Revista Periscopio
18.08.1970 |
Tres redactores de Periscopio tomaron asiento el jueves último,
durante 80 minutos, frente a un amplio ventanal empañado por la
mañana gris, bajo el retórico cuadro de Quinquela Martín, En plena
actividad. Hace treinta años fue, sin duda, un tema adecuado para
presidir el despacho ministerial en el torcido edificio que
erigieron Justo y Marianito de Vedia en la esquina de Lima y Moreno,
sin prever que iba a desbaratar la perspectiva de la Avenida 9 de
Julio. Ya no: las morosas tareas portuarias a que se refiere el
artista, las viejas barcazas, las bolsas de trigo que suben por las
planchadas a lomo de hombre, componen un ingenuo anacronismo, un
poema a la ineficiencia.
Es que el actual Ministerio de Obras y Servicios Públicos, confiado
a la trepidante juventud de Aldo Ferrer, es, de hecho, el centro
nervioso del desarrollo nacional. A través de sus cuatro Secretarías
de Estado y una veintena de empresas nacionales —desde Ferrocarriles
Argentinos, la más numerosa, hasta el Laboratorio Nacional de
Hidráulica Aplicada, la más reciente— emplea a 370.000 personas, más
de la mitad de las que integran la Administración Nacional,
insumiendo 2.403 millones de pesos nuevos (el 20,8 por ciento de los
recursos totales del Estado); aún más significativa es otra cifra
porcentual: el MOSP determina el 72 por ciento de las inversiones
del sector público.
En un momento en que la recesión se cierne como letal amenaza, ese
despacho habitado por Ferrer —que dedicó largos años a describir los
estrangulamientos del balance de pagos y sus consecuencias sobre la
economía nacional— sugiere la idea de que la Revolución Argentina no
ha agotado sus posibilidades de expansión económica y de promoción
social. Pero las dos primeras decisiones del nuevo Ministro, una
sobre desarrollo patagónico y otra sobre el complejo Zárate-Brazo
Largo, desataron una aguda controversia; él aparece tomado entre dos
fuegos: sus contrincantes, Álvaro Alsogaray y Rogelio Frigerio. La
controversia repercute en el ámbito gubernamental —que todavía no se
pronunció sobre ninguno de los dos puntos—, y va a provocar una
aguda confrontación ideológica, nociva al pragmatismo que proclama
el Gobierno.
El jueves pasado, en su trinchera del Instituto de la Economía
Social de Mercado, el ingeniero Alsogaray explicaba "por qué,
después de cuatro años de condiciones político-económicas
favorables, enfrentamos una nueva crisis". Ya el 3 de agosto había
expuesto sus razones al Presidente Levingston.
Para él, todo está claro: se ha emitido moneda en demasía, para
financiar las actividades empresarias del sector público a costa de
obligaciones tales como el cuidado celoso de la seguridad. Es el
típico Estado-gendarme de un mundo liberal que se desplomó hace más
de cuarenta años, sostiene.
También la prensa frigerista. con otro lenguaje, ataca las
concepciones "estatistas" de Ferrer. La nueva estructura de Hidronor,
si bien corrige algunos de los vicios que esa misma prensa le
atribuía, no merece su aplauso, y el previsible rechazo del proyecto
Baring Brothers para Zárate-Brazo Largo ha sido calificado como una
maniobra dilatoria de "los defensores del estancamiento". Es que
estas cuestiones de alta política se dirimen, a menudo, en función
de bajos intereses.
Lo que sigue es una síntesis de la entrevista grabada:
Periscopio: ¿Cuál es la posición de su Ministerio acerca de
Zárate-Brazo Largo e Hidronor?
Ferrer: Hay que hacer una aclaración; sobre estos temas no hay
decisiones tomadas. Hace unos días formulé proposiciones que se
están estudiando. La decisión final está en manos del Presidente.
p.: ¿Hay instancias previas?
f.: Entiendo que no, que el problema ya está a nivel del Ejecutivo.
El anuncio del otro día, sobre la eventual transformación de
Hidronor en una Corporación de desarrollo patagónico, se trata de un
estudio que se hará a la brevedad, para convertir a esa gran obra
hidroeléctrica en el eje de gravedad de un proceso de desarrollo
regional. Conviene aclarar que ni las medidas que tome el Poder
Ejecutivo, para lograr el objetivo de la regionalización, ni el
propósito de dar a los hombres de la zona responsabilidades en la
conducción del proceso, van a comprometer la ejecución de la obra.
