"Nací para mandar"

Rojo y negro. Roja su campera. Negro su pelo. Roja y negra su corbata. Negro su pantalón ...
Juan Perón me esperaba, debajo del arco entre su living y su estudio. Simpático, sonriente, amigo ... Sí, esa es la palabra: uno lo sentía amigo. Y sin embargo... no sé. ¡Cuántas veces había visto yo esa misma sonrisa, esos mismos brazos extendidos, esos mismos gestos! ¡Cuántas veces había escuchado esa misma voz!... La voz de un hombre que lo había tenido todo: el mejor momento, la mejor oportunidad, el cariño de los humildes, la simpatía de los esperanzados, la fe de los necesitados!... ¡Mi Dios! ¿Cómo había podido perder todas esas posibilidades? Tuvo la ocasión única, maravillosa, casi milagrosa de realizarlo todo. Entonces ... ¿cómo pudo haberse dejado destruir? ¿Cómo pudo haberse escondido, escapado, huido para siempre en la cañonera? Aún hoy me parece imposible. Nos parece imposible ... Y nos preguntamos: ¿cómo?

 

 

 

 

 

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Aquí está ahora. Tranquilo, sereno como siempre. ¿No tiene sangre en las venas? ¿Mi presencia de argentina no le trae recuerdos? ¿Cómo? ¿Cómo puede extenderme los brazos si se ha escapado? ¿Cómo, cómo puede recibirme con tanta serenidad, hablarme con tanta tranquilidad? Me pregunto si es de verdad un hombre. Me pregunto si es de verdad un ser humano este señor de campera roja, de cabello tan negro y de corbata roja y negra. ¿Cómo demonios puede vivir tan tranquilo? ¿Salir de su garganta una voz tan impávida? ¿Repetir esos gestos cordiales? ¿Estoy frente a un hombre? ¿O estoy frente a un ser extraño, totalmente privado de sensibilidad?
Lo escucho, señores. Lo escucho para descifrar este misterio. Para saber quién ha sido y quién es Juan Perón.
Les pido que sean objetivos, que lean con atención cada palabra, que la piensen, que la analicen. Y recién después, mucho después ... juzguen.
BLANCO Y NEGRO, BUENOS Y MALOS
—"Leí é nata in Italia? Oh, io l'italiano l'ho parlavo abbastante bene... beh, piuttosto bene. Adesso, non piú tanto. Una volta cuando andava a Roma mi credevano piamontese. Ah, che bei tempi! Che tempi lontani!" ... ¿Sabe? Yo pertenezco a una familia de la clase media. Del tipo normal de aquellos tiempos. Mi padre tenía una estancia en el pueblo de Lobos. Allí, mi querida, nací yo... En esa época se comenzaba a desarrollar la Patagonia y había muy poca gente aún. Mi padre, que había sido estudiante de medicina —mi abuelo médico lo había hecho estudiar, un poco a la fuerza— se fue al campo cuando mi abuelo murió. A la estancia de Lobos... Luego vendió todo eso y con las ganancias compró un campo en la Patagonia. En 1905 me envió allá ...
Y allá estuve. ¡En Río Gallegos! ¡38º bajo cero! De manera que me crié en ese duro ambiente de la Patagonia. Claro, usted me entiende ... llegó la edad en que un maestro de allá no me podía enseñar mucho. Entonces fue cuando me vine a Buenos Aires. ¡Ah, qué soledad en Buenos Aires! Viví totalmente solo. Estuve en el Colegio Internacional Politécnico... ¡Qué soledad Era un colegio de internado, ¿sabe? Primero en la Capital y luego en Olivos. Estuve hasta los quince años, edad en la que entré en el Colegio Militar. Allí estuve los años que establece el reglamento...
Le pregunto lo que cualquiera de ustedes preguntarían:
—¿Por qué eligió la carrera militar, general?
