Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Detrás de la cortina
de la crisis de junio
Revista Vea y Lea
09.07.1959

Escribe Jerónimo Jutronich
(Nota de MR: Jerónimo Jutronich fue el primer director de TELAM, empresa fundada en 1945 por el entonces vicepresidente de facto Juan D. Perón)

EN LO MAS AGITADO del debate acerca de la autenticidad del pacto Frondizi-Perón —desmentido por aquél, confirmado por éste— y simultáneamente con lo mas agrio de la disputa con el gremio bancario, el país se sintió sacudido por algo que presentaba todas las trazas de constituir los prolegómenos de una auténtica crisis revolucionaria. La conmoción hizo apagar los ecos enérgicos de las acusaciones en torno a la gestión irregular del contrato para la compra de viviendas destinadas a los yacimientos de carbón de Río Turbio, y restó urgencia a la perspectiva de que una huelga en ciernes determinase un cese en los suministros de energía eléctrica. Los ya familiares gritos de "traición", "pacto" o "soborno" fueron reemplazados por las más repetidas voces de "revolución", "rebelión", "muera Frondizi", "arriba Rojas" o "abajo los gorilas" y otras del mas diverso calibre que son el pan de cada día en el lenguaje político de los argentinos, desde la no tan lejana jornada del 6 de septiembre de 1930.
Así empezó la última crisis, que tomó estado público en la madrugada del 16 de junio y que, si la historia se digna recordarla, será seguramente para presentarla como ejemplo de confusión y desorden. Hubo una larga sucesión de hechos contradictorios e incoherentes, episodios, declaraciones y actitudes a través de todo lo cual lo único que parecía claro era la existencia de un estado general de descontento contra el gobierno. Descontento asociado al temor casi unánime de que la crisis desembocase en otra dictadura militar al estilo de las instauradas en 1930 y en 1943. El fantasma de un nuevo período de arbitrariedad y absolutismo trabajó para el gobierno, que capitalizó sus efectos psicológicos.
La crisis condujo al vertiginoso ascenso político del ingeniero Álvaro C. Alsogaray, pero no puede decirse que la designación del nuevo "superministro" con plenos poderes en materia económica, financiera y social constituye por el momento una promesa de paz a plazo fijo. Por el contrario, se la puede señalar como el
preludio de una agravación de ciertas tensiones existentes, especialmente en el seno del partido oficialista. Trajo, en cambio, alivio en los campos del capital y el trabajo.

EL GRAN MISTERIO DE LOS PLANTEAMIENTOS
Es sabido que la crisis comenzó a trascender de la esfera puramente militar al ámbito general de la República a raíz de los relevos de sus cargos de los generales Raúl A. Poggi, comandante del tercer ejército, y Florencio A. Yornet, comandante de la primera división motorizada, y si bien no se dieron a conocer en el momento de ocurridas las causas de los relevos —reserva bastante frecuente en el mundo de las fuerzas armadas—, muy pronto trascendió que el reemplazo de los dos jefes obedecía a un planteamiento formulado por ambos al secretario de Ejército, general Héctor Solanas Pacheco. En nombre propio y en el de jefes de sus dependencias, los generales Poggi y Yornet expresaron su preocupación por ciertos aspectos de la conducción del gobierno nacional. Las expresiones de esas preocupaciones implicaban la aspiración de una rectificación de rumbos. Los dos generales pedían la remoción del coronel Manuel R. Reimundes, a cargo entonces de la subsecretaría de guerra.
Ni en los instantes iniciales de la crisis ni mas tarde pudieron los periodistas obtener precisiones acerca de lo que estaba ocurriendo, de manera que la información originó todo género de versiones y conjeturas. La que más corrió, por supuesto, se relacionaba con el propio presidente de la Nación, asegurándose que también se exigía su renuncia. Para contestar al rumor creciente, el presidente entregó al senador Racedo una declaración en la que reiteraba afirmaciones formuladas como candidato. Lo esencial de la declaración de Frondizi decía: "No me suicidaré, no me iré del país ni cederé. Permaneceré en mi puesto en esta lucha. . .".
Así como el primer planteamiento de los generales Poggi y Yornet tardó muy pocas horas en dejar de ser un "secreto militar", de la misma manera se supo rápidamente que no se trataba de una actitud aislada. Estaban en postura similar otras guarniciones del ejército, sin determinarse exactamente cuáles. Los hechos se exteriorizaron con absoluta claridad en Córdoba y en Mar del Plata. Oficiosamente, se llegó a reconocer que la actitud de la guarnición de Córdoba equivalía a una rebelión. En Mar del Plata, el planteamiento efectuado por los oficiales de la Escuela de Artillería Antiaérea Motorizada, determinó el inmediato relevo de su comandante, coronel Francisco José Tizado, suceso que marca una etapa de muchas despedidas "emotivas" entre los cada vez más numerosos comandantes relevados y sus oficiales. Las despedidas sirvieron para poner especial énfasis al descontento reinante por la conducción de la institución militar. Por ejemplo, en su arenga de despedida del regimiento 2 de infantería motorizado General Balcarce, su comandante relevado, teniente coronel Carlos A. Scarnicchia, reveló que se había negado a formalizar un compromiso de lealtad con el secretario de Guerra, "compromiso —puntualizó— que no estaba en mi espíritu cumplir por estar en desacuerdo con la dirección impresa a nuestra institución y muy en especial con los procedimientos empleados". En la misma oportunidad, el comandante repitió una vieja verdad: "La verdad, la decencia y la justicia siempre triunfan".

