Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Gobierno de Arturo Illia
A la espera de definiciones
Revista Confirmado
16.09.1965

Mientras Radio Moscú dedicó dos audiciones en castellano y una en idioma quechua (para los indios guerrilleros del Perú) a atacar las declaraciones hechas por el general Onganía en su conferencia de prensa sobre el peligro comunista, jóvenes de la Federación Juvenil Comunista de Córdoba arrojaron volantes con el mismo contenido durante la visita que el comandante en jefe realizó la semana pasada a la guarnición de esa ciudad.
Seguramente por una de esas extrañas aventuras de la dialéctica, en esta campaña Radio Moscú encontró un inesperado aliado en algunos sectores del gobierno y en la SIDE (Secretaría de Informaciones de Estado). Desde el gobierno, y en especial desde la cancillería —donde la maniobra está a cargo del funcionario Carlos Becerra—, la campaña se orienta principalmente a crear un estado de opinión en los países limítrofes: Uruguay y Chile se convirtieron rápidamente en los focos de acusaciones sobre hechos que no figuraban en las declaraciones del general Onganía.
La actividad básica de la SIDE consistió en la difusión del falso memorándum que el general Onganía habría elevado al gobierno conteniendo presuntas exigencias planteadas por el Ejército, así como en la difusión de rumores sobre diferencias surgidas en las filas de los generales por la redacción del falso memorándum. A principios de esta semana, la SIDE informaba al gobierno que el promotor de la campaña contra el general Onganía era Rogelio Frigerio —quien efectivamente se pronunció en contra de la posición anticomunista del comandante en jefe—, pero al mismo tiempo llegaban al Ejército datos concretos de declaraciones que en círculos reservados eran formuladas por Euclides Ventura Cardozo y el cordobés César Enrique Romero: ambos difundían el falso memorándum afirmando que lo habían obtenido de manos del brigadier Gallardo Valdez, jefe de la SIDE.
El Ejército comprendió rápidamente que el discurso pronunciado por el presidente Illia en la ciudad santafecina de Esperanza, sosteniendo que el comunismo estaba superado en el mundo, constituía una respuesta directa al general Onganía, pero las dificultades entre el gobierno y el Ejército no procedieron de esta polémica indirecta, sino de las agresivas características asumidas por la campaña de acción psicológica tendientes a deteriorar la imagen de la bien establecida figura del general Onganía.
Precisamente esta situación es la que parecía entrar en crisis a principios de la semana, y fue quizás solamente postergada por la necesidad de conmemorar en forma adecuada el décimo aniversario de la Revolución Libertadora.
La crisis se centró esta vez en el secretario de Guerra. El general Avalos, miembro del gobierno díe Illia, pero al mismo tiempo hombre del Ejército, había comprendido ya con claridad que su situación se podía transformar en insostenible si continuaba el enfrentamiento Ejército-gobierno. Esta circunstancia ganó rápidamente la calle y se convirtió en el elemento primordial de los comentarios políticos. Se veía inclusive en esto la posibilidad de que la renuncia del general Avalos abriera el camino para la defenestración del general Onganía. Círculos allegados a Ricardo Balbín y a Carlos Perette comentaron hacia el lunes de esta semana la posibilidad de cambiar totalmente los mandos del Ejército, y comenzaron a circular nombres de generales de cuya lealtad a Illia daban fe Balbín y Perette personalmente. Uno de los más mencionados, el general Carlos Caro, se vio obligado a expresar en círculos de la secretaría de Guerra que su posición era de mantenerse junto al comandante en jefe en cualquier circunstancia.
Un avezado comentarista militar, haciendo el balance de las nerviosas jornadas que se vivían, acuñó la siguiente descripción de la situación: "No apostaría veinte pesos a manos de la estabilidad del gobierno; pero tampoco apostaría veinte pesos a manos del golpe militar. Creo —agregó— que en definitiva prevalecerá el buen sentido de Illia y de Onganía, pero el tema del comunismo ha cohesionado a las Fuerzas Armadas mucho más aún, y el gobierno ha dado un paso en falso con su campaña contra el comandante en jefe".
Es posible que nada ocurra ahora de definitivo, pero ya las cosas a mediados de setiembre no tenían el mismo carácter que a mediados de agosto: al menos en lo que a las relaciones entre gobierno y Fuerzas Armadas se refiere.
Mientras tanto, la Junta de Calificaciones ha comenzado a actuar en el Ejército, y todos los generales que por ello se encuentran en Buenos Aires están haciendo el balance de los últimos acontecimientos que envolvieron al arma y a ciertos sectores del gobierno. Así, seguramente, transcurrirán los días próximos.
Existen algunas indicaciones de que el presidente Illia ha mantenido la calma, a pesar de la presión de los grupos comandados por Balbín y Perette, y se sabe que por lo menos una vez comentó que la vigilancia con que lo rodea la SIDE "me asfixia un poco".
Por de pronto, la llegada del presidente de Italia abre un paréntesis. Y es posible que después de este paréntesis. el doctor Illia encuentre, gracias a sus conversaciones con Giuseppe Saragat, argumentos valederos en el campo militar. Por un lado, Saragat es un veterano luchador anticomunista y (ver páginas 16 y 17 de esta edición) expondrá ideas muy claras sobre la ubicación de la Argentina en el campo de Occidente. Pero, por otro lado, el presidente Illia defenderá ante Saragat un proyecto cuya realización depende de la colaboración financiera italiana, y que es sumamente caro al Ejército: la instalación de la planta siderúrgica de Ensenada, junto a la ciudad de La Plata. La construcción de dicha planta se ha convertido por muchos motivos en una de las claves futuras de la defensa nacional: por un lado resolvería el autoabastecimiento de acero de la Argentina, y por otro lado daría salida a la producción de mineral de hierro de Sierra Grande, gran depósito de minerales cuyo desarrollo fue promovido en muchas ocasiones por el Ejército,
La historia de las dos últimas semanas parece, así, tener —casi— un final feliz. Pero aún falta pasar el escollo de la incómoda situación creada para el secretario de Guerra. Seguramente la decisión final se producirá en el curso de la próxima semana, una vez calibrada con precisión la repercusión de los discursos que jefes de las Fuerzas Armadas y miembros del gobierno pronuncien con motivo del aniversario de la Revolución Libertadora. En más de un pasaje, esos discursos se referirán a acontecimientos de los últimos días, dejando a un lado la interpretación de los hechos históricos.
Así, es evidente que la semana próxima será una semana militar, al menos para quienes miran en lo profundo de la política argentina. Claro que, siempre y cuando los sectores iracundos del gobierno paralicen su acción. Esto ya parecía evidente, e inclusive en esferas de la Casa Rosada se suponía que una buena medida para evitar la proliferación de intrigas sería el rápido alejamiento del general Carlos Rosas: de todos modos, nadie entiende en las filas militares los motivos por los cuales aún no ha sido designado para ocupar su cargo de embajador en Paraguay. Su viaje a Paraguay sería, en los próximos días, un síntoma de distensión.

