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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ


Coletazos de Punta del Este
Escribe JERÓNIMO JUTRONICH

Cuba sigue agitando al continente y Castro recibe la reiteración del apoyo prometido por Khrushchev.

Revista Vea y Lea
1962


Nuevo planteamiento en la Argentina. Los secretarios militares, en reunión con el presidente de la Nación y el ministro de Relaciones Exteriores, piden la rectificación de la política internacional y la renuncia del doctor Miguel Angel Cárcano


Comienza la votación en Punta del Este. Dean Rusk, de los Estados Unidos y San Thiago Dantas, de Brasil, votan el primer punto de la resolución declarando incompatible con el sistema interamericano el alineamiento de cualquier gobierno con el bloque comunista. Brasil, sin embargo, se abstuvo al votarse la expulsión de Cuba


Después de pasar por momentos que parecían conducirla al fracaso, la Conferencia de Cancilleres reunida en Punta del Este vota favorablemente el proyecto de expulsión de Cuba del sistema interamericano, por haberse identificado con las doctrinas del marxismo-leninismo

 

 

HACE seis meses, la Conferencia Extraordinaria del Consejo Interamericano Económico y Social al nivel ministerial, reunida en Punta del Este, tuvo consecuencias políticas inesperadas en los dos mayores países sudamericanos. En Brasil, provocó la caída del presidente Janio Quadros, el fin del régimen presidencialista, el ascenso de Joao Goulart a una primera magistratura con poderes considerablemente podados por efecto de la inmediata puesta en vigor de una sorpresiva enmienda constitucional y la rebelión armada —aunque no sangrienta— del gobernador del estado de Rio Grande do Sul, L. Brizzola, cuñado de Goulart, reclamando para su pariente la vacante dejada por Quadros. En la Argentina los efectos fueron menos drásticos pero bastante inquietantes, creando en algún momento la sensación de que la estabilidad del gobierno del doctor Frondizi bajaba a sus niveles mínimos; se trataba, claro está, de un "planteamiento" provocado por las dudas que suscitaba la política internacional argentina frente al "caso Cuba" y el comunismo y que se solucionó o diluyó por las "amplias explicaciones" —según palabras textuales del entonces flamante secretario de Aeronáutica, brigadier Jorge Rojas Silveyra— proporcionadas a los secretarios de las tres armas por el presidente de la Nación, quien al día siguiente reiteraría en mensaje dirigido al país la inmutabilidad de orientación del gobierno, en cuanto a su inspiración "occidental y cristiana" y reclamaba, al mismo tiempo, autonomía en el manejo de los asuntos internacionales.
Cuba, y más particularmente el famoso "Che" Guevara, fueron los factores desencadenantes de las crisis brasileña y argentina del mes de agosto.
Y Cuba volvió a ser la causante de la nueva situación difícil que acaba de afrontar el gobierno del presidente Frondizi. El factor explosivo estuvo radicado ahora en la actuación de la delegación argentina encabezada por el ministro de Relaciones Exteriores, doctor Miguel Ángel Cárcano, en la Conferencia de Cancilleres Americanos, reunida también en Punta del Este. Se anotó como circunstancia agravante en las actuales vísperas electorales la presentación del nombre de Juan Domingo Perón como candidato a vicegobernador de la provincia de Buenos Aires y a diputado nacional en varias listas del neoperonismo de la capital federal.
La característica de la última crisis es su duración relativamente larga en comparación con las anteriores. Algo así como si la enfermedad de los planteamientos asumiese carácter crónico y manifestaciones más duraderas.

