CULTURA Y PROYECTO POLÍTICO
"Vos te crees que porque hablas de ti, fumas tabaco inglés, paseas por Sarandí, y te cortas las patillas a lo Rodolfo, sos un fifí". Niño bien, tango.


Mágicas Ruinas
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Existen variados caminos para acercarse al fenómeno de la cultura y existe más de un modo para explicarla. Uno puede ser el de apelar a las categorías o elementos de interpretación hallables o extractables de alguna doctrina o ideología. En la actualidad resulta bastante común intentar desentrañar los fundamentos o la naturaleza de las creaciones culturales, literarias y artísticas, sobre la base de una interpretación de origen marxista que consiste en develarle los supuestos ideológicos. Otros, acudiendo a interpretaciones apoyadas en el instrumental del psicoanálisis, desnudarán otros supuestos.
Pero también cabe aproximarse al tema de la cultura desde la propia Argentina.

LA CULTURA EN EL PROYECTO DEL 80
Así enfocada, nuestra cultura tiene que ser entendida, analizada, juzgada y criticada en relación con y en función del proyecto político dentro del cual se dio, o dentro del cual surgió incluso cuando significó rechazo del mismo proyecto. Nuestra cultura argentina es inescindible del Proyecto del 80. Del mismo modo que la que construyamos en el futuro será inescindible del nuevo Proyecto Nacional actualmente en realización y diseño al mismo tiempo.
Si la esencia del Proyecto del 80 fue convertimos en una nación moderna, lo que significaba europeizada ello significó en lo económico la concertación, en dependencia consentida con Europa, el intercambio de manufacturas por trigo y carne.
Obviamente, en el plano cultural y en el educativo, también la cultura se europeiza. Las pautas, normas y modelos de Europa se convertirán en las pautas culturales que el país quiere tener y, por lo tanto imita. La cultura se orientará por la opción "civilización o barbarie", donde "civilización" significa todo lo que viniere de Europa o se guiare por el liberalismo, sinónimo del progreso en el mundo, Y "barbarie" todo lo que se opusiere a concertarse con Europa, a reproducir sus normas, a sentirse como ellos, a estar a la altura de los tiempos. Casi todos nuestros escritores han tenido en el viaje a Europa una fuente para sus trabajos: han ido a buscar temas o para obtener consagración como escritores.
Algunas obras importantes de nuestra literatura fueron escritas en Europa. Es que se había borrado el límite entre este Buenos Aires que se estaba modernizando y la Europa misma, modelo, fuente, ejemplo.
Pero los temas y los problemas nativos por quedar, en la realidad, confinados al área de la barbarie por no ser europeos, carecerán de significación; pues ser culto y hacer cultura se identificará con la posibilidad —incluyendo la material— de zambullirse en la cultura europea y poder recrearla o crear algo original dentro de esa cultura.
El intelectual argentino, resultado del Proyecto del 80, se encuentra en una condición platónica: la de tener que remitirse siempre a la esencia; la de copiar y reproducir según el modelo.
Borges resulta paradojalmente (no podía ser de otro modo), a 40 años de terminado aquel Proyecto, el ejemplo más alto de nuestra presencia y aporte a la cultura universal. Es una figura a nivel del mundo. Escribe para el mundo. Sin embargo, sus personajes y su modalidad no dejan de ser argentinos. Y, en suma, sólo son explicables por la naturaleza de aquel Proyecto. Refleja esa identidad nuestra refleja platónica.
Sus personajes o situaciones tienen siempre algo de ficticio; algo como copiado de otro modelo que no se ve o no se sabe si existe; exhiben una identidad o sustancia que no es tal. Parecen algo soñado por otro. (Hoy se diría que el platonismo no es más que otro nombre para señalar relaciones de dependencia.) Como si Europa nos hubiera soñado como su granja y cuando nos dejó de pensar, cesamos de existir. En sus obras se percibe la sensación de que todo estuviera sucediendo en un espejo; de que la realidad sólo parece sólida y verdadera cuando es ficticia. Sus personajes y temas son o universales o de la Argentina circular (como el gaucho y el compadrito y "las mitologías del arrabal"). En estos últimos temas es, como en Manzi, la evocación poética de lo que se va porque tiene que ceder paso al nuevo Proyecto o porque lo está gestando.
Idealizar lo que ha de sacrificarse al proyecto: ceremonia ritual. Porque siempre se sacraliza lo que se mata.

