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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ


Borges en vivo
revista Somos
marzo 1985

un aporte de Riqui de Ituzaingó

 

En el Centro Cultural San Martin, ante un público de todas las edades, el escritor más famoso de la Argentina habló de literatura y dialogó con los asistentes. Estas son sus respuestas.

 

 

—No soy un escritor de este siglo. Nací en 1899, en el último año de la centuria pasada. La consecuencia es que soy un escritor del siglo XIX perdido en el siglo XX. Y hasta es posible que haya nacido en otra ciudad que también se llamaba Buenos Aires y tenía un lejano parecido con ésta.
—Creo que toda la literatura es fantástica porque la vida humana es fantástica. Cinco minutos de la vida de un hombre tienen mucha más complejidad que toda la obra de Shakespeare. Y desde luego que también la historia es literatura fantástica. Sin ir más lejos allí tiene la de nuestro país.
—Cuando dije Cometí el peor de los pecados: no fui feliz quise decir simplemente eso, que no fui feliz. Y ahora creo que la obligación de un hombre, su misión en este mundo, es ser feliz. Buenamente feliz, que significa amar, querer la belleza, crear, etc. Pero cuando era joven pensaba de otra manera, creía que la felicidad era algo muy difícil. Todo me parecía complejo y si no lo era, yo lo hacía complejo con mi manera de ver las cosas. Claro, los años pasan y ahora que soy viejo me parece que la felicidad es más fácil. . . que es posible.
—Creo que hay que leer por placer. Mi padre siempre me decía que la lectura debe de ser hedónica. Cuando leer te cueste esfuerzo —decía— o deje de darte placer abandona el libro, no tiene ningún sentido seguir adelante.
—Mi obra más lograda es El libro de arena, que no tiene otra pretensión que entretener al lector.
—En realidad, sospecho que escribir es una necesidad y publicar una mala costumbre. Entregamos los originales a la imprenta para no seguirlos corrigiendo.
—A Roberto Arlt lo he tratado poco. De su obra lo que más me gustó fue El juguete rabioso. Me acuerdo que discutí con él en los días de la revolución del treinta; él era partidario de Uriburu. En cuanto a que pertenecíamos a grupos distintos, creo que no es cierto. Esa historia de la lucha entre el grupo de Boedo y el grupo de Florida la inventaron Roberto Mariani y Ernesto Palacio. Un día empezaron a decir que aquí no había guerra entre grupos literarios como en París y que había que inventar una lucha para que la gente hablase y así se conocerían los escritores.
—El siglo XXI está muy cerca y yo temo que se va a parecer demasiado a éste; al menos en lo fundamental. Sin
embargo, creo que la humanidad puede salvarse, y una actitud posible es que cada uno asuma una postura ética. Es decir, si todos cambiamos la parte del mundo que puede ser renovada va a cambiar. No conozco otro camino.
—Cuando yo era joven y sentía la inspiración me ponía a escribir, pero luego cuando leía lo que había escrito pensaba esto está muy mal y trataba de corregir o de imitar el estilo de Lugones o de Quevedo. Pero ahora, con los años, soy más modesto y me he resignado a ser Jorge Luis Borges.
—No creo que haya crisis de la literatura. Pero de todos modos, cuando la gente dice que la literatura está en crisis, ¿qué quiere decir? Porque literatura es la poesía, literatura es la prosa. Lo que creo es que cuando hablamos de crisis de la literatura nos referimos a crisis de la prosa. Y la prosa es la versión tardía de la literatura. Lo primero en la literatura no fue la prosa sino el canto y el verso.
—En realidad, no sólo no he escrito novelas sino que no he leído novelas. He leído, sí, el Quijote, las obras de Conrad, Dickens, Dostoievski y Tolstoi, pero con estuerzo. Una novela significa conocer muchos personajes y sus relaciones, todo es muy largo y complejo. En cambio, el cuento y el soneto son cosas muy esenciales.
—Se ha repetido muchas veces que Shakespeare no era en realidad el autor de sus obras y se han elaborado muchas teorías. Por ejemplo, que sus obras las escribió el canciller Bacon o el poeta Marlowe. Parece lógico pensar que Marlowe haya sido el autor, pero no entiendo cómo se lo puede confundir con el canciller Bacon. Bacon tenía una gran sensibilidad histórica, predijo el futuro del mundo, imaginó el increíble desarrollo de la ciencia y una sociedad tecnológica cuando nada lo hacía sospechar. Personalmente, creo que fue el propio Shakespeare el que escribió realmente sus obras, y si algunas personas no lo aceptan es porque la existencia de Shakespeare no fue algo conflictivo sino más bien tranquilo; era empresario teatral y comerciante.
—Nunca leo críticas acerca de mis libros y no sé si mis obras se venden o no. Salvo una vez, hace años, que encontré en una librería un libro que se llamaba Borges, enigma y clave, de Ruiz Días, y que leí intrigado (me parecieron muy inmerecidos los elogios que el autor hace de mí). Por otra parte, en mi casa no tengo ninguna obra que hable de mí o de mi obra, salvo un libro en japonés, pero como no entiendo ese idioma maravilloso no corro el peligro de enterarme.
—Puede ser que haya otra vida, por qué no. Que uno después de todo lo que tuvo que pasar, en vez de descansar, vuelva a renacer y siga viviendo. Aunque no sé si es una ilusión recomendable. Mi padre, que era agnóstico, solía decirme que el mundo es tan extraño que hasta la idea de la Trinidad es algo posible.
—Yo me decía, qué me importan los desaires con que me trate la suerte, esta noche lo voy a escuchar a Macedonio. Y a las doce nos encontrábamos en la Perla del Once y nos íbamos a oírlo. Macedonio era sabio y muy humilde. Estábamos hasta las seis pero él hablaba cuatro o cinco veces en toda la noche. Tomaba mate o fumaba y escuchaba. De pronto ponía en nuestros labios palabras que nosotros no sospechábamos: Seguramente vos querías decir. . . empezaba. 
Fotos: Carlos Rivero

 

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