—¡Bueno ... yo ... Tenía inclinaciones para ser médico, y estaba preparándome para el ingreso a la Facultad de Medicina ... ¡Me acuerdo todavía de los tres tomos de anatomía que me querían hacer tragar! Eso me descorazonó un poco de entrada... Pero estaba en el Internacional Politécnico cuando varios compañeros míos ingresaron en el Colegio Militar. Y a mí la carrera militar no me disgustaba ... Claro que me interesaba más la medicina ... Pero vi a esos muchachos que salían a pasear de uniforme y que estaban encantados con su carrera ... Bueno, rendí examen de ingreso y entré en el Colegio Militar. No, mi querida ... mi dedicación a la carrera militar no era excesiva. Porque, sabe usted ... yo soy un hombre polifacético. Me gustan muchas cosas, pero no me canalizo en una sola. De lo contrario, hubiera sido un militar como todos los demás ... Y yo he tenido otras inclinaciones ... Me ha gustado mucho estudiar, viajar con los ojos bien abiertos. No he ido a Italia para ver la Torre inclinada de Pisa ... sino otras cosas mucho más importantes que había en esa época en Europa ... Pero como todas las cosas, mi vida ha tenido un principio. Ese principio ha sido mi madre. Ella descendía de españoles: Toledo Sosa. Eran argentinos de cuarta generación. Me contaba mi abuela —aún lo recuerdo vividamente—, que cuando Lobos era apenas un fortín ellos ya estaban ahí. Cuando la vieja solía relatar que había sido cautiva de los indios, yo le preguntaba: —"Entonces, abuela ... ¿yo tengo sangre india?". Me gustaba la idea, ¿sabe? Y creo que en realidad tengo algo de sangre india ... Míreme: pómulos salientes, cabello abundante ... En fin, poseo el tipo indio.
Y me siento orgulloso de mi origen indio, porque yo creo que lo mejor del mundo está en los humildes. No creo en los evolucionados. El mundo tiene solamente hombres buenos y hombres malos. Son las únicas categorías que acepto. El hombre más evolucionado puede llegar a ser más perverso que el humilde, porque cuanto más inteligencia tiene el ser humano, cuantos más medios económicos y culturales disfruta ... más peligro puede traer a sus semejantes. Ahora bien, usted se preguntará acerca de mi padre. Mi padre no era humilde. Mi abuelo paterno era un médico de la oligarquía argentina, fue famoso. Diputado, senador, presidente del Consejo Nacional de Higiene, Practicante Mayor de Ejército del Paraguay... Fue un hombre de excelente posición económica ... Contrastaba con mi madre, cuya única fortuna consistía en su carnicería de Lobos. Mi abuelo fue respetable. Fue un estanciero, y mi padre también ... Le repito: para mí lo mejor que tienen los países son los pueblos. Todo lo demás, mi querida, se divide en dos categorías: buenos y malos.
Hagamos una pausa. Juan Perón nos ha proporcionado algunos datos importantes. Nos ha dicho que se enorgullece de su origen indio — que por otra parte es bastante incierto—. Nos ha destacado la humildad de su madre. Y rodeó a la historia de su abuela cautiva de los indios con una aureola romántica... Nos ha especificado que es hijo de un médico fracasado. Nos ha dicho claramente que es el fruto de la unión de un varón oligarca con una mujer humilde. Nosotros sabemos que esto, dentro de nuestra estructura social habitual, es un hecho insólito y propicio a consecuencias conflictuales. Conflictuales para el matrimonio en sí y conflictuales para los hijos de ese matrimonio, que, como en el caso de Juan Perón, pueden llegar a ver el mundo en dos colores: blanco y negro; o dividido en dos categorías: buenos y malos. Ricos y pobres. Cultos e incultos. Para Juan Perón no existieron, no existen ni existirán jamás el gris, los hombres capaces de actuar bien y mal al mismo tiempo, los de la clase media, los de mediana cultura ... Todo lo compara inconscientemente con lo que observó desde el primer momento en que abrió sus ojos al mundo: los padres. Y sus padres no eran grises. Eran blanco y negro. Su padre rico, su madre pobre. Su padre culto, su madre inculta. Su padre severo, su madre buena. "El hombre más evolucionado puede llegar a ser más perverso que el humilde, porque cuanto más inteligencia tiene el ser humano, cuanto más medios económicos y culturales disfruta... más peligro puede traer a sus semejantes". Evidentemente... Juan Perón temía a su padre. El admite haber padecido esa triste enfermedad llamada soledad. Y la soledad
ha influido en la elección de su profesión. La medicina —es evidente— significaba largas horas de estudio, de aislamiento. Significaba seguir la línea paterna —que él, en el fondo, despreciaba—. Mientras que seguir la carrera militar significaba entrar en una institución bien estructurada, adquirir padres nuevos, una especie de familia en la cual él se sentiría amparado, protegido. El uniforme mismo lo identificaba con otros muchachos, integrándolo a un grupo familiar. Y así Juan Perón, el niño cuyos ojos veían sólo dos tonalidades, logró en el Colegio Militar reemplazar la figura paterna por otras autoridades, adiestradas en el mando... Con ellas se quiso identificar.
