CARPANI: AHORA SE ANIMA A DIBUJARLO


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El dibujo mostraba el perfil de Eva Perón. A un costado, también en primer plano, una lanza tacuara y un fusil moderno. Al pie de la lámina, abarcando casi el infinito, masas obreras, clase trabajadora.
La asociación simbólica de Ricardo Carpani, autor del afiche, había sido lograda. Un joven peronista, después de observarlo le preguntó: "¿No piensa, Carpani, que a su dibujo le falla el perfil de Perón?". La verdad —reconoció el artista—, todavía no me animo a dibujarlo.
La respuesta es una prueba de la incapacidad que hay aún en artistas que militan en la corriente nacional, para interpretar la figura de Perón. Pero, en este caso, ello no es un inconveniente. A pesar de aquellas tribulaciones ("cada vez menores", afirman allegados a Carpani), la producción de este muralista, dibujante y escultor de cuarenta y dos años es asumida como propia por el Movimiento.
Desde hace años, Carpani desarrolla una comprometida actividad artístico-política al lado de lo que él llama "peronismo revolucionario". De ahí que sea igualmente conocido como artista y como militante. Convencido hace ya mucho tiempo de que existe una relación indisoluble entre lo ético y lo estético —entre la forma y el contenido—. Carpani expresa en todas sus obras la realidad de un pueblo sometido, "Los que conciben la actividad artística como algo más o menos desligado de otras esferas sociales, como elaboración autosuficiente de formas «puras», incontaminadas y abstractas —afirma el dibujante—, están lejos de atribuir al arte un rol a cumplir ante la concreta y brutal opresión de la clase trabajadora y su correlato, la dependencia económica y política de su país. Es decir, frente al problema de la liberación nacional y social."
Su estilo es casi prepotente: brazos de trabajadores musculosos, agresividad contenida, rostros enérgicos madurados al sol y al sufrimiento.
Fundador del Grupo Espartaco, sus tareas artísticas tienen, desde 1961, estrecha vinculación con las luchas obreras. Colaboró en la CGT del primer Alonso, "en la medida en que adoptaba posturas de lucha", y fundó, en 1964, la revista Programa, con Alberto Belloni y Rubén Bornik. Un año después enfrentó al Martín Fierro Eudeba-Castagnino, una edición por él ilustrada al precio popular de 350 nacionales. "Había que mostrar algo que el sistema ocultó sistemáticamente en la obra de Hernández: el gaucho perseguido por el aparato político." Para eso estaban sus dibujos.
A DESMITIFICAR
En noviembre pasado, Carpani viajó a Europa, como representante personal de Raimundo Ongaro. La misión: hacer conocer, en nombre del dirigente gráfico, "la situación de la lucha revolucionaria en la Argentina y ofrecer, además, un panorama real sobre el alcance que tienen en el país la represión y la tortura".
Cinco meses duró su estadía en el continente, durante los cuales recorrió París. Estocolmo, Bruselas, Londres, Roma, Milán, Argelia y finalmente Madrid y Puerta de Hierro, para visitar a Perón. Hizo contactos a nivel sindical, político, periodístico y artístico. Entabló conversaciones con organizaciones políticas y de lucha en favor del Tercer Mundo, dio conferencias en Essex. Oxford, invitado por el Centro de Estudios Latinoamericanos, y, como broche final del periplo, mantuvo una larga charla con Perón. 
Como recuerdo de su paso por la Quinta 17 de Octubre, Carpani obsequió al líder un dibujo que muestra a un trabajador recogiendo, con ambas manos, un fusil caído. La dedicatoria dice: Al general Perón, con todo afecto, en mi nombre y en el de muchos otros compañeros que luchan por la liberación de nuestra patria.
A su regreso, el artista dialogó con PRIMERA PLANA.
P.P.: ¿Qué resultados obtuvo en su viaje a Europa? ¿Encontró trabas para concretar la misión que le encomendó Ongaro?
RC: Los resultados fueron, sin duda, positivos, pero tropecé con inconvenientes. El más importante es el desconocimiento, notable y generalizado, que tienen los europeos de la realidad argentina. El régimen que gobierna nuestro país ha dado una imagen distorsionada, "democrática", y allá todos creen que aquí rige la "mano blanda". Toda la propaganda oficial tiende a fomentar, en el exterior, las diferencias entre nuestro Gobierno y el brasileño. Y a eso colaboran los sectores de izquierda tradicional. Es así que en el Viejo Mundo "el gran acuerdo nacional" aparece como una posibilidad concreta. Esa es la imagen que tienen de nosotros en Europa, digitada por el Gobierno de Lanusse y la izquierda antinacional y cipaya.
P.P.: ¿Qué opinión recogió en Europa de las explosiones populares, de la muerte de Sallustro y Sánchez . . .?
RC.: La presión de las bases, la actividad de sus cuadros más esclarecidos y honestos, sólo se conoce allá a nivel informativo, cuando aparecen hechos como el Cuyanazo. Pero todo eso es excluido sistemáticamente de los análisis periodísticos de fondo. De ahí que subsista, parece mentira, una imagen distorsionada del papel del peronismo en el país.
P.P..: ¿Se insiste en acusar a Perón de fascista?
