Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


El mono que irá al cielo
Revista Confirmado
08.09.1969

Desde Chamical, exclusivo para SIETE DIAS

A fin de año, Argentina se convertirá en el cuarto país que envía simios al espacio: a bordo de un proyectil Castor, un mono misionero atravesará la atmósfera terrestre.

El pasado sábado 30 de agosto, a las 12 del mediodía, un rictus de frustración invadió los rostros de los técnicos del CELPA (Centro Experimental de Proyectiles Autopropulsados) en Chamical, La Rioja. A esa hora, precisamente, fenecía la cuenta regresiva iniciada para el lanzamiento del Orion II, cohete propulsor de una cápsula a cuyo bordo viajaba la rata Dalila. Un desperfecto en el trasmisor telemétrico encargado de informar sobre el desarrollo del vuelo y el comportamiento del roedor retrasó la experiencia imprevisiblemente. Pero los científicos del IIAE (Instituto de Investigaciones Aeronáuticas y Espaciales) no se arredraron: en sólo dos horas y media lograron ubicar y remediar la falla. Iniciada la nueva cuenta descendente, a las 14 y 30 llegaba a cero y un sordo rugido señalaba la partida del Orion II, que en contados segundos se perdió de vista en el límpido cielo riojano. La cuarta etapa del proyecto Bio II, el más ambicioso desde 1961, año en que la Argentina comenzó su tránsito espacial, se había cumplido —demoras aparte— con rigurosa precisión. El plan culminará hacia fines de año con el lanzamiento de un mono caí misionero —bautizado Juan por los técnicos del IIAE— propulsado por cinco cohetes Canopus.
El vuelo del Orion II con el roedor a bordo —hito fundamental en los planes espaciales argentinos— resultó, a juicio de los técnicos, perfecto. Los altoparlantes de la base del CELPA informaron, desde el primer segundo, cada alternativa de la experiencia: el cohete surcaba el espacio, a 2.850 kilómetros por hora y a 20 kilómetros de altura, en dirección a Salinas Grandes. En pocos minutos, la cápsula que portaba a Dalila se desprendió de la nave impulsora, comenzando el descenso. Un sistema barométrico automático liberó de inmediato a los tres paracaídas que desaceleraron la velocidad de caída de la cápsula y a los 18 minutos de encendido el motor del Orion II el vuelo había concluido. Un avión Ranquel de rastreo entró entonces en funciones: debía indicar la posición de descenso de la carga útil. Cumplido este objetivo, un helicóptero a reacción de la VII Brigada Aérea —similar a los que utiliza EE.UU. en Vietnam— rescató y condujo la cápsula hasta la base de lanzamiento. Afortunadamente, el roedor tripulante sobrevivió a la experiencia. "Es que de su vida o muerte depende el éxito total de esta, prueba — explicó el doctor Hugo A. Crespin, médico del proyecto Bio II—; este vuelo se realizó para observar el comportamiento del animal ante el esfuerzo sufrido, como ser su frecuencia y amplitud respiratoria, ritmo y excitabilidad cardíaca, consumo de oxígeno y cantidad de anhídrido carbónico y vapor de agua exhalados. Estos datos —completó el doctor Crespin—, una vez comparados con los parámetros fisiológicos, señalarán las alteraciones provocadas por el vuelo". Claro que la rata Dalila emprendió su aventura en condiciones insólitas para las de su raza: una dosis de anestesia compuesta por diazepan y pentobarbital —fórmula desarrollada por el cuerpo biológico del IIAE— le proporcionó un
acentuado estado de tranquilidad. "Es que estos animalitos son muy agresivos —explicó el doctor Crespín—, y temíamos que se comiera el termistor, elemento que permitió medirle sus reacciones y que llevaba colocado en la nariz."