PUNTA DEL ESTE Y LA "TERCERA POSICIÓN"
Inaugurada la Conferencia de Punta del Este, las delegaciones se alinearon en dos bloques. La mayoría, encabezada por los Estados Unidos, propiciaba la aplicación de sanciones diplomáticas y económicas contra Cuba y la eliminación de este país como participante de cualquier actividad interamericana; la minoría —Argentina, Brasil, Chile, México, Bolivia, Ecuador y Haití— no se mostró favorable a apoyar la declaración según la cual "las actividades de Cuba son un constante y común peligro a la paz y seguridad del continente'".
Los cubanos que luchan contra el castrismo bautizaron al grupo minoritario como "los siete pusilánimes".
Las alternativas de la reunión dieron frecuentemente la impresión de un inevitable fracaso por las dificultades del grupo mayoritario para obtener los dos tercios de los votos necesarios, pero a última hora, el bloque sancionista —14 votos— consiguió imponer su criterio y la Conferencia declaró que el actual gobierno de Cuba se ha colocado voluntariamente fuera del sistema interamericano, resolviendo, por tanto, que "la adhesión de cualquier miembro de la Organización de Estados Americanos al marxismo-leninismo es incompatible con el sistema interamericano, y el alineamiento de tal gobierno con el bloque comunista quebranta la unidad y solidaridad del hemisferio". "El actual gobierno de Cuba —agrega la resolución— que oficialmente se ha identificado como un gobierno marxista-leninista, es incompatible con los propósitos y principios del sistema interamericano. Esta incompatibilidad excluye al actual gobierno de Cuba de su participación en el sistema interamericano. El consejo de la OEA y los otros órganos y organismos del sistema interamericano adoptarán sin demoras las providencias para cumplir esta resolución".
La Argentina, junto con Brasil, Chile, México, Ecuador y Bolivia, se abstuvo de votar el punto tercero de la resolución (exclusión de Cuba) y el punto cuarto (cumplimiento de la exclusión). Siguiendo instrucciones del presidente Frondizi, el canciller Cárcano declaró que la Conferencia carece de poderes para excluir o suspender a cualquier estado miembro del sistema interamericano.
La posición argentina provocó una tormenta de reacciones. Mientras para unos significaba el mantenimiento de una línea tradicional en política internacional, para otros es un retorno a la "tercera posición de Perón".
Dos cosas principales ocurrieron por primera vez en esta conferencia de Punta del Este: la exclusión de un miembro de la familia americana y el abandono del principio de la unanimidad.

OPOSICIÓN DE ARAMBURU Y ROJAS
A pocas horas de conocido el voto de la Conferencia y la abstención argentina en los puntos principales de la resolución de Punta del Este, el general Pedro Eugenio Aramburu, interrogado por "La Prensa", declaró que "cuando llegó el momento de la votación decisiva, aquella que trascendía el ámbito de la redacción de principios y procuraba concretarlas en acción efectiva, la República Argentina se negó a acompañar con su voto a la mayoría de las repúblicas hermanas, entre las que se encontraban las más directamente amenazadas por la infiltración y la propaganda comunistas dirigidas desde la base operativa cubana... La representación argentina se ha apartado así de la tradición de nuestro pueblo y ha omitido el respeto debido a los sentimientos cristianos y democráticos que enaltecen nuestra historia".
El ex vicepresidente del gobierno de la revolución, almirante Isaac P. Rojas, por su parte, dio una declaración escrita. "El pronunciamiento de la delegación argentina —dice el almirante Rojas— ha confirmado, desgraciadamente, la alineación de nuestro país en la llamada tercera posición. Con esta decisión del gobierno argentino, que violenta el verdadero sentir nacional, opuesto a los totalitarismos, se ha hecho un gran servicio al comunismo, se ha comprometido profundamente el prestigio de nuestra nación, se ha asestado un rudo golpe a la unidad continental y se ha debilitado efectivamente la causa del mundo libre. Felizmente, otros pueblos hermanos de América han reivindicado para el continente, pese a nuestra incalificable aunque previsible defección, la resolución de oponerse con los hechos, y no con las meras declaraciones, al avance del comunismo, que se ha plantado como cabeza de puente en la isla de Cuba"
Según "La Prensa", "no quisimos ocupar el primer puesto... nos quedamos a la zaga del Brasil, actuando separados y votando juntos, en cumplimiento inflexible de las desconocidas directivas de Uruguayana". Para "La Nación", es deplorable que la delegación argentina "no haya sabido comprender su deber y su responsabilidad. Complicada con sutilezas que actuaban a modo de expedientes dilatorios, ignoró el apoyo que de nuestro país esperaban los pueblos inquietados por el avance del comunismo soviético en su versión castrista".

REACCIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS
Mientras las críticas continuaban, el problema entró a lo que podría llamarse "el juicio de las fuerzas armadas". En las fuerzas armadas se observaba, entre tanto, creciente agitación a causa de las anunciadas candidaturas de Juan Domingo Perón.
En comunicación a los mandos, el secretario de Guerra, general Rosendo M. Fraga, expresaba: "Judicialmente, el ex dictador no puede ser elegido para ningún cargo público por cuanto permanece como delincuente prófugo y elude su regreso al país para someterse a la justicia ordinaria y militar en las múltiples causas que tiene pendientes". Ademas... "desde el punto de vista ético-moral, cualquier pretendida restauración del régimen depuesto y de sus principales y directos responsables resulta incompatible con los principios de la Revolución Libertadora, que tienen plena vigencia en nuestro país".
En Aeronáutica, donde eran visibles los síntomas de intranquilidad, se dio una orden general que dice así: "La aeronáutica argentina, partiendo de la base que la lucha contra el comunismo obedece a un principio de defensa más que de política pura, y que el comunismo internacional constituye en la actualidad el mayor peligro contra la libertad y la democracia, reafirma a las unidades su posición occidental y de solidaridad con todos aquellos países que han asumido la defensa del mundo libre, y no tolerará amenaza alguna que se cierna sobre nuestro modo de vida".
En Marina se centraron distintas reuniones de almirantes y capitanes de navío, seguidas por deliberaciones del gabinete militar con participación de los ministros del Interior y de Defensa Nacional.
La actividad de consulta entre las fuerzas armadas se concretó en una presentación ante el presidente de la Nación solicitando: 1º) revisión total de la política internacional seguida por el gobierno, especialmente en cuanto a la posición adoptada en Punta del Este frente al régimen castrista; 2º) ruptura, en un plazo breve, de las relaciones diplomáticas con Cuba; y 3º) renuncia del ministro de Relaciones Exteriores, doctor Cercano, y alejamiento de todos los integrantes de la delegación argentina a la conferencia de Punta del Este.
La tensión se prolongó hasta las últimas horas del viernes 2 de febrero. Aparentemente, las decisiones después dadas a conocer fueron apresuradas por el acuartelamiento del 100 por ciento de los efectivos del ejército y la armada y el apresto similar de las fuerzas de aeronáutica.

¿FIN DE LA CRISIS?
Como en las crisis anteriores experimentadas por el gobierno del doctor Frondizi, una reunión final en la presidencia de la Nación alejó el peligro cuando la sensación de "tambaleo" parecía próxima a la caída. Una larga explicación del ministro de Relaciones Exteriores, apoyado por el del Interior, calmó los ánimos de los secretarios militares. En la reunión se discutieron los términos del comunicado oficial dado a medianoche del viernes 2.
En el documento el Poder Ejecutivo dice que "cumplirá estrictamente e integralmente la totalidad de las resoluciones adoptadas en Punta del Este"; la posición de abstención de la delegación argentina al votarse dos de las resoluciones de la conferencia "en nada menoscaba la solidaridad argentina con los países vecinos que votaron la resolución. El gobierno nacional no ha suscripto estas declaraciones de repudio a los regímenes comunistas como una simple expresión de sus deseos, sino como intérprete de los sentimientos del pueblo argentino y precisa que como país que ha copatrocinado la expulsión de Cuba de la organización interamericana, ésta debe llevarse a cabo a la mayor brevedad". Las relaciones con Cuba se examinarán y el embajador argentino en La Habana fue llamado inmediatamente.
En fin, un episodio penoso para la dignidad del gobierno.
En la anterior crisis de política internacional, la de agosto, la víctima fue el entonces ministro de Relaciones Exteriores, doctor Mujica. Ahora, según se ha visto, se pidió también la renuncia del sucesor de aquél, doctor Cárcano, sin que se haya concretado aún.
Es posible que la resolución se haya diferido en consideración a la visita del ex rey de Bélgica, Leopoldo, y a la inminente del príncipe Felipe, consorte de la reina de Inglaterra.
Pero puede afirmarse que la crisis no terminó porque al día siguiente del comunicado que restableció la paz entre el presidente y sus secretarios militares, el doctor Frondizi pronunció un discurso que tuvo la virtud de reavivar la polémica. Hablando en Paraná, en el acto de inauguración de las obras del proyectado túnel subfluvial, el presidente se defendió y acusó. "No presidiré jamás un gobierno títere —dijo—. Asumo la responsabilidad de denunciar ante el pueblo a los políticos que se presentan como apóstoles de la democracia en el ámbito mundial, pero que están empeñados en acabar con la democracia en su propia patria".
Como novedad del último "planteamiento", se sabe que en las reuniones finales del 2 de febrero, sus participantes firmaron un "acta secreta", cuya existencia negó oficialmente la Presidencia de la Nación. Otra novedad consistió en la revelación de la existencia de un Gabinete de Seguridad Exterior (ministros de Relaciones Exteriores, de Defensa Nacional y secretarios de las fuerzas armadas) y un Gabinete de Seguridad Interior (ministro del Interior) que vienen a engrosar la impresionante lista de cargos del Estado.
Si algo hay de alarmante en todo el desarrollo de las deliberaciones de Punta del Este y sus consecuencias, es el hecho de que Castro no haya dirigido al país algunas de las gruesas agresiones verbales que pronunció en el acto celebrado en La Habana para responder a la expulsión de Cuba. El dictador mostró su regocijo por la desunión americana, evidenciada frente a la votación del caso cubano y habló de la "revolución inevitable".
En lo culminante de la manifestación castrista llegó el esperado mensaje de apoyo de Nikita Khrushchev:
"El pueblo de la Unión Soviética está siempre con ustedes, queridos hermanos cubanos".