LOS HOMBRES SIRVEN O NO SIRVEN
—Yo soy igual que Alejandro el Grande, un profesional de la conducción —dice—, y eso es lo que me ha llevado a toda mi actividad. Siempre estuve en mi oficio: conducir. Conducir pueblos, conducir ejércitos, conducir gente... En mi concepto, no hay hombres que sirvan para una sola cosa. Los hombres sirven o no sirven (nuevamente observamos la total carencia de términos medios). Si sirven, sirven para todo... Y si no sirven ... no sirven para nada. Yo he tratado de ser un hombre que sirviera para todo. Sí, sirvo para todo ...
De pronto Juan Perón recuerda la existencia de su hermano. Me habla de él con cierta ternura y al mismo tiempo con cierto desapego, con cierta actitud desdeñosa:
—... se enfermó de una pleuresía, el pobre, y tuvo que irse al campo. Desde entonces permaneció allá. Cuando yo llegué al gobierno, él regresó a Buenos Aires y entonces fue cuando le dije: —"Aquí van a trabajar todos, y vos que sos mi hermano no te vas a quedar sin trabajar". Y él me contestó: —"Bueno ... pero ¿qué es lo que puedo hacer yo?". Elegí —le contesté—, elegí alguna cosa que quieras hacer para trabajar con nosotros". Y él, que era un hombre un poco introvertido, como lo son todos los hombres de la Patagonia, un hombre tranquilo, con gran prudencia, me contestó: "Mira, lo único que yo puedo pedir para trabajar —y no me interesa ni sueldo ni nada, porque no tengo necesidad—, el único lugar en el cual sé que voy a andar bien ... es el Jardín Zoológico. Porque con los únicos con los que me he podido arreglar en esta vida, son los animales ... ". Así fue como nombré a mi hermano director del Zoológico.
Aquí, en este punto, aprovecho para preguntar a Juan Perón si él en cambio se llevaba bien con la gente, si cree haber actuado siempre bien con sus semejantes, si cree haber procedido bien, si cree haber cometido mayor número de aciertos que de desaciertos ...
LOCOS Y CUERDOS
—El éxito —me dijo—, no está compuesto solamente de aciertos. El éxito se construye con aciertos y desaciertos. Cuando los desaciertos son más numerosos que los aciertos, uno ha fracasado. Yo siempre he tratado de acertar en la mayor medida posible, pero aún así reconozco que he cometido algunos errores... ¡Por supuesto que los he cometido!
Le pregunto entonces —como le preguntaría cualquiera de ustedes— cuál ha sido, según él, el más grande, el más inmenso, el más colosal error que ha cometido. Y Juan Perón me responde:
—El de haber creído que se puede hacer una revolución incruenta. El de haber pensado que se puede hacer una revolución sin matar a nadie. La experiencia me ha demostrado ahora que eso es imposible. Ese fue el motivo por el cual me fui del gobierno. Me fui porque soy un hombre que piensa mucho en las consecuencias, y las consecuencias de una acción cruenta en la República Argentina hubieran sido la muerte de un millón de ciudadanos. Yo no quería cargar sobre mi conciencia con la muerte de un millón ...
Y Juan Perón, setenta y dos años de edad, residente en Madrid (España), exiliado... cambia de voz. Asume un tono retórico. Sorpresivamente se produce en él una especie de amnesia. Un olvido total. No, él no ha temido por su propia vida. Según él, sólo ha temido por la vida de un millón de argentinos.
—Me fui porque no quise que se derramara más sangre —dice.
