Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

EL ACTOR
¿NACE O SE HACE?
Revista Siete Días Ilustrados
27.08.1973

Los profesores de los comediantes responden a estos interrogantes: ¿Se puede llegar a ser actor a través del estudio? ¿Cómo debe ser una escuela de teatro? ¿Hay que implantar la enseñanza dramática en los colegios oficiales?
Sus nombres no suelen brillar en las marquesinas, sus rostros no figuran en las notas gráficas de las revistas de espectáculos ni aparecen en los melosos reportajes de la televisión local, sin embargo, ellos —los maestros de los actores—, son sin duda uno de los pilares fundamentales de ese restallante y casi milagroso mundo que es el teatro. Siguiendo los consejos y las enseñanzas de esos hombres casi siempre ariscos con el público, varias generaciones de actores y directores fueron elaborando en la Argentina un rosario de técnicas que, aunque los espectadores no siempre lo adviertan, guían la labor de los que suben al escenario. Pero a pesar de que sólo en la Capital Federal hay más de una docena de escuelas de teatro en las que se arraciman varios centenares de alumnos —la cifra exacta es prácticamente inestimable— aún siguen vigentes entre los jóvenes aspirantes a actores algunos dilemas tan viejos como el teatro: ¿qué es más importante sobre las tablas: la vocación o el estudio?; ¿puede realmente aprenderse el arte de dramatizar?; en ese caso, ¿cómo debe ser una escuela: teórico o práctica?
Para dilucidar esos interrogantes y para conocer, además, las opiniones de quienes forman a los actores, Siete Días entrevistó a ocho de los más notorios docentes de teatro de la Argentina. Ellos se definen sobre los métodos de los grandes maestros —Stanislavsky, Bertolt Brecht, Lee Strasberg y Grotowski—, explican por qué consideran que la enseñanza de teatro debe incluirse en los planes oficiales de estudio de los colegios primarios y secundarios, eligen sus autores, actores y directores favoritos y detallan las posibilidades reales de acceder a un escenario que tienen les entusiasmados adolescentes que concurren a sus clases. Aunque contradictorios por momentos —los entrevistados pertenecen a distintas escuelas y prefieren técnicas diferentes— sus testimonios configuran en conjunto un mosaico que sintetiza el pensamiento vivo de quienes conducen esos invisibles hilos que mueven el fascinante, discutido orbe del teatro.

HEDY SCHLICHTER DE KRILLA
(se dedica desde hace 28 años a la docencia teatral, fue maestra de Federico Luppi, Beatriz Bonnet, Flora Steinberg, Laura Bove y Zulma Faiad y bajo su férula se formaron, también, dos de los más célebres maestres de la nueva generación: Carlos Augusto Fernández y Agustín Alezzo).
"Siempre se discute si el estudio es imprescindible o no para la formación de un actor. Yo tengo una opinión muy firme: el mal estudio es prescindible, pero el bueno siempre es necesario. En este país hay mucha gente talentosa pero con falta de dedicación, sin iniciativa propia. Hay gente que sólo estudia teatro para divertirse, porque está de moda. Creo que en un curso de 500 alumnos sólo hay cinco que valen la pena".
"Yo trabajo básicamente con el método de Stanislavsky —que se apoya en la labor interior del actor, en sus emociones y en la improvisación— pero tengo mis propias técnicas. Creo que mi método consiste en no tener ninguno . . . prefiere no esquematizarme, dejar que el actor cree con libertad. Eso no significa, claro, que no se respeten normas elementales como los ejercicios de relajación y respiración que hay que efectuar con disciplina. Algunas de estas cosas que digo ahora, y en general todo mi sistema de trabajo, se revalorizó mucho cuando Lee Strasberg visitó la Argentina y dio su curso en el teatro San Martín, pues él confirmó, estimuló y amplió mi labor. Yo no falté a ninguna clase y en varias oportunidades me sentí el foco de las miradas porque la gente descubría en las palabras de Strasberg conceptos que yo venía aplicando desde hace años".
"Uno de mis actores favoritos es Pedro López Lagar, vi cinco veces su inolvidable interpretación de 'Panorama desde el puente'. Creo que en los Estados Unidos George Scott es el número uno, tiene una fuerza interior increíble. También me interesan Rod Steiger, Paul Newman, Marlon Brando, James Dean y todas las actrices del Actor's Studio. De Europa me atraen
Jeanne Moreau, Simone Signoret, Vanessa Redgrave y Helene Weigel, que fue la mujer de Bertolt Brecht."

