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crónicas del siglo pasado

 

Qué pasó el 27 de marzo
Por FANOR FERNANDO DÍAZ


Revistero

 



electores 1967


El Presidente de la Nación frente a la urna en el momento de votar. En el próximo período legislativo la UCRI contará con 107 diputados, lo que le permitirá seguir teniendo quórum propio, pero no los dos tercios


El doctor Ricardo Balbín emitió su voto en la ciudad de La Plata, en la cual reside, pero de inmediato se trasladó a la Capital Federal, con el propósito de poder seguir paso a paso las alternativas del acto 
eleccionario


En el hall del teatro Argentino, el doctor Cueto Rúa se dispone a cumplir con su deber cívico. El caudal de votos logrado por la Federación de partidos de Centro fue la nota más saliente de las últimas elecciones


 

MUCHO SE HA COMENTADO sobre los resultados de las elecciones del 27 de marzo. Parecería que ya no queda margen para aventurar algún análisis de las cifras que difiera de todos los que se han hecho; para sacar conclusiones inéditas que permitan fijar con rigurosa claridad cuáles han sido las tendencias evidenciadas en esta elección, y, según la forma en que se han insinuado, suponer cómo actuará el electorado en una próxima consulta, lo que constituye por cierto una justa y razonable inquietud.
A pesar de todo lo que se ha dicho, da la impresión de que el hombre de la calle todavía no sabe con certeza que ha pasado el 27 de marzo. Desde luego, tiene elementos de juicio para una estimación en líneas generales, pero hay que reconocer que no resulta nada difícil penetrar en los detalles, algunos francamente reveladores. Durante los cuatro o cinco días posteriores al comicio, mientras los escrutinios definitivos se demoraban incomprensiblemente, debió apelar a la referencia de cifras provisionales, incompletas, que de ninguna manera podían darle una visión real.
En síntesis, el hombre de la calle no ignora que han fracasado los vaticinios optimistas que adjudicaban 4 ó 5 millones de votos en blanco; que la UCR Intransigente ha triunfado en una provincia tan difícil como Santa Fe, donde se esperaba holgada mayoría de votos demócratas progresistas; que ha hecho una elección relativamente buena en la capital federal, en contra de las amargas predicciones de algunos dirigentes responsables, para quienes la UCRI ni siquiera iba a lograr la minoría; que la UCR del Pueblo logró incrementar su caudal de 1957, en reducida proporción, es verdad, y obtener 27 nuevos diputados nacionales para su bancada; que los votos de las fuerzas conservadoras fueron en aumento, como se esperaba y, en fin de cuentas, que dos tercios del electorado votó contra el gobierno, hecho que ha sido ampliamente comentado y que las cifras no desmienten. Todo ese conjunto de revelaciones parciales constituyen para el ciudadano común la lección que ha recibido de los comicios del 27 de marzo, con el agregado sorpresivo del fracaso del partido oficialista en la provincia de Buenos Aires y, en menor medida, en Córdoba.
Lo que no se ha señalado con suficiente insistencia es la singular similitud entre los resultados de la elección de convencionales de julio de 1957 y los actuales. Para facilitar la comprensión de ese hecho se ha preparado el cuadro que ilustra esta nota donde un vistazo a los porcientos muestra con claridad que la relación existe.

Conviene ir diciendo desde ahora que un buen punto de partida para saber qué ha pasado en estas elecciones es la referencia a los comicios de convencionales, y a las parciales en seis provincias efectuadas el año pasado.
Tampoco está demás prevenirse contra un error en el que se ha caído en el examen precipitado de los primeros cómputos provisorios. No se ha tenido en cuenta que el 27 de marzo no hubo elecciones en cuatro provincias: Jujuy, La Pampa, Río Negro y San Juan, a pesar de lo cual, sin hacerse la salvedad correspondiente, se establecieron las comparaciones con los resultados de 1957. Así, por ejemplo, a causa de ese olvido, se dijo en un primer momento que fue menor el caudal de los votos en blanco, pues se relacionaban 2.090.000 de ahora (19 distritos) con 2.151527 de 1957 (23 distritos).
En lo que toca a los votos en blanco hay que advertir otra circunstancia que también puede cambiar las cifras, aunque desde luego no fundamentalmente. En los cómputos oficiales suministrados por el Ministerio del Interior se suman votos en blanco y anulados. Como puede suponerse que ahora se procederá del mismo modo, habrá que esperar lo que dicen los escrutinios definitivos para tener la referencia exacta.