Y yo le pregunto lo que le hubieran preguntado ustedes:
—Pero usted, general... usted que afirma conocer tanto al ser humano ... ¿usted no sabía que tarde o temprano eso es lo que iba a suceder?
—Yo no he hecho otra cosa en la vida que mandar hombres, es cierto. Piense usted que a los 18 años era subteniente y que desde entonces hasta ahora no he hecho otra cosa que mandar hombres... Como decía Alfonso el Sabio: "El que ha de mandar hombres, lo primero que ha de conocer es el hombre". Pero a veces el ser humano es imprevisible. No, no sabía lo que iba a suceder. Y creo conocer al hombre en la medida en que el hombre es cognoscible. Porque cada individuo tiene sus particularidades que no se pueden encuadrar dentro de reglas o de principios... ¡Y fíjese si yo conoceré a los hombres!
Comencé a mandar a los 20 años, luego estuve de profesor en la Escuela Superior de Guerra muchos años y he alcanzado el más alto grado que se puede alcanzar en la institución. Además de todo eso he sido presidente dé la República. O sea que he sido Comandante en Jefe de todas las fuerzas y he gobernado a todos los argentinos. Han pasado delante de mí miles y miles de hombres con quienes he tratado, con quienes he conversado ... Eso le da a uno cierta capacidad para la interpretación del individuo, ¿no le parece? Por eso le puedo asegurar que de cien individuos que se reciben, cincuenta están atravesando cierto grado de demencia —son medio locos—, mientras que los otros cincuenta son centrados y ponderables (nuevamente se observan los dos extremos: locos y cuerdos).
Perón prosigue:
—Hay que saber distinguir. Hay que hacer caso a los cuerdos y no hacer caso a los locos. Yo hablo diez minutos con un individuo y le voy a decir si es loco y en qué dirección lo conduce su locura, o si es cuerdo hasta dónde llega su capacidad y su preparación.
—General: usted, con su capacidad para interpretar a los hombres, ¿aún cree que los individuos se demuestran tales como son? ¿Que es tan sencillo, tan fácil detectar la locura?
—Para un hombre con una gran experiencia como la que yo poseo, para un hombre que ha tratado con miles y miles de personas... no es difícil. No es difícil ya que uno los tiene colocados en casilleros, en series ... Porque, aunque no existan dos hombres iguales, existe una cantidad de hombres que obedecen a una ponderación propia, y que se pueden encolumnar dentro de un margen que permite un cálculo de probabilidades. Es decir: la interpretación de un ser humano no es tan difícil cuando uno procede ordenada y metódicamente. Los hombres se conocen y se interpretan.
LOS FICHEROS
—Fíjese usted —continúa Juan Perón—. Cuando yo estaba en el gobierno me venían a ver y a consultar miles y miles de hombres ... Por lo tanto mi memoria no podía retener todos los diálogos de todas las entrevistas. Para solucionarlo yo tenía un fichero. Cada persona que hablaba conmigo tenía su ficha con el día de la entrevista, el tema que había tratado... y con mi juicio sobre ese individuo. Yo estudiaba las fichas detenidamente y cuando un hombre venía a verme por cuarta vez (generalmente el que venía una vez venía veinte veces), yo me daba cuenta de su inclinación estudiando las fichas anteriores. Gracias
a ellas sabía por dónde andaba y por qué andaba. Cuando el hombre, después de haber venido diez veces, aparecía por la Casa de Gobierno, yo ya lo conocía perfectamente. Y además causaba una excelente impresión puesto que yo le repetía las frases dichas durante la última entrevista ... Todo es cuestión de organización. Yo nunca actúo por impulsos. Los griegos decían: "El hombre debe tener cuidado para que nunca su impulso venza a su razón, para que nunca la improvisación reemplace al raciocinio y para que nunca la lengua se adelante al pensamiento". Yo creo haber puesto en práctica la enseñanza de los griegos. Es la única manera de no arrepentirse jamás de las acciones cometidas.
—Y usted ... ¿no está arrepentido de ninguna de sus acciones?
—No tengo ningún arrepentimiento. Y si tuviera que volver a vivir mi vida, la volvería a vivir exactamente de la misma manera como la he vivido. No se olvide, mi querida, de que yo soy un hombre racional. Todo lo planifico muy bien. Por eso es difícil, muy difícil que cometa grandes errores. La planificación, el estudio profundo de cada acción evitan errores.