Seguimos trabajando a toda marcha; no están comprometidos los
aspectos técnicos ni la ingeniería de la obra. Se trata de cumplir
tres objetivos a la vez: terminar los trabajos a la brevedad, poner
en marcha las centrales e ir creando un gran mecanismo para la
región patagónica.
p.: ¿La proposición relativa a Hidronor está también radicada en la
Secretaría de la Presidencia?
f. : No, estamos haciendo el estudio aquí, con las dos Secretarías
que tienen responsabilidad directa: la de Energía y la de Recursos
Hídricos. Una vez terminada la elaboración técnica, la elevaremos al
Presidente.
p.: ¿Tampoco fue planteada en reunión de Gabinete?
f. : Tampoco.
p.: ¿ Estas decisiones son consideradas "de significativa
trascendencia"? ¿Serán sometidas a la Junta de Comandantes?
f.: Eso quedará a decisión del Presidente y la propia Junta de
Comandantes.
p.: ¿Absorbería Hidronor, convertida en corporación de fomento
regional, a proyectos tales como Sierras Grandes o Futaleufú?
F.: Futaleufú está a cargo de Agua y Energía; en cuanto al proyecto
del aluminio, depende de Copedesmel, un organismo de la Fuerza
Aérea. En este momento no puedo adelantad cuál va a ser el área de
influencia de la Corporación que eventualmente se cree en la
Patagonia; es otro tema sujeto a estudio.
P.: En cuanto a Zárate-Brazo Largo, se realizó una licitación, y de
cuatro propuestas, una —en principio— quedó en pie. ¿Hay alguna
resolución del Ministerio?
F.: Como dije, existe una recomendación concreta al Presidente sobre
el tema, pero no puedo informar todavía sobre la naturaleza de la
propuesta.
P.: Se ha mencionado un proyecto sustituto ...
F.: Son versiones periodísticas que no estoy en condiciones de
comentar.
P.: Algunos críticos hablan de un supuesto estatismo alentado desde
su Ministerio; se refieren concretamente a la idea de realizar
Zárate-Brazo Largo por medio de Vialidad Nacional y el sistema de
peaje.
F.: Dejando a un lado el tema Zárate-Brazo Largo, yo diría que la
política que estamos impulsando —coincidente con las Políticas
Nacionales— implica, en cambio, un firme respaldo a la empresa
privada nacional. He insistido sobre la necesidad de utilizar el
poder de compra del Estado para apoyar a las empresas, facilitar su
expansión, elevar su eficiencia y su nivel tecnológico. Justamente,
ponemos el énfasis mayor en la promoción de la empresa privada; en
la reciente licitación de Futaleufú se introduce —por primera vez en
obras realizadas por Agua y Energía— el criterio de limitar las
presentaciones a firmas del país. Creo que esto es mirado con
simpatía por las empresas nacionales.
En realidad, lo que le da carácter de estatista o privatista a una
gestión no es tanto la forma en que se administra determinada obra
de infraestructura, sino quiénes son los que en definitiva la
ejecutan y de dónde vienen los recursos financieros necesarios para
llevarla a cabo. Si los ejecutores son empresas privadas, y si los
recursos que se movilizan también son —básicamente— del, sector
privado, habría que concluir que una política a la que se asigna
inspiración estatista implica la movilización de recursos
financieros y de empresas privadas.
p.: La opinión liberal también expresó su preocupación por el nivel
del gasto público. ¿Es fundado el temor de que, a través del MOSP,
aumente demasiado?
f.: Bueno, no quiero comentar opiniones de sectores; prefiero decir
cómo veo la cuestión y cuál es la posición del Gobierno. El Estado
moderno tiene responsabilidades que no puede declinar:
infraestructura energética, de transportes y caminos,
aprovechamiento de recursos hídricos, bienestar social, educación,
etc. Creo que aquí, como en los países más avanzados, no habrá
Nación moderna sin Estado moderno y eficiente.
¿Qué significa esto en términos de la participación del sector
público en el ingreso nacional? La experiencia mundial permite
detectar una cierta tendencia ascendente en esa participación:
precisamente, los servicios sociales, educacionales, técnicos y de
infraestructura tienden a crecer mucho.
Pero me parece apresurado concluir que esto lleva al estatismo; por
el contrario, el éxito del sector privado depende de que el Estado
cumpla con sus obligaciones. Sin energía barata, ni buenos caminos,
ni un eficiente sistema de educación —y sin condiciones de
tranquilidad social— es evidente que no hay posibilidad de
desarrollo de la empresa privada; es un proceso de interdependencia.
