Los nudos del verano


Mar del Plata - Punta del Este

 

 

 

 

 

 

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MAR DEL PLATA
Un funcionario del Municipio marplatense se restregaba las manos, contento: no hay elecciones nacionales a la vista) tampoco conflictos gremiales (la Unión Gastronómica acaba de denunciar la expiración de su Convenio anterior, pero la Asociación de Hoteles entiende que se trata de una formalidad y que no se enfriarán las cordiales relaciones obrero-patronales), en el Casino han sido aventadas las sombras que decidieron la clausura, durante 23 días de febrero pasado, de las salas de juego. Solamente los empleados administrativos elevaron su queja a Emilio Ibarra, Presidente de la Lotería de Beneficencia Nacional y Casinos, "Nosotros no hicimos huelga y por eso no se nos dio aumento", le dijeron. Pero la sangre no llegará al mar. El optimismo empuja a los ediles de Mar del Plata hacia una conjetura divulgada entre sonrisas y congratulaciones; "Ninguna de las temporadas del último decenio se ha presentado bajo signos tan auspiciosos. En 1966 batiremos todos los records".
Ese optimismo, sin embargo, esconde tres preocupaciones básicas, nadie sabe cómo responderán los apostadores al aumento del valor de las fichas de juego (mínimo para la ruleta, 100 pesos; para los carteados, 500) j tampoco se sabe hasta qué punto incidirá sobre el ánimo del turista el slogan concebido por la Dirección de Turismo del Uruguay ("Benefíciese con el cambio de clima"), una sutileza que aprovecha la baja operada en el peso oro. El tercer dilema es de forma: ¿Calmará las iras de los automovilistas la ordenanza municipal que establece el sistema de estacionamiento a 40 grados del cordón?
La primera de las dudas es, obviamente, la más directamente emparentada con, el éxito de la temporada marplatense. "Nunca he visto viajar tanta gente a Miramar, a eso de las 6 de la tarde, y regresar a Mar del Plata a media madrugada", observó, la semana pasada, Norberto Francese, gerente de la compañía de ómnibus El Cóndor. En Miramar, el Casino Central permite apuestas mínimas de 50 pesos. El precio del viaje (que dura 50 minutos, desde Mar del Plata) y el del boleto de entrada a la sala de apuestas equilibran el valor del precio de acceso al Casino marplatense, que ahora es de 300 pesos. Hasta mediados de este mes, la especulación significó que el Casino de Miramar duplicara la cantidad de público. En Mar del Plata, los primeros quince días de noviembre denunciaron una baja en la venta de entradas (56.244) con relación a esos mismos quince días de 1064 (68.842), pero, asimismo, promisorias alzas en el monto apostado (1965: 647 millones; 1964: 367 millones) y en la utilidad bruta del Casino: los 60 millones y medio de pesos de los primeros quince días de noviembre del 64 se transformaron en 111.219.524 pesos en igual lapso del 65.
"Hemos hecho un brillante negocio —conjeturó un funcionario del Casino marplatense—. Con el anterior régimen, cada jugador arriesgaba un promedio de 5.300 pesos y perdía 900. Ahora arriesga 11.400 y pierde alrededor de 2 mil." Las estadísticas aparecen ligeramente distorsionadas por consecuencia de que "cada vez entra más gente sin pagar, sea por invitación de Ibarra, sea por invitaciones que cursan sus dieciocho asesores (entre ellos, dos hijos suyos)". Pero el Casino seguirá siendo la principal fuente de dividendos: es, por lo menos, lo que ansían los miembros de la firma Migliora y Cía., que explotará la confitería, y cuya concesión les fue asignada mediante el pago de 219 mil pesos diarios y la aceptación de una peligrosa cláusula: los precios los fijará Lotería y Casinos.

