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peronismo-antiperonismo
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"Fui porque soy cura". Carlos Mujica
La censura

 

 



en los momentos dramáticos supo convencer y cuando habló de violencias fue solopara advertir. Aquí en 1954

En la Secretaría de Trabajo, atendiendo problemas y dando solucionjes. Se "metió" en el Pueblo y nunca lo engañó

Evita con Perón el 1º de mayo de 1952, el implacable mal ya estaba por postrarla

El propio Perón al volante del primer coche argentino, el Institec


 

 

PARA QUE LA JUVENTUD LO CONOZCA
LA Juventud argentina necesita saber quién es y cuál fue la trayectoria de ese "monstruo sagrado" de la política que es el general Juan Domingo Perón. Ningún ciudadano menor de 30 años de edad, pudo vivir la era peronista en plenitud, de manera que el hombre medio conoce al gran líder a través de su fama, de la casi leyenda que ha surgido en torno de su personalidad y por supuesto, mediante la vivencia que desde el exilio ha seguido manteniendo dentro de los cuadros principales de la política nacional.
Perón fue derrocado, pero nunca vencido, sin duda. Desde 1955, año en el que una revuelta militar lo despojó del poder obligándolo a abandonar el país, ha permanecido siendo gobierno de alguna manera. Las corrientes populares mantuvieron siempre contactos con quien, temido por los gobernantes de turno, tendió su sombra sobre la Casa Rosada y dejó el embrujo de su elocuencia, de sus obras, del amor que le prodigaron los trabajadores y que, según demuestra la nueva generación en sus rebeldes protestas, se generó como herencia política enraizada en la mayoría de los jóvenes.
Sin embargo, la actualidad 1971 reclama un conocimiento más profundo de Perón. Por lo menos, que su síntesis biográfica llegue clara y objetivamente hasta quienes tendrán la responsabilidad de elegir, seguramente a corto plazo, los gobernantes auténticamente surgidos del comicio. Y los rasgos más importantes de su accionar antes, durante y después de alcanzar la máxima magistratura del país. Cómo apareció en su vida, la venerada de los humildes, Evita y de qué manera la reacción pudo, finalmente, aprovecharse de la debilidad de Perón para apoderarse del poder. Es que Perón, hombre fuerte como ninguno de este siglo en nuestra Patria, nunca aceptó que se derramara sangre en luchas intestinas. Tuvo en sus manos la guerra civil; pudo masacrar en una desesperada resistencia; tuvo en sus manos la vida de varios de sus enemigos políticos y del mismo que en setiembre de 1955 lo obligó a alejarse de la Casa Rosada y del país, pero prefirió todo, hasta el extremo de ser vilipendiado, denigrado, calumniado y objeto de las más groseras acusaciones, antes que aceptar el enfrentamiento fratricida.
Tuvo errores, algunos de grueso calibre, tanto en la conducción de la estrategia económico-social, como en la elección de sus colaboradores. No obstante, su inmensa obra entrará en la Historia como una gesta comparable a las de 1810 ó 1816. Aquéllas marcaron el nacimiento de la Patria, pero al cabo de un siglo y cuarto, no habían sido complementadas. La Patria estaba aún atada a un colonialismo con título de República. La banca internacional era la que gobernaba, aunque nativos de la Argentina estaban al frente del gobierno. Ora radicales, ora conservadores...
Que Perón vuelva o no al país es secundario. La significación histórica del Movimiento por él generado, de su Revolución Social, supera el sí o el no episódico de su retorno que vuelve a actualizar casos similares que indicarían que la Historia se repite: los grandes de la Patria terminan su vida en el exterior. San Martín, en Francia; Rosas, en Inglaterra y Perón, con sus juveniles pero ya amenazantes 75 años, en España. ¿Sobrevivirá lo suficiente como para que el retorno rompa aquella regla? De cualquier modo, Perón ya ha hecho lo suyo y si algo resta, no podrá sino rubricar su revolucionaria obra.
Mientras tanto, es bueno que nuestra juventud sepa de él muchas cosas que hasta ahora no se han puesto fácilmente al alcance de la mano de los argentinos. Aquí lo hacemos como un aporte para el Reencuentro Nacional.
EL EDITOR

