Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


El famoso dibujante argentino, creador de Cisco Kid,
es también un apasionado de los temas bélicos.
Salinas va a la guerra

Revista Siete Días Ilustrados
04.03.1974

Famoso en todo el mundo por sus historietas, tiene además una pasión que llena sus ratos de ocio, que no son muchos: colecciona soldaditos de plomo, reproduce fielmente históricas batallas campales y pinta los más perfectos uniformes militares

Su contextura es fuerte, el cabello canoso y la sonrisa franca; viste con natural elegancia camisa rosa y pantalón gris. Está la mayor parte del tiempo ante un tablero de dibujo y su mano derecha se mueve incansablemente, casi sin pausa. Apenas detiene ese ejercicio para cambiar el lápiz por un cigarrillo y luego continúa. La blanca superficie del papel se ilumina con trazos y colores firmes. De a poco, surge un imponente húsar de Pueyrredón, con el uniforme de las guerras de la Independencia argentina. Hasta el mínimo detalle está delineado con maestría singular. El artista se detiene y contempla su obra. Por la ventana del atelier —un noveno piso ubicado en los primeros tramos de la avenida del Libertador— se ven las playas de maniobras de Retiro; más allá, el río.
José Luis Salinas, de él se trata, veterano dibujante, creador de famosas historietas y personajes casi mitológicos, evoca algunos de sus héroes: Cisco Kid y su inefable amigo Pancho, Hernán El Corsario, Dick El Artillero, Ayesha.
"Con Cisco Kid —relata—, producida para el King Feature Syndicate, de los Estados Unidos, batí todos mis records. Fue distribuido en 43 diarios y revistas de todo el mundo. Ese Cisco era un rico tipo. Sobre todo, muy simpático".
Hasta 1968, Salinas también trajinó sobre los tableros de las principales empresas publicitarias de Buenos Aires hasta que decidió ocuparse únicamente de las historietas y el dibujo artístico.
Ahora sólo dibuja y pinta soldados. "Axel Amuchástegui me conectó con Aylmer Tryon, marchand inglés que estaba de paso en Buenos Aires. El vio mis trabajos y me pidió que interviniese en una exposición acerca de los temas hípicos que iba a realizar en Londres, a fines de 1969. Me entusiasmé y expuse seis pinturas con escenas gauchescas. Fueron vendidas todas el día de la inauguración. Recuerdo que un australiano hasta se llevó uní cuadro sin envolver. AI mismo tiempo pintaba, a la témpera, la serie de los soldados que intervinieron en las Invasiones Inglesas. Fue una iniciativa de García Ferré y, los hice para su revista Anteojito. Allí nació mi pasión por esos temas bélicos e históricos."
Nacido en 1908 y en el muy porteño barrio de Flores, Salinas recuerda que el dibujo lo aferró a los cinco años: "Mi padre —evoca— me regalaba unos cuadernos para pintar que eran una locura. Cuando se terminaban seguía dibujando en cualquier papel."
El dibujo es una necesidad vital en Salinas. No caben dudas. Ese apasionante menester lo llevó a dejar el colegio secundario al terminar el cuarto año. "No hubo enojos familiares. Empecé como ilustrador en la revista Caras y Caretas; después estuve en Páginas de Columba. En 1936 me largué a la historieta: apareció Hernán El Corsario, en Patoruzú. Hacerla me divertía muchísimo. Después, durante años, ilustré novelas célebres par a El Hogar."
Su más ferviente discípulo se agrega, de pronto, al diálogo. Alberto César Salinas (41, casado, tres hijos) es el fiel continuador de la pasión paterna. "Nunca me presidió para que dibujase —confiesa— y cuando un día le pedí trabajar en lo suyo se preocupó por colocarme. La prueba fue en Dante Quinterno y parece que gusté. Hice al Capitán Tormenta y Capianco, el gaucho enmascarado, para la revista Superhombre. Actualmente trabajo con mi padre en Dick El Artillero y dibujo para varios editores europeos."
El grupo familiar se completa con Angelina Ocampo, segunda esposa de José Luis Salinas, quien reincidió al enviudar. "Tengo 55 años y me permito coquetear con mi edad porque represento mucho menos", asegura con razón. Luego, desliza su admiración por el dibujante: "Me gustaban sus trabajos desde chica. Lógicamente nunca pensé en que me casaría con él. Además, no lo conocía. Un día me lo presentaron en casa de una amiga y... bueno. Aquí estoy. Al conocerlo, lo admiré todavía más."
Los Salinas intercambian anécdotas y risas. La atmósfera se torna íntima, acogedora. En un rincón del hall, una espléndida maqueta en miniatura, de la época faraónica, atrae por lo perfecta. Cerca de ella, montan guardia diversos soldados de plomo.
Salinas, como quien se prepara para la guerra, explica: "Colecciono soldados de plomo desde hace 17 años. También me: sirven para jugar Kriegspiel, un pasatiempo, si podemos llamarlo así, inventado por un alemán, von Reiswitz, en el siglo pasado. Tengo más de 30 mil, que van desde el siglo XVIII hasta la última época napoleónica. Juego Kriegspiel con mis amigos Alfredo Villegas, Luis Brach, Jorge von Stremayr y José Mayoral. A mis órdenes están varios ejércitos, con todo su material bélico: vehículos, artillería y bagajes. El Kriesgspiel consiste en reproducir una batalla en miniatura. En la mesa se preparan las características topográficas del terreno con rigurosa similitud. La historia es respetada sin deslices. Intervienen hasta 400 soldados por bando y, tras estudiar estrategias y tácticas, los movimientos se deciden tirando dados —se entusiasma—. Sí, claro, es un juego. Pero en todos los ejércitos del mundo fue utilizado para preparar batallas reales. Con mis amigos hicimos maquetas de combates famosos. La reproducción de la batalla de San Lorenzo, con los 125 granaderos y los 300 y pico de españoles, está en el museo de! Regimiento de Granaderos a Caballo, donada por nosotros.
La noche inunda poco a poco los liliputienses campos de batalla. Salinas juega con sus soldados de plomo, muestra sus témperas de temas militares, sus espléndidos, briosos caballos. Un colorido mundo de fantasía bulle en sus inquietas manos. La paciencia infinita casi de relojero, el lápiz y el pincel esperen, listos para trasladar al papel mitológicos generales, sorprendentes estrategas y sufridos, heroicos soldados.

 

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José Luis Salinas
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José Luis Salinas
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