Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

 

MÚSICA
TODOS LOS GATOS, UN GATO

 

Revista Periscopio
13 de enero de 1970

Gato. (Del lat. cattus) m. Mamífero carnicera, doméstico, de unos cinco decímetros de largo desde la cabeza hasta el arranque de la cola, que por sí sola mide dos decímetros aproximadamente; cabeza redonda, lengua muy áspera, patas cortas, con cinco dedos en cada extremidad, armados de uñas fuertes, agudas, y que el animal puede sacar o esconder a voluntad; pelaje espeso, suave, de color negro, rubio, blanco o mezclado de estas tintas, con la particularidad inexplicable de que sólo se reúnen los tres colores en las hembras. Es muy útil en las casas, por lo mucho que persigue a los ratones.

Gato Barbieri. m. Llamado también (y extraoficialmente) Leandro José Barbieri. Saxo tenor salvaje, internacional, nacido en la ciudad de Rosario, Argentina, el 28 de noviembre de 1932. Mide aproximadamente 175 centímetros desde la planta de los pies hasta el nacimiento de su melena, espesa, suave, de color castaño oscuro. Emite sonidos ásperos y dulces que gracias a los cinco dedos de cada una de sus extremidades superiores, su feeling y sus ideas se convierten en una de las más desgarrantes, lúcidas y personales músicas de que puedan disponer en la actualidad los terráqueos. Es muy útil en las casas y fuera de ellas, pues persigue implacablemente a la fealdad, la torpeza y la obviedad. En persona es particularmente manso y, como los gatos de Cheshire, suele desaparecer de pronto, dejando una sonrisa que lo sobrevive. Viene también en discos, cada uno de los cuales es un must para todo auténtico y astuto contemporáneo. In y off jet set.

UN DÍA, UN GATO
Un día de 1956. Lalo Schifrin acababa de volver de París y tenía en la cabeza una idea fija, mejor dicho, una orquesta fija, grande, de esas que ya no se empardan, con los mejores músicos que había en el país. Gato Barbieri fue elegido como líder del team de saxos, "los caños", como se dice en la jerga del oficio. Yo ya lo había oído sonar, en el Bop Club, creo, pero no nos tratábamos. Delgado, tímido y baby face, para colmo tocaba 'alla' Lee Konitz. Pero a la llegada de Lalo ya estaba en otra cosa. Ya conocía a Coltrane y Sonny Rollins y quería pasarse al saxo tenor. Con todo.
Y entonces, a las cuatro de la mañana, en pleno invierno, la orquesta de Lalo tocó para Gillespie y Gato tocó (con el alto todavía) un Tenderly que parecía inventado por él en ese momento.
Ya nos hablábamos. Mejor dicho, yo hablaba y él sonreía. Tal vez porque en ese instante le acababa de ocurrir lo más importante de su vida después de su descubrimiento del jazz: Michelle su mujer.
Y aquí, la cámara hace una panorámica de 180 grados.

OTRO DÍA, EL MISMO GATO
'Ella es el día que se acerca / ella es un rostro que apenas llega a tus palabras.' Fue así no más. Como suelen acertar los poetas. Apareció Michelle, Coltrane se convirtió en Coltrane y para Gato fue como pasar de uno a tres carburadores. Hizo 'tabula rasa'. Un día se hace fabricar una funda para su caño (ya un tenor), de cuero verde, y se la envía de regalo a Coltrane. Así. Sin conocerlo. Y otro día se encuentra con el gran Trane en Bolonia, toca para él y, en su esperanto privado —hecho de gestos, sonidos, gruñidos, sonrisas y palabras portuguesas, españolas, inglesas e italianas (la suma, más las palabras que inventa a cada rato es su lengua oficial)— se declara convicto y confeso del regalo. Eso fue en Bolonia, en 1963.
Cuatro años después, en Nueva York, Gato toca de nuevo para Coltrane. Pero esta vez en su funeral.
La cámara se inclina, pensativa. La imagen se disuelve lentamente.

EL GATO DESCUBRE EUROPA
Salto hacia atrás. 1958, 'Gigs' en orquestas subdesarrolladas. Ganarás el pan con el sudor de tu saxo. Una gira al Brasil, Jóao Gilberto y la bossa nova aparecen en el horizonte junto con la amistad de Egle Martin y de Mayssa Matarazzo (o es con doble s). Y una incursión a Montevideo para escuchar a la orquesta de Woody Herman, tocar con sus mejores músicos y oírles decir 'Man, there no many like you in the States. Dig it?' Lo cual, dicho con acento antillano, significaría algo así como: "Chico, no hay muchos como tú de Miami para el norte. ¿Qué tú dices?"
Pero Gato no se conforma con tocar bien. O muy bien. Se convierte en un Stradivarius del saxo. Los arregla, los modifica, inventa una embocadura (que por supuesto no patentó), los pierde (Nueva York, 1967, rumbo a Europa vía Aeropuerto Kennedy) y termina por fabricarse uno hecho de un trasplante de un Conn en un Selmer que, a su juicio (y el de Ornette Coleman) es el mejor saxo tenor que jamás haya existido.
Y otra vez en Buenos Aires, 1958: rumiando las noches de Jamaica (coestrellas: Astor Piazzolla y Sergio Mihanovich) que recibían a Roy Eldridge, Ella Fitzgerald y —muy especialmente— Jim Hall. Luego era el bife de colita en Bachín, jugar a la generala en Callao y Corrientes y repetir muchas veces una palabra ya difunta: 'mufa'.
Un día trabajamos juntos. Yo escribía, él tocaba, el viejo grupo de 'Historias de jóvenes' actuaba y Rodolfo Kuhn dirigía por primera vez cámaras. Saludamos al pasar al Canal 7.
Y otro día yo me fui para las Europas. Michelle y Gato tenían que viajar conmigo. No pudo ser. Nos dimos cita. Llegaron en 1962 a Roma. Era setiembre y yo me iba en ese momento desde París hacia la Crisis de Octubre. Sólo alcancé a oír por teléfono la voz del Gato que se perdía rumbo a Yugoslavia.
La cámara se toma un recreo de dos años.