—Usted teme algo ¿ha tenido miedo alguna vez?
—El miedo es un sentimiento que invade a todos los hombres. La vergüenza también, y ser cobarde es una vergüenza.
—¿Qué es lo que usted ha temido o teme, general?
—Yo no temo nada.
—Y sin embargo, general, usted acaba de decir que el miedo es un sentimiento que invade a todos los hombres...
—Bueno, hubo momentos en los cuales he sentido miedo. Pero no ha sido nunca el miedo de equivocarme, o el temor de enfrentarme con una situación difícil. Además... eso ni siquiera puede llamarse miedo: eso se llama prudencia. Lo que he sentido en alguna oportunidad de mi vida ha sido el miedo físico, el miedo que se puede sentir frente a algún enemigo de combate. Eso, siendo oficial, lo he vivido alguna vez ... Los demás temores nunca los he experimentado. Hay gente, por ejemplo, que es tímida. Yo creo que la timidez es un defecto y que hay que vencerla. El hombre es un animal de hábitos y de costumbres, de manera que yo me he acostumbrado a mandar y a superar cualquiera de estos defectos...
—¡Caramba, general! ¡Qué actitud más coriácea! ¿Cómo se pueden considerar "defectos" a las debilidades humanas?
—Si, sí... La timidez, como el miedo o como cualquier otra cosa de las que hoy se llaman "complejos", son abominables. Hay que mantener cierto equilibrio. Yo soy de Libra. Dicen que una de las características de la gente de Libra es el equilibrio. Nunca, nunca, se lo puedo asegurar, he sido víctima de una depresión. Soy una suerte de faquir, yo ... He pasado por tantas y tantas cosas que yo me acuesto en la cama de clavos y duermo perfectamente bien. Siendo muchacho practiqué la filosofía yoga e hice educación física yoguista. Eso fue para mí una escuela extraordinaria . .. Soy un convencido de que nosotros, los occidentales, somos fuertes en los valores materiales, mientras que los orientales son fuertes en los valores espirituales. Cuando comencé a practicar los ejercicios del método yoga, me sentí otro hombre. Hay un proceso de educación y autodominio sobre el individuo que uno debe practicar...
Aquí Juan Domingo Perón comenzó a enseñarme el sistema de relajación yoga, explicándome que lo que más perturba el sueño es la imaginación, enseñándome cómo se hace para poner la mente en blanco, para relajar los músculos, para adormecer a todos los miembros comenzando desde la punta de los dedos de las manos a la punta de los dedos de los pies ...
—Y ya no hay más tacto, y ya no hay más olfato, y ya no hay más imaginación. Todo está anulado... Todo está muerto . . .
NIÑOS Y NIÑAS
—Sí, mi querida, yo soy una suerte de faquir... Yo hago todas estas cosas y las hago también en el orden espiritual. Ya nada me puede entusiasmar, ya nada me puede entristecer. Es maravilloso dominarse totalmente. Nunca me hago mala sangre . . . Nunca ...
—¡No puedo creerlo! Perdóneme, general, pero no puedo creer que usted jamás se hizo mala sangre, que nunca jamás se disgustó o se entristeció, o que no sufrió por la opinión desfavorable de algunos ...
—Yo tengo una conciencia ante la cual respondo y nunca me interesó la opinión de los demás. ¿Qué es lo que podía haberme molestado? ¿Qué crítica podía haberme molestado?
—¡Oh, tantas! Las de sus opositores ... Pero para darle un ejemplo específico, general: lo podrían haber molestado las críticas que se le hicieron en un terreno... un tanto delicado. Me refiero a las críticas en cuanto a la creación de la U.E.S. de muchachas, en la quinta de Olivos ...