¿1960 IGUAL A 1957?
Si las cifras de 1957 para las tres fuerzas políticas más significativas del país —UCRI, UCRP y votos en blanco— no se han modificado sustancialmente, lo primero que cabe pensar es que las condiciones políticas, económicas y sociales no han cambiado tampoco. No hace falta adentrarse mucho en el problema nacional para comprender la parte de razón que hay en esto.
En lo político puede preverse, después de los comicios últimos, que se producirá una dispersión de los votos peronistas. Efectivamente, si bien los porcentajes blanquistas se mantuvieron en la capital federal y provincia de Buenos Aires, disminuyeron en forma apreciable en Santiago del Estero, Tucumán y Santa Pe, y en menor medida en La Rioja, Mendoza, Santa Cruz y Córdoba, aunque hay que consignar también que aumentaron en Catamarca, Formosa, Salta, Neuquen, Misiones, San Luis y Chubut.
Potencialmente existe una tendencia "bajista", pero se llega a esa conclusión sobre la base de las fluctuaciones mencionadas en distintos distritos, y no porque realmente las cifras globales den la pauta. En todo caso estos comicios no nos dicen si no se ha llegado ya al límite del "desblanqueo", ni tampoco nos dicen cuánto hay que descargar al "blanquismo" neto —descontados los votos comunistas— para cargarlo a la cuenta de lo que parece insinuarse como algo más que peronismo: una ponderable izquierda que se ha revelado en el país con las insinuaciones previas de los resultados de Mendoza y Santa Fe en los comicios del año pasado.
La diferencia de contenido entre los votos en blanco de 1957 y los actuales, está dada no tanto por esa tendencia "bajista" de que se habla, sino por la circunstancia señalada. En parte, esto se manifiesta por un hecho: la decisión de votar en blanco fue mantenida esta vez por las organizaciones gremiales y fue el Movimiento Obrero Unificado ("62" organizaciones y "ex 19") quien trabajó más en ese sentido. No es por casualidad que el caudal "blanquista" se ha mantenido en la Capital Federal y zonas del Gran Buenos Aires, aunque no ha aumentado en la proporción que se esperaba.
En lo económico se pensaba que la incidencia del factor costo de la vida, particularmente en la capital federal, podía significar un desastre para la UCRI. No ha sido así; pero si bien los votos del partido oficialista han vuelto a los límites de 1957, también hay que observar sustanciales diferencias. Las aristocráticas secciones 19ª y 20ª —el Barrio Norte— que en 1957 dieron el triunfo al radicalismo del Pueblo, ahora se inclinaron por la UCRI. Conversando con dirigentes de la agrupación se recoge la opinión de que ya es auspicioso el hecho de que la UCRI se mantenga en su caudal propio de 1957, porque —esto se comenta— si los planes del gobierno nacional llegan a concretarse, ningún otro partido está en condiciones de capitalizar mayor cantidad de votos en una elección futura. Precisamente, quienes afirman esto olvidan que tampoco el electorado de 1957 es el actual, pues entonces el programa de la UCRI era otro.
Los votos conservadores en la capital han experimentado un repunte elocuente, y mucho más en la provincia. Este hecho constituye la gran novedad del comicio último, sobre todo porque —como se pregunta el hombre de la calle— los conservadores debieron votar por la UCRI (en una audición televisada, el doctor Cueto Rúa, presidente de la Federación de Centro, dijo que su partido coincidía con el gobierno en un 95 por ciento). Es comprensible que no lo hicieran en la provincia de Buenos Aires, donde tantas diferencias los separaban de la política del gobernador Alende, pero en la capital federal las cosas eran distintas. Lo que parece haber influido es que los conservadores creían muy dudoso que la UCRI hiciera una buena elección, mientras que ellos sí la esperaban animados por un optimismo general en algunas provincias (Buenos Aires, Mendoza, Corrientes, Salta).
Hechas estas salvedades sobre las diferencias de contenido, puede advertirse perfectamente que en números los comicios de 1957 son iguales a estos. Es mas, y esto va a modo de referencia final para hacer comparaciones: si el 24,72 por ciento de los votos en blanco de 1957 se proyectan sobre el total de empadronados de entonces, se tendría que el caudal blanquista es de 2.400.000; y si el 24,75 por ciento del 27 de marzo se traslada a los 10 millones de empadronados en esta elección, resultaría de 2.470.000 lo que, como puede apreciarse, significa mas o menos la relación real experimentada.

