Selecciones de Fútbol de Argentina
Revista Siete Días Ilustrados
28 de julio 1974

 

Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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1930
Primer Campeonato, en Uruguay.
Campeón: Uruguay. Ubicación
de Argentina: segunda. Performance:
4 triunfos, 1 derrota.
Equipo de la foto:
Bossio, Della Torre, Paternoster;
Juan Evaristo, Monti, Orlandini;
Peucelle, Varallo, Stábile Ferreyra y
Mario Evaristo. Carlos Peucelle
(foto) ofrece el testimonio que sigue:
Antes de partir para Montevideo hicimos dos partidos de práctica: uno en Sportivo Barracas y otro en la antigua cancha de River, ubicada en Libertador y Tagle. En ambos encuentros jugamos suplentes contra titulares y esa preparación fue más que suficiente. Es que cuando los jugadores, como ocurrió en esa oportunidad, saben jugar bien al fútbol enseguida se entienden. Por eso no hizo falta una larga concentración, ya que solamente estuvimos todos juntos durante los veinte días que duró el torneo. Además, éramos suficientemente responsables como para cuidarnos solos. La preparación física la hizo cada jugador por su cuenta. Yo, por ejemplo, me entrenaba todas las noches dando 25 vueltas alrededor de la manzana de mi casa. No cobramos ninguna clase de premios, sólo nos asignaron un viático de cinco dólares diarios per capita y nadie protestó. Imagínese, ¿quién iba a reclamar más plata sí el solo hecha de integrar el seleccionado nacional ya
era una honra sin precio?
Desde el primer partido fuimos a la ofensiva. Siempre tratamos de jugar la nuestra, tocando y yendo para arriba. A veces, los rivales nos dejaron hacerlo; otras no, pero siempre intentamos la que sabíamos. Ahora, después de tantos años, pienso que nuestra buena labor se debió a que el director técnico solamente se dedicó a elegir los jugadores y a darnos algunos consejos. El equipo lo designábamos los mismos jugadores, pues nadie mejor que nosotros sabia lo que podía rendir dentro del campo de juego. Con nosotros se dio la lógica: llegamos a la final jugando bien y sólo perdimos por mala suerte, contra los dueños de casa. Es que en el fútbol siempre hay lógica, como también la hubo en este último campeonato de Alemania. Ganaron los que jugaron bien. Los argentinos, que en nuestras canchas se conforman con los oles de la tribuna cuando tocan la pelota para atrás, tuvieron su merecido. Ahora que huelan.

1934
Segundo Campeonato, en Italia.
Campeón: Italia. Ubicación de
Argentina: eliminada en los octavos de
final. Performance: 1 derrota.
En la foto, el plantel. Formación
en ese match: Freschi, Pedevila, Veliz;
Nehin, Urbieta Sosa, López;
Rua, Wilde, Devincenzi, Galateo e
Irañeta. Ernesto Albarracín (foto)
ofrece el testimonio que sigue:
Comparada con la actual ésa si que era una época difícil para los futbolistas. En aquella oportunidad se nombró al plantel apenas un mes antes de la partida y nadie se quejó, ni habló de falta de preparación. ¿Sabe por qué? Porque todos sabían jugar al fútbol. El que más, el que menos hablaba el idioma único de este deporte: el juego. Así llegamos a Italia, donde todo el mundo estaba pendiente de nosotros: en esa época asomábamos como un rival de temer. Llegamos a la concentración (si así la podemos llamar) con quince días de anticipación. Durante ese tiempo nos dedicamos a jugar y a salir a pasear por el pueblo. Todos sabíamos perfectamente hasta dónde llegaba nuestra libertad. Los únicos que metimos la pata fuimos 4 muchachos: un vinito italiano, que era una locura, nos tentó y nos embriagamos. Claro que eso lo hicimos porque aún faltaban varios días para el partido contra los suecos. Sin embargo, esa actitud sirvió para que Pascucci (el DT, del equipo) nos excluyera. ¡Se imagina qué amargura: perder el honor de integrar la escuadra titular que representaba a nuestro país por un litro de chianti! Porque no crea que influían otros motivos que no fuera el honor: ganábamos apenas 10 pesos por día, un sueldo que, si bien no era despreciable, no guarda la mínima relación con lo que ganan actualmente los futbolistas. Así llegó el día del partido. Nadie se había ocupado de espiar a los adversarios, como acostumbran ahora, y la única directiva que impartió el técnico fue la de marcar al jugador rival más difícil, el resto quedaba librado a lo que nosotros sabíamos hacer. Perdimos, como podríamos haber ganado. De todos modos, no nos achicamos y jugamos de igual a igual, no como ahora (en Alemania), donde salieron a la cancha tan acomplejados que cada uno de los integrantes de la selección se ocupó, únicamente, de salvar su nombre. Así no se puede jugar. Pudieron cambiar seis veces pero ni lo intentaron.

