penal de Rawson un año atrás), los legisladores radicales Mario
Amaya e Hipólito Solari Yrigoyen, Hilda de Toschi (viuda de uno de
los muertos en Trelew) y dirigentes de la Juventud Radical, del PST
y del PCR. En tanto, los asistentes —mayoría del ERP, que había
distribuido banderitas blanquicelestes con la característica
estrella roja— coreaban 'Ya van a ver, cuando venguemos los muertos
de Trelew'; 'Se siente, el Ché está presente'; 'A crear, a
organizar, la milicia popular'. Al nombrar a cualquiera de los
muertos en Trelew, gritaban 'Presente, hasta la victoria siempre'.
Se leyeron adhesiones de asilados uruguayos y paraguayos. También
habló Gonzalo Ojeda, secretario de Relaciones Internacionales del
Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), integrante de la
Unidad Popular Chilena.
Al finalizar el acto, a pocas cuadras del Congreso se produjeron
rudos choques entre manifestantes y fuerzas policiales. Un
patrullero fue incendiado, se levantaron barricadas y, al cierre de
esta edición, se afirmaba que había heridos y detenidos.
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