CULTURA ERUDITA, POPULAR Y MARGINAL
Los sectores populares nativos quedan, por no tener las claves, marginados de aquella cultura europeizada.
La población del Proyecto, que es estrictamente la inmigrada —y no la nativa—, en cambio, pertenece ella misma a la cultura europea, por lo que no encontrará mayor conflicto en tenerla como su guía. Las obras de teatro francesas e italianas, las óperas, las zarzuelas, los conciertos clásicos, se encontrarán en Buenos Aires, con la misma facilidad con que un europeo las podría encontrar en su vida diaria, en su propio país.
La escuela completará esa tarea de brindar, extender y difundir la cultura europea. Y lo hará a conciencia. En la convicción de que la cultura europea es lo más alto, se trasmitirá a todos.
Aunque se trate de una cultura importada, en el aspecto cultural y educativo, el Proyecto del 80 es generoso, no escatima esfuerzos y realmente cambia, culturalmente, a la gente. El país no podía ser en serio europeizado, si no era culturalmente europeizado: Por tanto se invierte el máximo en lograrlo. La cultura es muy importante en el Proyecto del 80. Y hoy nos queda, como saldo, la alta calidad de los recursos humanos argentinos que originó aquel proyecto.
El hombre de pueblo, nativo —no el inmigrante— se encontró, pues, entre una cultura que le sobreimponían y la propia. El tenía la propia; pues cultura es el conjunto de conductas o actividades con las que se resuelven problemas; son costumbres, creencias, ideas, canciones, leyendas, modos de hacer, etc. Es la forma de expresarse al par que se intenta resolver una necesidad social o popular.
Podría señalarse, entonces, que se dio una cultura altamente influida por lo europeo (1º) la cultura erudita, vigente especialmente en los sectores beneficiados por el Proyecto: la oligarquía terrateniente. Existió (2º) una cultura también europea difundida y mantenida entre los sectores populares del Proyecto: los inmigrantes. A diferencia de la anterior esta cultura era popular. Pero existió otra (3º) cultura popular, la nativa, que fue marginada por el Proyecto del 80.
Mientras coincidieran en alguna medida los valores centrales de las dos primeras, era dable esperar la inexistencia de graves problemas. Aun cuando se tratara de una identidad que se expresaba no originándose en sí misma. No era estrictamente quizá una cultura nacional en el sentido hoy habitual del término pero era la cultura válida de un proyecto, compartido por los dirigentes y también, en parte, por el sector popular (población del litoral). 
Pero aquella cultura enunciada en primer lugar, la erudita, al poner como modelo a lo europeo, terminará de hecho negando la posibilidad de que los sectores populares hagan cultura; porque dicho sector tendrá menor posibilidad de acceso al modelo que hay que copiar y porque además se les suprime su propia vida real como fuente de cultura.
Ahora bien: en la medida en que el Proyecto en su realización mostrara las dificultades y las contradicciones entre las propuestas y los hechos, y cuando los valores se sientan como de imposible realización o cumplimiento, se producirá distanciamiento entre la cultura erudita y la popular inmigrante. Lo que se reflejará en el tango, el sainete, el grotesco.
Y finalmente, cuando el Proyecto llegue a su agotamiento y se destaquen sólo los elementos negativos del mismo, se pondrá de relieve el carácter alienador de aquella europeización cultural. 
DICIEMBRE DE 1974
Revista DINAMIS