1958
Sexto Campeonato, en Suecia.
Campeón: Brasil. Ubicación de
Argentina: eliminada en los octavo de
final. Performance: 1 triunfo,
2 derrotas.
Equipo de la foto: Mussimesi,
Dellacha, Vairo; Lombardo, Rossi,
Varacka; Corbatta, Prado, Menéndez,
Rojas y Cruz. Amadeo Carrizo (foto)
ofrece el testimonio que sigue:
A nosotros nos tocó hacer de conejitos de Indias. Después de catorce años sin participar en un evento internacional de esa naturaleza, veinte días antes del comienzo del Mundial nos juntaron a todos y nos mandaron para Suecia. Prácticamente no hicimos ningún partido previo. Directamente nos mandaron a la aventura, las órdenes de técnicos y dirigentes fueron muy precisas: "Muchachos —dijeron—, hagan lo que puedan". Nadie nos sugirió la manera en que teníamos que salir a jugar, nadie nos advirtió que los europeos eran veloces. Nos arreglamos como pudimos y así nos fue. A esa experiencia se la denominó "el desastre de Suecia"; sin embargo, yo creo que la reciente performance en Alemania fue peor aún y ahora nadie dice nada. Después de tantos años ni los directores técnicos ni los dirigentes hicieron nada por remediar los defectos evidenciados en Suecia. La única diferencia es que ahora, en lugar de un entrenador, hubo varios, pero igual hicieron
sapo. Ni siquiera los espías salvaron al seleccionado de las goleadas. Sinceramente, pienso que son unos idiotas los que están satisfechos porque Argentina obtuvo el séptimo puesto. Elogiando ese triste papel, lo único que logramos es que los técnicos sigan con sus cuentos de siempre. Y ellos son los principales culpables de que el fútbol ande tan mal. No salen buenos jugadores porque ellos no los saben elegir. No hay nada que hacer: los técnicos están todos cortados con la misma tijera, algunos hablan mucho, otros poco, pero todos son incapaces. Pienso que para el Mundial de 1978 el Gobierno va a tener que tomar parte en este asunto. El equipo que nos represente no puede quedar en manos de aventureros que sólo quieren llenarse los bolsillos. Pienso que lo más apropiado es que ya se elijan a dos o tres entrenadores para mandarlos a perfeccionar a Europa. Además, hay que alentar en el país el juego-juego, el que siempre nos dio satisfacciones.
1962
Séptimo Campeonato, en Chile
Campeón; Brasil. Ubicación de
Argentina: eliminada en los octavos
de final. Performance: 1 triunfo,
Equipo de la foto: Domínguez,
Ramos Delgado, Mariotti; Cap, Albrecht,
Sacchi; Facundo, Abeledo, Pagani,
Oleníak y Belén. Silvio Marzolini (foto)
ofrece el testimonio que sigue:
Esa vez se nombraron 40 jugadores y el equipo jugó algunos partidos en el exterior durante su preparación. El trabajo no fue tan intenso como ahora pero, eso sí, a los titulares se los conoció con bastante anticipación. Posiblemente, ésa haya sido la primera oportunidad en que se pensó en el rival, cómo jugaba, cuáles eran sus mejores hombres. Entonces, cada partido se planificó conforme al adversario, cuidando sus hombres más hábiles y buscando sus puntos débiles. El director técnico era Juan Carlos Lorenzo. Si bien nos eliminaron en los octavos de final no hay que olvidarse que perdimos la clasificación por gol average. O sea que no hubo casi diferencia. Uno de los méritos de aquel seleccionado era que tenía un poco de mentalidad ofensiva y cualquiera tenía la libertad necesaria para hacer lo que quería en la cancha. Viendo lo que pasó 4 años más tarde, en Londres, me animo a decir que fue el último equipo que jugué para adelante, al ataque. Después se empezó a especular cada vez más con el juego defensivo en desmedro de la ofensiva, se trató de cuidar el resultado, y ya sabemos cómo nos fue.
