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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ


Aldo Sessa
Arte para el verano

Revista Mercado
18 de enero de 1979

un aporte de Riqui de Ituzaingó


 

 

 

Para confirmar y acentuar la circunstancia de que este año, como ningún otro anteriormente, Punta del Este es un balneario no solo de moda sino rico en matices, el artista argentino Aldo Sessa inaugura una muestra de trabajos en una no menos flamante galería de arte bautizada Ta- Nisia. Más allá de que una exposición —cualquiera sea— en lugar de vacaciones no deja de ser un desafío a la natural molicie de los veraneantes, esta vez la presencia de quien fuera elegido en 1978 por la Cámara Júnior de Buenos Aires como uno de los "Diez Jóvenes sobresalientes del año", otorga al anuncio mayor singularidad. Sessa es, probablemente, uno de esos eclécticos protagonistas de nuestro tiempo que no renuncia a ninguna de las vastas posibilidades que ofrece al arte para expresarse. Aún cuando su trayectoria de pintor es la que le ha deparado y lo ubica en un plano destacado en nuestras artes plásticas, también la fotografía, la ilustración, la serigrafía, el diseño, forman parte de sus manifestaciones personales. "No desecho ningún elemento de los que me ofrece la naturaleza; al contrario, los integro".

De esta actitud frente al arte, Aldo Sessa ha obtenido especiales reconocimientos: una obra suya, "Antes del Principio", fue donada por el Gobierno Argentino al de los Estados Unidos para su exhibición permanente en la NASA, en Texas; otra, distinguida en el Salón Nacional de Pintura; en 1976 ilustró poemas de Jorge Luis Borges reunidos en "Cosmogonías", editado por Librerías La Ciudad, volumen que obtuvo el primer premio al mejor libro de arte impreso en la Argentina; distinción que se repite otra vez en 1977, por su obra "Letra e Imágenes de Buenos Aires" en colaboración con Manuel Mujica Láinez. 1978 fue también un año de producción incesante: otro libro, "Más letras e imágenes de Buenos Aires", lo confirman como un fotógrafo de excepción y le confieren la posibilidad de integrar la representación argentina en la "Primera Bienal ítalo Latino Americana de Técnicas Gráficas", en Roma. Como corolario efectúa diseños para vajillas de la línea "Hartford arte", y en su chalet de playa Mansa, "Cruz del Sur", ha instalado un nuevo taller casi sobre el mar desde donde confiesa "haber atrapado las imágenes de la actual exposición en Punta del Este, que se prolongará hasta los primeros días de febrero".
MERCADO —No es habitual que un artista acepte exponer en un lugar de veraneo. O, por lo menos, sin hacer objeciones. Una de las más generalizadas es que el público no está en condiciones de cambiar el clima de playa y diversiones por una actitud de contemplación profunda.
SESSA —Es cierto, pero yo siempre trato de ver las cosas con la mayor objetividad. Como conozco este lugar, no me es ajena su intensa vida natural, sus características de balneario, de despreocupación. Yo mismo acepto esa posibilidad y gozo de la Punta como cualquier otro individuo de vacaciones: me inundo de sol y de mar, acepto que el mejor cuadro sea la línea del horizonte o el crepúsculo. Por eso, cuando me invitaron a exponer en la nueva galería Ta- Nisia, cerca del puerto, vacilé y dudé mucho: ¿A quién le puede interesar —me pregunté— meterse con una pintura tan metafísica como la mía en este lugar regido esencialmente por la naturaleza y el bienestar del cuerpo? Yo advertí entonces que hacer ese tipo de muestra era suicida, o por lo menos, improcedente. Sin embargo, tuve otra idea: ¿por qué no hacer una obra diferente? ¿por qué no aceptar el desafío de la naturaleza y trasladar esos mismos elementos a la tela, el papel, el diseño? Por un momento tuve ganas de tapizar de soles y arena cada una de las paredes de la galería, tapizarlas con grandes paneles de pintura hasta el piso y el espectador que