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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ


El final
Terminó la etapa oral y pública del juicio a las juntas
Revista Somos
agosto 1985
un aporte de Riqui de Ituzaingó


Gregorio Dupont

defensor Orgeira

fiscal Strassera

 

 

Ciento catorce días pasaron desde el 22 de abril, cuando se inició la etapa oral y pública del juicio sumario a las tres primeras juntas del último gobierno militar. Ciento catorce días en los que fueron ventilados más de 500 casos a partir de 847 testimonios. Ciento catorce días durante los cuales la opinión pública se erizó y se expresó a partir de la más amplia gama de reacciones, mostrando, así, las grandes contradicciones argentinas.
En cuanto a los testimonios de los últimos quince días no hay mucho para agregar. Más allá de los matices, la esencia se mantuvo. En recuadro aparte, una charla entre SOMOS y Gregorio Dupont sintetiza el caso, el testigo y la revelación más importante de estas últimas dos semanas. El caso fue el asesinato de Elena Holmberg, el testigo Gregorio Dupont, que trabajó con la víctima en el Servicio Exterior de la Nación hasta 1976, y la revelación que devoró buena parte de las primeras planas, consistió en la coincidencia de varios testigos sobre una presunta reunión que, en 1978, en París, habrían tenido el entonces comandante de la Armada, Emilio Massera, y algunos jefes montoneros, entre ellos Mario Firmenich.
Pero más allá de los testimonios, en esta última semana son las conclusiones, acaso, lo que más interesen. Las conclusiones sobre esta primera etapa del juicio, la oral y pública. Las conclusiones según las partes.
Para la defensa, para una de las defensas, concretamente para el doctor Miguel Ángel Buero, defensor de Jorge Anaya, su balance, según una charla que tuvo con SOMOS, es el siguiente.
-Este juicio es netamente político, de origen político. No nos olvidemos que es un juicio instrumentado por el jefe de un partido político y gobernante. En el decreto presidencial se eligen determinadas personas y determinadas fechas. Unas y otras son tomadas en forma arbitraria, como si acá, antes del 24 de marzo de 1976, no hubiese ocurrido nada.
—Usted habla de guerra, sin embargo jamás hubo declaración de zona beligerante.
-Cuando yo hablo de guerra hablo de una guerra revolucionaria. Precisamente lo que pasó en Tucumán, donde la subversión intentó tomar un territorio de zona libre para pedir un combate legalizado. ¿Que hubo excesos? Es normal, pero el peor exceso que puede tener la humanidad es la guerra. Que haya habido víctimas inocentes no me cabe ninguna duda, en toda guerra hay víctimas inocentes. Un ejemplo es Hiroshima, donde cayó tanta gente inocente.
—¿El hecho de que se presente esto como una guerra será un argumento de importancia en los alegatos?
-Para las defensas en general, sí. Tenemos que partir de que esto fue una guerra porque sería ilógico pensar que los militares eran hombres sedientos de sangre que pasaban por una casa, tocaban el timbre, entraban y mataban sólo por su sed de sangre. En cuanto a lo que dice la fiscalía de que aquí se empleó una metodología, es totalmente falso, porque en realidad todo lo que se hizo se hizo en el campo de la acción de guerra.
—Pero la fiscalía trata de involucrar a las juntas. . .
-Eso porque la fiscalía obedece a otro poder a pesar de que ella misma sea otro poder. En este caso al Poder Ejecutivo. Acá el señor fiscal está obedeciendo ordenes del señor presidente de la República.
—¿Qué condena cree que le tocará a su defendido?
-Ninguna. El almirante Anaya es totalmente inocente, no va a haber ningún tipo de condena.
Paradójicamente, Hebe de Bonafini, algo así como la palabra autorizada de las víctimas, coincide con el doctor Buero en cuanto a que "no va a haber condenas, por lo menos no habrá condenas importantes, sobre todo para los cuadros medios por eso de la obediencia debida". Y también coincide con la defensa de Anaya en cuanto al perfil político del juicio. "El juicio —dijo— es algo político, es un aparato, una especie de pantalla que necesita Alfonsín para su política. No es un juicio político, ojalá lo fuera. Este es un juicio que está siendo utilizado políticamente, que es otra cosa.''
Pero estas coincidencias no asombraron al fiscal Julio César Strassera,que le dijo a SOMOS que "no me extraña que ambos estén de acuerdo, después de todo sabido es que los extremos se tocan. Y esto parece ser más cierto cada día, basta con ver cómo ambos sectores políticos del país han criticado con dureza a este juicio''.
Para el fiscal, cuya acusación estaría sostenida en las figuras jurídicas de homicidio, privación ilegítima de la libertad, aplicación de tormentos y robo; el balance del juicio es, en suma, positivo. Según le explicó a SOMOS: "Creo que hay pruebas suficientes. Las condenas que voy a pedir no se las voy a adelantar ahora, ya se conocerán en su momento. Hay cargos que pueden merecer cadena perpetua y hay otros delitos que pueden merecer 4, 6 o 10 años. El espectro es amplio. En cuanto al comportamiento de las defensas con respecto a la fiscalía, más allá de algunos roces, no tengo quejas''.
Pero quien sí tuvo quejas, finalmente, fue el tribunal y esas quejas tuvieron un blanco: el doctor José María Orgeira, defensor del general Viola. A raíz de la insistencia de Orgeira en cuanto a que se acepte como prueba el famoso informe que llegó adjunto al documento firmado por el general Héctor Ríos Ereñú, el tribunal decidió sancionarlo. Según los camaristas el último reclamo de Orgeira abundaba en impertinencias "groseras deformaciones de la realidad". Por lo tanto la Cámara decidió multarlo con el monto máximo autorizado por ley.
En la última audiencia de la etapa oral y pública del juicio, el presidente del tribunal, León Arslanian, antes de que se levante la sesión, informó que, desde el 5 al 11 de setiembre, mientras el fiscal hiciera su alegato, los comandantes acusados debían estar presentes. Lo mismo para cuando las defensas hicieran su alegato, sólo que, en este caso, bastará con que esté presente el defendido en cuestión. Las defensas presentarán su alegato entre los días 23 de setiembre y 10 de octubre, fecha en que el juicio entrará en receso hasta que el tribunal dé a conocer el fallo.
Esto fue lo último que se escuchó en la sala de la Cámara Federal. Lo dijo el presidente del tribunal, León Arslanian. Cuando terminó de hablar, levantó la sesión y la multitud que saturaba la sala empezó a desconcentrarse pesada y lentamente. Eran las 19.50 del miércoles 14 de agosto, ciento catorce días después de aquel 22 de abril, cuando en esa misma sala se abría la primera sesión de lo que el mundo llamaría el juicio del siglo.
Daniel Ares
Informes: Néstor Montes

