Los niños
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Salida de clases, el mundo les ofrece una perspectiva casi antípoda

 

 

—¿Está la directora?
—Pase, señora, ¿Qué desea?
—Mi hijo necesita un guardapolvo y pensé que usted podría..."
Escenas como ésta forman parte de la rutina diaria de la Escuela Nuestra Señora de la Guardia, de Villa Recondo, ubicada a pocas cuadras del Autódromo Municipal, "más allá de la avenida General Paz. La rutina trasciende, en ocasiones, el pedido de elementos y útiles escolares y llega hasta la gestión de solicitudes para comer gratis en el comedor del Autódromo, apelando a las dádivas que suele extender el Intendente Francisco Rabanal. Organizada en casitas individuales de material, Villa Recondo fue levantada por el Banco Hipotecario Nacional para ser adjudicada a familias de modestos recursos; el propósito llegó a cumplirse sólo parcialmente. Una noche del verano pasado, como respondiendo a una consigna, un centenar de intrusos provenientes de las villas miseria de la vecindad ocupó más de la mitad de las viviendas. Un conglomerado tan heterogéneo debía necesariamente reflejarse en la composición del alumnado de la escuela de la Villa, donde las diferencias son permanentes. Así lo demostraron las respuestas de cuatro alumnos de sexto grado al cuestionario preparado por PRIMERA PLANA, tendiente a detectar qué tipo de visión tienen los niños de distinto nivel social sobre el mundo de los adultos.
Es frecuente apelar a una teoría casera para demostrar que la niñez es una época feliz, desprovista por completo de las preocupaciones que agobian a los adultos. Pero ni siquiera los propios padres llegan a tomar conciencia real de la inestabilidad emocional de sus niños, puesto que, si bien los protegen de las asechanzas del mundo exterior, comúnmente se muestran incapaces de aliviar las tensiones que —tal vez sin proponérselo— crean en los hijos. Los cuatro niños consultados soslayaron la pregunta referida a su opinión sobre la gente mayor, contestando unánimemente que a los mayores hay que respetarlos y éstos deben a su vez hacerse respetar, lo que revela una cierta dosis de temor. Los problemas económicos salieron a relucir cuando se trató de indagar cuál era la principal preocupación de sus respectivos padres. "La guita", contestó rápidamente José Enrique (13 años), aunque luego cambio el sustantivo por el de "plata". "Cuando no pueden ir a trabajar", fue la respuesta de Fernando (12 años).
Con la única excepción del emprendedor José Enrique ("Me compraría un ómnibus"), los otros tres contestaron que comprarían casas confortables para sus padres. Estos devoradores de historietas y cuentos infantiles, de noticias policiales y deportivas, leídas invariablemente en el vespertino Crónica, que sus padres traen a casa, pasan entre cuatro y seis horas mirando el televisor, mientras que su principal diversión al aire libre es jugar al fútbol.

Los otros rostros
Casi en las antípodas de Villa Recondo, a media cuadra de Santa Fe y Río Bamba, se encuentra la Escuela Argentina Modelo. Fundada por el doctor Carlos M. Biedma en 1918, es, dirigida actualmente por dos de sus hijos y cuenta con mil cuatrocientos alumnos repartidos en tres ciclos: primario, secundario y el jardín de infantes. El alumnado pertenece, en general, a la clase media alta, y principalmente está compuesto por hijos de profesionales. La opinión de cinco chicos de sexto grado sobre las personas adultas que los rodean es bastante franca, o por lo menos espontánea, y no vacilan en aplicar, adjetivos como desagradecida, poco cordial, malhumorada. Rodolfo Armando (12 años) cree, no obstante, que "los mayores saben comprender bastante bien a los niños, pero podrían esforzarse un poco más".
Los movimientos de la bolsa, el alza del dólar y el comunismo son los problemas que más conmueven los hogares de estos niños, aunque particularmente al padre de Raúl (18 años) le preocupa "el alto precio de la leche". Pero a pesar de lo que opinen sus mayores, los cinco reconocen que tan importante como estos asuntos es, para ellos, sacarse un aplazo en alguna materia. Donde la fantasía voló más alto fue en las respuestas a sus aspiraciones profesionales: maestro y arquitecto, abogado, ingeniero agrónomo, deportista; y uno de ellos, ingeniero mecánica, jugador de fútbol o astrónomo, no está decidido,

