Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

 

Ciudad Deportiva
Asalto al río

 

Revista Siete Días
03 de enero de 1967

Ciudad Deportivas
Costa artificial: el muro de contención de 2.200 metros limita la futura ciudad


Las obras sociodeportivas de Boca Juniors abren un interrogante: ¿Puede el fútbol brindar a la comunidad lo que el Estado no encara?

Para fines de 1967, las características que diferencian a los clubes argentinos de fútbol de los europeos, se harán más evidentes. Mientras estos últimos conservan invariable su tendencia a ser exclusivamente clubes de fútbol y desarrollar al máximo esta actividad —adquisición periódica de "estrellas" y técnicos de renombre— el destino de las entidades deportivas latinoamericanas parece orientarse hacia otros objetivos. Estos objetivos suponen una reducción paulatina de las inversiones puramente futbolísticas, con miras a volcarlas en obras sociales y deportivas dentro de cada entidad. Pero este avance en el aspecto social implica, necesariamente en muchos casos, un cierto deterioro en los niveles de rendimiento de sus planteles profesionales. Esta disyuntiva, transportada a nuestro país abre un interrogante. ¿Será la nueva dimensión que Boca Juniors despliega en la Ciudad Deportiva —que estará terminada a fines de este año— la causante del bajo nivel futbolístico que ha demostrado en 1966?.
Alberto J. Armando, un directivo que siempre encuentra respuestas, aun en las más candentes circunstancias, responde: "En 1966, Boca y sus adictos sabían muy bien que no es posible tenerlo todo: Ciudad Deportiva y campeonato. Pero si a un auténtico "hincha" boquense le es dado a elegir entre ambas opciones, no existe la menor duda acerca de lo que preferirá que se logre: La Ciudad Deportiva."

La ciudad sale a flote
Primero pareció una idea descabellada e irrealizable. Era en 1962, pero el germen de la iniciativa venía de antes: tenía ya casi 20 años. Nació en 1947, cuando Alfredo López, presidente de Boca Juniors, solicitó a la Municipalidad nuevas tierras para que su club pudiera emprender una expansión social. Pero la tentativa no prosperó. A partir de allí, los sucesivos trámites iniciados por Boca Juniors —1952: compra del ex Parque Romano, 1954: intentos por lograr el área de Casa Amarilla—, tampoco consiguieron sacar al club de su clásica y estrecha residencia: "La Bombonera". Ante las reiteradas dificultades, sólo quedaba una alternativa: emigrar en busca de otros terrenos más amplios, aunque completamente alejados del lugar donde nació la institución. Una noche de 1962, y casi accidentalmente, el desaparecido ingeniero José Luis Del Pini, que paseaba por la costanera sur en compañía del presidente de Boca Juniors, lanzó una idea aventurada: esas 40 hectáreas de agua que se agitaban junto a la costa, podrían ser la base de la futura ciudad que Boca pugnaba por construir. Y lo fueron. La mediación del ex diputado Reynaldo Elena logró poco más tarde que el Congreso Nacional sancionara la ley que otorgaba al Club Atlético Boca Juniors un trozo del Río de la Plata, comprendido entre la calle Humberto I, la Avenida Costanera y la línea de la ribera.
Boca Juniors había llegado a los umbrales de la aventura, pero carecía de los medios económicos para emprenderla. Es en ese momento, cuando el apoyo de sus socios, simpatizantes y aficionados al deporte en general, se manifiesta con una intensidad abrumadora: entre febrero de 1965 y noviembre de 1966, los Títulos Propatrimoniales lanzados para financiar las obras suministran a Boca 2.500 millones de pesos. "La respuesta del público fue increíble —confiesa Alberto J. Armando—. Y lo increíble reside en que nuestra gente, que en materia deportiva ha sido defraudada tantas veces, haya respondido con una confianza absoluta. Curiosamente —afirma—, hemos logrado más repercusión que la que oportunamente tuvo el Empréstito Patriótico de 1961."
Actualmente, a casi un año del instante en que el primer camión volcó material sobre el río, 70.000 camiones han transportado más de 300.000 metros cúbicos de tierra, rellenando y comenzando a definir, en parte, los límites de la futura ciudad.

