Revista Semana Gráfica
03.10.1969 |
Cuando el dirigente apareció baleado cerca de un barrio de vida
airada, todos creyeron que su muerte era el final de una pelea por
pesos, copas o mujeres. Pero no. Hay detenidos, y un escándalo que
salpica a importantes personajes
El cadáver de Barrionuevo tenía un orificio de bala 22 detrás de una
oreja. Lo halló un peón que diariamente transita los bajos fondos
del barrio Ceferino, en Salta, cuando las primeras horas de la
madrugada entrecierran los ojos de las gastadas mujeres de ese
barrio. Cuando la policía revisó los bolsillos de su traje marrón,
advirtió las desapariciones que introducían el caso en el misterio:
faltaban una cadena de oro con medalla en la que había una flor de
lis grabada, y el dinero que su madre, Susana del Valle Farías de
Barrionuevo, decía haberle entregado antes de partir de Tucumán, el
día 25 de julio. Eran 50 mil pesos que se sumaban a los 30 mil que
Gerardo tenía: difícilmente podría haberlos gastado en sólo dos días
de permanencia en Salta; otro detalle: un periodista lugareño lo
había visto con mucho dinero el día antes del hallazgo del cadáver.
Las versiones comenzaron a circular inmediatamente: algunos
aseguraron que el dirigente gremial había pasado la noche del crimen
por burdeles y whiskerías, incluso emborrachándose junto a un hombre
bajo y gordo que nunca fue hallado. La autopsia del cadáver
desmintió los rumores: en su estómago sólo hallaron un poco de
gaseosa.
—Él nunca se acercó a un burdel, se lo aseguro, era un hombre de
bien.
La desmentida va por cuenta de su tío, Gerardo Federico Farías, que
vive en Buenos Aires hace 19 años. También corrió otra historia:
Barrionuevo buscaba en los bajofondos a una mujer llamada Elsa.
—¡Mentiras! ¡Esa mujer no existe! Mi hijo nunca buscaría a una mujer
de esa condición social. En Tucumán tenía una novia hermosa —María
Angélica del Valle Terribili (29 años).
Doña Susana, madre de Barrionuevo, se irrita cuando alguien menciona
a la enigmática Elsa. Afirma, entonces, que Gerardo debía casarse el
26 de octubre con María Angélica, una empleada de la agencia de
distribución de diarios de Tucumán.
EL QUID DE LA CUESTION
A nadie le caben dudas: el crimen de Barrionuevo tiene una causa más
concreta y verosímil que el robo. Desde hace varios años, el
Sindicato de Canillitas de Salta campea en la desorganización.
Barrionuevo había sido elegido por la Federación Argentina para
mediar y asistir a los comicios normalizadores. Según se dijo en la
central sindical de Buenos Aires, el tucumano encontró en Salta una
irregularidad que complicaría a Roberto Romero, director propietario
de los diarios El Tribuno y El Norte: éste habría pagado, durante
muchos años, un porcentaje menor al que debían percibir los
canillitas por la venta de diarios; la diferencia: 2,50 pesos por
ejemplar. La acumulación de lo defraudado era — según la Federación
Argentina— de 150 millones. Barrionuevo se propuso cobrarlos.
—Nosotros no le debemos un centavo al Sindicato. Yo hablé con
Barrionuevo, pero para tratar los porcentajes a pagar en el futuro.
Roberto Romero se defendió el jueves pasado ante SEMANA, y agregó
indignado:
—La acusación que me hacen es el saldo de una campaña de calumnias
iniciada por el gobierno de Rovaletti, cuya gestión ha sido
desastrosa para Salta. Lo dicho por el diario El Intransigente es
una infamia periodística y por lo tanto iniciaré juicio a su
director.
Susana del Valle Farías brindó en Buenos Aires otra versión, durante
su charla de dos horas con SEMANA.
—Doce días antes de ir mi hijo a Salta recibió la visita de Eduardo
Andrés Mercado, su guardaespaldas. Yo escuché la conversación, pues
estaba a pocos metros del lugar: "Dice Romero que te propone un
arreglo: él entrega una manzana de terreno para la construcción de
la sede, sindical, los muebles y cuatro millones de pesos para el
edificio". "Decile a Romero que tendrá que pagar hasta el último
centavo", contestó mi hijo. "Miré, te conviene arreglar", insistió
Romero, y Gerardo le cerró la puerta en las narices.