CAIDA DEL "DRAGON VERDE" Y REINADO DE LA CONFUSION
Cuando se hizo el primer planteamiento de los generales Poggi y Yornet, la reacción del secretario de Guerra fue inmediata: relevo y detención, sin que aparentemente se mostrase dispuesto a aceptar el alejamiento del subsecretario coronel Reimundes, acusado de alentar planes de politización en el ejército.
Al día siguiente, el pedido contra el coronel Reimundes llegó al despacho del secretario de Guerra por intermedio del comandante de la IV división de ejército, con asiento en Córdoba, general Roberto Bruno Germán Grotz. Un mes antes, el general Grotz había reemplazado en el comando de la IV división al general Ernesto Víctor Cordes, relevado de ese destino por haber trasmitido las aspiraciones e inquietudes de los oficiales de su guarnición.
Es innecesario recordar que en Córdoba el descontento reiterado estuvo precedido de otras manifestaciones contra el secretario del Poder Ejecutivo. La mas espectacular se desarrolló en la escuela de paracaidistas, originándose a raíz de un pedido de pases "en masa" presentado por los oficiales en respuesta a la designación de un nuevo jefe de la unidad. Visto desde afuera, los oficiales parecían muy próximos a la indisciplina. Se los castigó con arresto.
Pero cuando el general Grotz bajó a Buenos Aires para hacer, a su vez, un nuevo planteamiento, el gobierno se hallaba impotente para detener la ola de descontento en el ejército, avivado gravemente por la publicación del pacto o supuesto pacto entre Frondizi y Perón, frente a lo cual las declaraciones sucesivas negando la existencia del pacto resultaron insuficientes.
El subsecretario de Guerra, coronel Reimundes, cayó el mismo día en que se formuló el planteamiento del general Grotz. En su renuncia, el coronel Reimundes reconoce que lo hace "con el propósito de no constituir un obstáculo para la solución de los actuales problemas institucionales y de otro orden que afectan al país".
La caída del coronel Reimundes significó superficialmente la caída del grupo conocido como "el dragón verde", acerca del cual se ha venido hablando sin mucha propiedad. En general se supone que constituye una de las tantas logias tan corrientes en el ejército, cosa que sus integrantes negaron alguna vez. Por lo demás, el grupo parecía limitado al de los colaboradores más directos del coronel Reimundes, confesadamente opuestos a la existencia de logias militares, por considerarlas factores perniciosos a la disciplina.
Con la caída del grupo del "dragón verde" sobrevino el período mas confuso de la crisis de junio. Vale la pena señalar algunos ejemplos de confusión y desorientación.