quisiera comprar, sólo debía cortar con una hojita un pedazo y llevárselo de acuerdo a un valor establecido por centímetro cuadrado. Luego, fui más razonable: resolví, en dibujos y pinturas, usar los mismos elementos que están allí afuera, al alcance de los veraneantes. Después de todo, para mí, esos elementos como el sol, los planos de agua y arena, los vastos cielos, las piedras y los promontorios rocosos son parte de mi universo y no me costó nada atraparlos. En una palabra, adapté esos elementos de acuerdo a mi propia propuesta estética. Creo finalmente, que esta exposición tan variada —diseños, dibujos, pintura, serigrafías— tiene mucho que ver con el verano.
MERCADO —En su caso particular es natural que se trate de una exposición, digamos, de diversos matices. Donde no hay una obsesión o predilección por un género determinado. Incluso hasta parecería cada vez más difícil ubicar a Sessa en una línea temática o en un oficio único. ¿Qué es Sessa? ¿Fotógrafo, pintor, dibujante, diseñador?.
SESSA —No quiero sentirme limitado teniendo a mi alcance todos los elementos que un artista puede manejar. Incluso, no es esto todo: muy pronto encararé la escenografía, la escultura y más adelante haré mi experiencia cinematográfica. Esta actitud sería de absoluta dispersión si el artista no las resuelve, en el plano estético, con talento o con calidad. Por otra parte, sé que el proceso de creación —si es auténtico y válido— es siempre vertiginoso y tan rico que tiende a querer abarcarlo todo. Un creador, finalmente, tiende a manejar los elementos en totalidad y no puede renunciar a ellos por vocación a la monotonía.
MERCADO —La fotografía ha adquirido en su trayectoria mucha importancia. Principalmente, a raíz de sus últimos trabajos en los libros que realizara en colaboración con Mujica Láinez. No es común encontrar a un pintor que también acepte y se enorgullezca de ser calificado como fotógrafo.
SESSA —Yo tengo un gran amor por la fotografía. La considero una manifestación plástica tan valiosa como un cuadro. Sucede que, por lo general, la fotografía está pulverizada por los medios de reproducción, limitada y empobrecida en su forma de ser mostrada y expuesta ante el espectador. Yo sé, siento, que la mejor fotografía del mundo —si pudiera seleccionársela— reproducida en tamaño pequeño (diez por diez, digamos) está muerta si se la coloca al lado de otra menor pero reproducida en 60 por 60 cm. La escala, cobra en este género una importancia decisiva. Fíjese hasta qué punto, que creo que la primera vez que se expone una muestra fotográfica de jerarquía estética, ha sido recientemente en el Metropolitan Museum de Nueva York. Allí, expuso uno de los monstruos sagrados, Richard Averon, y se montaron paneles con fotografías de seis por seis metros. No me cabe duda, en este caso, la obra de Averon está en un plano de similar importancia a la de un cuadro de Leonardo.
Quiero decir que la imagen fotográfica tiene que ser ampliada en tamaños razonablemente estéticos, ubicada en un ámbito adecuado y dentro de las condiciones en que se mueven otras manifestaciones artísticas como la escultura o la pintura. La Malboro Galerie, una de las más prestigiosas, está exponiendo últimamente obras de maestros como Cartier Bresson, Sam Hanskins, Cecil Beaton, y aquí también la fotografía adquiere niveles de jerarquía. Por mi parte no acepto publicar fotos si no tengo garantías de que van a ser reproducidas dignamente. Qué sentido tiene producir una obra de calidad si el contemplador sólo accederá a una vaga o mezquina reproducción de la misma. Y muchas veces a una deformada visión. El que tuvo la oportunidad de hojear mis dos libros con Manucho, habrá observado —más allá de si fueron de su agrado— el cuidado obsesivo, casi fanático, que se puso en su realización como objeto. En este caso estoy satisfecho: creo haber logrado un acercamiento del 80% de la perfección técnica. Lo que falta debe adjudicársele a imponderables superiores a nuestras fuerzas y capacidad tecnológica. En nuestro país este trabajo fotográfico impreso es una excepción.
