Revista Periscopio
10 de noviembre de 1970 |
Córdoba, empecinada en vivir su tumultuoso tiempo
político, volvió a agitarse en la primera semana de febrero. No
importaba el calor, tampoco el aire pegajoso que convierte sus
siestas en una invitación a la modorra. La ciudad, industrial y
romántica, se empeña en seguir jaqueando al poder.
Los estudiantes fueron otra vez protagonistas: el martes 3
sorprendieron a la ciudad adueñándose del Barrio Clínicas. Al
principio fue el hospital; después, con la noche, toda la zona, que
en cierto modo les pertenece.
Fogatas, gritos, un par de rehenes policiales, un diligente
oscurecimiento, acompañaron la acción. Desde su despacho, el Jefe de
Policía, en conexión con el Gobernador Roberto Huerta, se desvelaba
por encontrar una salida sin violencia. La consiguió poco antes de
la medianoche: el propio teniente coronel Héctor Romanutti
(http://www.lavoz.com.ar/noticias/sucesos/juzgaran-nuevamente-al-abogado-hector-romanutti),
no atinaba a creer que los rebeldes abandonaban sus baluartes. El
desalojo tenía condiciones: no agredir ni detener. El funcionario
había propuesto ese juego. Más tarde, los estudiantes se quejaron de
que el pacto no había sido respetado.
Pero, en definitiva, el Poder Estudiantil acababa de anotarse una
victoria. Su estrategia no termina ahí: según versiones, algunos
líderes habían trasladado las exigencias universitarias al propio
Huerta. La maniobra no tenía otro fin que enemistarlo aún más con
Rogelio Nores Martínez. Para el Rector, "sería inaceptable la
intromisión de Huerta en la cuestión universitaria"; pero su propia
acción, según el titular del Ejecutivo, no contribuiría a la
tranquilidad provincial. Cierto o no, ambos aceptaron que existen
diferencias de criterio. El equilibrio favorece al Rector, un amigo
de Onganía.
Entretanto, la ciudad seguía enfebrecida: 12.600 aspirantes a
ingresar en la Universidad, que no desea admitir a todos, son una
bomba de tiempo.
"Pudo ser terrible y no sé qué hubiera pasado si mataban a un
estudiante", confió Huerta a Periscopio, al comentar, el atentado
que el miércoles 4 se cometió contra el Sindicato de Luz y Fuerza.
Tenía razón: sólo un milagro impidió que los balazos abrieran las
carnes de los adolescentes, congregados en el local sindical para
prepararse a responder el execrado test que, a fin de cuentas, quedó
pendiente con
la clausura de la Universidad, dispuesta por Nores.
Fue un pandemonio. Las versiones chocan entre sí: oficialismo y
opositores no coincidían sino en que los agresores penetraron al
grito de "¡Viva el fascismo!", una antigua consigna que hace más de
treinta años tiñó de sangre a la Universidad cordobesa: Carlos José
Caballero (http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_José_Caballero), hoy
Embajador, era estudiante en aquel tiempo y la leyenda lo ubica en
el bando agresor.
En 1970, Roberto Huerta, su sucesor, pudo acercársele en el
paralelismo de la tragedia: dos heridos fue el saldo. Uno, Oscar
Manzur , con un balazo superficial; el otro, Juan Chiaretti, con un
disparo en la región inguinal.
No hizo falta más: el Gobierno lanzó la orden de clausurar el
sindicato rebelde. Era el segundo paso de la maniobra urdida por el
oficialismo para quebrar la influencia de Agustín Tosco. La primera
fue la orden de la Secretaría de Trabajo a EPEC, la empresa de
energía para que deje de retener aportes sindicales. El fantasma de
la intervención al gremio está cada vez más cerca.
Arreciaba, sin embargo, la batalla interna por el poder. Las
relaciones entre Gobierno y Universidad seguían tirantes. Huerta
comisionó a su Intendente, Hugo Taboada
(http://es.wikipedia.org/wiki/Hugo_Taboada), para que abogase entre
sus amigos desarrollistas; Nores, sintiéndose fuerte, parece
decidido a caer con Huerta —o al menos con Taboada— si tal es la
voluntad del sino.
Los estudiantes, ajenos a estas intimidades, esperaban combatiendo:
ganar la calle en verano es, al parecer, su consigna, más
importante. Por su parte, los afiliados de Luz y Fuerza iniciaron un
paro de una hora por turno.
Otra vez —como ocurre siempre— el oficialismo, con su impericia, une
a la oposición: de pronto, el Plenario de las 62 revisaba su
intención de hacer una CGT peronista. No puede abandonar a Tosco;
Elpidio Torres lo sabe y lo dice.
Córdoba sigue agitándose. Buenos Aires —ese otro país—, ¿alcanza a
comprenderla?
Jorge Neder
(http://buscador.lavoz.com.ar/intervoz/99/10/16/pl_n11.htm)
UN TEST PARA HUERTA (http://es.wikipedia.org/wiki/Roberto_Huerta)
El viernes, en la antesala presidencial, el ingeniero Nores Martínez
(http://es.wikipedia.org/wiki/Rogelio_Nores_Martínez) se apresuró a
revelar el apoyo que había obtenido de Onganía, así como sus
conversaciones "siempre amistosas" con el Gobernador Huerta. En
realidad, apenas corteses: su decisión de limitar el ingreso de
alumnos con un test selectivo arrimó un nuevo fósforo al polvorín
cordobés.
Entretanto, Juan Chiaretti, 20 años, secretario general de FAI
(Federación de Agrupaciones Integralistas -
www.mov-estudiantil.com.ar/terceras/2diez.doc -), apenas operado de
un balazo, denunciaba que sus agresores fueron "policías de civil".
El asalto a Luz y Fuerza —argüía— tuvo por objeto justificar la
clausura del sindicato y la posterior intervención (decretada por
San Sebastián el sábado 7). "Los fascistas ya no vivan el fascio",
dijo Chiaretti. "Los que lo hacen, son policías que disimulan su
identidad."
Otro estudiante, Emilio Ugo, creía ver agentes del Servicio de
Inteligencia de la Fuerza Aérea; el vice-comodoro Eduardo J. Ramírez
aclaró que esas personas "no pertenecen ni pertenecieron" a dicho
servicio. La noche del viernes tiroteaban la guardia de la Escuela
de Policía.
Tosco (http://es.wikipedia.org/wiki/Agustín_Tosco) preveía el golpe
contra su sindicato. "Llevan la lucha al terreno que nosotros
elegimos", se congratuló la noche anterior. La intervención a Redes
Cordobesas
(http://meditado.blogspot.com.ar/2008/06/el-polideportivo-municipal-de-barrio.html)
le valió el apoyo de los clubes deportivos; clausurada la
Universidad, se aseguró la adhesión de los estudiantes; ahora, ese
allanamiento le traía la solidaridad de todas las fracciones
sindicales. El sábado, a las 5 de la mañana, se decidió convocar un
Plenario para el día 20 y ceder un sitio en el secretariado regional
de la CGT a Luz y Fuerza —gremio independiente— junto a los siete
que se reservan las 62 Organizaciones. Tosco exultaba: "¡Tengo que
agradecérselo al Gobierno!".
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