"TODO NORMAL"... Y NADIE SABE NADA
¿A quién recurrir en procura de información en caso de hechos que se desarrollan dentro de las fuerzas armadas o se relacionan con ellas?
Teóricamente, la mejor fuente responsable está radicada en el Ministerio de Defensa Nacional.
Sin embargo, en el Ministerio de Defensa Nacional nadie sabía nada o decía no saber nada. Su ex titular, el ingeniero Gabriel del Mazo, mantuvo cerrada la boca y no se lo vio participar en ninguna de las docenas de nerviosas entrevistas en las que durante días enteros se estuvo jugando la suerte del gobierno. La sensación general podía resumirse así:
—Los secretarios militares (ejército, marina y aeronáutica) ignoran a su ministro.
En cambio se vio actuar bastante activamente al ex secretario de Obras Públicas, señor Bernardo Larroudé, del grupo íntimo del presidente Frondizi y al que se considera muy vinculado a las fuerzas armadas. Larroudé fué durante algunos meses atrás subsecretario de Defensa Nacional, y a veces se lo señaló como "ministro paralelo".
Tampoco había mucho que escuchar en el Ministerio del Interior, que siempre centralizó eficazmente las informaciones vinculadas a la estabilidad de las instituciones y el orden. Aquí no se podía pensar en ocultamiento de noticias, pues su titular, el doctor Alfredo R. Vítolo, es de los que se caracterizan por su buena disposición para con los hombres de prensa. Al doctor Vítolo se le puede preguntar cualquier cosa y casi siempre tiene una respuesta oportuna.
Al comenzar la crisis, el ministro Vítolo reconoció risueñamente su ignorancia:
—Lamento en estos momentos —dijo a los cronistas que lo interrogaban— no ser ministro de Defensa Nacional, porque entonces sabría tanto como ustedes.
Los únicos que realmente sabían, es decir, el presidente de la Nación y sus ministros militares, no hablaban. Los ministros militares repetían que todo era normal o que la cuestión se limitaba al ámbito castrense. La reserva se quebraba exclusivamente para rectificar informaciones erróneas y de menor cuantía.
Para reflejar la desorientación general, habría que agregar que los periodistas llegaban a los despachos ministeriales o las grandes direcciones generales del gobierno y allí daban en lugar de recibir noticias.
La renuncia del coronel Reimundes y la designación de su sucesor, general Rosendo María Fraga, no puso fin, ni mucho menos, al estado de confusión general. Dos sucesos explosivos —la declaración del almirante Rojas y las proclamas revolucionarias del general Ossorio Arana— precipitaron los acontecimientos.

RESUMEN DE LOS SUCESOS DE JUNIO
Para mayor claridad, es útil enumerar por orden los acontecimientos de la segunda quincena de junio.

Día 15: Planteamiento de los generales Poggi y Yornet. Piden rectificaciones al gobierno y la salida de la secretaría de Guerra del general Solanas Pacheco y el coronel Reimundes.

Día 16: La guarnición de Córdoba apoya el reclamo de los generales Poggi y Yornet, que están detenidos. El general Grotz viaja a Buenos Aires para trasmitir las demandas. En la Casa de Gobierno y en todas las unidades militares se adoptan medidas extraordinarias de seguridad.

Día 17: Renuncia de Solanas Pacheco y Reimundes. Solanas Pacheco es confirmado por Frondizi y Reimundez reemplazado por el general Fraga. Otras unidades adhieren a los planteamientos originales. Se ignora el paradero actual de conocidos militares y marinos (Ossorio Arana, Bonnecarrere, Labayru, Toranzo Calderón, Rial, etcétera). El almirante Rial no hace una anunciada disertación por radio. En Campo de Mayo no llegó a concretarse el levantamiento, que parecía inminente, de una unidad de tanques.