Así nos ven
Informe confidencial sobre la Argentina
"Lo que la Argentina necesita hoy más que nunca es liderazgo político. El doctor Illia es uno de los más débiles e ineficaces jefes de Estado que la Nación ha tenido." Miles de empresarios en todo el mundo recibieron en los últimos días esta información, contenida en un extenso estudio sobre la situación argentina, realizado por S. J. Rundt y asociados, consultores de negocios internacionales de Nueva York, que publican para sus clientes el Rundt's Market Reports.
Los hombres de negocios, finanzas, banqueros e inversores que se orientan por los periódicos informes de la famosa organización Rundt, descubrieron que la Argentina se ha convertido en una de las zonas más indeseables para las inversiones del exterior.
Otro de los pasajes del informe confidencial: "Después de 22 meses de estar en el gobierno, la mayor parte de las promesas formuladas por Illia son palabras vacías. La aparente prosperidad industrial y comercial del país es superficial y sin bases importantes. Si bien la producción y las ventas han mejorado, comparadas con el período de depresión de 1962-63, el producto nacional del año último, en términos reales, era apenas una fracción superior a su nivel de 1961. Más aún, gran parte de la recuperación es el resultado de una incontenible acrobacia inflacionista deliberadamente elaborada para obtener popularidad a corto plazo antes que objetivos económicos de largo alcance".
El largo informe de 51 páginas en apretado inglés, concluye del siguiente modo: "Continúa la tendencia hacia mayores controles y estatismo con todos sus gastos improductivos y déficit. El boom interno es, en su mayor parte, un fenómeno que refleja temor a la inflación. El fantasma del peronismo está siempre en escena y también la posibilidad de otro golpe de Estado. La Argentina está en mala situación, desde el punto de vista monetario o fiscal, así como en términos económicos, y las perspectivas políticas tienden a desmejorar. Seguramente bajará el nivel de las exportaciones a la república del Plata, y quizá las inversiones que ya están en el país, o estén por entrar, sobrelleven la situación. Pero la mayoría de los inversores extranjeros se mantendrá fuera del país, con excepción de algunas circunstancias especiales. En síntesis, se aconseja tomar la actitud de esperar y ver, con el respetuoso consejo de que nadie trate de contener su aliento hasta que mejoren las Condiciones en la Argentina, ya que tal ejercicio de paciencia puede provocarle una indudable asfixia..

 

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