Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


LA DETENCION DEL HERMANO DE ISABEL PERON
EL HOMBRE QUE FUE MARTINEZ

Revista Gente y la Actualidad
24 de marzo de 1966

El extraño silencio con que se rodeó a uno de los detenidos por un hecho policial acicateó la curiosidad permitiendo esclarecer que se trataba del hermano de Isabel Martínez de Perón llamado Carlos Ernesto Martínez. Hubo dificultades para determinar su verdadero nombre. El periodismo recibió información del hecho y al cierre de esta edición, pasados diez días, no se había comunicado a la opinión pública. Algo más extraño: lo dejaron fotografiar pero no hablar.

El pasado martes 15 las crónicas policiales aportaron una información que impactó, en parte, a los lectores: el ex pugilista Ángel Leyes era cabecilla de una gavilla de delincuentes que había cometido numerosos salteamientos en el Gran Buenos Aires. Entre esos asaltos se encontraba el perpetrado contra el banco Grand Bourg. De acuerdo con la información suministrada por la policía, la investigación fue llevada a cabo por personal de la seccional 1ª de la localidad de San Miguel, y se inició con la detención —aparentemente casual— de Héctor Pieriaccioní, apodado "Ángel Leyes", "El boxeador" o "El rengo". Más tarde, en sucesivos procedimientos —siguió informando la policía—, fueron aprehendidos los siguientes sujetos: Juan Carlos Carabajal, Roberto Amadeo Cubillano. Roque Víctor Popovich, Antonio Oliviera, Agustín García, Carlos Montín, Ernesto Ranne y Ángel Bozatti.
Algunos diarios y revistas consiguieron autorización en la Unidad Regional de San Martín para fotografiar a los delincuentes. Y en la comisaria de San Miguel hubo dos variaciones en la información (suministrada, al parecer, informalmente). Ángel Leyes no era "Ángel Leyes"... Y en las fotografías tomadas figuraba otro sujeto más, quien fue sindicado como "entregador" del atraco al banco. Se dijo que se trataba de CARLOS ALBERTO MARTINEZ, argentino, de 36 años. Su domicilio en ningún momento fue proporcionado a los cronistas. Aparentemente, nadie reparó en este segundo hecho. Fue tomado como un "olvido" por los periodistas. Y pasó...

SINGULAR VERSION
Hubo "alguien" que no se conformó. Mejor dicho, fueron dos personas. El propio Ángel Leyes hizo su desmentida, aclarando que no tenía nada que ver con los asaltantes. Y la otra persona (debe permanecer en el anonimato), lanzó una singular versión. Carlos Alberto Martínez era en realidad CARLOS ERNESTO MARTINEZ. El apellido no decía nada. En la guía telefónica figuran nada menos que 4.800 MARTINEZ. Pero la versión decía que "este Martínez" era hermano de la señora Estela Martínez de Perón. Más conocida como Isabel Martínez, o "Chabela"...

HACIA SAN MIGUEL
El primer paso para la confirmación de la identidad real de "ese" Martínez era conocerlo. La tarde del jueves 17, en medio de la intensa lluvia, nos trasladamos a San Miguel. Penetramos en la seccional. En pocos minutos nos atendió un oficial subinspector.
—Buenas tardes. Somos de la revista "GENTE". Tenemos autorización de la Unidad Regional de San Martín para fotografiar a la gavilla detenida por ustedes...
El policía nos pidió que aguardáramos. Hizo un llamado telefónico. Regresó, y dijo:
—Van a poder fotografiarlos. Pero la información la van a tener que requerir a la superioridad, en la Unidad Regional. Les pido que no hablen con ninguno de los detenidos...
—¿Se encuentran incomunicados?
—No, señor. Pero no pueden hablar. Es una orden...
Caminamos por un amplio corredor y llegamos a un patio interior de la comisaría.
Había dejado de llover.
—A ver, cabo... Traiga los tres detenidos...
En esos instantes pensamos que Martínez no iba a "ser exhibido". Y preguntamos:
—¿Los delincuentes no son más?
—Sí, pero los otros están en José C. Paz...
Flanqueados por dos policías llegaron los atracadores. Uno de ellos cojeaba. Todos caminaban con la cabeza gacha. Pero el cambio de la oscuridad del calabozo a la luz del patio los obligó a levantar la frente.
No hizo falta más. Uno de ellos era Martínez.
Su parecido con la actual esposa de Perón era notable. Los periodistas y el fotógrafo ni se miraron. No había necesidad.
Vestía pantalón gris, mocasines y camiseta blanca. Cabello rubio ondulado, aproximadamente 1,75 de estatura, contextura normal, con facciones delicadas. Quiso ocultar su rostro, mirando fijamente el suelo, pero uno de los agentes de policía que presenciaba la escena se acercó a Martínez (que era el primero de la izquierda) y le obligó a levantar la cabeza. Pero él, en un último intento por "no salir", cerró los ojos e hizo una mueca para desfigurar sus rasgos.
Uno de los cronistas preguntó:
—Oficial: ¿Nos puede dar los nombres de los detenidos, de izquierda a derecha, para identificarlos en la fotografía?...
—El primero es Martínez...
—El nombre completo, por favor. ..
—A ver, vos, Martínez, ¿cuál es tu nombre completo?...
Siempre con los ojos cerrados, y tras un instante de silencio, el "entregador" respondió:
—Carlos...
No quisimos insistir en su segundo nombre, con eso nos bastaba. Insistimos en pedir, al subinspector, algunos datos de filiación y domicilio de los asaltantes.
—Les reitero que toda información debe ser recabada en la Unidad —contestó.
Salimos de la comisaría. Nuevamente llovía.