—La U.E.S. fue una organización creada para salvar la juventud. En el país sucedía lo siguiente: la población era de cuatro millones de muchachos. De esos cuatro millones, setecientos a ochocientos mil iban a los colegios nacionales... De manera que quedaban tres millones doscientos mil que iban a los potreros. Y las chicas iban al Babilonia o a otros lugares peores ... Ese era un verdadero problema que tenía Buenos Aires ... Y que tenían también muchas provincias. Los potreros son escuela de delincuencia. Si usted no quiere tener delincuencia infantil, tiene que buscar una manera de sacar a la gente de los potreros y de llevarla a estudiar, y divertirla ... El joven necesita una válvula de escape, necesita divertirse ... Muy bien, las diversiones se dividen en dos (nuevamente los extremos): pecaminosas o provechosas. Ahora bien: esos tres millones doscientos mil muchachos que quedaban sin destino, que iban a los potreros o a los baldíos, tenían que ser encaminados. Y nosotros los encaminamos. Primero con escuelas de orientación profesional y luego organizando a toda la juventud en clubes. Hicimos clubes de barrio en Buenos Aires, en los cuales se practica toda clase de deportes (notar que el ex presidente del pasado se refiere al presente), porque la educación del hombre tiene tres aspectos inseparables que son: la formación intelectual, la formación moral y la formación física. No hay mejor cosa que encauzar a esos muchachos en una actividad deportiva. La U.E.S. de varones, que funciona en Núñez, tiene su pileta de agua caliente, su teatrito, sus once canchas de fútbol, su velódromo y su autódromo ... Allí están afiliados unos cincuenta mil muchachos que pasan todos sus ratos desocupados haciendo deportes. Las chicas, en cambio, tienen la quinta de Olivos, que es lo mejor que se puede pedir. Allí tienen su club formado ... unas veinte mil chicas de las escuelas profesionales ... Ahora, volviendo a su pregunta: yo no encuentro en eso nada de criticable, y si me critican a mí... ¡qué me puede importar! Yo estaba (regresa al pasado) cumpliendo una tarea de gobierno, y para mí esa era una cuestión de gobierno. ¡A mí qué me importaba que hayan dicho o que no hayan dicho, que digan o que no digan! Yo no soy un santo, pero no me iba a ir a meter con las chiquillas de la U.E.S.! Nosotros tratamos, en todos los órdenes, de civilizar ... Y civilizar no puede ser nunca negativo... A la gente hay que civilizarla, hay que acostumbrarla a vivir bien ... Esa no es negativo, repito. Claro que es un trabajo que no se puede hacer de la noche a la mañana. Es un trabajo de generaciones. Los países evolucionados no han evolucinado en seis meses, ni en un ario, ni en cinco .. Europa, ¿por qué es Europa? Porque tiene cuatro mil años. La cultura de un pueblo no se desarrolla en una generación, ni en dos, ni en tres... Es el producto de la sedimentación civilizadora de siglos ... ¿Por qué en Europa, hoy, se ha pasado de un sistema capitalista crudo a un sistema socialista sin que se haya hecho otra cosa que conversar, mientras en otras partes ha sido necesario matar millones de hombres para lograr el mismo propósito? ¿Por qué? Porque son cuatro mil años de cultura ... Las cosas hay que ir haciéndolas de a poco ... En nuestro país la delincuencia juvenil comenzaba a ser bastante alarmante, como consecuencia de los potreros ... Cuando sacamos a los chicos de los potreros y los llevamos a los clubes, donde estaban cuidados y vigilados, donde hacían una vida deportiva, sana y divertida, la delincuencia infantil disminuyó (nuevamente el pasado). Ahora no sé ... porque han destruido todos los escapes que nosotros habíamos creado. Son doce años de desidia durante los cuales nadie se ha ocupado de los jóvenes. El que no tiene buena cabeza para preveer... tiene que tener buenas espaldas para aguantar... Y si hoy tienen delincuencia infantil y juvenil, se lo deben a no haber seguido el sistema implantado por nosotros ...