¿CAUDALES ARTIFICIALES?
La otra aseveración que se ha hecho respecto de estos comicios —que las dos terceras partes del electorado votó contra el gobierno— además de cierta no es ninguna novedad: la ciudadanía argentina, desde hace tres años, parece estar habituándose a votar "en contra". Algunos dirigentes políticos lo han hecho notar, y particularmente el político del conservadorismo popular, doctor Vicente Solano Lima. Esta circunstancia —no entremos a analizar los motivos— hace pensar que los partidos políticos están viviendo un poco de prestado y que sus caudales electorales no dan por ahora la pauta real para saber, si lo mantendrán o no en nuevos comicios, sobre todo si las condiciones económicas del país se modifican ventajosamente, o si se agravan.
En las esferas dirigentes del radicalismo del Pueblo esto se ha comprendido. Después de la euforia de los primeros resultados eleccionarios, cuando los afiliados salieron a la calle desplegando las banderas partidarias y cantando el Himno Nacional —era la madrugada del lunes—, vino el tiempo de la meditación. Se analizaron las cifras y se vio que si la UCRP, que en este momento representaba la principal fuerza de oposición al gobierno, no superaba sustancialmente los votos de 1957, había que hacer algunos reajustes porque de lo contrario las posibilidades futuras podían peligrar. Se tuvo conciencia de que el caudal resultaba artificial. El lunes el radicalismo del Pueblo enfrentó este hecho y dos días después el doctor Miguel Ángel Zavala Ortiz mantenía una conversación con el doctor Ricardo Balbín para cambiar ideas sobre qué es lo que ha de hacer el partido, mediante la intervención de sus diputados nacionales, para presentarse ante la ciudadanía del país como una fuerza política de caracteres definidos. Con ello se quería significar también que hay que evitar el equívoco de las confusiones con el radicalismo oficialista y empezar por borrar la impresión de que la unión de ambas agrupaciones está próxima.
A los conservadores, en la provincia de Buenos Aires, se les presentó una preocupación parecida. El caudal de la Unión Conservadora aumentó a expensas de los descontentos con la política del gobernador Alende en materia agraria e impositiva. Fuertes sectores vinculados al campo prefirieron votar a los conservadores y no al radicalismo del Pueblo porque aquellos le garantizaban mejor la defensa de sus intereses, ya que el programa de Avellaneda, de las intransigencias, no constituye con su prevista reforma agraria ninguna esperanza de que mañana las cosas se modifiquen. Si la política que hará en lo venidero el gobernador Alende experimenta cambios —lo que puede suponerse dada la nueva estructuración de su gabinete donde hay ahora hombres vinculados al "libre empresismo"— los conservadores, previsiblemente, verán disminuidos su caudal.
Otra caudal artificial es el del Socialismo Argentino. Buscó el voto del electorado peronista, y en parte obtuvo un aporte sustancial. No obstante, ya se han planteado algunas controversias en el seno del comité nacional que ha intervenido a la Federación Socialista Bonaerense, cuyas autoridades preconizaban abrir el partido, sin reticencias, al peronismo, mientras se va insinuando, muy débilmente, una tendencia a lograr la unidad con el Socialismo Democrático. Esta contradicción de orden interna, por ahora prefigurada, puede determinar en el futuro una nueva escisión o un cambio de táctica que implicará en el fondo elegir el viejo electorado, el tradicional de la capital federal, a cambio del aporte accidental obtenido ahora. Esto entra en el terreno de las suposiciones, pero lo cierto es que no se podrá saber si el socialismo tiene posibilidades "propias" en el futuro.
Hasta el caudal de votos en blanco resulta artificial con el aporte de los sufragios comunistas y de los sectores disidentes de los distintos partidos, sobre todo de los núcleos Juveniles de la UCRI. En lo que hace al partido Comunista, conviene tener en cuenta al disciplinado afiliado y al simpatizante: el primero votó en blanco, sin duda, pero el segundo es previsible que lo haya hecho por partidos como el Socialismo Argentino o el Demócrata Progresista, en Santa Fe, de modo que los 200.000 votos se reducen considerablemente. No se podrá saber cuál es el total peronista neto dato que sería muy interesante para estimar cuáles son los porcentajes dé dispersión. Como lo señalamos antes, todo parece indicar que el fuerte de votos en blanco ha estado en el sector gremial. De ahí que tampoco se pueda apreciar cuál será el límite del "desblanqueo" futuro.