Actualmente, el mayor problema que tenemos para formar una buena selección son los cambios que se operan: entran y salen jugadores constantemente. En Europa ocurre todo lo contrario: sólo los grandes jugadores son internacionales. Acá, en cambio, hasta el más tronco ha integrado la selección. Esto es tan cierto que en Europa no lo podían creer: en 1963 fuimos con Boca de gira y allá para publicitarnos nos preguntaron cuántos jugadores internacionales había en el plantel. El presidente, Alberto J. Armando, es contestó que éramos 14. Entonces le insistieron: "No, cuántos son, no. Queremos saber cuántos internacionales viajan". No podían convencerse que fueran tantos. Pero es como yo digo: acá, el que nunca jugó en la selección es un burro.

1966
Octavo Campeonato, en Inglaterra.
Campeón: Inglaterra. Ubicación de
Argentina: Quinta. Performance:
2 triunfos, 1 empate, 1 derrota.
Formación titular: Roma, Ferreiro,
Perfumo, Albrecht, Marzolini; Solari,
Rattín, González; Ermindo Onega,
Artime y Mas. Ubaldo Rattín (foto)
ofrece el testimonio que sigue:
Hace 8 años la selección se prepara más o, menos como ahora, lo que indica claramente que nunca se aprovecha la experiencia y se vuelven a repetir los mismos errores. Yo, a esta altura, con 20 años de fútbol no me voy a seguir tragando la misma mentira de siempre. Eso de "prepararse" en partiditos con equipos del interior es para reírse. No sirven para nada, pero lo peor es que nunca sirvieron y se siguen haciendo lo mismo: jugando con el público en contra, en vulgares potreros y con equipos que no se parecen en nada a los rivales que se van a enfrentar. Además, cualquiera que haya estado en el fútbol, hasta el más estúpido, sabe que una concentración de más de un mes es insoportable, no sólo para los futbolistas, sino para cualquier ser humano. Se extraña
la familia, los amigos. A los 20 días, uno está agotado, hastiado, con ganas de mandar todo al diablo. Pero siguen insistiendo con esa fórmula y entonces uno se da cuenta de que los "responsables" no saben nada de fútbol. A Vladislao Cap lo van a buscar fuera del país para que dirija la selección. ¡Y Cap agarra, claro! No me opongo, yo tampoco soy un exquisito y si me ofrecen esa oportunidad hago lo mismo. Total, si me va bien me paro para toda mi vida y se me va mal hago como todos los demás: busco excusas. Lo de la "amargura" es un camelo, basta observar a los jugadores: volvían de un papelón y en el avión se la pasaron firmándose las corbatas, las camisas, la pelota. Ya se habían olvidado de todo. No se dan cuenta del prestigio que perdieron de ganar. ¿Cómo se cambia esto? Yo creo que hay que hacer buenas canchas, formar un seleccionado juvenil y elegir jugadores que no se arruguen cuando tocan el Himno. Y pagarles como se merecen: es preciso terminar con los dirigentes que estuvieron regateando 200 mil pesos a los muchachos. Ellos son los que dan la cara. E1 fútbol no puede seguir manejado por tantos incapaces.
1970
Noveno Campeonato, en México.
Campeón: Brasil. Ubicación de
Argentina: no pasó la
instancia clasificatoria. Performance:
2 derrotas, 1 empate, 1 triunfo.