HOMBRES Y MUJERES
Le pregunto si el voto a la mujer lo otorgó por especulación política. Y me responde:
—¿Yo? ¿Por especulación política? ¿Para qué querría yo especulaciones políticas de ese orden? Yo no necesitaba votos; con los que tenía me sobraba... De manera que le dimos el voto a la mujer, hicimos nuestra legislación, porque nuestro país estaba completamente atrasado en ese sentido. La mujer estaba anulada. Era un ente, un mueble más en la casa ... ¿Qué ocurría, por ejemplo, con una mujer que tenía un hijo ilegítimo? Muy simple: ese hijo no tenía padre y la ley argentina prohibía hasta investigar la paternidad. En cambio, castigaba el adulterio. Y ese hijo era el hijo adúltero. El padre no era adúltero. Y al hijo se le negaba toda posibilidad para el futuro. ¿Eso es justo? Nosotros hicimos una ley que daba a ese hijo natural los mismos derechos que al hijo legítimo. Mientras las mujeres no intervengan en la legislación ... las leyes estarán hechas siempre por adúlteros! El voto de la mujer, que puede ser electora y puede ser elegida, es una cuestión de justicia. A nosotros nos pareció que había llegado el momento de hacer justicia y la hicimos. La hicimos para defender el bien público, que es lo que un gobierno tiene obligación de defender. En la República Argentina no debe vivir ninguna persona que esté fuera de la ley argentina. Para eso la gente debe cumplir la ley, pero la ley debe ser adaptable a las circunstancias humanas que se presentan dentro de la vida. Hay leyes superiores a las que establecen los legisladores: son las leyes naturales. La libertad no significa solamente poder decir lo que uno quiere, sino también estar sometido a las cosas justas ...
Regresamos, entonces, al terreno personal. Y le pregunto si él, como lo ha demostrado, prefiere a las mujeres fuertes, de personalidad bien definida, de mente ágil y despierta. Me contesta:
—La mujer útil es la mejor mujer. La inútil es la peor. Yo, como todo hombre acostumbrado durante toda su vida a educar, a formar y a dirigir, también tengo tendencias en mi matrimonio a formar, educar y dirigir a mi mujer. He influido en la medida de mis posibilidades para que las mujeres que han debido compartir mi vida y estar cerca de mí, hayan aprendido algo de lo que yo he aprendido. Me resultó fácil enseñarles, aprendieron sin mayores esfuerzos ... porque las mujeres que yo he tenido han sido mujeres que se han distinguido en algún sentido... y yo las he impulsado también. El hombre puede frenar, inhibir y anular a la mujer. Yo no, yo siempre he tratado de estimularlas ... Claro que he tenido cuidado en la elección: a mí las mujeres no me gustan sólo porque son bonitas, o porque se visten bien ... Me gustan las mujeres por lo que tienen dentro de la cabeza.
Le pregunto si Eva Perón ha tenido un papel importante en el gobierno porque él, Juan Domingo Perón, la ayudó.
—¡Naturalmente! ¡Claro! Si ella era una mujer útil... ¿cómo no la iba a ayudar? Comencemos por el hecho de que era una mujer con una base intelectual suficiente. Había estudiado. Y no se había conformado con estudiar lo habitual, sino que se proporcionó una formación artística que desarrolló enormemente su sensibilidad, capacitándola para el desenvolvimiento en la vida. Es decir que yo recibí un material ya bastante hecho y con un grado intelectual suficiente como para comprender, y con una evolución también suficiente como para proceder. Igual que la señora actual ... La señora actual ha sido maestra, profesora de piano, en fin ... es una mujer con cultura suficiente ... Entonces, claro, yo le puedo enseñar cualquier cosa con la certeza de que la va a hacer bien. Soy un firme convencido de que no hay que casarse con la mujer que gusta físicamente, sino con la que tenga todas las demás condiciones. Cumplo con lo que dijo Platón: "Todo en su medida y armoniosamente". Esto hay que tenerlo muy en cuenta en el amor. Porque la belleza física es para un tiempo, después viene la belleza espiritual que se prolonga, y la intelectual que se prolonga más todavía. El hombre que no piensa en esto ... ¡tiene mujer para poco tiempo!
SINCEROS Y ADULONES
Juan Domingo Perón se ríe. Aprovechando su buen humor le formulo una pregunta delicada:
—¿Usted otorgó su autorización para designar con su nombre, y con el de Eva Perón, a provincias, ciudades, calles, etcétera? Y si no lo ordenó ... ¿por qué lo admitió? ¿No lo considera usted, general, una especie de autohomenaje?