MERCADO —El tema tiende a permanecer: la fotografía. Se ve en su taller un material extraño, árboles sobre todo...
SESSA —Ah, es una delación. Estoy haciendo un próximo libro de imágenes que se llamará "Los árboles de Buenos Aires", sobre textos de Silvina Ocampo. Sobre una idea de Silvina, los árboles adquirirán un sentido singular. Son seres vivos, con carácter y personalidad tan diversa, y en situaciones también tan diferentes, que nos dan plena libertad. A veces me sorprendo yo mismo, con la cámara, presagiando una madrugada o un atardecer de tormenta, a la expectativa de ese instante preciso en que se fijará el testimonio. Otras, los árboles de Buenos Aires me parecen exuberantes o callados, llenos de pájaros o flores, o acaso melancólicos y agonizantes. La búsqueda me resulta fascinante y conmovedora, es como salir a la caza de fantasmas. A diferencia de los otros libros, enmarcados dentro del tema de la ciudad, éste acepta mayores libertades creadoras. En aquel caso, la fotografía y el texto debían someterse, claro, a una lógica histórica o geográfica. La catedral, el Colón, un barrio, por ejemplo. Con los árboles, tanto Silvina Ocampo como yo podemos internarnos en un predio más vasto: el de la total imaginación.
MERCADO —Volviendo a su diversidad, Sessa. ¿Usted cree que estamos en desventaja con respecto a países europeos o Norteamérica? ¿Ellos son más abiertos en la concepción del arte? ¿Nuestros artistas son menos atrevidos o audaces en ese aspecto?
SESSA —No, de ninguna manera. Ellos están más estereotipados, encasillados y conservadores. Allá, en Estados Unidos por ejemplo, donde conozco bastante el medio, un pintor que tiene éxito con la neofiguración rara vez se atreve a encarar otra cosa, tiene miedo de perder ese éxito. Está el caso del famoso Moore: ha hecho toda la vida prácticamente lo mismo. Sucede que los propios marchands lo obligan a quedarse, le dicen que si hace otra cosa tal vez no se venda, y como ellos quieren vender... De todas maneras, también hay grandes maestros a quienes admiro, Tapies, por la fuerza y el mensaje de su obra aunque sea opuesta a la mía. Con relación a mis gustos, soy bastante libre también: no pretendo que todos se asemejen a lo que yo pinto. Aunque ahora yo esté en el surrealismo no rechazo lo geométrico o cualquier otra expresión por opuesta que sea a la mía. Quiero decir algo sobre la plástica argentina actual, en especial sobre una excelente generación media que está ocupando un lugar de privilegio. Una generación, que está entre los 40 y 45 años. Ary Brizzi, Carlos Silva, Alejandro Puente, Héctor Borla, Garabito, Domingo Gatto, Josefina Robirosa, Heredia... Creo que nuestro país tiene unas valiosas perspectivas históricas en este sentido, sobre todo en la plástica.
MERCADO —Acaba de mencionar nombres, personas, gente. Paradójicamente, Sessa, en su obra rara vez aparece la figura humana, por lo menos no aparece significativamente.
SESSA —Mi inclinación a lo metafísico, a lo cosmogónico, me ha hecho suprimir algunas anécdotas que en esa visión no correspondían. He tratado, hasta ahora, de fijar en mi obra elementos más simples, como paso previo a la consolidación de la figura humana que también voy a integrar. Estoy ahora en la etapa de los símbolos. Hace unos días descubrí que sacando una fotografía de un pequeñísimo sector de la naturaleza (una superficie de arena y piedra de la playa, de cinco centímetros) estaba en realidad, reproduciendo en escala reducida un macromundo más vasto de similares características. Ese pedacito de playa, digamos, es idéntico a una extensión de 18.000 kilómetros cuadrados del desierto de Sahara. Yo no pinto personas pero también a un árbol lo siento como vivo. Quizá, sea el símbolo de la naturaleza que tiende a acercarse más al cielo.