Equipo de la foto: Cejas, Gallo,
Perfumo, Albrecht, Marzolini; Rulli,
Pachamé; Marcos, Brindisi, Yazalde y
Tarabini. Alberto Rendo (foto)
ofrece el testimonio que sigue:
Yo sé que el seleccionado que integré hizo una preparación previa, pero no la conozco porque a mí me incorporaron al final. Conmigo se dio un caso curioso: resulta que por un error de interpretación anotaron 23 jugadores en una lista en la cual sólo se permitían 22. Eso ocurrió mientras Maschio era el director técnico. Cuando posteriormente lo reemplazó Pedernera, éste me comentó que quería ponerme en el equipo, pero que, desgraciadamente, yo era el jugador número 23. Entonces me dijo que tenía que esperar a que se lesionara alguno de mis compañeros en Bolivia o Perú para poder jugar. Cuando el equipo regresó de esos países, Rattín estaba lastimado y no alcanzó a terminar el partido contra Perú, en Buenos Aires, como ocurre siempre con los jugadores habilidosos, los únicos capacitados para desequilibrar un partido, me pusieron en los últimos 45 minutos de ese match. Mi inclusión fue un recurso desesperado del técnico. Algo hice, pero no fue suficiente. Lo mío es parecido a lo que ocurrió ahora con Babington, que lo citaron de apuro, sobre el filo del encuentro con los polacos, con la tremenda responsabilidad que ello implica para el jugador. Ese es nuestro error: la improvisación. Y acá, siempre se improvisó porque, valga la redundancia, somos unos improvisados. Además, si a eso le sumamos que después de 1958 a los jugadores nos quisieron convertir en atletas, dejando de lado toda nuestra habilidad natural, no hay por qué extrañarse de las malas actuaciones de nuestra selección. Y los culpables de esta automatización son los directores técnicos: ellos (no sé si por su menor capacidad intelectual) se dejaron absorber por los preparadores físicos. Tanto es así que, en los entrenamientos, estos últimos se adueñan del equipo y lo único que exigen son ejercicios. De fútbol (y eso se nota todos los domingos en la cancha) no se practica casi nada.

1974
Décimo Campeonato, en Alemania
Federal. Campeón: Alemania Federal.
Ubicación de Argentina: séptima.
Performance: 3 derrotas,
2 empates, 1 triunfo. Formación del
Equipo de la foto: Carnevali, Wolff,
Perfumo, Heredia, Sa; Yazalde, Telch,
Babington; Houseman, Ayala y Kempes.
Ángel Bargas (foto) ofrece el
testimonio que sigue:
Pienso que estuvimos bien preparados físicamente, pero el equipo tendría que haberse integrado mucho tiempo antes. Yo recién me acoplé al plantel en Francia, un mes antes del Mundial, y todavía no se sabía quiénes iban a ser los titulares. En consecuencia, había demasiada inseguridad en todos. Además, nos faltaron confrontaciones con equipos europeos difíciles. Ellos corren mucho, están en permanente movimiento y enciman sin dar tregua. Y como nosotros no sabemos jugar sin la pelota, somos muy lentos para administrarla y necesitamos más de diez pases para llegar al arco contrario, se nos complicaron todos los partidos. Por si fuera poco, los europeos no sólo nos superaban en fuerza sino, también, en buenos jugadores. Lo peor que nos pasó fue que los argentinos no habíamos jugado casi nada juntos, y nadie sabía lo que iban a hacer los otros compañeros. Nos hubieran hecho falta, por lo menos, tres meses de ensamble. Cuando me pusieron junto a Roberto (Perfumo) no conocía su forma de juego y no nos entendíamos, los continuos cambios de jugadores, toda esa improvisación nos desconcertó bastante. A mi, que soy defensor, me pusieron de volante, pero no me preocupó en lo más mínimo si arriesgaba mi prestigio en una función desconocida. Pensé que si así podía ayudar, me tenía que sacrificar en beneficio del conjunto, sin importarme el lucimiento personal. Claro que las cosas me salieron mal y me tuve que tragar el banco de suplentes. Yo supuse que no nos iba a ir muy bien cuando seleccionaron tantos; defensores. Creo, que hubiera sido conveniente que los técnicos se interiorizaran un poco más sobre el fútbol europeo. Jugamos demasiado a la defensiva, y justo contra Holanda no lo fuimos tanto: fue terrible pero pudo haber sido peor. Ahora la verdad es que todos bajen y suban, como en el básquet. Entre nosotros se suele hablar de campeones sin corona, pero eso se acabó: hay que demostrarlo ...