Caudillo, no dictador

EN EL JUEGO SUCIO DE LOS "DEMOCRÁTICOS" SE TRATO Y TRATA DE CONFUNDIR LOS TÉRMINOS, NIVELANDO AL CAUDILLO CON EL DICTADOR. PERÓN FUE UN AUTENTICO CAUDILLO CON DOTES DE ESTADISTA Y UNA PREPARACIÓN PREVIA PARA CONVERTIRSE EN AUTENTICO REVOLUCIONARIO DEL CAMPO SOCIAL SU OBRA SOBREVIVIRÁ GENERACIONES, SIN NECESIDAD DE REVISIONISMOS. LOS CAUDILLOS VUELVEN.
Una simple recorrida por las páginas de los diarios en los últimos 30 años o apenas una memorización de lo que trasunta entre líneas la Historia que se nos ha enseñado en las escuelas, demuestra que fácilmente se ha confundido o se ha tratado de confundir a los CAUDILLOS con los DICTADORES. La diferencia es abismal, tanto como la existente entre un héroe y un delincuente.
El diccionario establece terminantemente cada acepción. Por caudillo se define jefe, director, presidente, cabeza, cabecilla, adalid, guía, paladín, rector, caporal y arráez. En cambio, dictador es sinónimo de autócrata, déspota, autarca y tirano.
Los caudillos posibilitaron, en todas las patrias, la defensa de lo nacional y el despertar del interés popular en defensa del patrimonio común, la defensa de la soberanía individual y territorial, la incentivación del patriotismo y de la defensa de los símbolos de Patria y Hogar. Han sido, son y serán estandarte de multitudes en luchas desde el poder o contra el poder, cuando éste es contrario al bien general. Fueron caudillos argentinos Güemes. San Martín, Rosas, el Chacho y muchos otros que asumieron la defensa patriótica de las zonas a las que pertenecían. Algunos alcanzan el nivel de caudillos nacionales, otros quedan solamente como paladines de un pueblo o una provincia, pero todos son impulsados por la aspiración popular. No son necesariamente nombres de Universidad, sino fundamentalmente, de acción. Tienen la elocuencia de sus actitudes y arrastran a la masa porque se ponen a su frente.
El dictador, en cambio, es el que halaga a los poseedores de la fuerza y se encarama sobre ellos para dominar a las mayorías y explotarlas en beneficio de su sector. Suele ser duro e implacable, hasta sangriento, aunque para mantenerse invente etapas "democráticas" que pretenden conformar a los que viven subyugados bajo su poder. Tras tremendas purgas, asesinatos, fusilamientos y torturas en cárceles y campos de concentración, ofrecen y prometen mejoras salariales, fiestas populares y un paraíso en el futuro, que nunca llegan.
Getulio Vargas y Francisco Franco, por ejemplo, representan al caudillo. También Fidel Castro en muchos momentos de su trayectoria.
Pero del caudillo al dictador hay apenas un paso. El peligro está en la tentación que suelen ofrecer los aduladores a los caudillos para que se conviertan en dictadores ...
• PERÓN, EL GRAN CAUDILLO
Los caudillos surgen en los momentos cruciales. Juan Domingo Perón apareció en uno de los momentos en que la Argentina jugaba el papel de colonia con membrete de República. Los vendepatrias habían preparado la gran mesa, el gran festín, y solo un gran caudillo podía evitar la vil entrega, la tremenda traición a los que en el siglo anterior derramaron su sangre por darnos libertad y soberanía.
