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Veterano Romeo

 

 

Acaba de cumplir 38 años en su nuevo local de Avenida de Mayo al 1400, en realidad el primer piso de una vieja casona, y es toda una institución en el periodismo argentino. No hay diario o revista del continente que no tenga canje con Los Recortes, una servicial agencia que provee a colegas, fanáticos de cualquier cosa y estudiosos de las más diversas disciplinas, de un material vastísimo y actualizado.
Uno de sus creadores, Andrés Romeo, 77, casado (porteño de Plaza Lorea y redactor de La Nación), sintetiza así el slogan con que logró convencer a sus clientes: No pierda tiempo. La conveniencia de seguir este consejo fue experimentada por miles de personas que optaron por no convertir sus casas u oficinas en archivos y prefirieron alquilar los sobres celestes con el material seleccionado que les interesaba.
Una lanceta y una chapa de cinc bastan para que los veinte empleados de la agencia produzcan diariamente unos treinta mil recortes para alrededor de mil abonados. Las tarifas son módicas: de cuatro a veinte mil pesos mensuales, según el volumen y la importancia del servicio.
La idea surgió hacia 1926, cuando Romeo conoció en Nueva York —en uno de sus viajes profesionales como crítico teatral— una de esas organizaciones, conocidas como Press Clippings. Si bien desde 1920 ya funcionaba en Buenos Aires Los Diarios, una agencia análoga, la idea lo sedujo y lo llevó a persuadir a dos colegas de la sección policía: Alfredo Burnet Merlín, hoy jubilado, y Luis Mario Bello, corresponsal de La Nación en París.
Los tres emprendieron la aventura en un reducto de 4 por 4 ubicado en Corrientes y Reconquista, donde estaba el viejo edificio del Correo. De ahí emigraron en 1936 a un local de Cangallo 940 y desde hace un año la agencia ocupa un piso de 157 metros cuadrados, construido en 1910, que le costó cuatro millones de pesos viejos.
El primer cliente fue Francisco Canaro, que ya tenía su orquesta; pagaba tres pesos mensuales para recibir todo lo que se publicara sobre él. Después se hizo la cadena, integrada por personajes tan disímiles como Marcelo T. de Alvear, Carlos Gardel, Alberto Barceló, Roberto Noble, Irineo Leguisamo, Manuel Fresco, Enrique Santos Discépolo, Ramón Novarro, Josephine Baker, Pepe Arias, Libertad Lamarque y otras figuras de la política y el espectáculo.
"Matías Sánchez Sorondo —memora Romeo— recibía los textos que lo aludían y todos los materiales referentes a marxismo y socialismo; un día reclamó un recorte de Crítica que, según él, se nos había pasado. No era para menos: el diario de Botana, enemistado con él por su actuación durante el uriburato, lo llamaba el señor Sánchez." Gardel pagaba los consabidos 6 pesos mensuales de la época pero casi nunca recibía los sobres. Estos eran enviados a la casa de su madre, en la calle Jean Jaurés. Después de la tragedia de Medellín se le remitieron todos los ecos del acontecimiento a su secretario y hombre de confianza, Armando Defino. Por aquellos tiempos los teatros se abonaron en bloque, a razón de 10 pesos mensuales cada uno, todo un acontecimiento en la vida de la agencia. Uno de los mayores beneficiarios de Los Recortes fue Luis Sandrini. Cobraba sus actuaciones de acuerdo con la cantidad de veces que se proyectaban sus películas y hasta que tuvo el control de lo que ocurría en las salas del interior perdió cantidades siderales de dinero en concepto de cachéts no percibidos, argentores recurrió al mismo expediente para enterarse de las piraterías de algunos conjuntos filodramáticos de provincia.
"Un caso insólito —añade Romeo— se produjo entre 1940 y 1942: un penado de la cárcel de Las Flores, en la provincia de Santa Fe, se manifestó interesado por recibir problemas de ajedrez: fue el único servicio que brindamos gratuitamente." Y continúa: "Nos gusta complacer a los clientes excepcionales, independientemente del factor económico; hace un año los amigos de Roberto De Vicenzo confeccionaron una carpeta de recortes con los artículos sobre su gesto de aceptar la derrota en un importante campeonato internacional de golf, donde se había rebajado el puntaje al anotar mal su propio juego. Cuando llegó se lo regalaron en un banquete de recepción".
Están también los clientes excepcionales, como la misteriosa dama que en los años 1957 y 1958 contrató el material referente a Juan Domingo Perón y Jorge Antonio, o los obstinados cultores de las palabras cruzadas, los horóscopos, la heráldica, la filatelia, las recetas de cocina, los consejos de belleza y los ídolos deportivos. Otros se especializan: una anciana pidió que le enviasen todos los casos de parricidio y hubo quien siguió a Los Cinco Latinos durante su trayectoria completa.
Sin embargo, uno de los rubros con mayor actividad es el bibliográfico. Las editoriales acogen volúmenes enormes de papel con comentarios sobre sus más recientes libros y las productoras de discos se interesan hasta por las gacetillas que hablan de la vida particular de sus astros exclusivos, un tema delicado. "Norman Brisky —reveló un empleado— nos ha pedido que le suprimamos los recortes que chimentan insidias sobre su vida sentimental porque tiene líos con la mujer."
Desde que entró a los 15 años a La Nación, Andrés Romeo se ligó a los papeles impresos. A los 21 dejó la Facultad de Medicina y ya no tuvo otro remedio que zambullirse en las noticias. Él lo dice con gracia: "Serás lo que debes ser, o si no serás periodista ..."