Revista Periscopio
23-12-1969 |
"La radio sigue siendo la fuente principal donde
abrevan los amantes de la buena música", afirma convencido el
disc-jockey Enrique Alejandro Mancini.
Una fugaz recorrida por el dial demostraría que los directores
artísticos de las emisoras porteñas no sólo comparten tales
apreciaciones sino que la ponen en práctica, principalmente en sus
programas nocturnos.
Superados los lacrimógenos radioteatros (televisión mediante), que
absorbían la atención del grupo familiar, la radiofonía tiene ahora
la modesta y difícil pretensión de seducir al oyente haciéndole
compañía. Las variantes que ofrece son voces cálidas, inflexiones
sugerentes y escuetas tandas publicitarias. Claro está, no todos los
ciclos obedecen a esas pautas. Si bien muchas emisoras se adaptaron
ya a las exigencias del nuevo estilo, otras, en cambio, todavía no
pudieron sustraerse a la influencia tiránica de los viejos programas
que sostienen su perpetuidad colgándose de éxitos caducos y
olvidados.
LAS CLAVES DEL TANGO
Las audiciones de tango suelen ser la excusa más efectiva —y por lo
tanto, un baluarte apreciado— para utilizar esos recursos superados
por la radiofonía. Con materiales anecdóticos extraídos del
recuerdo, algunos comentaristas trasnochados continúan prolongando
antiquísimas audiciones canyengues, aderezadas con voluminosas
cantidades de sensiblería. Tal es el caso de 'El bronce que sonríe',
mediante la cual, durante 37 años hasta hace muy pocos días, Julio
Jorge Nelson rendía su infatigable y locuaz homenaje a Carlos
Gardel.
Sin embargo, también se puede hablar de tango con un lenguaje nuevo.
Para demostrarlo, Juan Ramón Luna (hijo) lucubró por Radio Splendid
'Los que hicieron historia'. "A mí se me acusa de pretender
intelectualizar el tango —dice y sonríe—, pero solamente pretendo
clarificarlo". Consecuente con semejante propósito, evita los
recursos truculentos y se atiene a evaluar la calidad musical de los
autores, orquestas, solistas y cantores. Su objetivo es "colocar al
oyente en lo auténtico del tango". Por esa razón no olvida de ubicar
a cada una de las partituras que comenta en su contexto histórico y
aporta, además, valiosas connotaciones sociales o culturales que
amplían sus perspectivas.
A pesar de que el precario instrumental técnico no admite grandes
audacias, el ala vanguardista de la radio argentina no abandona su
propósito de imponer un nuevo estilo en los programas de "compañía"
y educación del oyente nocturno, haciéndolo en la forma más grata
posible. Algunos conocidos disc-jockeys son los encargados de
ponerlo en práctica. Uno de ellos, Raúl Calviño, se entusiasma con
su misión en Libertad y Splendid: "Elegir discos y darlos a conocer
con un criterio de difusión". En un lenguaje coloquial, cargado de
elementos afectivos, invita al oyente a "coparticipar de la velada"
ya que "la noche nos reúne".
Cada uno de sus programas son el resultado de una laboriosa
artesanía basada en una premisa única: obtener una selección musical
equilibrada. "Si comienzo la audición con un tema de trompeta
—pontifica—, el siguiente será de piano o de guitarra, sin descuidar
las pausas o el cambio de ritmo". De esta manera logra armonizar una
extensa gama de melodías y los prolíficos matices de su voz hacen el
resto.
En 'El ochenta en su dial', Enrique Alejandro Mancini, 38, ex
docente y periodista, selecciona para "un público mejor su música de
alta fidelidad" e ignora los hits "que promueven las revistas
extranjeras". Su intención es "imponer temas que no son populares
pero que merecen serlo por su calidad". La cantidad de adeptos
ganados en veinte años de labor corrobora sus hipótesis de
selección.
LO BEAT EN LA ONDA
Tras una finta de falso boxeador, enuncia: "Ahora comienza el match
Pintura Fresca ver sus Conexión Nº 5". Se frota las manos como para
darse ánimo y corre a su cabina de operador.
Cuando apoya el pick-up sobre uno de los tantos discos que giran
incansablemente, los compases del coro de la Novena Sinfonía de
Beethoven sirven de marco a la voz de Pedro Aníbal Mansilla, quien
añade: "¡Modarrrt ennn la nocheeeee!". Más cortinas musicales, señas
y contraseñas entre locutor y operador y muchos botones manipulados
en la cabina de control inician el programa de música beat de mayor
audiencia en Buenos Aires.
"Me propuse dar a conocer la mejor música popular del mundo y lo he
logrado", se ufana Ricardo Alberto Kleiman —más conocido por las
iniciales de su nombre, R. A.—, creador del programa que, según
recientes estadísticas, absorbe casi el 90 por ciento de la
audiencia nocturna y el 65 por ciento de las preferencias sobre el
total de las audiciones diarias. Los estridentes conjuntos de música
beat que pululan por Buenos Aires encontraron un importante apoyo
discográfico en su espacio. "Me interesa promocionar los buenos
temas —declama con énfasis— y estoy en una tesitura diferente de las
otras audiciones que niegan la promoción".