Así surgió Perón en 1944 y fue exaltado como líder, como caudillo, como adalid en 1945. Fue un realizador. Cuando afirmó que "mejor que decir es hacer y mejor que prometer, realizar", estaba definiéndose. Durante décadas se gritó desde el socialismo y el radicalismo que había que hacer esto y lo otro; las plataformas electorales se nutrían de espejismos que desde el poder se convertían en áridas negaciones; los falsos caudillos engañaban y aceptaban el fraude, la estafa y la coima ...
Perón, contra viento y marea, bajo las más encarnizadas presiones, con amenazas de crisis terribles y quiebras tremendas, implantó medidas revolucionarias que en pocos años prácticamente dieron vuelta el sistema de vida argentino, convirtiendo al país en una potencia industrial. Hasta los alfileres se importaban sin Perón. Hasta tractores fabricábamos con Perón. Y había plena ocupación, nacionalización de los servicios públicos, discusión de igual a igual en los convenios internacionales, elevación fundamental del nivel en todos los órdenes: social, cultural, laboral. Se abrieron las universidades y los colegios viles y militares para los obreros e hijos de obreros. El turismo dejó de ser un privilegio de los ricos, al crearse colonias de vacaciones para trabajadores, para estudiantes, para niños, en todas partes del país y en los mejores alojamientos.
Perón fue el gran caudillo. Tuvo a su lado hombres de toda capa social. Algunos malos, sí, pero todos aprovechados con miras al bien general. Los aduladores no faltaron y ayudaron a cometer errores, pero la increíble revolución que reclama décadas, se estaba concretando en semanas. Y Perón no se sintió instigado a ser un dictador. Nunca lo fue y pudo serlo, por ejemplo, tras las revueltas de algunos militares desplazados, resentidos, que intentaron despojarlo de su liderazgo, implantando una tiranía. El 16 de junio de 1955 era la clave de la dictadura peronista pero el caudillo prefirió correr el riesgo de perderlo todo, antes que traicionar a los trabajadores mediante un régimen contrario a toda su prédica de 10 años. Y aún en setiembre de ese año, instado a resistir el golpe iniciado en Córdoba, eligió el difícil y duro camino del exilio, de la calumnia y la infamia ocupando su lugar, de la destrucción de parte de sus numerosas obras materiales y de casi la totalidad de sus bienes morales.
Pero los caudillos siempre VUELVEN. Si no físicamente, a través de la revisión histórica, por intermedio de la realidad que palpan las generaciones, aunque los de la línea "tradicionalista" o "entreguista" se empeñen en desdibujar y cambiar la verdad.
Muchos, para desmerecer la obra peronista afirman: "todo lo que hizo Perón estaba en el programa socialista (o radical, comunista, conservador, etc.)". "Basta ver los diarios de sesiones para comprobar que se trata de proyectos elaborados hace muchos años". "Palacios ya lo quiso hacer en 1935". Etcétera.
Lo cierto es que el único que LO HIZO fue Perón. Y que no se dejó convencer cuando le dijeron que ninguna empresa aguantaría si se ponía jornada legal de trabajo y pago de horas extras, aguinaldos, vacaciones y jubilaciones. El país iba a "fundirse", pero contra los eternos "especialistas", "economistas" y "financistas", Perón impuso su doctrina y convirtió a la colonia en una potencia.
De nada vale que los enemigos de Perón lo intenten poner en la línea de "Papá Doc" Duvalier, el tiranito recientemente desaparecido o de Trujillo o Somoza. El Pueblo sabe que nada tiene que ver uno con los otros. Perón gobernó para su Pueblo, no para su Grupo. Y no mató a nadie, cosa que hicieron muchos antes y después del ciclo 1944-1955. 


