Revista Periscopio
18.08.1970 |
"Desde que mi socio me confió el proyecto ya no pude dormir más." La
exagerada apreciación, referida a marzo del 69, fue, sin embargo,
útil para Rodolfo Gómez, 38. casado, cuando quiso explicar el
despegue de una idea capaz de proyectarse a la antología del
espectáculo: montar en Buenos Aires Expo-Show, una exposición
integral en aquella materia.
La feria, que contará con el apoyo de los más importantes sectores
empresarios, artísticos y publicitarios del país, intentará
reverdecer, a partir del 19 de diciembre, las emociones que las
exposiciones producen en los porteños.
Al parecer, nadie faltará a la cita. Con todo, una condición
indispensable se yergue amenazante sobre los expositores: ningún
stand debe estar desprovisto de un show, distinto, espectacular,
indispensable. Ese requisito, sin embargo, no alcanzará a satisfacer
a los organizadores; recién calmarán sus ánimos cuando hayan visto
cumplimentada una serie de pautas esenciales: desde la construcción
de los stands hasta el proceso selectivo para contratar personal
deberá pasar por sus manos.
A pesar de que para los más curiosos el imán puede estar en la
televisión en colores, las transmisiones radiales "en directo" o el
cohete Saturno que prometió a ENTel, la sorpresa de Expo-Show será
la presentación de atracciones mundiales en el espectáculo central.
Un programa unificado sobre la base de los artistas más famosos
—realizado por primera vez en la Argentina— tratará de opacar al
resto de la muestra atrapando para sí los favoritismos del soberano.
A pesar de todo, no será tan fácil: los argentinos —poco
acostumbrados a este tipo de deleites— tal vez se mostrarán reacios
en los primeros instantes; aunque, finalmente, quizá caigan
enredados por el complejo promocional : "Será difícil resistirse a
Expo-Show —especuló Gómez—; tendremos todos los medios de nuestro
lado".
El dueño del engendro, Armando Sánchez, 39, casado, asociado con
Gómez desde hace 5 años en el negocio de la producción de stands,
prefirió mantener reserva en los primeros pasos: "Por favor, no
comentes nada: sabes cómo es este ambiente...", repetía.
Agosto avanzaba sobre Buenos Aires cuando se integraron algunos
personajes de sólido prestigio para unificar el Comité Ejecutivo que
regiría los destinos de Expo-Show. Aportando trabajo a cambio de
participar en el prorrateo de los 500 millones de pesos viejos que
promete el negocio, Rodolfo Kuhn (cineasta), Blackie (periodista),
Salvador Samaritano (Instituto del Cine). Mario Vanarelli
(escenógrafo) y Felipe del Canto (publicista) estaban dispuestos a
la odisea.
Los predios de la Sociedad Rural en Palermo, arrendados por primera
vez en su totalidad, serían los destinatarios del paquidérmico show.
No fue fácil, sin embargo. El alquiler con que amenazaron los
ganaderos hecho por tierra los ímpetus más optimistas: 80 millones
de pesos viejos. Finalmente, los ánimos se aplacaron y todos se
avinieron a un nuevo convenio: 50 millones, pagaderos en 2 cuotas de
25 cada una. La primera, en concepto de seña y reserva; la segunda
antes de la toma de posesión, exactamente el 20 de noviembre.
Así, los 140 mil metros cuadrados de terreno, con 5 pabellones
techados, se verán cubiertos, hasta el 17 de enero, con 657 stands.
"Este monstruo insumirá un trabajo increíble —indicó Sánchez-—, pero
valdrá la pena; será una exposición en serio." Tal vez por eso, en
algunos momentos parece preocuparle más la consistente construcción
de un stand que el cliente en sí: "Tenemos una junta de 3
arquitectos que aprobarán los planos —sostiene—; quienes no cumplan
los requisitos de seguridad serán eliminados".
Los financistas del engendro se mantienen entre bambalinas, aunque
ya invirtieron cerca de 50 millones, un cuarto apenas del capital
necesario para iniciar el funcionamiento de la feria. Con todo, el
negocio se financiará recién cuando se vendan todos los stands
disponibles.
El monto total destinado a promocionar Expo-Show se calcula en 20
millones de pesos viejos. Los planes son ambiciosos y en los
cerebros de los miembros del Comité Ejecutivo bailotean ideas
geniales: afiches rimbombantes, films alocados y slogans insólitos
en gran escala.
Mientras tanto, sólo dos folletos promocionan en tres idiomas
(francés, inglés y castellano) a Expo-Show a nivel empresario.
Impresos en varios colores y destacando elocuentemente el logotipo
de la muestra, sintetizan detalles de los diferentes sectores y sus
precios: los más caros están al aire libre y oscilan entre 550.000
pesos viejos y 16 millones (stand de Canal 13). El más barato, es el
pabellón Cerviño: vale 69 mil de los viejos.
En materia de excentricidades, Expo-Show pretende, al parecer, ganar
el punto más alto. Especulando con la aventura, Carlos Pairetti
propondrá a los fanáticos del automovilismo un exclusivo juego:
expondrá un prototipo que-—mediante un inteligente ardid— será
"conducido" por aquellos que pretendan sentirse sus émulos.
Apoltronados en la butaca pondrán en marcha el auto y verán
proyectada a través del parabrisas una pista que deberán respetar en
todo su "recorrido". En el momento en que se equivoquen, el sueño se
esfumará y no quedará sino un camino: bajarse del auto.
Sin embargo, mucho deberán bregar los organizadores para no caer en
la mediocridad en que se han empecinado sus antecesores.
Sólo entonces podrán divulgar, victoriosos. la profecía con que
arremetió Gómez al final de la entrevista: "Estoy seguro —pontificó—
de que Expo-Show será la única exposición que pueda repetirse sin
temor a redundancias".
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Sánchez, Gómez y Blackie: cuando las ideas son un
espectáculo |
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