DATOS EXTRAOFICIALES
Ya teníamos la base. La confirmación de la versión. Pero faltaba algo.
Recurrimos a policías amigos. La mayoría reconocía la veracidad de la noticia, pero no querían hablar:
—Si lo hacemos podemos perder nuestra carrera. Es muy delicado, saben... "EL" no es un cualquiera...
Logramos confirmar que los distintos servicios de informaciones estaban "trabajando"' para establecer qué implicancias políticas podían tener las actividades de la organización delictiva. Creían que ninguna, pero seguían trabajando...
En tanto, los días pasaban, y la noticia no era publicada. La banda del supuesto Ángel Leyes ya era olvidada por la opinión pública.
Mientras tanto, "GENTE" siguió con su investigación; había que conseguir la dirección real de Martínez. Y lo logramos. Fuimos para su casa.

SORPRESA Y NEGATIVA
Las calles del barrio La Manuelita, en San Miguel, estaban cubiertas de barro. Transitar sobre ellas era una verdadera odisea. Abandonamos el vehículo. Hicimos muchas cuadras a pie. La falta de carteles indicadores hacía dificultosa la búsqueda de la calle. Penetramos en un almacén.
—Buscamos a un vecino de apellido Martínez...
—Martínez soy yo...
¿Sería uno de los 4.800?...)
—No, el que buscamos es otro... Y creemos que no está en su casa...
—Ah... Debe ser Carlos, el de, la carnicería... Vive a tres cuadras...
Más barro.
Una escritura primaria, en la pared del frente, anunciaba la venta de "corderos a cien pesos".
Entramos por una puerta vaivén, protegida por un alambrado tejido. Sobre el mostrador de mármol un gran trozo de carne: a la derecha, una pila de bolsas de portland anunciaba una construcción momentáneamente paralizada.
Cuando abrimos las puertas se escuchó una campanilla. Desde un patio interior, una voz femenina gritó:
—Ya va...
Apareció una mujer morocha. Con esa edad indefinida que tienen las mujeres sufridas. Aunque podía apreciarse que no pasaba los treinta años.
—¿Aquí vive la familia Martínez?...
Sin quitar la vista de nuestro fotógrafo, respondió:
—Sí...
—Queremos hablar con su esposo. . . ¿Está?...
—No. Hace unos días se fue a la Capital, pues su madre se encuentra muy enferma...
—¿Cuándo vuelve?...
—A lo mejor, dentro de una semana. No tiene fecha...
—Señora: somos periodistas, no policías...
—Ya me di cuenta...
Con ello no logramos quitar el temor de sus ojos. Al contrario.
—Nosotros sabemos que su esposo es hermano de Estela Martínez y en estos momentos se encuentra detenido en la comisaría de San Miguel.
Ella duda.
—No... No...
—Señora, nosotros vinimos sólo a preguntarle si desea hacer alguna declaración. Queremos saber si esto es un hecho político...
—Y, casi seguro... Pero mi esposo no... —dijo con voz quebrada y nerviosa.
—¿Está segura de que no quiere decirnos nada?...
No responde, pero siguió dudando.