LAS DRAMÁTICAS HORAS QUE POCOS CONOCEN, PUES SE INVENTARON Y LANZARON A RODAR MUCHAS VERSIONES. LA RENUNCIA DE PERÓN. SU DISCURSO DE DESPEDIDA, LA DETENCIÓN Y SU ENVÍO A LA ISLA MARTÍN GARCÍA EN UNA CAÑONERA DE LA MARINA.
TODOS saben que el 17 de octubre de 1945 se produjo la eclosión popular en reclamo por la libertad de Perón, de quien se supo estaba preso en la isla Martín García. Nada detuvo a los trabajadores, que abandonaron las fábricas y como respondiendo a una consigna telepática, buscaron los medios para trasladarse a la Plaza de Mayo. Nadie ignora que se levantaron los puentes de acceso a la Capital Federal y que muchos fueron los que cruzaron a nado el Riachuelo para estar presentes en la cita que habría de ser histórica. Que marcaba el nacimiento de un Movimiento extraordinario, dentro de los esquemas clásicos en la política argentina.
Sí, es ampliamente sabido que los camiones, ómnibus, tranvías y autos se pusieron al servicio de los obreros para confluir en la histórica Plaza, donde una multitud como nunca se había visto hasta entonces, decidió permanecer allí esperando la presencia de Perón, ya convertido en líder indiscutible. También, aunque los enemigos lo usen como ironía, allí nació el famoso "San Perón" inventado por los argentinos para el día 18 de octubre, como compensación del esfuerzo que significaba trasladarse a la concentración popular y estar allí varias horas hasta escuchar la palabra del "Hombre".
Pero lo que pocos conocen es cuanto aconteció en las horas anteriores a esas gloriosas para los trabajadores. Hubo episodios que en esos momentos no trascendieron y que en homenaje a la concordia, Perón se negó a hacerlos públicos, pero que el tiempo ha establecido fehacientemente. También hay "fábulas" o "leyendas", como en todo proceso importante, pero resulta muy fácil distinguir lo uno de lo otro. Protagonistas de esos hechos se han encargado de narrarlos y hasta enemigos de Perón han terminado por reconocer en la Verdad, la realidad del Peronismo como expresión pura del amor popular.
Enemigos de Perón y fácilmente identificados como enemigos del Pueblo, empresarios o aliados de empresarios de espíritu feudal, encastrados en las viejas fórmulas de los siglos 18 y 19 como si en ello se hubiera alcanzado la perfección de lo intocable, afirmaron y todavía en algún discurso de pacotilla se animan a repetirlo, que aquel 17 de octubre de 1945 fue una parodia del gobierno Farrell para justificar el retorno de Perón al poder. La verdad histórica, ya irrebatible, demuestra que, muy por el contrario, Farrell fue quien personalmente ordenó la detención de Perón y su traslado a una unidad de la Marina de Guerra, para luego ser trasladado a la isla Martín García. Pero son esos episodios los que debe conocer nuestra juventud, tal como acontecieron, para estar en condiciones de evaluar el movimiento gestado por las masas populares, anticomunistas —esto hay que recalcarlo porque es muy importante—, cuando vio que iba a ser traicionada y que su caudillo quedaría ignominiosamente anulado y sancionado por ponerse al servicio de su pueblo.
• REACCIÓN vs. PERÓN
Perón había realizado una increíble revolución desde el Ministerio de Trabajo. Dentro de los cuadros de las Fuerzas Armadas se desató una campaña de odio contra quien, se dijo, estaba haciéndose "presidenciable". No tardaron en hacérsele a Farrell los planteos que caracterizan a los gobiernos militares.
Allí, en esa época, comenzó a utilizarse en los medios opositores a Perón un término hasta entonces desconocido: demagogo. Se decía que Perón era un demagogo, es decir, que utilizaba las necesidades del pueblo para satisfacer sus ambiciones personales (ver diccionario). De cualquier manera, tal posición será siempre bien recibida por los desposeídos. Perón mismo, en uno de sus discursos pronunciados en los balcones de la Casa Rosada, dijo: "Dicen que soy un demagogo. Si demagogo es darle al que no tiene y crear la Justicia Social; si demagogo es el que lucha contra las injusticias y el dolor; si demagogo es el que sólo quiere el bien para su pueblo, pues sí, señores, yo soy un demagogo".
Lo cierto es que Perón había dictado una legislación del trabajo que favoreció enormemente los sistemas de vida de los trabajadores, otorgándoles conquistas de avanzada política, al margen de las frías y terribles estructuras que venían respetándose desde la época de la colonia.
Y la reacción no se hizo esperar. Máxime cuando había dicho: "El rico puede hacer lo que quiere, mientras que el pobre tiene una sola libertad: la de morirse de hambre". Esto ocurría en los primeros días de octubre, mientras en el Círculo Naval y el Círculo Militar se preparaba afiebradamente su defenestración. Y en momentos en los que las fuerzas de choque del llamado liberalismo enfrentaban a los peronistas en las calles porteñas, creando un falso clima de disconformidad.
El general Eduardo Avalos fue el instrumento del antiperonismo y también el almirante Vernengo Lima. Pero había otros que estaban aún mucho más en la acción destructora: el entonces capitán Desiderio Fernández Suárez —que fuera pilar del gorilismo surgido detrás de Aramburu y Rojas— principal protagonista de "Operación Masacre", el libro-histórico-testimonial del escritor, Rodolfo Walsh, proclamó en el Círculo Militar "la necesidad" de darle muerte a Perón. Y se ofreció espontáneamente para asesinarlo. De ahí que se utilizara, posteriormente, al ser apresado Perón, aquel argumento de "protección" como justificativo del "secuestro" del líder. "Fue llevado a Martín García en el más cerrado secreto, para protegerlo porque lo querían matar", decían los acomodaticios después que Perón fue reivindicado. 
