Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

 

ILLIA

AL AÑO DE SU ELECCIÓN

 

Revista Panorama
Julio de 1964
Jorge De Angeli

El pueblo y los políticos, en actitud crítica hacia el gobierno, manifiestan dudas y algunas esperanzas
La Argentina reencontró la senda constitucional el 7 de julio de 1963. De allí en adelante el juego de gobierno y oposición se encauzaría por las sendas abiertas del Parlamento, la tribuna, la prensa y la disputa programática. Las emociones de la lucha política, las angustias y las alegrías de la vida cotidiana han llenado 365 días de historia. Los protagonistas de esta historia —pueblo y políticos— apenas lo han notado, pero este mes se dobla un recodo del largo camino que queda por delante a nuestro país. Ahora debemos detenernos a analizar el tiempo pasado ya estudiar el futuro: ¿Somos mejores o peores? ¿Se cumplieron o no nuestros planes y pronósticos? ¿Qué vamos a hacer de aquí en adelante?
PANORAMA quiso aclarar el interrogante y enfrentó con su pluma a pueblo y políticos. Obtuvo en respuesta una suma de contradicciones, originalidades, temores y esperanzas concretadas o frustradas. La pregunta básica que se esgrimió fue: "¿Qué opina del gobierno a un año de su elección?"
El pueblo sabe lo que quiere, pero, fundamentalmente, está preocupado por el costo de la vida. Mantiene una gran confianza en la persona del presidente de la Nación y en su fuero íntimo está seguro de que vendrán tiempos mejores. Los políticos, por su parte, no se animan a criticar abiertamente ni dudan, a excepción del doctor Frondizi, de las buenas intenciones del gobierno, pero mantienen su intransigencia en cuanto a las medidas fundamentales adoptadas por este, al cual ven, en definitiva, como un gobierno de transición, sin cualidades para efectuar reformas de fondo.
Sacamos al doctor Ramón Muñiz de una sesión parlamentaria. Sus palabras tenían tono doctoral y a medida que hablaba iba señalando: "Ponga punto y seguido; aquí, coma; cierre paréntesis...". El cronista obedecía como un buen alumno. Y, al concluir la charla, una broma: "Espero que me envíen un ejemplar, porque cincuenta pesos es mucho para un diputado".
—¿Cómo? —preguntamos—. ¿No ganan ahora $ 75.000.
—La mayoría sí, pero los socialistas argentinos no aceptamos el aumento dispuesto por la Presidencia, así que seguimos con $ 35.000, El resto lo damos a varias instituciones. —Horacio Sueldo estaba solo, en una pieza de reducidas dimensiones, casi a oscuras. Piensa mucho antes de responder, mientras su mirada se pierde en vagas lejanías. Se mueve inquieto en la silla. Es dogmático, de frases cortas y retumbantes. Pero se lo ve cansado, con más figura de poeta aniñado que de político. Su figura contrasta con la de Oscar Alende, hombre dinámico, de rostro abierto a cualquier palabra o suceso. Sus órdenes son claras y precisas, Habla muy rápido y se va del tema. Ofrece café, saluda a amigos y vuelve a las respuestas, todo ello con una sonrisa amplia y en voz alta. Su amor es la provincia. No le interesa el presidente de la Nación, sino el gobernador de Buenos Aires. Se comentaba que se ha hecho amigo del doctor Matera y que continúa comiendo a menudo con este. ¿Habrá frente o no habrá frente? Otro interrogante para el segundo año de gobierno.
Ricardo Balbín y Pedro E. Aramburu no estaban. La política los había llevado al interior. Horacio Thedy nos recibió en su bufete. Este hombre elegante no podrá ser nunca presidente. Su lugar está en el foro. Sus palabras, su escritorio, su figura, todo lo que lo rodea, hacen de él el prototipo del abogado claro, coherente en sus ideas, astuto hasta la exageración: "No tenemos nada que ver con UDELPA — , nos dice—, ni lo tendremos, porque ideológicamente estamos en polos opuestos. Sin embargo, sigo siendo íntimo amigo del general Aramburu, gracias al cual hubo elecciones hace un año". Y nos cuenta que tanto "colorados" como "azules" ofrecieron "el golpe" al general, pero que este prefirió los comicios "aun sabiendo que no ganaba",
Frondizi está muy ocupado. Permanentemente ocupado. Pero es quien tiene el mejor equipo de relaciones públicas. Se deja fotografiar con el cronista, pero no contesta las preguntas. Por él lo hace un secretario. El ex presidente las corrige luego y se despide amigablemente. La casa en que recibe está decorada con fotografías suyas y diplomas de ciudades e instituciones.
Alberto J. Armando, por su parte, hace sus negocios de automotores y futbolístico en una casa de cristal. Desde su escritorio domina todo el negocio. Y piensa mucho, aun más que Sueldo.
Hay un peluquero politizado en Avenida de Mayo. Habla de personas reaccionarias y de "golpes" y de capitalistas, mientras un lustrabotas cercano manifiesta su satisfacción por el estado actual de las cosas, aunque "todavía no andan muy bien".
El pueblo no tiene inhibiciones políticas. No le interesan los contratos petroleros. Su único tema es la carestía de la vida. Pero habla poco. La cámara fotográfica lo inhibe; cree que se compromete con las respuestas y que alguien del gobierno lo va a criticar por ellas.