DE NUEVO LA INTEGRACIÓN
La UCRI perdió en la provincia de Buenos Aires por 90.000 votos en 1957 frente a la UCRP., pero ahora esa diferencia es de casi 230.000 Para quienes afirmaban antes de la elección que el gobernador Alende había encontrado el abc de la integración, táctica política que en resumidas cuentas consiste en captar los votos peronistas, los resultados no han podido ser más desalentadores. Se han dado muchas explicaciones, pero la principal es que el método integracionista no fue aplicado como correspondía, se entablaron relaciones con dirigentes peronistas desprestigiados, en vez de buscar contactos desde "abajo" y particularmente en los gremios, abriendo inclusive las listas de postulantes para que ingresaran a ellas figuras de relieve en los sindicatos. Otra explicación es que no se dio a los planes de promoción de obras públicas y agrarios la debida difusión.
Donde también fracasó la política integracionista fue en Córdoba y en los círculos allegados al comité nacional de la UCRI se dan parecidos argumentos a los de la provincia de Buenos Aires. Santa Fe merece párrafo, aparte: aquí —se afirma— sectores peronistas trabajaron para la UCRI y se cita a un llamado Movimiento de Liberación Popular, entre cuyos dirigentes figuran ex diputados del peronismo.
Las explicaciones parecen demasiado simplistas. El fenómeno de Rosario, donde ganó la UCRI y disminuyó el caudal de votos en blanco, hace pensar. Es posible que la idiosincrasia de la ciudad, eminentemente comercial, haya tenido su parte de influencia, particularmente por la acción que ejercen núcleos empresarios y porque siempre el problema del puerto, que se ha prometido solucionar, ha sido considerado de fundamental importancia para la prosperidad económica de Rosario. Otro hecho, en fin, digno de tenerse en cuenta, es que la zona de Rosario es cerealera, y en el campo actualmente hay dinero por mejores precios de los que se pagan por las cosechas, de modo que al margen del problema provincial juegan su papel las líneas de la política nacional, particularmente en lo económico.
En Tucumán, donde los votos en blanco retrocedieron a la mitad del caudal de 1957 (41,12 por ciento de los sufragios), también triunfó la UCRI. Lo mas notorio es que la provincia está atravesando en estos momentos por una difícil situación económica debido a que no hay salida para el azúcar a falta de precios compensatorios. A pesar de ello se apoyó la gestión del gobernador Gelsi, lo que en realidad hace suponer que el pueblo tucumano tiene confianza en que el mandatario se preocupará por resolver sus dificultades. Este argumento, al menos, parece más valedero que el tan manido de la integración. Santiago del Estero ofreció un ejemplo parecido: el fuerte caudal de votos en blanco —33,58 por ciento en 1957— también disminuyó, al punto de que la UCRI tuvo más sufragios que los "blanquistas".
Lo sintomático es que en las provincias del sur, donde están en marcha los convenios petroleros y donde se habla de zonas donde ahora existe, gracias a las nuevas fábricas que constituyen fuentes de ocupación, un mejor nivel de vida, no ha sido sino mínima la diferencia de votos entre el partido oficial y el radicalismo del Pueblo. Algo de esto ya decía el doctor Ricardo Balbín, luego de una gira por las provincias del sur poco antes de las elecciones, cuando respondiendo a una pregunta sobre el tema remitía a los periodistas a una espera hasta los comicios de marzo.
En síntesis, estas elecciones han echado sombras y luces sobre los planteos integracionistas. En la capital federal, por ejemplo, la UCRI entiende que los votos obtenidos ahora abren el camino para intentar abiertamente una táctica de captación para la que existía no poca timidez, y en el orden nacional los resultados de Tucumán y Santiago del Estero hacen pensar en perspectivas similares con la salvedad de que en Buenos Aires convendrán algunos reajustes tácticos para el futuro. 

