Primer motor argentino para sport prototipos y fórmula 1
La importancia de llamarse Berta

Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

OTRAS CRÓNICAS NACIONALES

El Norte contra el Sur (Malvinas)
La soberanía y la paz (Perez Esquivel)
Revistas Subterráneas, el aire contra la mordaza
La prensa subterránea
Revista Mutantia, dos artículos del año 1983
Sacerdote Capuchino Antonio Puigjané
Joan Manuel Serrat, el retorno (1983)
Mario Benedetti, la palabra, el desexilio.
Vender Modos de vida
Argentina en la aventura espacial
La explosión universitaria

 

 



el padre de la criatura, 32 años y un futuro imprevisible

 

 

De pronto, la expectativa acumulada durante días iba a ser satisfecha. Paraje escogido para la revelación: la fortaleza que, en Alta Gracia, provincia de Córdoba, alberga los desvelos del más empinado preparador argentino de automóviles para competencia. Allí, el pasado viernes 16, Oreste Berta —nacido hace 32 años en Rafaela, Santa Fe— presentó a su neonato motor-Berta-LR-internacional: primera unidad motriz que produzcan los talleres de Sudamérica, con destino a intervenir en la categoría Sport Prototipos y Fórmula 1, conforme a los reglamentos de la Federación Internacional del Automóvil; éstos pautan —como se sabe— una cilindrada máxima de 3 mil centímetros cúbicos.
Así, el automovilismo local parece alcanzar una cúspide en la trayectoria que —a partir de los vehículos armados por Anasagasti, en la primera posguerra— culmina por el momento en esta creación cuya importancia quizá se escamotee tras la frialdad de la ficha técnica; esa que recuerda las características esenciales del nuevo bloque metálico que pronto rugirá en las pistas: 87,38 milímetros de diámetro; 2.983 centímetros cúbicos de capacidad; 11:1 para la relación de compresión y sistema de inyección indirecto. Características, en suma, que lo equiparan con el que producen las únicas cinco fábricas existentes en este género, en todo el mundo.
Claro que, dicho de este modo, puede enfriarse la trascendencia que cobija la flamante y metálica criatura. Por eso conviene reproducir algunas palabras del propio Berta pronunciadas durante la presentación en Sociedad de su motor: "Después de la temporada internacional de 1970 nos reunimos con el presidente de la Nación, quien nos dijo que para la República Argentina fabricar un sport prototipo totalmente nacional representaría un enorme avance técnico. El señor Patricio Peralta Ramos —del diario la Razón— y su familia pensaron que eso implicaba un desafío para la industria argentina, y decidieron aceptarlo".
Para brindar un claro concepto acerca de la real significación de este paso técnico-industrial, SIETE DÍAS requirió su opinión a Guillermo Mártire, director del semanario especializado Parabrisas Corsa. Lo que sigue es, textualmente, el juicio de un experto —a quien se le agradece su colaboración— sobre el flamante avance de la técnica nacional. 
Soy particularmente afecto a los latinazgos —es decir, a las citas latinas— porque ellos tienen la funcional virtud de redondear con un increíble poder de síntesis conceptos que muchas veces son complicados o engorrosos de explicar.
En el caso del Berta LR V-8, primer motor de competición íntegramente argentino, que acaba de ver la luz primera en estas pampas, pienso que le cuadraría perfectamente aquella mentada locución que dice 'res non verba' (que no significa, como algunos autores sostienen, que las vacas no hablan, sino "hechos, no palabras").
Y así tal cual, con esta pequeña frase se podría condensar toda la obra profesional de Oreste Berta y particularmente su 'capolavoro', el magnífico V-8 de carrera que presentó a la consideración pública la semana pasada.
¿Necesita este acontecimiento creativo la justificación detallada de su importancia? Pienso que tal vez sería entrar en redundancias, no obstante lo cual podemos resumir nuestras impresiones al respecto diciendo que tiene sí mucha importancia en tres aspectos fundamentales:
1º— Deportivamente. El simple trámite de presentarse un coche íntegramente argentino a una confrontación de nivel internacional, ya sea en nuestro propio país (Temporada Internacional 1972, 1000 Kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires) como en la temporada europea, levantará de inmediato el termómetro de la expectativa popular nacional hasta niveles nunca vistos.
El primer paso concreto será la intervención de dos coches (Berta LR, por supuesto) en la primera carrera puntable del Campeonato Mundial de Marcas a llevarse a cabo en Buenos Aires a principios del año entrante, es decir los 1000 Kilómetros. Para ello se contará con cinco motores completos. Una segunda etapa será la Intervención en la temporada europea de esos dos coches —con cuatro pilotos—, si se cuenta con el apoyo combinado de YPF, IKA-Renault y el gobierno nacional, más el que ya ha prestado y presta el diario La Razón.
2º — Industrialmente. Si bien en nuestro país se fabrican motores desde hace ya bastante tiempo (escalas industriales), éstos siempre han correspondido a diseños no nacionales. Han surgido también algunas plantas motrices especiales sobre proyectos argentinos, pero o bien sus performances no han sido muy importantes o bien no han pasado de ser ensayos constructivos sin mayores aplicaciones. El Berta LR V-8 en cambio es un motor especial de elevadísima performance que ha sido previsto para ser construido en reducida serle para uso puramente de competición (por ahora serán cinco unidades), pero de mediar las circunstancias, esta serie podría agrandarse.
Ahora bien, el diseño de Berta ha interesado ya en un plano industrial, en el sentido de que alguna empresa local (¿IKA-Renault?) estaría interesada en un posterior desarrollo y derivación para su uso en coches tipo gran turismo o tal vez de turismo. Claro está que esa derivación de la cual
hablamos residiría en una verdadera "domesticación" y simplificación a nivel industrial de la bestia. Por ejemplo: en vez de ser un cuatro árboles al tope, sería un doble árbol, etcétera.
Aquí también entra a jugar el desarrollo tecnológico general. Si tomamos al Berta LR V-8 como ensayo de diseño y construcción puro, también tiene el mérito grande de haber permitido y de permitir de ahora en adelante el progreso práctico de la tecnología de una cantidad de rubros que antes no habían tenido oportunidad de manifestarse en nuestro medio.
3º — Promocionalmente. Esto es bastante inmediato, ya que a nadie le escapa la importancia que, publicitariamente, para un país, constituye la concreción de cualquier obra en la que se ponga de manifiesto la capacidad industrial y de diseño (sin tener en cuenta la escala).
Para terminar, me parece de interés hacer una reflexión sobre el futuro deportivo de este motor.
Todos sabemos que uno de nuestros defectos nacionales es la manía exitista de la cual no podemos apartarnos ni que nos maten, sobre todo cuando a temas deportivos se refiere. Es por eso que antes de lanzarnos a hacer conjeturas sobre las chances competitivas que en una confrontación internacional pudiera tener el motor argentino, hay que pensar que el camino a recorrer es enormemente largo y dificultoso. Una cosa es que un motor de carrera haya andado en un banco de prueba varias horas y otra cosa es que este motor gane competencias. El camino entre la parición y el resultado concreto (deportivamente hablando) ha llevado a los más famosos fabricantes mundiales años de experimentación, gastos y fracasos. Casas como Ferrari, BRM, Alfa Romeo, Ford, etc., etc., han pagado sumas ingentes en calidad de derecho de piso, antes de ver algún resultado halagüeño.
Es por ello que nadie debe pensar que el motor argentino tiene la obligación de salir ganando de entrada. El camino de su desarrollo va a ser, como en los demás casos citados, muy largo y lleno de piedras. Lo importante es tener confianza y trabajar fuerte, sin descanso y sobre todo sin pretensiones de glorias inmediatas.
GUILLERMO MARTIRE
agosto 1971
revista siete días ilustrados