Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

 

VACACIONES
DONDE MANDAR A LOS CHICOS

 

Revista Periscopio
13 de enero de 1970


Mamá, hoy fabriqué queso. 
—¡Yo hice un carrito!
A las seis de la tarde de un día cualquiera de diciembre, estos diálogos se repetían en millares de casas. Los chicos contaban a sus padres lo que habían hecho durante el día en su jardín de infantes.
Es que en este verano se ha afianzado una tendencia que venía esbozándose en otras temporadas, la proliferación de centros recreativos dentro y fuera de la ciudad. A ellos se traslada diariamente a los chicos para retomarlos a sus hogares a media tarde, con una saludable dosis de sol, aire, barro y orejas sucias: un verdadero alivio para los progenitores, cuando sus ocupaciones no les permiten dedicar los meses de calor para llevarlos a las sierras o al mar.
Los antecedentes del fenómeno se remontan a las colonias de vacaciones las que comenzaron a brotar durante el peronismo; ahora esos establecimientos —con sus celadores, uniformes azules y alumnos internados— cedieron lugar a los jardines de infantes temporarios, remedos de colonia, club y centro educativo.
"Es un peligro —se alarmó, la semana pasada, la maestra jardinera Roberta Katz, 31—; hoy, en cualquier barrio habilitan un garaje y hacen un jardín. En verano es peor. Quien tenga una camioneta o estanciera para transportar chicos, alquila una quinta, los lleva todos los días y ya está. De paso se financia un buen descanso. No obstante, son muy pocos los que están capacitados para hacerlo."
Es verdad; habitualmente, quienes durante la época de clases aprovechan su vehículo para llevar chicos a las escuelas, suelen explotar la relación entablada con los padres para proponerles el entretenimiento de los hijos durante la época de vacaciones. Y es así como el chofer metido a tutor produce estragos en la cuidada educación a la que fueron sometidos los chicos durante el invierno. A pesar de todo, ésa parece ser la solución escogida por una regular cantidad de porteños al clásico interrogante: " ¿Qué hacemos con los nenes cuando terminan las clases?" La opción se resuelve aumentando la cuota mensual al "señor del micro". Este esparcimiento —-mañana y tarde— exige no menos de diez mil pesos viejos por mes, y se ha convertido en el sistema más barato.
Juan Carlos Gómez, 33, propietario de una kombi destinada al traslado de chicos por los colegios de Almagro, se ha unido, con su mujer, a otro matrimonio de transportistas escolares, parí encarar el funcionamiento de una seudocolonia infantil en una quinta situada frente a la Escuela General Lemos, de Campo de Mayo. "Nos pareció un crimen —explica Gómez— desaprovechar los tres meses de vacaciones; además, en verano es cuando los padres más necesitan que sus hijos no estén encerrados entre cuatro paredes. ¿Preparación? No se requiere mucha. Los chicos buscan fundamentalmente potrear con un poco de pasto. Eso sí, la pileta es imprescindible. Lo que no aceptamos son menores de cinco años; son muy complicados."
Al 1400 de Juan Bautista Alberdi, sienta sus reales La Ronda, el jardín de infantes de Roberta Katz. Es uno de los pocos establecimientos privados que afrontan la actividad veraniega en el mismo lugar que en invierno. Un inmueble de dos plantas, con amplios patios y jardines, permite el privilegio. Allí, custodiados por cinco maestras especializadas, hacen de las suyas chicos de hasta cinco años, divididos en grupos por edades en conejos, ardillas, ositos, barriletes.
Normalmente, los chicos entran a las 9 de la mañana. En el jardín hacen competencias con carritos construidos por ellos; deportes para los mayores; toboganes y juegos de cubos. Tres elementos copan las preferencias de todos: el agua, la arena y las cámaras de autos.
Otros institutos han preferido las quintas situadas en el Gran Buenos Aires. Hasta allí hacen llevar a sus chicos, donde les ofrecen posibilidades de creación, sin descuidar el aspecto formativo. Jean Piaget es el nombre de una de las escuelas de verano que más se destacan. En el predio de 70 hectáreas que tiene coparque en los alrededores de Ezeiza, los chicos son distribuidos por edades y aprenden con la naturaleza "a sacarle ventajas al sol. No estudian la gallina, la trabajan; lo mismo ocurre con las vacas, de donde sacan leche. Con la madera producen carritos o zancos", explicó Susana Galperín de Kogan, 27, psicóloga, vice-directora del Jean Piaget. "Lo importante es el criterio que alimenta nuestro método —amplió el director del instituto, Jorge Apel, 28, también psicólogo—; el verano nos brinda elementos que permiten culminar con nuestra tarea de invierno, jugar con lo que habitualmente no se puede: agua, barro, sol, aire libre. Ensuciarse, desde el punto de vista de la limpieza mental es muy importante."