La denuncia de doña Susana fue rebatida, sin embargo, por el
director de los diarios salteños:
—Yo no he visto nunca a ese señor (Mercado). Vea, lo del crimen de
Barrionuevo es un asunto político, y su difusión complicándome en
él, una calumnia.
De Tucumán proviene una versión más audaz: Romero y Barrionuevo
habrían firmado un convenio según el cual el dirigente gremial
recibiría una recompensa de cuatro millones por anular la deuda de
Romero. La compensación para el gremio: en lo sucesivo, la venta de
los diarios se ajustaría a la ley 12921, decreto 24095/ 45,
percibiendo el 50 por ciento del precio de tapa; también aceptaría
la devolución de los periódicos no vendidos.
Existiría también un memorándum elevado al Ministerio del Interior
por el detective tucumano Norberto Bordón, las gestiones entre
Romero y Barrionuevo se habrían extendido desde mayo a julio; y
concluye: "(. . .) hasta que el 25 de ese mes comunicó a su novia,
María Angélica del Valle Terribili, al comerciante Pedro Belisario
Aredes, y a la empleada del Sindicato, Rosario Díaz, que iba a Salta
a las elecciones y a arreglar la deuda contraída por el señor Romero
y otros compromisos pendientes que estaban documentados, asegurando
que si Romero no cumplía su palabra iba a mandarlo a la cárcel o
bien le podría costar la vida a él. Todo esto compromete seriamente
al empresario Romero como partícipe en el hecho", terminaría el
documento.
El convenio escrito estaba en el portafolios que Barrionuevo
llevaría a Salta, y llegó a manos del inspector Bordón,
fortuitamente: María Angélica sintió un día curiosidad de novia y
revisó el portafolios de Gerardo, hallando el manuscrito. Creyó que
se trataba de una carta de otra mujer y lo sacó. Quizá esto aclare
el enigma que se plantea la madre de Barrionuevo: "¿Quién sacó la
carpeta personal de Gerardo?", se preguntaba.
El personaje más enigmático de esta complicada historia es, sin
duda, Eduardo Andrés Mercado, un ex ferroviario de 29 años, sin
ocupación conocida para mantener a sus cuatro hijos. Mercado era
guardaespaldas de Barrionuevo, y siempre llevaba consigo un simulado
libro de tapas verdes que, en realidad, escondía un revólver calibre
22.
—Una vez lo dejó olvidado en casa, cuando fue a visitar a Gerardo,
que estaba engripado. Iba acompañado de un tal Luna, y al retirarse
dejó el libro sobre la cama. Corrí para devolvérselo e
instintivamente quise ver qué libro era: adentro había un revólver
calibre 22. Lo misterioso es que a mi hijo lo mató una bala de esa
medida. Estoy segura que Mercado sabe todo lo que pasó — clama la
angustiada madre.
Mercado se negó a declarar en Tucumán y estuvo fugado un mes. Se
dejó crecer la melena, y el bigote hasta hallar una seguridad mayor:
el capellán del 5º Batallón de Comunicaciones, reverendo padre
Joaquín Cucala Boix (creador de los cursillos de la cristiandad en
Tucumán). El cura lo escondió porque Mercado aseguraba, atemorizado,
que su vida corría peligro por las pruebas que tenía contra Romero.
Luego pidió la protección del Comando de la V Brigada de Infantería.
El jueves 11 de septiembre, escoltado por dos suboficiales del
ejército y por Manuel Salvador Biazzo, secretario del juez Roberto
Sobrecasas, fue trasladado a Salta. El juez Vázquez lo interrogó y
dejó que regresara a Tucumán, donde fue detenido: el magistrado
había dictado ya el auto de prisión.
Luis Labat, más conocido en el norte por su seudónimo de "Profesor
Raymond", es el tercer personaje de esta historia. Labat (o Raymond)
es animador de televisión y quiromántico de fama en Salta. Se lo dio
por desaparecido durante un mes, pero luego probó que se hallaba de
gira por las provincias del Chaco y Corrientes.
