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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ


Para tomarlo con filosofía
Jorge L. García Venturini

revista mercado
31 de julio de 1980

un aporte de Riqui de Ituzaingó


 

 

 

Sócrates se paraba en las esquinas de Atenas y charlaba con sus discípulos acerca de todo: la vida y la muerte, los jóvenes y los dioses, el conocimiento de los hombres y el de sí mismo. Eso era en los años 400 a. de J.C. Finalmente, acusado de charlatán y de corrupción, fue obligado a morir dándole a beber cicuta. A más de dos mil años de distancia, la filosofía ha producido no pocos de esos hombres, dispuestos a hablar sobre todo; sólo que ya no corren aquel peligro del maestro y a lo sumo la única amenaza que los acosa es la indiferencia. Resulta un hecho bastante inusual, entonces, que en nuestro país en los últimos años haya aparecido un filósofo joven —cincuenta años — que por lo menos intenta reflotar el vasto tema del mundo a partir de un pensamiento científico. Jorge L. García Venturini surge, en la actualidad, como una voz diferente, amparada en la llamada ciencia de las ciencias, que trascendiendo el estricto campo del lenguaje de la especialidad se allana al del diálogo cotidiano.
Así se lo conoce respondiendo a reportajes escritos y radiales, contestando a preguntas sobre los temas más dispares, como los platos voladores, el bebé de probeta o el mundial de fútbol, y también escribiendo artículos esclarecedores en diarios y revistas acerca de historia de la filosofía o filosofía política. García Venturini sabe que es polémico y asume esa calificación sin fastidiarse. Puede decir, en el correr del reportaje, que Oriente no existe o que la bomba atómica sobre Hiroshima es un hecho plausible, y además puede explicar por qué. Por supuesto, son sus libros, seguramente, los que reflejan en profundidad la totalidad de su pensamiento: "Ante el fin de la historia", "Filosofía de la historia" y, el más reciente, "Politeia" llevan ya varias ediciones. En su foja de servicios figuran como relevantes sus 18 años como profesor de metafísica, sus trabajos de traducción de 22 idiomas diferentes, y su designación como miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas.
En su bagaje íntimo y personal, si es que esto puede dar una síntesis, Venturini reconoce ser un católico practicante, un lector incansable, un sostenedor de la familia —tiene cuatro hijos— y un estudioso defensor del espíritu de Occidente. En la charla que sigue, quizá caótica o diversa por los temas que se encararon, no siguió ningún método académico ni se lo propuso. Simplemente fue eso: una charla donde aceptó dejar de lado el lenguaje meramente técnico o definiciones de la especialidad, en favor de una llaneza que el lector juzgará.
MERCADO — La filosofía parte de una máxima socrática "Conócete a ti mismo". Es decir, la filosofía busca el conocimiento del hombre. ¿Cuál es su aporte personal en este sentido, cuáles sus proyectos de trabajo después de haber expuesto sus investigaciones históricas y de mostrar la historia de las ideas políticas en su libro "Politeia"?
GARCÍA VENTURINI - Estoy trabajando en un tema: la antropología filosófica. Encaro un planteo que aspira a eso: a un mejor conocimiento del hombre. Trato de aproximar, por un lado la filosofía propiamente dicha y, por el otro, atender el aporte de ciencias como la cibernética, la biología molecular y aun la parapsicología. No es sino un camino diferente, nuevo, para intentar un mejor conocimiento del hombre; un interrogante postergado frente al cual nos hallamos en la mayor ignorancia. Una prueba la tiene en los trasplantes.
MERCADO — ¿Por qué en los trasplantes?
GARCÍA VENTURINI —Bueno, a raíz de esto se han tenido que revisar los conceptos acerca de la vida y la muerte. Porque no se sabe cuándo un hombre está muerto, por la sencilla razón de que no se sabe cuándo está vivo. Entonces el fenómeno de los trasplantes actualiza este antiguo problema acerca del poco conocimiento del hombre sobre sí mismo.
MERCADO — Su preocupación por la filosofía, su fervor por difundirla, si se quiere, resultan casi curiosos en un país como el nuestro, de escasa tradición filosófica.