REPRESENTACIÓN PROPORCIONAL
Otra lección de estos comicios —no por esperada menos susceptible de reiteraciones— es la que se refiere al sistema electoral. En 1957 se comprobó que si se hubiera aplicado el régimen actual de lista incompleta, en vez del sistema D'Hont, que permitió que todas las corrientes partidarias con mayor caudal estuvieran representadas en la convención, los dos radicalismos que llegaron a significar menos del 45 por ciento de los votos, se habrían distribuido lo mayoría y minoría, dejando al 55 por ciento del electorado restante sin representación. En 1958, con poco más de aquel porcentaje, ambos radicalismos obtienen representación en los cuerpos colegiados, mientras que el resto de los partidos políticos debe conformarse con algunas bancas en concejos deliberantes.
Ahora, en el nuevo período legislativo, la Cámara de Diputados estará integrada por 107 legisladores de la UCRI y 79 de la UCRP, quedando 3 bancas para los liberales de Corrientes; 2 para los demócratas de Mendoza y una para el partido Defensa Provincial Bandera Blanca, de Tucumán. Quedan excluidos de representación caudales electorales de significativa gravitación como los de ambos socialismos en la Capital Federal; de las fuerzas conservadoras, particularmente en la provincia de Buenos Aires, y demócratas progresistas, en Santa Fe. Nuevamente los dos radicalismos, con un porcentaje inferior a la mitad de los votos emitidos se distribuyen casi todas las bancas. 
De hecho, si el sistema de lista incompleta de la Ley Sáenz Peña se sigue aplicando como hasta el presente, no es difícil predecir que se produzca una distorsión artificial de las fuerzas políticas en el país en un futuro no lejano, por desaparición de importantes núcleos. O que se llegue a la formación de frentes electorales sobre la base de unos pocos puntos comunes en las plataformas de las distintas agrupaciones, todo ello en beneficio de la anarquía política de partidos que pierden su personalidad.
Los resultados electorales no permiten abrigar demasiado optimismo respecto a una plausible modificación del sistema. Difícilmente ambos radicalismos se pronuncien ahora por la representación proporcional, o propicien la reforma de la ley en el Congreso, ya que esas agrupaciones son las mas interesadas en mantener la situación para facilitar cada vez una mayor polarización. De todas maneras, se sabe de las opiniones de algunos dirigentes de destacada figuración en el radicalismo del Pueblo, que se han manifestado por la representación proporcional: entre otros los diputados Marini, Blanco, Recio, Fuertes y Giordano Echegoyen. Además de algunos que ahora han resultado electos. Es el caso de los doctores Nerio Rojas y Ricardo Lavalle. Podría suponerse, entonces, que si la cuestión de la reforma se plantea, estos dirigentes aportarán su voto favorable a la misma.
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04/1960