CARLOS GANDOLFO (Tiene 42 años y enseña teatro desde hace nueve. Ha trabajado también como director, actor y escenógrafo. Prefiere manejarse con cursos reducidos y homogéneos).
"Sobre mi método de trabajo prefiero no hablar. No quiero usar palabras como improvisación, creatividad y otras que dice todo el mundo y que generalmente son camelo. En mi curso los alumnos exploran su mundo, sus posibilidades en torno a un objetivo central: estar preparados para futuros trabajos. Casi todo lo demás es guitarreo, como lo que pasó después de la visita de Grotowski: él nunca dijo nada concreto, sólo enunció teorías y sin embargo después que se fue todo el mundo se largó a hablar creando una gran confusión. Se llegó a decir que Stanislavsky y sus aportes estaban pasados de moda, cosa que es totalmente falsa, pues el mismo Grotowski se proclama discípulo de Stanislavsky. También se habla de la necesidad de implantar el estudio del teatro como algo obligatorio en los colegios secundarios sin advertir que eso es peligroso: para hacerlo habría que reestructurar todo un sistema de enseñanza, hacer un cambio de fondo y no sumar el teatro a las materias que ya se dan, porque en ese caso sería una especie de entretenimiento anexo al estudio".

JORGE DELLA CHIESA (Es maestro y director: desde 1958 ya ha montado más de 30 obras. No tiene cursos particulares sino que enseña en diversos institutos —Internacional Art, Escuela de Teatro de Bahía Blanca, Escuela de Teatro de Pergamino, Instituto de Teatro de Avellaneda y otros— que contratan sus servicios docentes).
"Creo que el teatro debe enseñarse en todas las escuelas porque es fundamental para la formación del ser humano. Claro que para eso habría que formar profesores de Arte Dramático que no existen en la actualidad: los futuros docentes deberán tener una formación humanística y cultural a nivel universitario. Creo que un maestro debe conocer a fondo a Stanislavsky, por ejemplo, porque es el mayor estudioso de los procesos interiores del actor. Tampoco puede ignorar a Lee Strasberg, cuya visita demostró que su ciencia tiene absoluta validez y no puede sufrir el deterioro del tiempo".

MIGUEL GUERBEROF (Es un mendocino de 33 años que trabajó en su provincia como director y decente y que ahora enseña en Buenos Aires.)
"En la enseñanza de teatro hay dos males crónicos que va a costar erradicar. El primero es el caso de los eternos alumnos, tipos que terminan un curso y empiezan otro buscando nuevas técnicas, conociendo infinidad de teorías. El problema de esta gente es que nunca se sube a un escenario con público delante. Y así no se puede aprender realmente nada. El segundo caso es el inverso; actores que jamás estudian y que cuando están sobre las tablas se dedican más a repetir sus defectos que a ejercitar sus virtudes. Los primeros son los grandes fanáticos del estudio, afirman que un buen actor es producto de un montón de teorías, creen que el comediante se hace en los libros. Los otros confían en el talento natural, creen que el actor nace y no puede perfeccionarse. Me parece que está de más decir que las dos posiciones —que tal vez yo caricaturizo un poco— son exageradas y, por lo tanto, erróneas. Lo ideal sería crear escuelas de teatro que tomaran al futuro actor a una edad temprana (15 a 18 años, por ejemplo), lo formaran teóricamente y además le aseguraran trabajo inmediato una vez capacitado".