Lo que sí es fundamental es que el Estado lo haga todo con máxima
eficiencia, porque no se puede tolerar que desperdicie recursos; hay
que acometer un decidido esfuerzo para bajar los costos operativos y
ofrecer a la empresa privada las menores tarifas compatibles con la
eficiencia y la expansión de los servicios. Además, importa señalar
que la eficiencia del sector público sólo se puede lograr en el
contexto de una eran política de expansión económica. El proceso
global abarca la política industrial, la de exportaciones, la de
financiamiento y la propia política del sector público. Finalmente,
es injusto adjudicar a los funcionarios del Estado responsabilidades
por los problemas que vive el país, porque ellos mismos son víctimas
de las dificultades económicas con las que venimos tropezando.
p.: ¿En la reestructuración ferroviaria, se tendería también a
aplicar el "compre argentino"?
f.: Nos proponemos orientar las compras del Estado, en lo posible,
hacia la producción nacional. En la legislación vigente, y también
en las prácticas del sector público, hay algunas inconsistencias que
deben eliminarse; oportunamente. voy a discutir esto con el
Ministerio de Economía y la Secretaría de Industria. Debe
racionalizarse el régimen de equipamiento del sector público, para
poder implementar a fondo el apoyo a la empresa nacional.
Vale la pena aclarar que ésta no es una cuestión ideológica: el país
importa muchas cosas —tecnología, equipos que no producimos— y las
seguirá importando. De lo que se trata es de desarrollar al máximo
nuestras potencialidades. El problema no es estático: interesa no
sólo lo que hoy podemos producir razonablemente bien, sino lo que
podremos hacer cuando esta política de aliento comience a rendir sus
frutos. Hay que fortalecer lo que existe, pero también crecer las
condiciones para un mayor desarrollo futuro.
Los brasileños encararon su equipamiento eléctrico por dos
vertientes: por un lado programaron grandes obras eléctricas y por
el otro el desarrollo de una poderosa industria de equipamiento, que
les permite producir generadores mucho más potentes que los
nuestros.
En fin, el proceso de desarrollo de la infraestructura hay que
concebirlo en forma integrada. Es imprescindible —repito— la
movilización de la capacidad industrial local para mejorar su
tecnología, expandir el empleo, crear oportunidades para la empresa
nacional y eventualmente —creo que esto puede ocurrir pronto—
alentar la exportación de bienes de capital, que son los de más
activa demanda en el mercado internacional. La Argentina tiene una
gran capacidad potencial para la exportación de bienes de capital
—máquinas-herramientas y otros equipos—, que sólo podrá aprovechar
en profundidad en la medida en que el sector público cumpla un papel
impulsor y el país crezca bien, para favorecer un rápido desarrollo
de la industria local.
p.: ¿Cuáles serían los rubros beneficiados?
f.: Hay muchos bienes de capital de tecnología compleja y uso
intensivo de talento y mano de obra. Tenemos disponibilidad de
cerebros y mano de obra calificada a bajo costo; allí está nuestra
ventaja relativa, con respecto a otras naciones. Estoy hablando de
una gran cantidad de maquinarias y equipos bastante complejos. Por
otra parte, en la medida en que la estrategia nacional indique que
hay que desarrollar ciertos sectores de bienes de capital, aun
cuando en una primera etapa no tengamos ventajas comparativas, si se
le otorgan los incentivos suficientes como para que pueda exportar,
las consecuentes economías de escala permiten soñar un mano a mano
—el día de mañana— con los productores más eficientes del mundo.
Hay dos aspectos: el régimen legal de protección a la industria
local y la racionalización de la política de compras estatales. A
este respecto, conviene formular programas de mediano plazo, que
mantengan un ritmo creciente de inversión, estandaricen los equipos
y faciliten el financiamiento a los proveedores locales. El sector
público tiene, además, la gran posibilidad de inducir el cambio
tecnológico y las fusiones de empresas, allí donde haga falta. Este
tipo de razonamiento no es, por cierto, original: en Brasil tuve
oportunidad de conocer de cerca la función inductora del Estado.
p.: ¿Cuál sería el papel del ahorro interno y el de la financiación
extranjera en este proceso? ¿Hasta qué punto apelar a ella no supone
una ilusión, dentro de ese esquema?
f.: Bueno, éste es un punto muy importante. Estoy seguro de que el
país está en condiciones de lanzarse a un vigoroso programa de
expansión de inversiones, sobre la base de un mayor y mejor uso del
ahorro nacional y, a la vez, de una captación mayor de ahorro
externo. Obviamente, la estructura del financiamiento externo
condiciona —desde el punto de vista del sector público— la política
de respaldo a la producción local; no cabe duda de que una buena
parte del financiamiento externo se propone favorecer las
exportaciones de los países desarrollados. Los créditos de
proveedores, y en alguna medida los organismos internacionales,
limitan el peligro de un exagerado desembolso local.