Para llevar a cabo una tarea semejante, tiene dos aportes
imprescindibles: la locución contundente del peruano Mansilla y, en
trasnoche, el susurro inquietante de Nucha Amengual.
Durante casi seis horas y hasta muy avanzada la madrugada, Radio
Libertad se convierte en el escenario de la gran carrera donde
compiten los conjuntos argentinos y extranjeros. Los primeros
recorren el itinerario que trazan las preferencias de los oyentes
("Recibimos ochocientos llamados por día pidiéndonos determinados
discos"), en tanto que la selección musical foránea está sometida a
los rankings de sus países de origen. El buceo de estos últimos se
realiza en los principales centros, en forma constante y exhaustiva.
Se trata de destilar los discos recién editados y, en algunos casos,
inéditos, "como el último long play de Los Beatles, que pasamos
antes de que circulara en Londres", según Kleiman.
LAS NOVEDADES CARAS
En otro horario, de 22 a 24, y en otra emisora (Splendid), Fito
Salinas lanzó un doble desafío: publicitario y musical, apologías de
ropa para jóvenes mezcladas con primicias musicales. "Somos los
únicos que anticipamos un tema novedoso cuando se convierte en éxito
en los Estados Unidos o Inglaterra", se envanece el creador de
Música con Ton Son y Williams. Y explica el mecanismo: "Gastamos mil
dólares mensuales en la compra de discos extranjeros. No utilizamos
placas editadas en el país porque aparecen con dos o tres meses de
retraso y a nosotros nos interesa pasar los discos que encabezan las
ventas en sus países".
La noche es cómplice de las batallas estadísticas. En una línea de
combate, el peruano Mansilla (la mano en la oreja, en reemplazo del
auricular), anuncia con el ímpetu de un aterrizaje: "Vía aérea Nueva
York-Buenos Aires, presentamos en Modart en la noche dos temas de un
simple, colocado en el puesto número cinco en Inglaterra, y en
ascenso ..." En la trinchera opuesta, la displicente voz de Salinas
detalla los puestos que ocupan las canciones y amplía la información
con un rápido análisis retrospectivo de las fluctuaciones
producidas: ""Hoy en Música con Ton Son y Williams, estamos
irradiando el ranking de Inglaterra actualizado con todas las
novedades producidas en la última semana. Presentamos a Oliver, el
número cinco, que hace una semana ocupaba el número dieciséis..."
Los cambios de programación ocurridos en estos días indican que los
movimientos renovadores cobran un impulso cada vez mayor en las
emisoras argentinas. En este sentido, Radio Mitre se mostró
categórica: su ciclo de medianoche se plegó a una revolución sin
atenuantes. El responsable de ella es 'El Negro' Suárez. quien, al
sonar el último top de las 24 horas, irrumpe con su 'Cuatro horas en
la noche de Edgardo Suárez', un espacio eminentemente musical que
admite una sola faceta: estimular la imaginación del oyente.
"En la noche se establece un nexo con el oyente, mucho más
importante que en el resto del día —afirma el piloso Suárez—. En esa
hora me propongo inquietarlo con un lenguaje nuevo." La complicidad
se obtiene desde el saludo: "¡Hola, pariente!" Luego se interna en
intrincados laberintos donde lo imaginario (diálogos con trasgos,
grifos y otros personajes insólitos de piernas, orejas y brazos
múltiples) se entrecruza con lo real (reportajes a pintores, poetas,
cineístas, gente de cambio). El todo se matiza con narraciones,
risas, preguntas, susurros, aseveraciones, suspiros, lecturas de
poemas y exclamaciones. Lo demás es buena música seleccionada por
Ernesto Ríos y coordinada por Raquel Ángel.
LAS PROFECIAS NEGATIVAS
En fin, desde el día 3, entre las 0.15 y las 2, Betty Elizalde y
Marcos Munstock rinden culto a la informalidad en su programa 'El
sillón y la copa', lanzado al aire por Radio Belgrano. Ella es
locutora, él hace teatro —actúa, dirige, escribe— e integra Les
Luthiers. Ambos tienen algo en común: una capacidad inusual para
lograr profusas tiradas llenas de simpatía con las cuales envuelven
a los invitados.
Hay quienes señalan la incidencia sustancial que tuvo la aparición
de la TV en la audiencia radiofónica. También hay quienes
vaticinaron la muerte de la radio ante la gran aceptación que tuvo
la pantalla chica en los primeros momentos. El fenómeno es
fácilmente explicable si se advierte que la asimilación de los
avances tecnológicos siempre lleva a una reacomodación cultural.
Pero una vez superado el asombro del nuevo sistema de comunicación,
la radio volvió por sus fueros y desbarató toda profecía negativa.
Hablar de radio y TV en términos excluyentes supone un planteo
falso: los dos medios cumplen una función o, al menos, debieran
cumplirla.
Es que cada medio de difusión pareciera haber encontrado su cauce
natural. Si la TV se ha convertido en el gran entretenimiento del
núcleo familiar, la radio tiene una doble función: por una parte
acompaña a quienes deben cumplir funciones en soledad y por otra, en
el medio de animación de las fiestas de núcleos íntimos, sobre todo
si son improvisadas.
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