DOCTOR ARTURO FRONDIZI, ex presidente de la Nación
Retrocedimos en petróleo y en materia de industrias de base no hemos progresado.
—A un año de su elección, el actual gobierno ha demostrado ser un fiel continuador de la política de estancamiento que comenzó con el golpe de estado del 29 de marzo de 1962. Este es el sentido fundamental de su gestión.
—¿Cuál es el balance que para usted arroja hasta el momento la acción del gobierno?
En materia política, la retórica empleada para ensalzar una supuesta conciliación nacional, oculta el hecho real de la continuación de las proscripciones y de la exclusión de un extenso sector del país en el proceso político. Ese es el sentido profundo y el objetivo táctico del Estatuto de los Partidos Políticos que el P. E. remitió al Congreso. El anacrónico replanteo de problemas superados, como el de la libertad de enseñanza, es buen índice del propósito de introducir falsos problemas en la comunidad nacional.
En materia económica, las cifras publicadas por el propio gobierno son la mejor condenación de la gestión en curso. El gobierno cree que se puede responder a los problemas del desarrollo del país con la fórmula de la inflación y la burocratización. La reforma de la Carta del Banco Central permite financiar el crecimiento vertiginoso de la burocracia y el retroceso en todo cuanto se había adelantado en materia de servicios públicos, de todo lo cual resulta el déficit previsto para el presente año, que duplica el más grande hasta ahora conocido.
En materia de servicios y de industrias de base nada se ha progresado en estos nueve meses, y es mucho lo que se ha retrocedido en sectores de la importancia del petróleo. La anulación de los contratos —a pesar del hecho de la continuación del trabajo de las compañías— y la actitud asumida con el Banco Mundial a raíz del problema de SEGBA, han desconectado al país del circuito financiero exterior.
La política en materia de carnes y los errores cometidos en la comercialización del trigo, amenazan malograr el resultado excepcional de uno de los mejores años de cosecha conocidos por el agro argentino. Todo este cuadro se complementa con el alza vertiginosa del costo de la vida que, a esta altura de los tiempos, se intenta combatir con recursos burocráticos y policiales que han renovado su desprestigio a poco de su aplicación.
En materia social, los obvios ensayos de división de la CGT, y en materia internacional, el abandono de toda política de imaginación y coraje, que suma varias contradicciones, como repudiar la ayuda para la cooperación económica al mismo tiempo que suscribe un pacto de ayuda militar siempre rechazado por los gobiernos argentinos de todas las tendencias, completan un panorama que todos los sectores del país consideran cada vez más negativo.