CARLOS AUGUSTO FERNANDEZ
(Un joven maestro de 36 años que no cree que enseñar sea la palabra adecuada para definir su labor: "Yo coordino seminarios de interpretación —afirma —y me limito a acercarles elementos a los estudiantes para que desarrollen sus propios procesos".).
"Mi tarea se basa en el método Stanislavsky que es, básicamente, un plan de trabajo. Hay otros teóricos interesantes, como Bertolt Brecht, pero él no aporta elementos para la pedagogía teatral sino para la realización escénica, que son dos cosas distintas. La visita de Strasberg fue algo así como un shock, una exhibición apabullante que desgraciadamente no sirve de mucho porque es un hecho aislado. Para que eso tuviera éxito deberían repetirse experiencias similares cada dos o tres meses".
"Entre mis actores favoritos puedo mencionar a Marlon Brando, María Casares y Pedro López Lagar, en lo que hace a autoría y dirección teatral tengo que nombrar a Robert Wilson que ejerce esas dos funciones en un grupo norteamericano de Iowa, que tardó cuatro años en preparar un espectáculo; dedicación nada común en la Argentina, por cierto".

SARA KRELL (Egresada en Ciencias de la Educación y docente teatral especializada en los problemas del teatro para niños).
"Yo no hablaría en términos de enseñanza de teatro sino de empleo de juegos dramáticos. En este sentido creo que sería fundamental que se incluyera en los planes oficiales de estudio para que los niños dispusieran de un lenguaje con el cual expresar sus vivencias, sus problemas, sus estados afectivos. Yo trabajé con niños que tenían diferentes problemas de conducta —agresividad y timidez son los más comunes— y que sin embargo pudieron integrarse cómodamente a los grupos que realizaban juegos dramáticos. Al realizar una tarea colectiva y poder criticar el trabajo de los demás se fueron desdibujando muchos de sus problemas. Creo que ése es un argumento más que suficiente como para sustentar la necesidad de la incorporación del teatro a la enseñanza oficial. Claro que hay que comprender que no se trata de formar actores profesionales sino de crear una tarea recreativa y formativa a la vez, que permita un empleo útil del tiempo libre".

ALEJANDRA BOERO (Actriz, directora, maestra de actores y fundadora, junto con Pedro Asquini, del Nuevo Teatro, pionero y líder del teatro independiente en la Argentina).
"A través del tiempo yo he ido variando mis métodos de trabajo de acuerdo con las necesidades que plantea cada época y atendiendo a los problemas que traen mis alumnos. De todas maneras estimo que hay una constante: el trabajo específicamente técnico debe agregarse la formación ideológica de los futuros actores. Es necesario que comprendan que son obreros de la cultura y por lo tanto deben sentir la alegría de dar su arte a la mayor cantidad posible de gente. Pienso que éste es un momento histórico en el que tiene gran importancia el teatro que se haga para modelar a los adolescentes: hay que combatir las deformaciones culturales que les impone la televisión, el mal periodismo. Por todo esto creo que las enseñanzas de los grandes maestros, desde Stanislavsky y Brecht hasta Strasberg y Grotowski sólo son útiles en la medida en que sepamos adaptarlas a nuestras propias necesidades culturales y reacondicionarlas de acuerdo con nuestra manera de ver y sentir".

AGUSTIN ALEZZO (Joven maestro y director, dedicado desde 1962 a la docencia teatral).
"Yo no quiero hablar del trabajo específico que hago con mis alumnos porque la experiencia es muy rica y no puede encerrarse en palabras. Creo que básicamente es una búsqueda sin esquemas. Lo que sí puedo afirmar es que si fuera director de la Escuela Nacional de Arte Dramático realizaría una planificación totalmente nueva de los estudios haciendo desaparecer sus aspectos burocráticos y la convertiría en un verdadero taller en el cual los alumnos vivan con intensidad su experiencia teatral. No importa si los actores nacen o se hacen. Interesa que hagan teatro porque ésa es la única manera en que pueden mantenerse vivos como actores".

 

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