Se Vende, se alquila
"Mar del Plata es una ciudad en venta", anunció Víctor Ferrari, empresario de inmuebles; otro, Raúl Vilas, completó la frase, satisfecho: "Y lo bueno es que ahora todo el mundo quiere Comprar". Pautas concretas demostraron qué, en efecto, a partir de julio se operó Una demanda que sorprendió a los mismos idóneos. Una decena de inmobiliarias habían agotado sus ofertas y emprendieron campañas para conseguir los derechos de comercialización de departamentos y chalets, cuyos precios habían subido un 30 por ciento con relación al año anterior; ahora esa relación es del 40 por ciento, y la curva sigue en ascenso. Pero los compradores no han mermado: un rascacielos que se situará en la Avenida Colón, a pasos de la calle Olavarría. ha sido ya totalmente vendido por el régimen de propiedad horizontal, a pesar de que su construcción no superó todavía la etapa del encofrado.
La compra-venta es todavía más intensa para el tipo de departamento Standard, de dos ambientes (tasados en alrededor de un millón 200 mil pesos) y de tres (hasta un millón 600 mil), siempre que estén ubicados en el radio Céntrico. "Lo que ocurre es que se terminó con la especulación", considera Vilas, un atributo que se ha unido al convencimiento de que "el dinero pierde valor a tal velocidad que no hay otra salida que invertirlo en propiedades", Según algunos especialistas del Banco de la Provincia en Mar del Plata. Hasta fines de noviembre, los "forasteros" que pululaban durante la semana probaron que, el negocio de la adquisición de viviendas constituía una fiebre en auge. "Porque los que sólo vienen a alquilar aparecen exclusivamente los fines de semana", detecto Ferrari.
"El turista se ha acostumbrado a alquilar como si conviniera una reserva de hospedaje: llega, alquila y ocupa", sonrió Francisco González; de Oeste Inmobiliaria. Sus estudios de mercado le permitieron determinar que para la temporada 66, las tarifas de locación Sufrirán Un aumento del 20 por ciento sobre las de la temporada anterior. Por 80 mil pesos es posible obtener el alquiler de un departamento de dos ambientes, a la calle, en la zona céntrica, durante los meses de enero y febrero. Los sesenta días costarán entre 120 y 160 mil para los de cuatro ambientes. El crecido número de aspirantes a alquilar departamentos permitió a los locatarios poner en práctica un requisito inédito —la cantidad de ocupantes— para evitar abusos como los anotados por la Inmobiliaria Córdoba: en enero y febrero últimos, infinidad de habitáculos de un solo ambiente fueron compartidos por familias de hasta ocho miembros. "Ahora, los porteros están investidos de órdenes muy estrictas, tal vez para frenar los arrebatos de los hoteleros, que emprendieron una severa campaña para acabar con abusos que, al fin de cuentas, les restaban clientes."

Las primeras lágrimas
"Es una competencia ruinosa —bramó Israel Parisier, propietario del Hotel Hermitage—. Si el gobierno necesita dinero, ¿por qué no grava el alquiler de departamentos, casas y chalets?" Otros hoteleros bosquejaron una estrategia parecida: "O que se desgrave a la hotelería. ¡Están perjudicando a Mar del Plata!" Fundamentalmente, sus quejas apuntaban hacia una Ley —la 6876— que establece un impuesto del 5 y 3 por ciento sobre las facturas de los pasajeros que se alojan en hoteles de categoría Gran Turismo "A" y Gran Turismo "B", respectivamente; y también hacia las nuevas tasas de Obras Sanitarias, "una valla que obliga a los grandes hoteles a cerrar durante los meses de invierno."
El Hermitage cobra ahora 2.250 pesos diarios para un alojamiento, con pensión, en sus habitaciones menos suntuosas, y 3.500 en las otras. "He comprobado que de cada cien pesos que un gran hotel cobra a sus clientes, 60 van a parar a impuestos y cargas sociales; los 40 restantes no alcanzan para pagar los sueldos, la comida y los gastos generales. Su explotación es, pues, deficitaria", estipuló Parisier. Eduardo Manuel Teisaire, concejal peronista y ex recepcionista del Hermitage, lo rebate : "La gente llora, pero nunca canta cuando el verano concluye exitosamente. Las temporadas son calcadas, y serian mejores si en vez de mostrar tanto interés por el turismo internacional, se interesaran por el nacional".
Lo cierto es que el interés que potenciales veraneantes mostraron por departamentos y moteles obligó a los hoteleros a ser cautelosos, a pergeñar sólo leves modificaciones a sus tarifas. Alojarse y comer en el Hotel Benedetti costará entre 1.250 y 1.600 pesos por día; en El Castillo, en la zona de los acantilados, entre 1.350 y 1.650. En los hoteles económicos instalados a no más de diez cuadras del Casino, los precios —incluida la pensión— oscilan entre 700 pesos y 1.200.
Prever un alud turístico es, en cierto modo, como anticiparse a una epidemia. Aceitar cada engranaje, pulir las discrepancias y proveer de confort a una avalancha de nómades dispuestos a pasarla-bien-para-eso-pago, es una misión que inevitablemente recae en Jorge Raúl Lombardo, (43 años), Intendente de Mar del Plata. Su prestigio está condicionado, sin remedio, a la consumación de ese objetivo. "Cuando la gente dice que Mar del Plata tiene un futuro imprevisible, me asusto. Yo quiero un futuro claramente previsible", dijo hace diez días a Primera Plana.
Sus afanes actuales se reparten en multitud de frentes, según consta en su monografía Mar del Plata 70. "El estacionamiento a 40 grados es una solución transitoria", considera, aun cuando no atina a responder qué ocurrirá cuando un coche así estacionado deba retroceder para incorporarse a una apretada caravana de vehículos: "Estamos trabajando en un plan de playas de estacionamiento de altura". Es Un proyecto más remoto que el que promete concretar para fines del Verano, cuando el aeropuerto de Parque Camet se haya alargado lo suficiente cómo para que pueda aterrizar el primer jet.