DOCTOR OSCAR ALENDE, presidente de la Junta Nacional de la UCRI
El gobierno debe movilizar la producción y resolver el alto costo de la vida.
—El juicio sobre un gobierno debe apoyarse en elementos objetivos. Debo remitirme por ello a la situación económico-social del país, que me alarma sobremanera. Las tensiones sociales están violentamente contenidas y llega desde los sectores obreros —agobiados por la desocupación y el costo de la vida— un áspero reclamo que toma caracteres aún más intensos que los que provocaron los episodios políticos de 1943 a 1946. El país está parado; la obra pública, en receso; vegetamos. Lo más alarmante de esta situación es que a estar de las impresiones del común, en las esferas del gobierno pareciera que no existe una noción acabada de la realidad.
—¿Qué opinión le merece el provecto de ley de salario mínimo y móvil?
—El gobierno se sujeta a fórmulas teóricas, y en temas tan importantes como el del salario mínimo y vital los hechos contradicen las promesas pre-electorales y los repetidos anuncios. El gobernador Marini —que se ocupó en la Convención Constituyente de documentar la implantación de ese derecho— mantiene a los maestros de Buenos Aires en la indigencia, con los mismos sueldos con que los dejé dos años atrás, mientras aumentó en un 70 % el costo de la vida. En esa misma provincia, invertimos un equivalente de 100 millones de dólares en obras públicas. Hoy, ella está detenida.
Hasta este momento hemos hablado de la bondad del Presidente y hemos instado al equipo gubernamental a proceder en forma expeditiva. No creemos que la Argentina gane nada con un golpe, y desde tres focos distintos se intenta subvertir el orden jurídico. Frente a esta posibilidad, el gobierno debe resolver de una buena vez los problemas de desocupación y costo de la vida, movilizando la producción y actuando enérgicamente. Ha llegado al ejercicio de la función pública en un momento excepcionalmente favorable. Esperamos que no deje vencer este documento que se le ha otorgado, pues por nuestra parte, dentro de la legalidad, seremos inexorables en la defensa de los intereses populares.

PILAR DE VARELA, ama de casa
Hace dos años nadie sabía lo que iba a pasar: al menos ya hay seguridad en el trabajo,
ahora el pueblo no ha tenido ninguna mejora y cada día las cosas están más caras y se hace difícil vivir. Todos ansiamos que todo vaya bien y que las cosas mejoren. Hay solo una cosa buena, y es que parece que no tenemos tantas angustias. Hace dos años nadie sabía qué iba a pasar y ni había seguridad en el trabajo; ahora parece que se ha logrado esto, y parece bastante. Si el gobierno pudiese detener el costo de la vida sería muy popular, pero si no lo hace, no sé qué puede pasar aquí, porque ya es imposible vivir decentemente aun para los que trabajan en más de un lugar. Pero creo que todo se puede arreglar.

DOCTOR HORACIO THEDY, presidente de la Junta Nacional del Partido Demócrata Progresista
Vivimos bajo un régimen de emergencia que resuelve los problemas sobre la marcha.
—La elección del actual gobierno, pese a que no representa a la mayoría del país, significó un alivio de la tensión política existente. Pienso que la constitución del gobierno —el equipo de conducción exclusivista —no recogió debidamente el hecho de que la elección fue el resultado del aporte de otros partidos. Por esta razón, el gobierno es intrínsecamente débil.
—¿Piensa usted que la política del gobierno ha sido orgánica y unitaria?
—Puede reconocerse que priva en este elenco un sentimiento democrático, pero falta en él coherencia política. Esto explica cierta lentitud en la solución de los problemas políticos argentinos. Por otra parte, es dable observar que el choque entre las distintas corrientes que actúan en el gobierno es también causa de esta parsimonia. La paradoja radica en que el creciente enfrentamiento interno es la causa de la inactividad del gobierno.
—¿Qué opina usted sobre las medidas adoptadas por el gobierno hasta la fecha?
—Estamos aún dentro del régimen de leyes de emergencia que tiende a resolver los hechos a medida que se presentan. Entiendo al respecto que la dinámica de los procesos modernos exige salir al encuentro de los hechos mediante una programación o concentración de los esfuerzos, destinada a prever y resolver los problemas. No se puede aceptar una política de parches. Sin duda, vendrán momentos difíciles que han de exigir el abandono de egoísmos partidarios en aras del fortalecimiento de la democracia. Hay en la Argentina un esquema de atraso social, y por ello debemos estar dispuestos a hacer pacíficamente la revolución
social en la democracia, si no queremos que otros la hagan fuera de ella. Por ello, entre otras cosas, se debe apoyar con todas las fuerzas el programa de la Alianza para el Progreso, creado por el ex presidente John Kennedy.

GONZALO SAMALEA, mozo de café
Hay que colaborar en vez de criticar. A pesar de todo, el gobierno puede ir adelante.
—Yo creo que el gobierno tiene muy buenas intenciones, pero, lógicamente, avanza muy lentamente. Está trabajando bien, especialmente en lo que se refiere al doctor Illia, que es un hombre muy honrado y decente.
—¿Usted cree que son eficaces las medidas tomadas por el gobierno?
—El costo de la vida se ha elevado mucho, y la ley de abastecimiento no da la impresión de ser eficaz; parece que el gobierno no quiere tomar medidas drásticas en este asunto. En cuanto al problema del petróleo, confieso que me deja asustado, porque no puedo creer que se hayan hecho tantos negociados como los que se denunciaron en la comisión de diputados. Sin embargo, a pesar de todo, creo que el gobierno puede ir adelante si todos colaboran con él y no lo critican tanto. Ahora, por lo menos no se habla de golpes de estado y todo está en paz en el país. 