Día 18: Cunde la intranquilidad; Fraga asume la subsecretaría de Guerra y el ministro Vítolo denuncia en la Cámara de Diputados que se intenta derrocar al gobierno, mencionando el nombre del coronel Fernández Suárez. La Marina fija su posición: dice que "cumple exclusivamente con su misión específica". Jefes de aeronáutica expresan que el arma permanece ajena al problema, que es exclusivo del ejército. Hay acuartelamientos, se dictan órdenes de captura y se dan nombres de asilados en una embajada.

Día 19: Se conoce la primera proclama del general Ossorio Arana; manifiesta que se encuentra "gravitando con toda decisión para lograr una justa solución a la situación planteada"; califica de "vergonzoso" el pacto "materializado con el tirano depuesto"; reclama la cesación de la presión militar sobre los trabajadores. El general Ossorio Arana está en Córdoba.

A CIEGAS Y SIN DIARIOS

Día 20: No aparecen los diarios y la confusión aumenta: Siguen agitadas reuniones en la Casa de Gobierno. El rumor de una renuncia presidencial es desmentido en el Congreso. En la secretaría de Guerra, el titular explica la situación en una reunión de comandos de la capital federal y Gran Buenos Aires; la información oficial respectiva dice que la reunión se hizo con la "finalidad de destruir la campaña de rumores que pretende socavar la disciplina de los cuadros, en beneficio de una crisis que afectaría la esencia misma del orden constitucional". Por la noche, el Poder Ejecutivo dirige un mensaje al país por intermedio del ministro Vítolo; niega que se haya producido ningún hecho que importara "concretamente" una alteración del orden público o una perturbación de la paz interior, y exalta los fines de la Revolución Libertadora. A pesar de la situación, el presidente asiste al acto principal del Día de la Bandera y recibe a los periodistas para manifestar que "no tenía nada que decirles". El secretario de Guerra, por su parte, asegura que en su departamento "no hay ningún problema".

Día 21: Domingo de sobresaltos y rumores. En Olivos, el presidente desarrolla gran actividad. Vuelve a recibir a los periodistas, los invita a almorzar y repite que no hará declaraciones ni dará noticias. Ministros, jefes militares y amigos de confianza, entran y salen de la residencia presidencial. Según trasciende, algunos jefes de la armada hicieron un planteamiento al secretario del arma, en la que se disponen relevos y arrestos. La convención de Buenos Aires de la U.C.R. del Pueblo pide la renuncia de Frondizi.

Día 22: Renuncian todos los ministros y secretarios de Estado, y los secretarios y asesores presidenciales. Lo hacen a pedido del propio presidente. Los tres secretarios militares son confirmados en sus cargos. La versión no oficial es que la crisis es efecto de un nuevo planteamiento militar. Un comando rebelde encabezado por el general Ossorio Arana está actuando "en algún lugar de Córdoba" y tiene contactos directos con oficiales activos de la guarnición local. El presidente encomienda al ministro Vítolo una consulta a los partidos políticos.

COMIENZA EL GRAN CAMBIO

Día 23: Sigue la crisis ministerial. El presidente consulta y escucha opiniones de directores de diarios y representantes de las fuerzas vivas, a éstos últimos sobre las condiciones que deben reunir los futuros integrantes del gabinete económico. Recibe al ingeniero Álvaro C. Alsogaray y le ofrece el Ministerio de Economía e interinamente el de Trabajo y Seguridad Social. El ministro Vítolo, a su vez, recibe a dirigentes de fuerzas políticas y obtiene opiniones muy diversas, que van desde pedir la renuncia del presidente (el radicalismo del pueblo y socialistas de la secretaría Solari) hasta urgir cambios profundos en la orientación gubernativa (demócratas cristianos y socialistas secretaría Muñiz). El mismo día realizan una reunión informal representantes de 5 partidos políticos UCRP, los dos socialismos, democristianos y demoprogresistas) a fin de examinar la situación, que definieron grave. A medianoche, el almirante Rojas hizo una declaración de tono dramático: "Aprecio que este gobierno es funesto e ilegítimo", dijo y reclamó "una salida constitucional". Sin aclararlo, el almirante Rojas consideraba que la "salida constitucional" era la renuncia de Frondizi. Hubo una inmediata respuesta del ministro del Interior, quien calificó a la declaración como una maniobra tendiente a derrocar el orden constitucional.