—Mi hijo siempre fue gordito, pesaba 95 kilos, y en tres meses bajó
a 84 —asegura \a madre de la víctima—. Yo lo notaba deprimido y
triste. Un día le pregunté qué le pasaba y tras algunos cabildeos me
confesó: "Raymond me leyó las líneas de las manos y me dijo que no
viviré más allá de los 25 años y seis u ocho meses". Mi hijo,
pobrecito, se lo creyó y vivía amargado. Raymond acertó, pues lo
mataron cuando tenía 25 años y seis meses. ¿Cómo sabía él cuándo iba
a morir? Yo no creo en esas adivinanzas.
Al parecer, tampoco el diario El Intransigente creyó, y llegó a
acusar a Raymond de participar en el crimen. El mago se dispone a
entablarle un juicio.
Otra sospecha inquieta a la policía: el sábado 27, un día antes de
morir, Barrionuevo habría cobrado 200 mil pesos de manos de Romero,
en pago de uno de los documentos firmados. Algunos lo vieron
ostentar un fajo de billetes de 10 mil. También podría tratarse del
dinero que había llevado desde Tucumán.
Los personajes más comprometidos del caso son Mercado y el tal Luna
—que lo acompañó a casa de Gerardo—, que estaban detenidos la semana
pasada. Según el informe del inspector Bordón, también está
implicado Romero. Pero nadie podría asegurar, hasta ahora, quién
ejecutó al dirigente gremial.
Susana del Valle Farras de Barrionuevo ya trajo su angustia a Buenos
Aires.
—Tengo 42 años y 200 siglos de pena —sollozó.
¿QUE PASO? ¿CÓMO FUE?
El 28 de julio pasado, a las 4 de la madrugada, el cadáver de
Gerardo Augusto Barrionuevo fue hallado a orillas del río Arenales,
frente a la desembocadura de la calle Ituzaingó, en Salta. Tenía 25
años y era el secretario general del Sindicato de Vendedores de
Diarios, Revistas y Afines de Tucumán. Desde el día 25 se encontraba
en Salta con el fin de fiscalizar los comicios normalizadores del
gremio, en función de delegado de la Federación Argentina. Luego del
acto eleccionario, Barrionuevo se retiró a su hotel regresando casi
una hora después; permaneció en el local sindical media hora más y
se retiró para no regresar. Cuando lo hallaron muerto vestía un
traje marrón cuyo pantalón estaba desgarrado en la pierna derecha.
En sus ropas se hallaron cuatro llaves, sus documentos y 108 pesos;
en sus manos, un anillo con piedra y otro de compromiso; también un
reloj pulsera. En el hotel Provincial —donde paraba— se encontró su
portafolios de plástico negro. La policía detuvo en principio a 32
sospechosos que luego fueron liberados. La pesquisa se encaminó
luego hacia dos dirigentes gremiales: Lauro González y Juan Antonio
Peralta, acérrimos adversarios de Barrionuevo en los comicios
tucumanos, a los que venció en las tres últimas elecciones. González
y Peralta mostraron una buena coartada: estaban en Salta para ver el
partido de fútbol entre San Martín de Tucumán y Juventud Antoniana
de Salta. En el trascurso de la investigación dos jueces declinaron
entender en la misma: Carlos Vázquez y Marcelo Diez. La causa está
ahora en manos del juez Francisco Benedicto. La investigación del
caso se centró, luego, en un hecho llamativo: los diarios El Norte y
El Tribuno, de Salta, entregaban sus ejemplares a los canillitas
2,50 pesos más caros de lo que señala el convenio, según informa la
Federación Argentina. Barrionuevo estaba encargado de tramitar el
pago de 150 millones de pesos que la empresa —dirigida por Roberto
Romero— adeudaría, y para ello había viajado varias veces a Salta en
compañía de su guardaespaldas. Eduardo Andrés Mercado, que se
hallaba detenido la semana pasada. El miércoles 24, la madre de
Barrionuevo, Susana del Valle Farías, viajó a Buenos Aires y efectuó
una reunión con los periodistas, a los que trasmitió detalles del
caso. En tanto, en Salta, Roberto Romero informaba que entablará
juicio al diario El Intransigente de esa ciudad por publicar
información que lo comprometía. Idéntica actitud asumía Luís Labat,
un quiromántico a quien el mencionado diario sindicó como el
matador. En Tucumán y Salta se sigue investigando.
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