Creo, entonces, que hay que manejarse con un criterio pragmático;
tratar de adecuar ese financiamiento a la política nacional. Para
ello, pienso que hay que elevar al máximo las financiaciones
externas de libre disponibilidad (bonos y
otros). Obviamente, para los componentes importados de los proyectos
habría que movilizar otro tipo de préstamos, a más largo plazo y más
baratos. Pero éste es un problema de tipo operativo: lo importante
es fijar la política y adecuar el financiamiento a esa política.
p.: ¿Es unánime la opinión del Gabinete económico acerca de este
punto?
f.: Estos conceptos están incorporados a las Políticas Nacionales.
Le corresponde a mi Ministerio buena parte de la instrumentación y
elaboración de las ideas básicas; luego, en colaboración con
Economía debemos completar el esquema operativo que las lleve a la
práctica. Estimo que no va a haber dificultades, porque creo que
todos los que estamos en el Gobierno nos identificamos con sus
grandes objetivos.
p.: En el largo plazo, ¿se va a seguir la experiencia brasileña, que
procura un aprovechamiento integral del potencial hidroeléctrico?
f.: Sí. Un primer objetivo es ampliar la capacidad instalada, para
satisfacer un crecimiento anual de la demanda no inferior al 10 por
ciento anual, que es el que corresponde a una economía en expansión.
El segundo es adecuar la estructura de la oferta eléctrica a la
dotación de recursos del país y, en especial, a las fuentes de
energía más baratas.
En este sentido, creo que ya se está insinuando el concepto de no
descansar fundamentalmente en las fuentes térmicas. sino incorporar
los recursos hidroeléctricos y los generados por energía nuclear. Se
trata de activar los aprovechamientos de la Cuenca del Plata;
mantenemos conversaciones con el Uruguay para acelerar el calendario
de ejecución de las obras de Salto Grande, y con el Paraguay para
iniciar los estudios de factibilidad de Apipé. En el Sur, además de
El Chocón, pensamos en Piedra de Águila.
En cuanto a las centrales nucleares, se está estudiando su
establecimiento en varias zonas del interior, entre ellas Córdoba.
Este programa va a cambiar, en la próxima década, el origen de la
oferta eléctrica del país.
No vamos a descuidar, sin embargo, la política petrolera; no sólo
crecerán las centrales térmicas, sino también los requerimientos de
la industria petroquímica.
p.: En cuanto a El Chocón, su reciente anuncio en el sentido de que
la energía quedará en la Patagonia se interpretó como una
rectificación de la política anterior. ¿Es así?
f.: En mi opinión, la política de abastecimiento eléctrico de la
Patagonia debe consistir en proporcionarle toda la energía que
necesite para impulsar un vigoroso proceso de expansión, beneficiado
por precios preferenciales. Claro que la capacidad potencial de la
zona excede, en lo inmediato, a su demanda; esa energía sobrante
hace falta en otras zonas del país. Hay que venderla donde haga
falta. Desarrollo regional no es sinónimo de provincialismo
autárquico; al país hay que concebirlo como un todo integrado.
p.: Otro problema es el de las reservas de petróleo ubicadas, que no
son, por cierto, numerosas...
f.: Una prioridad de la política petrolera es expandir las reservas
a través de un vigoroso impulso a la exploración. La intención es
fortalecer a YPF y movilizar además el aporte privado en la mayor
medida posible para alcanzar los objetivos.
p.: ¿Hay cambios en el plan ferroviario?
f.: Estamos trabajando con Ferrocarriles Argentinos para elaborar el
programa de mediano plazo de la empresa. Se dará mucha importancia a
las redes urbanas —electrificadas y de alta velocidad—, que han
probado su conveniencia y economicidad en otros países.
Ir Arriba
|
|
Aldo Ferrer según Flax
|
|
|
Aldo ferrer
|
|
|
|
|