GATO REVISITED
Julio de 1964 Una mañana de verano. Un hotel en la Versilia, la Rivíera toscana. Más de tres años sin vernos y Gato que me recibe como si tal cosa. Todavía recuerdo la discusión a través de un plato de fettuccine. Ya tenía varios discos grabados como side man, es decir, sin su propio conjunto.
Él: Mira, Mario, ya estoy harto. Acá no pasa nada. Quiero volverme a Buenos Aires.
Yo: ¡Estás loco! ¿Justo ahora, te vas a ir? Ahora te la tenés que bancar hasta que las velas ardan.
Todo esto, sin mayores variaciones, pero no-aristotélicamente repetido hasta los postres y muchos otros más que vinieron.
Y por fin se le hizo. Un día choca con Don Cherry en París y graban juntos, pero para ellos. Consiguen vender el tape en Italia y Michelle bautiza el disco: Togetherness (El sentimiento de estar juntos).
Se empieza a hablar de Gato como —Valéry dixit— de Mallarmé: en voz baja y en complicidad. Conoce a Bernardo Bertolucci y hace la música de una secuencia de Prima della rivoluzione. Gianni Amico filma Apuntes para un film sobre el jazz y consigue su mejor momento en un delirante diálogo en el cual Gato —en su idioma oficial— trata de hacerle entender a Johnny Griffin sus técnicas de luthier de caños. El cine lo invade y de la mano de Glauber Rocha, a través de las imágenes de Dios y el diablo en la tierra del sol, se redescubre latinoamericano.
Pero mientras tanto toca en Estocolmo, París, Praga, Francfort, y, en un descuido de Michelle, se va solo a Nueva York. Graba con Don Cherry Complete Communion. Hay todavía varios ida y vuelta a Italia, siempre más maternal que los Estados Unidos, por supuesto.
Pero a pesar de toda la dificultad que significa ser extranjero y blanco logró que los Ornette Coleman & Co. lo aceptaran. Sólo había ocurrido antes con Bobby Jaspar y con Django Reinhardt.
Y si no hay gigs para ganarse la vida, al menos hay grabaciones: Symphony for Improvisers (con Don Cherry y Jharoah Sanders); In Search of the Mistery (A la búsqueda del misterio, título de un libro de poemas con el que Bernardo Bertolucci ganó el Premio Viareggio a los 20 años), donde ya es líder absoluto. Junto a Gary Burton graba A Genuine Tong Funeral (premio al mejor disco del 68). Y luego aparece en el Jazz Composer's Orchestra (integrada sólo por compositores) al lado de Jharoah, Cecil Taylor, Don, Mike Mantler, Carla Bley; en Orgasm (como líder); en Humba Khale y en Nuovi Sentimenti (dos productos de una fuga a Italia).
Pero como a veces un golpe de dados suprime el azar, Gato es llamado por Bob Thiele —el socio de John Coltrane— para un contrato en exclusividad en su nuevo sello: The Flying Dutchman. Más que una operación comercial es, obviamente, un ritual. El círculo no puede romperse. Gato comprende que, al cabo de los años y la muerte, el gran Trane le devuelve la funda de cuero verde. Eluard lo dijo:
Toda confianza, toda ternura se sobreviven.
La cámara mira ahora al público, como en un Godard. Nos mira a usted y a mí.

COME BACK, GATO
Y el primer disco que fabrica para Thiele es Música del Tercer Mundo, con temas de Villalobos (Bachiana número 5), Sergio Ricardo (compositor y cantante en Dios y el diablo), el propio Gato (Antonio das Mortes) y, prepárense, sí, Prepárense, de Piazzolla.
Con los dólares frescos vuela a Río y aparece su fotografía en la primera plana de varios diarios. A Noticia, por ejemplo, titula simplemente: Gato possa 15 días na Guanabara. En el aeropuerto, fotógrafos 'alla' Fellini.
Y ahora está aquí otra vez. Y para mí es como empezar de nuevo. Pero esta vez mejor. Atención: Gato está en Buenos Aires otra vez. No se lo pierda. Ahuyenta la fealdad, la torpeza, la obviedad. Pero, ojo, se corre el riesgo de contraer saudade.
Porque Gato, como el Cheshire de Alicia en el País de las Maravillas, puede desaparecer de pronto, dejando tan sólo una sonrisa que lo sobrevive. Como toda confianza. Como toda ternura.
Mario Trejo

 

 

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Gato Barbieri
Gato con Beaver Harris


 

 

 

 

 

 

 

Gato Barbieri

 

 

 

 

 

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