El 8 de octubre de 1945 Perón cumplía 50 años de vida y por cierto que, muy, lejos, de celebrarlo alegremente, cumplía una dura misión: presentaba su renuncia a los cargos oficiales y pedía su retiro del Ejército. La medida, a la que en principio se había negado, la adoptó cuando le aseguraron, bajo juramento, que así lo había pedido el presidente Farrell.
Por su parte, el almirante Antonio Vernengo Lima prometía cosas y como alguien le gritara que Perón hacía lo propio, aquél gritó: "¡Yo no soy Perón!". Esto sería, para su futuro inmediato, un certificado de defunción cívica ...
Horas después de aquella afirmación, Vernengo Lima hablaba con Farrell y se quejaba por la falta de consulta del gobierno y del Ejército, a la Marina de Guerra. Como el presidente le preguntara en nombre de quién hablaba, aseguró que lo hacía con el apoyo de los contraalmirantes Enrique García, Sciurano, McLean, Clarizza, Poch, Basílico, Zuloaga, Smith, Pantin y otros jefes navales.
Vernengo exigió, en representación de la Marina de Guerra, prontas elecciones sin candidatura oficial y con la prohibición a todo funcionario del gobierno de hacer proselitismo.
A todo esto, Perón alejado del gobierno, Avalos se hizo cargo del Ministerio de Guerra y llegó a acuerdos con Vernengo Lima. Perón era instado por sus amigos a resistir la situación y se le aseguraba el apoyo de guarniciones militares y de los sectores populares. Pero no hubo forma de convencerlo. Perón repetía, mientras se paseaba nerviosamente en una casa de la calle Gelly Obes entre sus íntimos: "No quiero sangre, no quiero sangre. Ya sé que puedo resistir y hasta ganar, pero no quiero y no lo haré. Lo que quiero es que se siga respetando lo que hice y que se haga más en favor de los más pobres".
Siempre fue igual; prefirió presionar, imponer o convencer, pero sin llegar a usar la fuerza como elemento de lucha. Recurrió a la astucia en la negociación política, al perdón, a todos los recursos antes que a los hechos irreparables de sangre; fue enemigo declarado de las violencias y la masacre. Hasta en el instante supremo de su desalojo del poder, pudiendo resistir y según muchos testigos y protagonistas, imponerse y mantenerse, eligió el tremendo curso del exilio para evitar derramamientos de sangre entre argentinos. Sus enemigos, por eso, lo tildaron de cobarde, pero el tiempo y la verdad demuestran que no es valentía matarse entre hermanos. Su libro, "La fuerza es la razón de las bestias", señala elocuentemente su pensamiento al respecto.
El 10 de octubre de 1945 Perón consiguió que se le cediera por pocos minutos la red oficial de radioemisoras, para despedirse de los trabajadores. Sus enemigos de alta posición —Avalos, Vernengo Lima, etcétera— se sintieron satisfechos, pues era como si se "lavaran las manos" ante el Pueblo: Perón se iba por su propia voluntad, nadie lo había echado...
Su discurso resultó patético, dramático, pleno de un humilde renunciamiento. El se iba para evitar problemas y enfrentamientos. No quería que nadie reaccionara por su alejamiento: dejaba de ser un militar para convertirse en "el coronel del Pueblo". Iba al llano, para seguir luchando junto a los trabajadores. Y reclamaba serenidad, confianza, fe, pidiendo a todos los integrantes de la masa laboral que no provocaran desórdenes: "De la casa al trabajo y del trabajo a casa", dijo y nadie lo olvidó. Fue otra de sus frases inolvidables, que resumía toda una gama de hechos históricos.
• EN BUQUE A MARTÍN GARCÍA
Inmediatamente Perón desapareció. Nadie sabía dónde estaba. Se dijo que había contraído enlace y lo cierto era que estaba con Evita, en casa de unos amigos, en la ciudad de San Nicolás.
El día 12 fue localizado por el coronel Aristóbulo Mittelbach, amigo suyo, al que se había encomendado lo detuviera y llevara a Martín García. La conversación fue importante. "Sólo era para protegerlo", pero entonces Perón dijo que sólo aceptaba que se lo protegiera en su casa, de la que prometía no moverse, pero rechazaba su detención y de plano ser llevado a la isla.
Como Mittelbach se excusó ante Farrell, tras acompañar a Perón hasta su domicilio en la Capital Federa!, se encomendó al mayor Héctor D'Andrea para la difícil misión. El citado militar dio su palabra de honor a Perón: la orden era personal y directa del presidente Farrell. "Había conocimiento de propósitos de atentar contra su vida y el presidente quería evitarlo, por eso sería secretamente llevado a la cañonera Independencia donde permanecería suficientemente custodiado y protegido". Tal es lo que convenció a Perón y aquella noche del 14 de octubre llegó a la nave, con el alma destrozada y una terrible amargura ... Mucho más aún, cuando comprobó, poco después, antes de que saliera e sol del nuevo día, que lo habían engañado, ya que la cañonera levó anclas y puso rumbo a Martín García. Ese es el proceso histórico, sintéticamente narrado que precedió, al 17 de octubre, denominado justificadamente Día de la Lealtad, porque los trabajadores de mostraron ser leales a quien los había interpretado, defendido y reivindicado. Esa lealtad se puso de manifiesto en cuanto supieron que Perón ya no estaba apartado por propia voluntad, sino que había sido obligado a hacerlo y, más aún, había sido detenido y alojado en la cárcel. Porque ésa fue la primera versión: Perón estaba preso. Después se supo que había sido llevado a la isla Martín García, pero de ahí en más, es historia conocida, pública, palpable.

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