Carlos Guido y Spano

Un año más ha orlado de nieves y de flores la hierática cabeza del poeta. El 19 último, en efecto, cumplió Carlos Gruido y Spano, 84 años. Fué un día de júbilo para la familia argentina que considera á ese anciano como el patriarca de sus amores.
Los niños acudieron á depositar flores y á dejar la ofrenda de sus besos en esos cabellos albos que le dan al bardo el aspecto de un viejo león.
Los admiradores lo visitaron cariñosamente. De todas partes le llegaron al poeta cartas y telegramas de felicitación. El hogar del poeta, convertido por el respeto de sus conciudadanos en un templo donde se oficia el ritual de los homenajes al civismo y al amor de lo bello, se vio invadido por cuantos admiran su bondad de apóstol, su preclaro civismo y toda esa bella obra literaria, confundida muchas veces con las palpitaciones de la opinión pública, lo mismo en las horas bonancibles de la paz, que en momentos de prueba y de lucha. Aunque no solo, como dijo un cronista—en la forma que podía participar Tirteo en los combates, presidiendo el transcurso de la historia con su melodía—sino con la acción reivindicadora de la falange popular.

 

 

 

 

 

OTRAS CRÓNICAS NACIONALES

Misceláneas 1970:Tango de otra manera - Palabrotas argentinas - Memoria de un maldito
Carlos Mugica 43 años El asesinato de un sacerdote - Reflexiones de Horacio de Dios
Félix Luna - Reportaje imaginario a Perón
Revista Mundo Infantil: Fangio - Gálvez
Astor Piazzolla, el bandoneón de pie
La psicosis del golpe (1975)
El mito Gardel
Sergio Renán y su grupo teatral
El extraño caso de la salida política
No en vano su figura —aun hoy que una dolencia pertinaz lo tiene postrado desde hace 20 años en el lecho del dolor— tiene toda la soberbia majestad de un apóstol y de un patriarca venerable que en épocas lejanas arengaba á las multitudes desde la tribuna popular ó desde las columnas de la prensa de combate; ese mismo ciudadano que después de combatir altivamente la tiranía, marchaba al extranjero á comer el pan del ostracismo y á recibir en los ambientes europeos el justiciero homenaje que merecían sus talentos; el mismo que más tarde, cuando una epidemia terrible llenaba de luto y de horror la ciudad de Buenos, Aires, trocó sus gestos de fiereza en una magnánima caricia de humanismo, exteriorizando esa filantropía que sólo pudo tener germen en su grande y generoso corazón.
He aquí algunos de los rasgos biográficos del poeta y sus meritorios servicios al país, al propio tiempo que el abolengo de su ilustre apellido.
Nació en Buenos Aires el 19 de enero de 1827, siendo sus padres el general don Tomás Guido, ilustre guerrero de la independencia, secretario del general San Martín y diplomático, y doña Josefa Spano, distinguida matrona de aquella época.
Pasó parte de su juventud en el Brasil, donde residía el autor de sus días, acreditado como embajador, y la otra parte en viajes por el viejo mundo, donde refino su espíritu y completó su vasta ilustración literaria.
De regreso al país, se entregó en absoluto y con gran éxito á sus tareas literarias, alternadas lo mismo en la prensa de combate que en las filas del pueblo, señalándole el camino de las supremas reivindicaciones, hasta que las circunstancias políticas le obligaron á salir del país, embarcándose para Europa.
Residió en Lisboa, donde se le tributaron grandes homenajes por la traducción de varias obras del portugués: luego pasó á Londres, que evocó en páginas de admirable literatura, y finalmente á Francia, por cuya política sentía vivísimo interés. Allí publicó algunas de sus obras, que fueron favorablemente recibidas por la crítica, y cultivó la amistad de eminentes hombres de letras.
La caída de la dictadura militar le permitió regresar á la patria, y recomenzar sus trabajos literarios.
Además de su copiosa y exquisita producción poética, escritos políticos é históricos, sirvió al país desde altos cargos públicos, que desempeñó durante más de tres lustros. 
Fué secretario de agricultura, donde tuvo fecundas iniciativas tendientes á impulsar esa fuente de riquezas del país. dando pruebas de una intensa laboriosidad, como lo demuestran las gruesas memorias de esa repartición, escritas, corregidas y ordenadas por el poeta, y de las cuales ofrecemos un facsímil. Más tarde fué vocal del Consejo Nacional de Educación en tiempos que ese alto cuerpo estaba presidido por el gran Sarmiento. Luego subsecretario de estado en el ramo de negocios extranjeros, y archivero general de la nación.
No se significó menos, como filántropo, cuando la terrible epidemia de la fiebre amarilla en Buenos Aires. ¡El pueblo, premió con una 'cruz de hierro" los heroicos y meritorios actos de altruismo de que dio
prueba como presidente de la Comisión Popular, la que asumió, puede decirse, en aquellos días luctuosos, el gobierno de la sociedad desmigajada por la tribulación y el espanto. Más tarde, por esos mismos servicios, se le otorgó el título de "Socio de mérito de la Cruz Roja" En cuanto a su prestigio literario, es sólido y ha sido conquistado en buena ley. De ahí que haya salvado, las fronteras del país para recibir, la glorificación que merecen sus talentos no va en toda América, sino en Europa, donde es "miembro correspondiente de la Real Academia Española" y de otros centros literarios y científicos.