El fin de la aventura
"Una vez terminada, será algo así como Venecia en la Argentina", asegura el doctor Mateo Pagés, de la Comisión de Obras de Boca Juniors. La ambiciosa comparación estriba en que se ha planeado levantar 11 islas, con canales de navegación intermedios para embarcaciones deportivas. Para llevar a cabo dichos planes, ya se han cercado más de 30 hectáreas de tierra. El volumen de hormigón armado empleado para montar el "table-estacado", que sirve como muro de contención —de haberse construido hacia arriba—, hubiera permitido erigir en 10 meses, una torre de 500 metros de altura, con 678 departamentos para 3.500 personas. Pero esta costa artificial se construyó hacia abajo, a 5 metros debajo del lecho del río y a 3 de la superficie, sobre la que se acaba de inaugurar un moderno sistema de iluminación que prolongará el muro castanero, introduciéndolo 2.200 metros dentro del río. Casi simultáneamente, una de las islas estará totalmente parquizada y pavimentada, con 3.000 árboles, un morro de 9 meces caminos interiores y una fuente.
"Para fines de 1967, la Ciudad Deportiva será una nítida y asombrosa realidad, asegura el ingeniero Miguel Conté, técnico que llevó a cabo una obra similar al levantar el vecino edificio de SEGBA en tierras ganadas al río, y actualmente director de las obras de Boca Juniors.
Para ese entonces, un gran estadio que albergará 140.000 personas sentadas y un microestadio, con capacidad para 30.000 espectadores, serán el campo de acción de la hinchada más estridente y popular del mundo. Pero el fútbol no será la exclusiva actividad que se desarrolle. "Boca ha emprendido esta obra, para dejar de ser solamente un gran club de fútbol, y transformarse en una institución sociodeportiva de envergadura", afirma Armando. Con esta finalidad, un amarradero para 500 embarcaciones, campos abiertos para cada tipo de deporte, una torre de 160 metros de altura con comedor giratorio, salones y stands de exposiciones, confiterías, capilla y un vestuario para 7.200 personas, serán distribuidos en las 11 islas de la dudad. Simultáneamente, un servicio de colectivos propio permitirá el rápido desplazamiento interno. Por otra parte, y considerando la importante movilidad humana que se generará hacia esa zona de la Capital, la Municipalidad deberá encarar algunas obras demoradas, como la ampliación de la Avenida Madero y la terminación de la Autopista, que a través del Puente Madero, une la Capital a la ciudad de La Plata. La trascendencia de la obra se observa en un detalle: hay más de 50 pedidos de líneas de colectivos para llegar a la ciudad.
Para fines de 1967, Boca Juniors se convertirá no sólo en el club con mayor número de socios —200.000— de todo el mundo (cada título representa la cuota de ingreso a la institución), sino también el más adinerado: la construcción de te Ciudad Deportiva, teniendo en cuenta el terreno ganado al río y su posterior valorización, capitalizarán a Boca en 13.000 millones de pesos. "No por eso —afirma Armando— despojaremos a River Plate de apodo "millonarios". ¡En absoluto. Simbólicamente, ellos seguirán siéndolo. Nosotros, en cambio, adoptaremos el más humilde de "italianos enriquecidos".
Mientras las obras planeadas avanzaron un ritmo acelerado, una posibilidad más es barajada por los dirigentes boquenses. De llegarse a un acuerdo con YPF, la mayor embarcación nacional, actualmente afectada a dicha flota, sería adquirida por Boca Juniors —200 millones de pesos aproximadamente— para transformar sus máquinas en el grupo electrógeno que proveerá de luz a la ciudad —10.000 kilovatios—, y convertir sus instalaciones en un exclusivo hotel flotante para deportistas.
1967 puede ser el año clave, no sólo para Boca Juniors, sino también para los restantes clubes de fútbol latinoamericanos. Las fuertes recaudaciones que día a día produce el fútbol pueden volver, es obras a la comunidad que lo promueve y financia. Si el estímulo que representa la Ciudad Deportiva se multiplica a través de las muchas entidades nacionales, un mayor ámbito deportivo puede suplir, en parte, el déficit, que a nivel popular, manifiesta el país. Todas las posibilidades estriban en que las restantes instituciones deportivas argentinas aprovechen la experiencia, que la Ciudad Deportiva active la fibra más fecunda de todo club: volcarse hacia la comunidad.

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