Día 24: Nuevo ministerio con el ingeniero Alsogaray en Economía y poderes amplios. Será, a la vez, interino de Trabajo. La designación de Alsogaray provoca una conmoción en las filas del radicalismo intransigente, en el que se advierten signos de rebelión. Y a propósito de rebelión, se ve en la Casa de Gobierno al ex ministro del interior del gobierno revolucionario, doctor Laureano Landaburu, de quien no tardaría en saberse que acababa de entablar negociaciones con el comando rebelde del general Ossorio Arana. El Senado aprueba una declaración advirtiendo sobre los riesgos de una quiebra de la línea constitucional y el recuerdo del "caso Gómez" se hace presente en todas las mentes. Sin el "caso Gómez", ¿habría sido ésta la salida de la crisis?

Día 25: Juran los nuevos ministros —"¿es preludio del gran cambio?", preguntan todos— y se conoce otra proclama de Ossorio Arana en la que dice que la crisis no debía darse por superada en tanto no se logren estos tres objetivos: 1º, cambio del elenco gubernativo por ciudadanos de notoria gravitación nacional; 2º, alejamiento de los puestos claves de todos aquellos ciudadanos de conocida inclinación marxista, comunista o peronista; y 3º, intervención a las provincias más castigadas. Estas provincias no se mencionan pero todo indica que son las de Buenos Aires, Tucumán, Córdoba y Mendoza. Entre tanto el "emisario" del gobierno ante el comando rebelde ha cumplido con su misión y dado su respuesta al Poder Ejecutivo. Parte de sus exigencias se han cumplido (designación de ciudadanos de notoria gravitación nacional) pero faltan otras importantes. Oficialmente, se sigue ignorando el paradero de Ossorio Arana.

Día 26: Queda integrado el gabinete económico. Los radicales de la UCRI dan una declaración de apoyo al presidente Frondizi, gestada laboriosamente durante todo el día para conciliar tendencias antagónicas en su seno.

CAIDA DEL SECRETARIO DE GUERRA
Pero, a pesar de los cambios, la crisis no había terminado. Entre los días 27 y 30 hubo otras novedades. La principal fué la exposición hecha por el ministro de Economía en un mensaje lleno de claridad, y su anuncio de la desmovilización gremial en los ferrocarriles, transportes de Buenos Aires y empresas petroleras. En el ejército continuaron los relevos y volvió a anunciarse que seguirían en sus cargos los tres ministros militares, lo que determinó una inmediata reactivación de las gestiones que tenían por centro la ciudad de Córdoba. En Córdoba, al comando militar rebelde se unen civiles que dan al grupo un carácter mixto. Por el momento —se dijo— el comando cívico militar se limitaría a ejercer actos de resistencia pasiva, con el objetivo de obtener el retiro del secretario de Guerra. También se difundió un extenso programa de acción inmediata del "gobierno revolucionario", para el caso de que la rebelión pasiva se transformase en lucha abierta. No del todo bien establecida la autenticidad de este programa de acción, sería improcedente darle difusión. Finalmente, y como para confirmar la existencia del comando rebelde, el general Solanas Pacheco dirige una carta al general Ossorio Arana, inmediatamente contestada por éste: un intercambio asombrosamente rápido con un hombre de domicilio ignorado. Esta fué la maniobra final de la crisis de junio, que terminó con la renuncia del secretario de Guerra, después de un brusco y nada amistoso cambio de palabras con el presidente Frondizi. Maniobra "final de junio", debe recalcarse, porque el panorama no había aclarado y tan pronto como se tuvo conocimiento de que el general Solanas Pacheco dejaba en el cargo de comandante en jefe, a título interino, al general Héctor Raúl Lambardi, volvieron a escucharse protestas en Córdoba. Según esas protestas, la designación de Lambardi equivale a un retorno de la "línea Reimundes" o una resurrección del "dragón verde".
Al iniciarse este mes de julio se argumentó que la designación del nuevo secretario de Guerra, general Elbio C. Anaya, traería paz en las convulsionadas filas del ejército. Para pronosticar si será así, falta saber toda la verdad oculta en la cómoda explicación de que el proceso es del "ámbito castrense" o "exclusivamente militar".