PUNTA DEL ESTE
Este año, los dólares se bañarán en la Brava. El cándido pueblito de pescadores, hasta hace tres décadas, se transforma cada vez más en un excelente vivero de divisas para quienes posean una casa, un departamento y hasta un elemental bungalow en la península. Desde julio, las registradoras de las inmobiliarias no dejan de repiquetear, adelantando una temporada que promete buenos negocios y sol a pico. La casita más modesta (cortinitas floreadas y disimulados calentadores a alcohol en las cocinas) se están alquilando a 30 mil pesos oro la temporada. Las empinadas mansiones que se remontan blancas y rojas sobre los médanos no bajan de los 3 mil dólares. En mil dólares se cotizaron para diciembre, lo que supone el doble para febrero.
Las opiniones son unánimes: Juan José Martínez Aranaz, 'Juanjocho' para todo el mundo, telégrafo inclusive, Vicepresidente de la Cámara Inmobiliaria de Punta del Este, es uno de los portavoces de la euforia: "¡Esto es bárbaro! He colocado el 95 por ciento de las disponibilidades tres meses antes de la iniciación del verano". En el entrepiso del portentoso monoblock Santos Dumont, el arquitecto Alberto Ugalde (55 años, argentino) ofrecía los últimos departamentos del edificio, hace quince días, a precios que rondaban los 30 mil pesos uruguayos por mes.
Tanta demanda despertó la codicia de centenares de montevideanos, propietarios de chalets de week-end en Pocitos y Carrasco, en base a la teoría de que "después de todo, Pocitos y Carrasco están a minutos de Montevideo, y Punta (a casi dos horas de micro) supone gastos que orillan el despilfarro". El fenómeno, que comenzó a fructificar, había sido previsto por Luis Sader, con veinte años en el negocio de compraventa y alquiler de propiedades: "A último momento, mucha gente se queda en Montevideo, y entonces alquila sus residencias de fin de semana y consigue jugosos dividendos". Es posible que semejante estrategia equilibre la oferta y la demanda en los principales balnearios uruguayos, aun cuando Ugalde barrunte que "en enero aparecerán los argentinos de rodillas para que les consiga un alojamiento cualquiera, aunque sea en Maldonado".
Su conjetura se apoya en un viejo síntoma: noventa de cada cien turistas en el Uruguay son argentinos, la mayoría provenientes de Buenos Aires. El otro diez por ciento está integrado casi exclusivamente por norteamericanos: la Cámara Inmobiliaria de Punta del Este acaba de registrar una solicitud de alojamiento del gobernador de Minnesota (Estados Unidos) para, veinte días, a partir de esta semana.
Otros remolinos comienzan a gestarse en los más aristocráticos hoteles de la península, categorizados por una tasa —el laudo— que oscila entre el 17 y 26 por ciento. El San Rafael; en donde funcionan las salas de ruleta y punto y banca, cobrará 960 pesos oro por persona-día, con pensión. Para dos personas, el precio es algo menor: 1.700. El hotel La Cigale estipuló una tarifa de 550 pesos oro, y el Richmond, de 460 (dos personas: 660), ambos con comida. Sin embargo, la mayoría de los hoteles de Punta del Este —unos 40— optó, este año, por ofrecer sólo alojamiento y desayuno: el San Marco fijó una cuota de 250 pesos oro por pasajero (dos, 600), y el Playa Hotel de 272 (dos, 340). Otros buenos hoteles y residenciales del área céntrica estipularon tarifas que van de los 75 pesos oro a los 150, a los que se adosa un laudo del 20 por ciento.

Las cosquillas de la noche
No solamente los comisionistas y hoteleros desempolvan sus cajas de hierro: a principios de mes, la fiebre de los preparativos se había contagiado a restaurantes, boítes y tiendas elegantes, y a varias galerías comerciales, cuyos retoques finales se cumplían con el apuro de la avidez. En la Avenida Gorlero, un enorme techo albergará, esta temporada, al asador más grande del país, a riesgo de que sus emanaciones se peguen a las camisas de Pucci y las sofisticadas bikinis de crochet, que ya exhiben las boutiques aledañas.
Para los trasnochadores, Punta dispondrá de una réplica del resucitado Mau-Mau de Buenos Aires, que funcionará en dependencias del Hotel Médano. El ruidoso 06 del verano pasado, frente al Malecón, competirá ahora con el 05, de cara a la Playa Mansa: "Pretendemos reverdecer el prestigio de La Fragata, un refugio que congregaba a los refinados de los años 40. Bailaban en zapatillas y bebían sólo champaña", recordó uno de los dueños. La semana pasada, las sorpresas eran apenas una forma de la expectativa. "No hemos descuidado la cultura, qué esperanza", se jactaban los lugareños, sobre todo quienes concibieron una fórmula estrafalaria: en la boite Carrousel, al lado del Casino, se exhumarán vodeviles de Sacha Guitry y Georges Feydeau, de modo que los jugadores puedan, entre bola y bola, echar un vistazo al escenario.
PRIMERA PLANA
28 de diciembre de 1965

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