Los números
En estos 114 días del juicio a los ex comandantes, cerca de 1.000 testigos ventilaron algo así como 500 casos. Para ello trabajaron en Tribunales, en forma permanente desde el comienzo, 40 personas sin contar con los 400 policías que, durante las audiencias, custodiaron el Palacio de Justicia.
De estas 40 personas, la mayoría asignada a la Oficina de Causas, 32 perciben horas extras, incluyendo a las 7 personas que trabajaron en forma permanente para la fiscalía. En concepto de horas extras se pagaron, hasta el momento, alrededor de 28.000 australes. La primera partida, al iniciarse el juicio, costó 2.000 australes, 6.000 la segunda partida y 20.000 la tercera. Claro está que ni los camaristas ni el fiscal ni su adjunto cobran horas extras.
Pero acaso la cifra más curiosa sea la que arroja la máquina fotocopiadora. Hasta ahora, exclusivamente por razones atinentes a este juicio, se hicieron 2.000.000 de fotocopias. Una cifra que refleja la magnitud de! juicio.

Gregorio Dupont
"Hubo encuentros"
Gregorio Dupont, uno de los testigos más importantes y esperados que dio el caso Elena Holmberg, habló con SOMOS sobre los presuntos contactos entre Emilio Massera y Mario Firmenich en 1978 en París.
—¿Qué pruebas tiene usted sobre esos contactos?
—Yo aporté como prueba de esos contactos, y creo que figura en un expediente, un recorte del diario Le Monde, de París, que habla concretamente del encuentro entre Massera y algunos jefes montoneros. A partir de la querella por injurias que me inició Massera, por haber sacado a la luz esos encuentros, aparece el testimonio del director de Le Monde, que se hace enteramente responsable por ese artículo. Lo que sucede es que como aquella nota salió sin firma todo el diario, en la persona de su director; aseguró que esa información fue chequeada y recontrachequeada. Además, tal como declaré, el director de La Prensa, Máximo Gainza, me dijo una vez en el Club La Terraza de Punta del Este que efectivamente Firmenich y Massera se habían reunido en París.
—¿Con qué motivo?
—Massera quería concertar una tregua con los montoneros para evitar atentados durante el Mundial '78, según me contó el doctor Héctor Villalón. Estas reuniones se hicieron en abril del '78.
—¿ Y en carácter de qué negoció Massera con Firmenich?
—Tal como acabo de declarar ante la Cámara, y tal como me dijo el doctor Villalón, Massera no negoció en nombre propio, sino en representación de la junta.
En pleno cierre de esta edición se supo que Firmenich se ponía a disposición de la Cámara Federal "para prestar el testimonio que se me requiera" con relación a esos encuentros.
D.A.
Entrevista: Néstor Montes