GARCÍA VENTURINI —Es que no sólo es escasa en nuestro país sino en casi todo el mundo hispanoparlante. En España la filosofía se opaca en el siglo XVII y podríamos aventurar que hasta Ortega y Gasset, prácticamente, no resurge; por consiguiente esa carencia nos afecta también a nosotros. Ortega y Gasset aporta a la filosofía un nuevo lenguaje, una necesidad, porque la filosofía se expresa con palabras. Es curioso, acabo de citar a Ortega y en estos días en el diario La Prensa, en cartas de lectores, se suscitó una polémica a raíz de que una señora fastidiada preguntó por qué todo el mundo cita siempre a Ortega cuando quiere referirse a algún tema. Dicen que todos mencionan a Ortega porque es ineludible en el mundo hispanoparlante. Y además porque él opinó, abarcó muchísimos y variados temas, de modo que está siempre allí, como testimonio digamos. Fuera de él, volviendo a la Argentina, en este siglo hubo tres filósofos que despertaron interés, sobre todo en los medios locales: Alejandro Korn, Francisco Romero y Vicente Fatone.
MERCADO —¿Y José Ingenieros, tan conocido por su obra "El Hombre Mediocre"?
GARCÍA VENTURINI —Bueno, lo omití porque él no es todavía un filósofo en su acepción técnica. El, si se quiere, es un precursor. Ingenieros fue un médico que hizo algo de psicología y tiene ese libro que usted menciona y que contiene una especie de filosofía -moral. Pero en todo esto hay que tener en cuenta que es un error llamarle a todo filosofía; si hasta se acostumbra decir que tal equipo de fútbol tiene una determinada filosofía de juego y otras cosas por el estilo. Lo cierto es que la filosofía, en el sentido técnico, aquí no tiene tradición.
MERCADO — Hubo momentos de la historia a los que se registró bajo distintas corrientes filosóficas. El romanticismo, el positivismo, el existencialismo...¿Qué filosofía es la que corresponde a nuestros días?
GARCÍA VENTURINI —Le digo que actualmente, ninguna. Categóricamente ninguna. Esto sería muy largo de explicar porque habría que hacer toda una concepción de la historia aplicando la teoría de la relatividad de Einstein. Algo que ya hice en algunos de mis libros. Pero el que no haya una filosofía vigente no significa que estemos en un mundo en decadencia, como se equivocan algunos. Yo debo ser uno de los pocos que admiten un progreso moral de la historia. Lo otro, el vacío de ideas en esta época es otra cosa; no hay ningún sistema filosófico que la abarque o que la explique. En otras épocas, al existencialismo lo sucedió el estructuralismo, una filosofía que no tuvo mayor trascendencia que cierto aporte a la lingüística y que envejeció en menos de una década. Después, sólo merecen alguna atención los llamados nuevos filósofos franceses, que fueron marxistas en el 68, cuando los célebres sucesos de París, y ahora son conversos. Ellos acaso se propongan expresar algo, pero en general son escépticos. Uno de ellos, Le Bris, llegó a decir: Dios ha muerto, Marx ha muerto y yo no me siento bien. Por supuesto no comparto este escepticismo, porque no creo en que Dios haya muerto. Ni siquiera en que Marx haya muerto. Y además no creo en que se pueda compararlo con Dios.
MERCADO — Y el movimiento hippy, ¿qué representa o qué intentó representar? ¿Y los filósofos, como Marcuse, tan aclamados por jóvenes disidentes?
GARCÍA VENTURINI —El movimiento hippy es un subproducto, una secuela de la filosofía. No nos olvidemos que la filosofía inspira todo un momento histórico: el arte, la política y hasta la moda a veces. La moda como consecuencia no como objetivo primordial, claro. El hippismo, entonces, trae todo eso: una manera de vivir y una moda de vestir, pero no es una filosofía. Usted dice, también, filósofos críticos, y nombra a Marcuse como si fuera el único en ese sentido. Todos los filósofos están en una actitud crítica. Lo que pasó con Marcuse es que se contagió de una militancia política. Convirtiéndose, además, en ideólogo de un momento crucial como lo fueron los sucesos del '68. Pero en cuanto filósofo Marcuse es de segundo orden y esa notoriedad circunstancial será fácilmente olvidada. No es el caso de Jean Paul Sartre, también comunista, pero de una gran significación filosófica principalmente dentro del existencialismo.
MERCADO — Usted es un hombre religioso. ¿Qué piensa acerca de ciertos sustitutos de la religión en nuestro tiempo?
GARCÍA VENTURINI —Yo creo que el hombre es un animal religioso. Sólo que actualmente para expresar esa religiosidad hace uso de seudoexpresiones. Yo le llamo a eso seudorreligiosidad y hay síntomas inequívocos: "la deportivitis", por ejemplo. Antes había ocurrido, hasta hace poco, con el auge del orientalismo en Occidente. También otra seudorreligiosidad. En cuanto a esa deformación del deporte que se hace ahora, llevándolo a alturas idolátricas, me parece funesto. Este fenómeno corresponde a muchos países del mundo. En el Brasil es más agudo; es una enfermedad que corrompe y altera los valores. Buenos Aires tiene el tonto mérito de ser la ciudad con más estadios deportivos del mundo; no puede decir lo mismo acerca de escuelas o universidades. Todo esto encubre una insatisfacción profunda del hombre contemporáneo que vulnera lo económico, lo político y lo cultural. Porque el deporte no debe tener más relevancia que la que tiene un entretenimiento cualquiera. Ahora, el fenómeno se le achaca a los medios de difusión. Pero se plantea un interrogante: ¿no será que los medios de difusión exaltan al fútbol o las carreras de autos porque encuentran eco y demanda? Y a su vez: ¿No será que hay más demanda porque los medios la alimentan?