La pregunta tachada
El equilibrio entre el nivel social de los escolares de Villa Recondo y el barrio Norte de la Capital fue encontrado en una escuela oficial de Parque Patricios, que recluta su alumnado entre hijos de empleados y obreros calificados. Nuevamente fueron cuatro niños de sexto grado quienes contestaron el cuestionario, luego de vencer algunas resistencias del personal directivo de la escuela, que aparentemente no puede permitir este tipo de indagaciones sin obtener antes la autorización del Consejo de Educación. Las respuestas fueron apenas formales porque, como previno el sagaz Mario Luis (12 años), "el que pregunta, ¡ojo!, es una persona mayor". "No hay que faltarles el respeto", contestó Juan Alberto (12 años). "A veces es buena", opinó Rubén Adrián (11 años).
Para los chicos de Parque Patricios también el fútbol es la mejor manera de divertirse, pero también la natación, el ajedrez y el karting. Todos se mostraron desolados por el costo creciente de la vida, aunque en general opinan que no es ésa la principal preocupación de sus padres, sino más bien asegurar el futuro de los hijos, transformándolos, por ejemplo, en médicos, maestros, buenos mecánicos o dibujantes.
La pregunta sobre la utilidad que, a su juicio, presta la política, fue tachada aquí por los maestros; la consideraron imprudente, Fue la que más drásticas respuestas obtuvo, sin embargo, en los contornos de la escuela de Villa Recondo; sirve paro hacer lío, escándalo, para destruir al país, o hacer revoluciones. Entre los alumnos de la Escuela Argentina Modelo, el juicio resultó menos severo, se limitaron a consignar que la política sirve para mantener el país en pleno desarrollo y bienestar, para hacer bien al país, para el progreso. Dos excepciones: "La política sirve en este país para arruinarlo; se necesitaría un hombre fuerte que supiera guiarlo", cree Máximo. "Sirve para mantener el país, pero no con los políticos que tenemos, que para mí son incapaces", apostrofa Roberto Juan.

Por siempre niños
Tan inesperadas como las respuestas dadas por escrito a un cuestionario de 25 interrogantes resultaron las reacciones que los chicos tenían ante cada problema planteado. PRIMERA PLANA necesitó emplear una técnica de acercamiento al mundo de los niños, contestando a su vez algunas de las preguntas formuladas, interviniendo en un debate sobre la calidad técnica de los jugadores de San Lorenzo y River, o mostrando sus propias flaquezas en el terreno de la geografía, historia y matemáticas.
A pesar de que las respuestas conservaban una amplia gama de matices, en general todos coincidieron en afirmar que la costumbre, la política, el costo de la vida, la disparidad de ideas, el deseo de tener razón siempre, son las causas principales de que las personas grandes discutan y se peleen. En Villa Recondo, Julio T., de 13 años, opinó "porque son ignorantes y no tienen paciencia, los grandes olvidan que pueden dañar a alguien".
Una bicicleta, un karting, un reloj, una casa, un auto, una pelota Nº 5; son los elementos concretos que muchos de los niños consultados necesitarían para ser completamente felices. Algún otro, más emotivamente, consignó que sería feliz teniendo consigo a todos los familiares fallecidos para reírse con ellos, y otro confesó que no le falta nada porque tiene el cariño de sus padres y hermanos.
Otra vez la unanimidad estuvo a un paso cuando se intentó saber si deseaban seguir siendo niños o preferían llegar a ser grandes. El mundo de los mayores se les presenta complejo y sombrío, lleno de problemas enormes, de preocupaciones materiales y espirituales, desilusiones. Ser todavía chicos les daba seguridad ("otros se ocupan de uno") y el deseo de jugar y conseguir, con sólo pedirlo, la satisfacción de todos sus deseos. Entre los que quisieran ser de grandes figura el que se imagina brillando en la primera división de Huracán, el émulo de Ben Casey que curaría a sus pacientes "sin que tuvieran que agradecérmelo y sin cobrarles a los que no pudieran pagarme", y el que quiere trabajar para ayudar a la madre. Miguel Ángel Q. de Villa Recondo, prefiere ser chico: "Asi no tengo que casarme y mantener hijos."
"En general, los niños ven al mundo adulto del modo en que éste, de manera inconsciente o no, se muestre a ellos", aseguró Enrique Guimburg (42 años), especialista en psicología infantil, a quien PRIMERA PLANA sometió las respuestas dadas por escrito. El psicólogo descubrió que las respuestas eran en su mayoría formales, "como si los chicos, en vez de exteriorizar su pensamiento real, quisieran responder lo que se espera de ellos". Además, que haya sido una persona mayor la que les asestó las preguntas los instaló frente a una disyuntiva: Este señor quiere saber qué opino yo de él, habrán conjeturado. "Muchos adultos, en el mismo caso, hubieran adoptado las mismas respuestas tangenciales."
A cada rato se encuentra, sobre todo en las respuestas precisas, la influencia del hogar y la escuela. Carlos M., hijo de un funcionario del Ministerio de Salud Pública, quiere ser mayor "para engrandecer nuestra querida patria como un argentino que nació para ello", escribió, Y otro, Rubén Armando, de Parque Patricios, cuya mamá es profesora de piano y bordado, manifestó ser comprendido por sus mayores; "Ellos me han enseñado a no faltar el respeto ni molestar a la gente, y cuando agarro una masita, antes pido permiso."
25 de mayo de 1965
PRIMERA PLANA