DETRAS DE LAS CORTINAS DE HUMO
Hasta aquí la información pura y conocida por todos.
Ahora interesa conocer exactamente en qué consisten los misteriosos y secretísimos planteamientos Militares. No se tiene la menor explicación concreta, satisfactoria, de esos planteamientos, si bien no se ignora que ofrecen coincidencias con las demandas del comando del general Ossorio Arana, a las que hay que agregar la aspiración de que se efectúe una investigación para determinar si existió o no el pacto Frondizi-Perón. Pero hay que insistir nuevamente en que todo lo publicado sobre planteamientos procede de fuentes oficiosas.
Tampoco se ignora que el descontento en el ejército cobró impulso por la prolongación y extensión de las intervenciones militares en los gremios. En un momento dado se atribuyó al presidente Frondizi el propósito de hacer más rigurosas esas medidas transformando la "movilización" en los ferrocarriles en "militarización", lo que vendría a significar, lisa y llanamente, la transformación del sistema ferroviario en una dependencia del ejército. Falsa o verdadera, la especie corrió como el fuego en un reguero de pólvora, y el reemplazo del directorio y las administraciones civiles de los ferrocarriles por un grupo militar encabezado por el general Lambardi le dio grandes visos de verosimilitud. Es posible que para borrar tal impresión, la primera medida del ingeniero Alsogaray como doble ministro de Economía y de Trabajo consistiera en el inmediato alejamiento de los militares interventores ferroviarios.
Por lo que se sabe, la experiencia recogida en el ejército durante su obligada intervención ferroviaria resultó ingrata. Deparó la comprobación de que creaba un espíritu de resistencia de la tropa frente a los cuadros de oficiales. En dos casos, ocurridos en Rufino y Junín, hubo franca desobediencia a las órdenes de la oficialidad.
Otra consecuencia tanto o más grave habría sido la formación de grupos ideológicos sospechadamente procomunistas dentro de la oficialidad, punto acerca del cual se mantiene comprensible silencio, sabiéndose que el conocimiento de tal mutación causó bastante alarma. Abundando en el tema, trascendió que en aeronáutica y ejército se cursaron órdenes reservadas informando sobre constitución de células comunistas.