FRANCISCO RABANAL, intendente municipal de Buenos Aires
El clima de paz y libertad posibilitó la recuperación del prestigio internacional.
—Mi juicio es un enfoque necesariamente comprometido por ser protagonista de un aspecto importante de la gestión común que lleva a efecto un grupo de hombres, y se refiere apenas a algo más de seis meses de gobierno que, en mi opinión, dejan un amplio saldo favorable en favor de los sagrados intereses de la Nación.
En lo moral, en primer término, se ha cumplido en todos los órdenes con la palabra prometida al pueblo. La anulación de los contratos petroleros, la creación de una política eléctrica nacional, por cuya aplicación luché permanentemente en el Congreso de la Nación, la reapertura de ramales ferroviarios clausurados, la vigorosa iniciación de las obras de saneamiento del aglomerado bonaerense, la respetuosa custodia de los derechos individuales y de las autonomías provinciales, la reforma a la carta orgánica del Banco Central; son algunas de las medidas que rápidamente acuden a mi mente para demostrar la responsable y ética conducción de los negocios del país por parte del actual presidente de los argentinos.
—¿Estima usted que se ha logrado la pacificación nacional?
—El hecho de que vivamos un clima de paz y libertad, sin temores, sin odios ni revanchas, ajenos a la presión de factores de poder, ha hecho posible la recuperación del prestigio internacional y el respeto de los hombres de América y el mundo. De esto da fe la magnífica acogida dispensada a nuestro ministro de Economía, doctor Blanco, en Europa, y el hecho de que se señalara a nuestro país en la Conferencia de Comercio y Desarrollo de Ginebra como vocero de Latinoamérica en mérito a los altos propósitos de comprensión logrados en la histórica reunión de Alta Gracia.
—¿Qué puede agregar sobre el abastecimiento y la carestía de la vida?
—Vale la pena destacar que, entre las preocupaciones de tipo popular, fue meta decisiva de este gobierno luchar permanentemente contra el aumento del costo de la vida. Es conveniente recordar al respecto que este gobierno no aumentó impuestos, servicios, transportes, fletes ferroviarios ni combustibles. Impidió en cambio el aumento de las tarifas eléctricas, verdadero multiplicador de costos y, esencialmente, ha tratado de lograr soluciones económicas que pongan término a la difícil situación que atraviesan los sectores de menores ingresos del país.
El pueblo tiene conciencia de todo esto, como de la serie de males que el actual gobierno heredó.

CARLOS S. DELGADO, maestro
El gobierno no cumplió con sus electores. Los sueldos de los maestros son bajísimos.
—El gobierno no cumplió con lo que prometió durante la campaña electoral en materia de presupuesto de educación. El índice de los sueldos de los maestros es bajísimo, no se ha mejorado para nada el material didáctico y la construcción escolar está sumamente atrasada, hallándose en un estado calamitoso la mayoría de los locales escolares. Solo el 12 por ciento del presupuesto nacional se destina a educación, y al respecto cabe recordar que el presidente de Alemania Occidental, doctor Heinrich Luebke, que recientemente nos visitara, sostuvo que el presupuesto educacional debe ser el mayor en todos los países del mundo. Los maestros enfrentan un triste panorama. El alza del costo de la vida ha asumido proporciones desesperantes, y desearía que las medidas de gobierno sobre este asunto tuviesen más efectividad. Pese a todo, como argentino y docente, pienso con
optimismo que puede salirse a flote de la actual situación.
—¿Qué piden los docentes a más de los aumentos de los índices?
Los maestros no pedimos solamente aumento de sueldos. Entre nuestras solicitudes al gobierno —que esperamos sean satisfechas— se encuentran un mayor aumento del presupuesto de educación; refección, construcción y ampliación de los edificios escolares y solución de los juicios de desalojo, provisión de material didáctico moderno y abundante; actualización de los sueldos de los jubilados y cumplimiento del Estatuto del Docente. Para lograr todo eso, los maestros estamos dispuestos a efectuar una larga campaña que incluirá propaganda, elección de comisiones de distrito y reuniones con padres de alumnos y con cooperativas escolares, que tanto ayudan a mejorar la educación de los niños argentinos.