PININOS EN EL ESPACIO
De concretarse el lanzamiento del mono Juan en diciembre, la Argentina accederá a una codiciada ubicación en materia de investigaciones aeroespaciales: será el cuarto país que logra colocar un simio en el espacio (Estados Unidos, la Unión Soviética y Francia son los vanguardistas). Será la coronación de un esfuerzo iniciado el 2 de febrero de 1961, cuando el Alfa Centauro —pionero de la familia de cohetes argentinos— se elevó a dos mil metros de altura desde las precarias instalaciones de Pampa de Achala, Córdoba. El 13 de octubre del mismo año, también desde ese desierto cordobés, se liberó el Beta Centauro, que arañó los 25 mil metros. Meses más tarde, merced al empuje de los técnicos y científicos del IIAE, nacía la primera base de lanzamientos en el país, ubicada sobre los cálidos llanos riojanos, en Chamical.
Luego de participar en las campañas internacionales 1962-63 y 1964 (Operación Nube de Sodio), se continuó trabajando en el Gamma Centauro II, cohete con tres kilogramos de carga útil. El siguiente eslabón de la serie fue el DIM (Dardo de Investigación Meteorológica), destinado a medir vientos de gran altura y de cuyas virtudes habla claramente un hecho desusado: la NASA ha encargado al IIAE la construcción de setenta unidades. Pero los progresos no se detuvieron allí: en agosto de 1965 se logró la ruptura de la barrera de los cien kilómetros de altura, galardón que le correspondió al Orion I. El 11 de junio de 1967 se disparó desde Chamical el cohete Rigel, con segunda etapa inerte, para evaluar el comportamiento dinámico del
proyectil. Pocas semanas después, el Rigel OI superaba los 300 kilómetros de altura.
El Castor, un proyecto que resume toda la experiencia argentina en la materia es, en la actualidad, el niño mimado del IIAE. Consta, básicamente, de cinco cohetes Canopus; cuatro de ellos conforman la primera etapa del vehículo, que escalará los 300 kilómetros de altura. A esa distancia comenzará a funcionar el motor del quinto Canopus, el cual —según se espera— deberá superar los 500 kilómetros. Algo que autoriza a presumir que la Argentina podrá instalar, a corto plazo, sus propios satélites artificiales.
Por ahora, sin embargo, el Castor está reservado a objetivos menos ambiciosos, aunque decisivos para la astronáutica nacional. "En diciembre, si todas las etapas se cumplen satisfactoriamente, lanzaremos a Juan", vaticinó desde Chamical el comodoro Aldo Zeoli, director del IIAE. Juan, el mono que viajará a bordo del Castor, tiene dos años, mide 30 centímetros y pesa 1,4 kilogramos. Fue cazado por Gendarmería Nacional en Eldorado, Misiones, y se aloja actualmente en las dependencias del IIAE en Córdoba. "Es muy díscolo —explica el doctor Crespín—; varias veces trató de escaparse y tuvimos que doparlo cuando necesitamos tomarle las medidas para diseñar el asiento que lo llevará al espacio." El habitáculo mide 30 centímetros de largo por 45 de alto.
La información sobre las reacciones del animal serán trasmitidas al segundo desde la cápsula a la base. "Durante el vuelo se controlará especialmente el funcionamiento hormonal de Juan —aclara el doctor Crespín— al trasponer la atmósfera, como así cualquier alteración fisiológica o del sistema nervioso."
No han descuidado los detalles del descenso y recuperación del pasajero. "Se ha instalado una escotilla que se abrirá automáticamente a los tres kilómetros de altura, en el momento del descenso —informa Zecli— para que Juan se ambiente, reduciendo su encierro hermético al mínimo tiempo posible, calculado en 30 minutos, desde que es colocado en la rampa hasta su recuperación."
Cuando los 4,5 metros de longitud del Castor apunten hacia el cielo, Chamical estará a punto de conquistar otro record: la mayor carga útil que rasgará el espacio argentino —65 kilogramos, ocho más que el primer Sputnik— irá a su bordo. Dentro del buster (cuerpo del proyectil) de unos 274 milímetros de diámetro, se alojarán los 170 kilogramos de propulsante sólido (más maniobrable y económico que el líquido) de origen francés, lo que hará un total de 300 kilogramos de peso. "Nuestro talón de Aquiles es, precisamente, el combustible —admite Zeoli—; estamos trabajando para lograr un propulsante potente y argentino. Pero también aquí tropezamos con el eterno problema de la investigación en nuestro país: la escasez de presupuesto. De ahí que muchos técnicos opten por emigrar. Claro, en la NASA les pagan 250 mil pesos mensuales, y en nuestro país apenas llegan a 110." Una diferencia digna de tener en cuenta, ahora que la Argentina está a un paso de ingresar al "club" de los conquistadores del espacio.

 

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Simio
El asiento adjudicado al simio
Rata Dalila
La rata Dalila precedió a Juan en la aventura espacial
CELPA
Técnicos del CELPA transportan un cohete Canopus hacia la rampa de lanzamientos
 
Simio Juan
Juan, el simio

 

 

 

 

 

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