MERCADO — Esto podría extenderse a la importancia de la ciencia en la sociedad actual. Alguna opiniones que usted conoce le achacan a la ciencia una arrogancia que se contrapone a los valores espirituales. Como si la ciencia progresara a expensas de la salud moral del hombre. ¿Qué piensa usted acerca de esto?
GARCÍA VENTURINI —A la ciencia no hay que imputarle soberbia. El saber es un don del hombre desde que empezó descubriendo el fuego. Aristóteles, en su primer renglón de "Metafísica", dice: El hombre busca naturalmente conocer. El saber humano es una actitud lógica y positiva. Esto no quiere decir que pueda haber después aplicaciones que lo desvirtúen. Si yo aplico o no la eutanasia, si yo aplico o no un gene artificial; ése es otro problema.
MERCADO — Discúlpeme, pero voy a insistir con un hecho que todo el mundo conoce y sobre el que aun hoy se dan opiniones: la bomba atómica sobre Hiroshima.
GARCÍA VENTURINI —Yo soy partidario de la bomba atómica, así que...
MERCADO — ¿Cómo? ¿Por qué?
GARCÍA VENTURINI —Porque fue una bomba liberadora y pacificadora. Ahorró millones de muertos. Se me dirá que hubo 200.000 muertos en un instante. Pero, ¿y con las otras bombas? Coventry fue arrasada piedra sobre piedra por la aviación alemana. ¿Cuál es la diferencia moral? ¿El que se usen una sola bomba y un solo avión en vez de varios para el mismo objetivo de muerte? ¡Ojo! No estoy proponiendo el uso de la bomba, sino que apruebo el uso que se hizo de ella en esa circunstancia histórica. Mire, sobre esto hay mucha demagogia. Si cuando sucedió lo de los rehenes en Irán, cuando todos exigían medidas drásticas, hubiesen arrojado una bomba atómica, habrían aplaudido, como cuando todos salieron a la calle a celebrar la terminación de la guerra. Después, los bolcheviques van a calar como siempre en el complejo de culpa de Occidente y al cabo de un año todo el mundo va a cuestionar el procedimiento. Así se escribe la historia: con contradicciones más o menos evidentes.
MERCADO — Justamente, a raíz de este tema, recuerdo que entre tantas opiniones que se hicieron hubo algunas que insinuaron que en todo este proceso en Irán, Occidente no había comprendido a Oriente.
GARCÍA VENTURINI — No existe Oriente. ¿Por qué habría que comprenderlo? El brote de Khomeini es una expresión anacrónica y secundaria. Hace dos años, cuando un avión ruso buscó asilo en Japón, los diarios del mundo titularon: Avión ruso pide asilo en Occidente. Y se trataba de Japón. ¿Y China cómo se organiza políticamente? ¿Acaso con los pensamientos de Confucio o de Lao Tsé? No. Se basa en Marx, que es pensamiento de Occidente aunque de tinte patológico. Tampoco en esos países se ve otra técnica y otra ciencia que la de Occidente. Lo único que les queda, quizá, es el ancestro religioso. Nada más.
MERCADO — ¿Qué puede decir un filósofo acerca de los OVNI?
GARCÍA VENTURINI — Que más allá de todo lo anecdótico, que no merece la pena hablarse, existe un interrogante: ¿Existen pruebas suficientes y científicas que permitan confirmar la existencia de otros planetas poblados por seres racionales? La respuesta es que no existen pruebas a favor ni en contra. El destino del ser humano depende de esa respuesta. Lo que sí puede aplicarse, mientras tanto, es el cálculo de probabilidades. Si tenemos en cuenta que sólo en la Vía Láctea hay trescientos millones de estrellas con sus respectivos planetas, tendríamos una cantidad fabulosa de probabilidades dentro de nuestra galaxia. Y si a eso le agregamos infinitas galaxias, resulta improbabilísimo que sólo un planeta secundario de una estrella enana y periférica como el Sol esté habitado por seres racionales. Por lo tanto es más absurdo afirmar que no hay seres extraterrestres a afirmar que los hay.
MERCADO — ¿Para qué sirve la filosofía?
GARCÍA VENTURINI — Para nada; como decía Aristóteles. Y allí está su fuerza, por eso mueve la historia. Maritain dice que la filosofía no busca verdades que sirvan, sino una verdad a la cual servir. En eso estamos. 
Orlando Barone