Treinta chicos que pagan por ese privilegio 25 mil pesos viejos (más el transporte) invaden el predio todos los días a las 8 de la mañana. Tras una sesión de piscina (con profesora especializada), trabajo y juego, sigue un almuerzo que a veces preparan ellos mismos. Luego se repite el programa, para retornar a sus casas a las cinco de la tarde.
Los más pequeños (de 2 a 5 años), para quienes el parque de Ezeiza no brinda tantas posibilidades, pueden concurrir en los meses de calor a la sede central de este establecimiento, en Juan María Gutiérrez, al lado del Zoológico. Allí, los 700 metros cuadrados del inmueble resultan harto suficientes para que los chicos jueguen, retocen en la arena, descansen en reposeras o se inicien en el método de la experiencia
aplicada a la instrucción. Ocho mil quinientos pesos viejos es la cuota establecida para acceder a medio día de programada recreación.
Similar orientación presenta Caperucita Roja, un jardín de infantes instalado en pleno centro, al 1800 de Viamonte, y que desde hace diez años afronta la organización del veraneo infantil. Una quinta con, tres piletas en las lomas de Martínez permite a la escuelita iniciar a párvulos de 2 a 10 años en los secretos de la natación, desde el acostumbramiento, en los más pequeños, hasta la iniciación en un depurado estilo en los mayores.
"No solamente nos planteamos la actividad recreativa y deportiva —especificó Bettina Pachter, 45, dos hijos—; desarrollamos también nuestra tarea educativa capitalizando los centros de interés. Es importante utilizar el contacto con la naturaleza (las plantas, los animales de granja, los pájaros, las hormigas). Los días de lluvia aprovechamos para fomentar la iniciación musical, el collage o el trabajo con títeres".
Los padres dispuestos a enviar a sus hijos a Martínez y asegurar su tranquilidad, deberán oblar doscientos pesos nuevos al mes, si el chico aprovecha toda la jornada. Ochenta y cinco pesos nuevos es el precio por medio día.
Quienes prefieran otro instituto, pueden acudir a El Globo AzuL en la calle Melo al 1800. Por doce mil pesos viejos, ese jardín de infantes se ocupará de que los niños pasen diariamente media jornada de esplendor en las instalaciones del club Platense.
Sin embargo, no todas las opciones son para el sector de mayores ingresos. La Municipalidad de Buenos Aires posee también media docena de colonias
de vacaciones, orientadas de acuerdo a los modernos métodos. Las ubicadas en Parque Patricios y el Autódromo Municipal (donde antes se encontraban los boxes) se destacan por la atención brindada a casi dos mil infantes de escasos recursos. En esas colonias la actividad comienza bien temprano. Atendidos por maestras, celadoras, instructores de gimnasia y natación, médicos, dietistas y odontólogos, los chicos recorren el día realizando juegos, competencias, descansos, y charlas formativas. "El resultado es altamente positivo —explicó un médico de Parque Patricios—; es increíble ver a un chico de cinco años ir absolutamente solo y por su voluntad a ver al dentista." Un equipo de gimnasia y una revisación previa son los únicos requisitos exigidos para la admisión. "La mayoría compra —sin embargo— un bono de mil quinientos pesos en la cooperadora", informó una de las maestras. Para quienes estén dispuestos a separarse unos días de sus hijos (estando realmente necesitados) podrán también recurrir al Departamento de Buena Voluntad del Ejército de Salvación. Es posible que logren un lugar para sus hijos en los campamentos infantiles que realiza la institución por diez días en las localidades de Otamendi (cerca de Campana) o Benavídez (detrás de Ford, en Pacheco). Jóvenes voluntarias, dirigidas por oficiales adiestrados, iniciarán a esos chicos en todas las actividades del camping, con los matices de juegos y lecciones necesarios.
Buenos Aires, con el nuevo verano parece convertir en realidad un anhelo por el que suspira desde antaño: los centros recreativos; un esquema educativo con el que innovara (bajo el nombre de jardín de infantes) un suizo, Froebel, hace 132 años.

 

 

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Colonia de Vacaciones


 

 

 

 

 

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