UN AÑO DE DIFICILES RELACIONES
Siendo la más grave de las crisis experimentadas por el gobierno desde que el doctor Frondizi asumió la presidencia, los saldos concretos de junio implican un cambio tan profundo en la estructura del gobierno que se parecen bastante a una revolución, puesto que la conducción económica del país y su política social pasó a un hombre que, como el ingeniero Alsogaray, no tiene ninguna coincidencia ideológica con el programa sustentado por el partido gobernante.
Volviendo al problema militar, los observadores desapasionados y atentos de la marcha de los sucesos argentinos no experimentaron la menor sorpresa por el estallido de planteamientos. Constituyen un episodio más de la cadena de sucesos que en ininterrumpido crescendo se vienen desarrollando desde hace un año.
La primera desinteligencia grave entre el presidente Frondizi y los hombres de armas se exteriorizó al estructurarse la nueva ley de ministerios, por la cual se crearon las tres secretarías militares dependientes de un ministerio. Los jefes de las tres armas expresaron francamente que la reestructuración restaba independencia a la conducción de cada una de ellas. Sin embargo, la reestructuración se hizo después de muchas gestiones conciliatorias.
Hace precisamente un año hubo otra manifestación de desacuerdo con motivo de la celebración de la comida anual de camaradería de las fuerzas armadas, que se sirve en vísperas del 9 de julio y que tradicionalmente preside el primer magistrado de la Nación. Esa comida no se sirvió el año pasado y el presidente de la Nación, en reemplazo del discurso que allí habría pronunciado, se limitó a trasmitir desde su despacho un mensaje propalado por radio. La oficialidad de las tres ramas, por su parte, improvisó varias reuniones de camaradería que en cierto modo tuvieron carácter de manifestación de desagrado.
En setiembre de 1958 se produjo otra famosa "crisis interna" en la aeronáutica, con alternativas llenas de suspenso e interrupción de ceremonias de juramento. La crisis terminó con la designación del actual titular, brigadier Ramón A. Abrahin.
Hay otros hechos reveladores de la falta de cordialidad en las relaciones del presidente de la Nación con otros sectores importantes de las fuerzas armadas. Igualmente los hay demostrativos de parecidos sentimientos entre gobernadores y fuerzas armadas.
A fines de noviembre del año anterior, para mencionar un solo caso, los secretarios de las tres armas utilizaron el inusitado procedimiento de dar una declaración conjunta para refutar manifestaciones hechas por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, doctor Alende, y reiterar conceptos sobre la Revolución Libertadora. Dijeron los tres secretarios que el gobernador sentía "resquemor inexplicable hacia la Revolución", tiro que podía alcanzar por elevación al propio presidente de la Nación que para aquella fecha estaba en pleno noviazgo con el integracionismo.
A la vista de todo esto es inevitable formularse dos o tres preguntas:
¿Seguirá el crescendo en la cadena de episodios protagonizados por las fuerzas armadas?, ¿en qué medida estas crisis son "problemas internos" de esas instituciones?, ¿podrá seguir resistiendo el gobierno sacudimientos semejantes?.
Revista Vea y Lea
09.07.1959

 

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Crisis junio 1959
Pie de fotos:
-El teniente general Arturo Ossorio Arana contribuyó a precipitar los acontecimientos de junio al constituir un verdadero comando rebelde, con el que el gobierno estableció negociaciones oficiosas a través de un civil. En la fotografía figuran, de izquierda a derecha, el almirante Pedro Favaron, el general Luis Carlos Bussetti, Ossorio Arana, el ex embajador en Panamá, Samuel Allperín, el capitán Raúl González Vergara y el almirante Adolfo R. Estevez, fotografiados mientras presenciaban las maniobras en la zona del Canal, en 1957.
-¿Comienza "el gran cambio"? La incorporación del ingeniero Álvaro C. Alsogaray al gabinete nacional como ministro doble y con poderes excepcionales en materia económica y social tiene significación revolucionaria. Aquí el precursor del "gran cambio", como denomina a su programa económico, aparece prestando juramento ante el presidente Arturo Frondizi.
Crisis de junio de 1959
Pie de fotos:
-Primera etapa de la crisis. Aceptada la renuncia del subsecretario de Guerra, coronel Reimundes (derecha), el ex secretario del arma, general Solanas Pacheco (hablando), pone en posesión del cargo al sucesor, general Fraga (derecha de Solanas Pacheco), que permaneció 12 días en funciones.
-El nuevo equipo económico y social entra en funciones. Con el ministro de Economía aparecen, de izquierda a derecha, los secretarios de Industria y Minería, e interino de Comercio y de Energía y Combustible, doctor Carlos A. Juni, y el secretario de Finanzas e interino de Hacienda, doctor Eustaquio Méndez Delfino. A la izquierda del ingeniero Álvaro C. Alsogaray aparece el subsecretario de Trabajo y Seguridad Social, doctor Galileo Puente.
-Si son exactas las versiones acerca del contenido de los planteamientos militares y si se aceptaron sus condiciones, estarían próximas las intervenciones federales a las provincias de Buenos Aires y Tucumán, cuyos gobernadores, doctores Oscar Alende (hablando) y Celestino Gelsi (a la derecha de Alende) insisten en la línea integracionista. En primer término se ve a Gómez Machado, presidente del bloque de diputados de la UCRI, donde también se advierten signos divisionistas.