—Le voy a decir... El que está en el gobierno necesita desenvolverse entre una legión de hombres buenos, capaces, desinteresados y honestos ... Pero ocurre con mucha frecuencia que uno se encuentra rodeado por una legión de alcahuetes que son todo lo contrario, y otra legión más de adulones a los cuales es necesario tolerar porque en política hace falta universalizar todas las cosas, ya que la sectarización es un proceso de debilitación y la debilidad política perjudica. Así que usted los necesita a todos: los buenos y los malos. De lo contrario se queda solamente con los buenos, que son muy poquitos... ¡Y en política con poquitos no se hace nada! Cuando se hicieron todas esas designaciones ... bueno, a mí personalmente no me interesaban. Pero: ¿cómo iba a negárselo a toda esa gente? Tendría usted que pelearse con un montón de hombres y mujeres, con medio mundo ... Y yo no soy amigo de pelearme ni dada de eso... Y al final ni me interesa que hayan puesto nombres o que los hayan borrado. Lo que interesa es lo que dejé. Que digan, que no digan de mí... le repito que no me interesa. Yo estoy aquí, tranquilo, sabiendo que el único negocio que realmente hice en mi vida ha sido la compra de esta casa. Fue hace siete años. En ese entonces yo pagaba veinte mil pesetas mensuales por un departamento en el centro de Madrid ... Tengo un amigo coronel, ¿sabe? Era presidente de una inmobiliaria, y entonces me dijo el coronel: "Hombre, está tirando plata a la calle; usted se puede hacer su casa con eso". "Bueno —le respondí-— si nos arreglamos .. . ¡encantado!". El me dijo: "Si usted tiene un millón, yo le hago la casa, y con los veinte mil que usted está pagando por el departamento, pagamos la tierra que adquiere". "Bueno —respondí—, el millón lo tengo". Y así fue cómo compré una hectárea. Pasaron siete años, y esta casa que me costó un millón hoy vale 16.000 pesetas el metro cubierto. Hice un buen negocio ... ¿o no?
Le formulo la pregunta que le harían todos ustedes:
—¿Piensa volver algún día a la Argentina? La respuesta es inmediata; "Cuando pueda, vuelvo".
GRIS
Y luego Juan Domingo Perón habló de su cabello —que no se tiñe.
—No me cuido el cabello. Lo único que cuido es que lo que está dentro de mi cabeza no se marchite y que lo que está dentro de mi pecho no se intimide. Es decir — aclara—, que a mí me interesa más el continente que el contenido ... Perdón, el contenido que el continente ...
Se ríe. Me habla de los callos a la madrileña, de la preocupante presión baja de Isabelita.
—Hay que tonificar un poco el vago —explica. Luego habla de sus árboles, me relata la historia de su pozo de agua, que pertenecía a Carlos III. Es un hombre como tantos. Gris. ¡Qué extraño! El que tanto detesta el gris se está convirtiendo en un personaje opaco, apático y gris. Ya nada lo conmueve, nada lo emociona, nada lo entusiasma o alegra profundamente. Él, que tanto desprecia la mediocridad, se está transformando en un burgués que se conforma con revivir el pasado, confundiéndolo a veces con el presente, acumulando recuerdos, magnificando su audacia, su valentía. Porque ahora más que nunca Juan Domingo Perón necesita acentuar obstinadamente su infalibilidad. En su mente ha creado —por autodefensa, para no destruirse— un Juan Perón perfecto, equilibrado, invencible, un Juan Perón totalmente privado de cualquier debilidad humana, que desconoce el miedo... Un Juan Perón nacido para conducir, nacido para vencer, incapaz de flaquear ni de titubear... Un personaje muy parecido a Alejandro Magno. Sí, eso es... Él, lejos de su país, solo, necesita identificarse con ese Juan Domingo Perón que ha creado quién sabe cuándo, y vivir intensamente las glorias de su pasado ... Ignora los fracasos. El es Juan Domingo Perón, un militar fuerte, gran deportista, sano física y mentalmente, que ha sido "Comandante en Jefe de todas las fuerzas y gobernado a todos los argentinos". Y fue bondadoso, correcto, justo ... El hombre que durante todo el transcurso de su vida aceptó sólo la existencia de dos colores, dos categorías; ignorando todos los infinitos matices que posee la vida ... ahora tiene una pálida tonalidad gris... Y no es ni malo ni bueno, ni loco ni cuerdo, ni justo ni injusto. Es un hombre
revista siete días ilustrados
5/12/1967
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