Entre sus obras, sobresalen ''Hojas al viento", "Ecos lejanos"", "Ráfagas", "Miceláneas" y un importante trabajo de reivindicación histórica sobre la personalidad de su padre, el ilustre prócer don Tomás Guido, por el que siente la admiración que merecen sus méritos, ingratamente olvidados por nuestros gobiernos, que levantan monumentos á los que aún está por juzgar la posteridad.
En todas sus obras, el poeta exterioriza el culto á la forma y el equilibrio del concepto, en términos que hacen considerar á Guido y Spano como el primer clásico del parnaso argentino.
_______
Después que pasó por la vivienda del poeta toda la avalancha de sus admiradores, fuimos á visitarle. Nos recibe en el mismo modesto cuarto lleno de luz y alegría de hace veinte años, cuando le conocimos. Notamos el mismo aspecto humilde y severo, los mismos muebles sencillos y limpios, rebosantes de libros y periódicos.
Sentado en su lecho, el poeta emerge como un blanco lirio con la cabeza erguida, nimbada por su plateada cabellera; sus ojos llenos de infinita dulzura y de altivez hidalga. Sus labios, ligeramente contraídos, sonríen siempre bondadosamente.
Contrasta su aspecto varonil, lleno de vida, con la dolorosa inmovilidad de las piernas. Se dijera que sobre el lecho del poeta caen los años suavemente, ya que continúa ardiendo como un perfume su corazón y centellando como un astro su inteligencia.
Nos estrecha la mano efusivamente y nos acoge con palabras extremadamente amables. Después, le hablamos de la misión que nos ha confiado EL HOGAR.
— Estoy abrumado — nos dice — con esta popularidad de que me hacen objeto. Y todo porque soy el "delicado cantor de Amira", porque soy un hombre bueno, que vive tranquilamente en su retiro. Eso, nada más soy para mis compatriotas—exclama con cierto dejo amargo—sin tener en cuenta que en toda mi vida he sido un hombre de acción en la falange popular.
Luego reacciona y exclama:— Esto me impacienta, porque me convenzo de que no valgo nada, ya que tan incondicionalmente se me admira; quisiera ser un hombre á quien se le discute, á quien se le ataca, para convencerme de que tengo algún mérito.
Hace una pequeña pausa, y hojea un número de nuestro magazine, con el cual le hemos obsequiado, y dice:
— Es realmente prodigioso como progresan las artes gráficas en Buenos Aires y con ellas las publicaciones. Eso quiere decir que hay muchos lectores, ¿verdad?—Y en tono irónico agrega: — Yo francamente no sé para qué lee la gente, cuando ello no trae ningún provecho, á no ser el de hacerse haragán, como yo, que he leído toda la vida. Hay más provecho en pasar la vida alegremente, divertirse, negociar, hablar mal del prójimo, que en leer, ya que ni en el cielo podrá justificar ese vicio indolente.
El anciano busca á su lado un silbato y llama, no tardando en presentarse una mucama,
—Traeme — le dice — aquel grueso volumen de agricultura.
Poco después, lo tenemos en nuestras, manos, y el anciano agrega:
— Esa labor ímproba, que implica la confección de ese y otros volúmenes que forman las memorias del ministerio de agricultura cuando era secretario, le prueban que no he sido un bardo inútil, que no he pasado por la vida cantándole á los pájaros y á las flores, como dicen.
Y prosigue su amena "causerie'' siempre chispeante y ocurrente, sin que se fatigue un momento, hasta que entra la compañera del poeta, una venerable matrona, á quien hemos tratado años atrás—la señora Micaela Lavalle — sobrina del general Lavalle y hermana de don Ricardo Lavalle, nombrado últimamente embajador á Chile.
Es la única que acompaña al poeta—pues sus hijos todos se han casado—y allí viven complementando sus existencias diáfanas. Cuando están solos se entregan á sus aficiones filarmónicas, y mientras el anciano arranca delicadas armonías á la flauta, que toca admirablemente, ella le acompaña al piano.
Hablando á este respecto, nos dice el poeta:
—He tocado admirablemente la flauta, y quizás nadie lo sabe, como ignoran muchas otras cosas de mi vida. Poco después nos despedimos del poeta y su amable señora, que nos dice:
—Vuelva usted á ver á Carlos, que se complace en tener con quien charlar un rato.
Se lo prometimos, con una sonrisa, que nada aseguraba, pues no quisimos decir á los buenos ancianos que nos falta tiempo para visitas.
Y cuando abandonamos ese recinto donde vive apaciblemente sus últimos años el delicado autor de "Hojas al viento'', salimos pensando en ese genial anciano, siempre joven y espiritual, que quisiera verse libre de sus dolencias sólo para darse un baño de aticismo en las calles de Buenos Aires, rebosantes de hermosas mujeres, deshojando á su paso las flores de su ingenio.
— ¡Son tan hermosas! —exclama el poeta con cierta alegría infantil. — Es lo único que deseo, y ya es mucho.
revista El Hogar
1º de febrero de 1911

 

pie de fotos
- Carlos Guido y Spano - Señora Josefa Spano de Guido, madre del bardo - Brigadier general don Tomás Guido, prócer de la independencia argentina y hábil diplomático, padre del poeta.
-Guido y Spano en el año 1870 - El poeta en 1899 -  Guido y Spano en caricatura, una de las más originales que existen - Otra caricatura del poeta .
-La esposa del poeta, señora Micaela Lavalle de Guido -La modesta vivienda de Guido y Spano donde ha pasado los últimos años de su vida - La biblioteca del cantor de Amira
-Carátula de "Hojas al Viento" - Carátula de un trabajo histórico - Carátula de "Ráfagas" - Memoria del Departamento de Agricultura - Autógrafo

 

Vamos al revistero