R.C.: Esa predisposición es fácil de encontrar. Inclusive en círculos intelectuales y sindicales hay notorias inclinaciones a confundir peronismo con fascismo. Por momentos, debo confesar que la tarea de desmitificar al peronismo resultó agobiadora. Costaba un verdadero triunfo explicar que entre el fascismo y el peronismo no existe relación posible.
SOCIALISMO NACIONAL
P.P.: ¿Cómo explicó a los europeos las relaciones políticas y sociales que en la Argentina produjeron el llamado "gran acuerdo nacional" por parte del Gobierno?
R.C.: Dije que, en el plano político, el "gran acuerdo" no era más que la expresión política del fracaso del Ejército, que quiso imponer una "paz social" fundada en el filo de las bayonetas, para facilitar el ingreso masivo de capitales extranjeros. Y que esa "paz social" era una ficción, pues el régimen se hallaba trabado en contradicciones internas sólo posibles de solucionar a través de un cambio profundo de estructuras, que este régimen no llevaría a cabo, pues tocaba su misma base de sustentación: la propiedad privada sobre los medios de producción y la riqueza social. Concretamente, dije que en el país no había salida independiente del imperialismo sin la instauración de un socialismo nacional, latinoamericano y revolucionario.
P.P.: ¿Cómo explicó usted el socialismo nacional? ¿Cuál es el contenido concreto que usted le da?
R.C.: A mi entender, el socialismo nacional —resultado necesario del nacionalismo revolucionario, que el peronismo revolucionario expresa en estos momentos— se manifiesta en sus líneas más generales a través de la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción y distribución de la riqueza social; socialización de dichos medios y riquezas mediante el control obrero de la producción, en el marco de una economía planificada y estimulada por la más amplia democracia obrera. Todo esto implica rescatar, efectivamente y concretamente, la nación para y por quienes históricamente la crearon y permanentemente la recrean: la clase trabajadora.
P.P.: Su entrevista con Perón, ¿tuvo algún carácter específico?
R.C.: Hacía mucho tiempo que tenía ganas de conocer al jefe del movimiento nacional de masas argentino. Aprovechando mi paso por Madrid, le pedí una entrevista. Aproveché para informarlo de mi misión desmitificadora en el Continente.
P.P.: ¿Qué temas trató con el ex Presidente?
R.C: Estuve con el general unas dos horas y media. Perón hizo una extensa exposición de su gestión gubernamental y un análisis integral histórico y geopolítico de la situación argentina actual y sus relaciones con la situación política mundial. Un aspecto sumamente interesante de su exposición fue el contenido latinoamericano bajo el cual enfocó la solución de los problemas sociales y políticos argentinos. Luego describió los alcances de su política del Frente Cívico de Liberación Nacional. . .
P.P.: ¿Qué piensa Perón del FCLN?
R.C.: Según interpreté, por lo que dijo el general, los alcances del FCLN son eminentemente tácticos y tienden a agudizar las contradicciones del régimen y privar a la camarilla militar, como dice Perón, de una base de sustentación política, que le permita su subsistencia, directa o indirecta, como factor de poder. Deduzco que es arbitrario atribuirle al Frente un contenido estratégico general. Eso sería un abuso y sería, al mismo tiempo, limitar de antemano el accionar y los fines políticos del movimiento. Tan es así, que el propio Perón dijo, delante mío, que cabe la posibilidad de una guerra total y abierta contra el régimen, que culminaría en lo que él llama el "argentinazo". Ello en el caso de que la camarilla militar no entregue el poder total al pueblo, como lo viene publicitando, y tergiversara el proceso de institucionalización, instrumentándolo a su favor.
P.P.: ¿Fijó plazos Perón?
R.C: Sí, y esos plazos y esas fechas precisas no van más allá de 1972.
PERÓN Y LA GUERRILLA
P.P.: ¿Se refirió el ex Presidente en algún momento a las organizaciones armadas y su función dentro del peronismo?
R.C: El general Perón recalcó bien que las organizaciones armadas peronistas cuentan con una autonomía absoluta y total respecto de la conducción del movimiento. Según explicó, esa autonomía se deriva del carácter específico del accionar de las OAP, que no permite ningún tipo de verticalismo. El planteo es militar, y obviamente, obedece a razones militares. Recuerdo que Perón destacó que las formaciones especiales deben actuar con absoluta independencia de las negociaciones tácticas que en el terreno político pueda llevar a cabo la dirección del movimiento. Dijo que, al margen de esas negociaciones, es deber de las organizaciones armadas continuar su acción.
R.P.: ¿Esa independencia de acción, lo es incluso del propio Perón?
R.C: Sí, por lo menos es lo que yo interpreté. Claro que eso no significa un aislamiento anárquico de las formaciones especiales. Ellas están incrustadas en el movimiento a través de su engarce dialéctico con la estrategia general del peronismo.
P.P.: ¿Precisó Perón los objetivos estratégicos del movimiento que lidera?
R.C.: El general hizo especial hincapié en lo que él llama "trasvasamiento generacional'". Insistió en que los contenidos revolucionarios del movimiento serán dados por la juventud. Pero aclaremos esto: Perón entiende por juventud no sólo un fenómeno biológico sino también ideológico. Para el general, la juventud se expresa en la capacidad de reactualización doctrinaria, en la combatividad y en la militancia. 
2/V/72 
PRIMERA PLANA