INTERROGANTES
"GENTE y la Actualidad" debió seguir indagando, ya que el caso se presenta como uno más en la crónica policial, pero algo, sin embargo, lo tornó diferente.
La noticia llegó a la redacción de los principales diarios, pero al cierre de esta edición habían pasado diez días y no se había informado a la opinión pública. Esto dio lugar a más de una conjetura. Inclusive, se dijo que la prisión de Carlos Martínez se estaba negociando políticamente.
¿Por qué la policía, en un principio, no suministró el dato de detención de un ciudadano simplemente llamado Martínez? ¿Por qué, en cambio, admitió que se lo fotografiara en la seccional de San Miguel? ¿Por qué no se enteró a sus familiares, si conocían quién era Martínez? Los interrogantes son muchos, y la falta de respuestas es lo que torna extraño el caso.
En la calle Migueletes, a la vuelta del Hipódromo de Palermo, vive una familia más de Buenos Aires. La familia Martínez.
Hace poco más de once años todo era normal. Eran felices porque todo era sencillo. Vivían. En ese tiempo fue cuando Estela Martínez viajó a Panamá, conoció a Juan Perón, se casó con él y pasó a llamarse Isabel Martínez de Perón. La familia de la calle Migueletes comenzó a sufrir. Desde entonces no tuvieron más noticias directas de ella. Los diarios suplieron las cartas que nunca fueron escritas. El 12 de octubre del año pasado el Hotel Alvear se congestionó por la llegada de una pasajera: Isabel Perón estaba en Buenos Aires. La modesta casa de Migueletes tembló de nerviosismo. Una madre esperaba la llegada de su hija de la que no tenía noticias desde hacia diez años; un hermano, una cuñada, dos sobrinas, deseaban abrazar a una mujer y comprobar que en realidad no los había olvidado. Pero nada de eso sucedió. De esto hace ya cinco meses. La visitaron, pidieron hablar con ella, verla. Pero nunca fue posible. Siempre "la señora estaba ocupada y ella llamaría luego".
Hace poco menos de un mes la madre de Isabel Perón, la madre de Estela Martínez, enfermó. Día a día su enfermedad avanzaba y se tornaba más y más grave. Nuevas visitas a Isabel Perón, nuevas negativas. Se le dejaron notas que relataban en lenguaje familiar y cariñoso la gravedad de la situación. Nunca se sabrá si esas notas llegaron a su poder. Estela Martínez no contestó. Dentro de ocho días su madre será intervenida quirúrgicamente sin haber recibido su visita.
Pero eso no es todo. Como si todo conspirara contra la familia de la calle Migueletes, surgió algo más. Un hermano de Estela Martínez, un hijo de esa mujer que llora todas las noches su soledad y no su dolencia, es detenido por ladrón. La noticia estuvo en poder de muy pocos, la confirmación no era de nadie. Nos tocó a nosotros certificar la veracidad del rumor, cuando la hermana mayor y la cuñada del detenido lloraron ante su foto de comisaría. Ni siquiera ellas lo sabían. Y las primeras palabras definieron la situación: "Dios mío: que mamá no se entere. Ya no nos falta nada más...
La familia Martínez no tiene nada que ver con politiquerías y nunca usó su situación para intentar estar en otra parte. Trabaja. Y ahora sufre.
La madre hace mover seriamente la cabeza de los médicos; una hija que hace once años no la ve, se niega a asistirla en los que podrían ser sus últimos días, y un hijo es detenido como ladrón junto a cuatro maleantes. La familia Martínez llora. Y no sabe qué hacer. Quisiera retomar el tiempo, volver una década atrás y vivir como entonces. Reír. Ya se olvidó el sonido de la risa en la casita de la calle Migueletes.

 

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Martinez
Carlos Ernesto Martínez ante la pared de la comisaría de San Miguel. La mano policial levanta la cabeza que intenta esconderse del ojo del fotógrafo. Nadie sabía entonces que era el hermano de Isabel Perón.
Esposa de Martinez
La esposa del detenido negó todo. Dudó unos instantes pero de inmediato se repuso y aseguró que Carlos Ernesto estaba preso sólo por razones políticas. No quiso hacer declaraciones. Solamente repetía ¡No!... ¡No!...
 
Isabelita
Elegimos esta fotografía de Isabel Perón para que el lector aprecie con mayor claridad el parecido existente entre ella y Carlos Ernesto, su hermano, quien aparece haciendo un gesto similar al de su hermana.
Hermano de Isabel
Intentando ocultar sus facciones que él sabe parecidas a las de su hermana Isabel, Carlos Ernesto Martínez fue fotografiado en el patio de una comisaría. Allí meditará su fechoría.
Hermanas de Isabel
El teleobjetivo capta la expresión dolorosa de la hermana mayor de Isabel y su cuñada al enterarse de la detención de Carlos Ernesto. Fue un momento difícil.
Papá de Isabel
Este es el padre de Isabel Perón. Falleció hace varios años, ignorando lo que el destino de su hija depararía para la familia toda. Es notable también el parecido con sus hijos Isabel y Carlos Ernesto.

 

 

 

 

 

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