DOCTOR RAMÓN MUÑIZ, secretario general del Partido Socialista Argentino
Hay que empezar de una vez la "revolución creadora" prometida por el gobierno.
—La pregunta se refiere a un año de nueve meses. Estoy de acuerdo con la política del gobierno en materia energética, la que ha sido clara, persigue objetivos precisos y fue cumplida con decisión. En cambio, no estoy de acuerdo con lo que se ha hecho en materia económica y social. Hasta el momento no han sido atendidos los legítimos y justificados reclamos de la clase trabajadora argentina y se han hecho inexplicables concesiones a la clase detentadora de los privilegios económicos. No se han tomado medidas de fondo para una justa y equitativa distribución de la renta nacional, la que, como anteriormente, pasa a los bolsillos de los grandes capitalistas nacionales y extranjeros. Además, en el plano económico-social, se advierten contradicciones que ya están resultando contraproducentes.
—¿Cómo ve el panorama futuro en el plano social, señor diputado?
—En los días que corren no hay alternativas: o el gobierno se orienta en términos inequívocos hacia una política económico-social que recoja y atienda los imperiosos reclamos de la clase trabajadora —que sobrevive penosamente con salarios de hambre y soportando condiciones de trabajo de todo punto de vista inaceptables—, o de lo contrario se acrecentarán las ac
tuales tensiones sociales, con secuelas imprevisibles.
Apoyándose en el pueblo trabajador, el gobierno debe dar batalla frontal a los privilegiados que se aferran a un sistema de convivencia que está muriendo, y con el pueblo y para el pueblo laborioso hacer cirugía mayor, es decir, promover cambios estructurales fundamentales que deben comenzar por la reforma agraria, para posibilitar la revolución pacífica y creadora a que aludió él presidente, doctor Illia, en su mensaje al Congreso el primero de mayo último.
Solo de esta manera podrá crearse un clima de paz y convivencia que el pueblo espera y reclama hace ya mucho tiempo de las clases dirigentes del país.

RAMÓN RUFINO LEIVA, lustrabotas
Creo que el gobierno sigue bien, por lo menos mejor que los que estaban antes.
—Más o menos, el gobierno sigue bien, creo que mejor que los otros, que los que estaban antes. La vida sigue mal, cada día son más altos los precios de todo, pero ahora se puede vivir, ¿no cree usted? El doctor Illia parece honesto, aunque algunos políticos dicen que los que están con él no lo son. Yo no entiendo de política, pero estoy mejor que antes, porque trabajando se vive. No sé qué más decir.
Ahora, la CGT ha lanzado su plan de lucha. La CGT es una buena cosa, pero no sé, a veces pienso que estaríamos mejor sin líos. A mí no me gusta andar peleando, y espero que el gobierno arregle las cosas, sobre todo lo de la carestía.

RUBÉN CORBACHO, ejecutivo publicitario y periodista
El gobierno se publicita mal: olvida que hasta las iglesias necesitan campanas.
—Me comprenden las generales de la ley, porque soy afiliado a la UCRP. Como publicitario, pienso que este es un gobierno que se publicita muy mal, al punto que ni siquiera el mensaje del Presidente resume lo que el gobierno ha hecho en este lapso. Desde el punto de vista político e institucional, hace muchos años que el país no vive una realidad como la presente: que lo digan los peronistas, que tuvieron que esperar que llegaran al gobierno "los gorilas" de la UCRP para celebrar el 17 de octubre. Hay gobernadores, diputados, senadores peronistas, y la convivencia es perfecta en el Parlamento y fuera de él. En el aspecto programático, problemas como el de SEGBA, los contratos petroleros y comercio con China, que fueron presentados durante años como insolubles, quedaron resueltos, y no hubo ninguna cuestión internacional de esas que tanto se anunciaron.
—¿Qué opinión le merecen los planes futuros del gobierno?
—Lo que falta hacer no invalida lo hecho. Cuando la UCRP llegó al gobierno, todos los técnicos anunciaron que el dólar se iría a $200. Pero se pagaron sueldos y jubilaciones, se pagó a los proveedores y el dólar no subió. Ahora los técnicos dicen que es porque no hay desarrollo, se importa menos y hay menos demanda de dólares; de ser eso cierto no subirían las acciones de la Bolsa y habría más desocupación. Esta, en cambio, no ha aumentado, y está por sancionarse el salario móvil.
Han terminado los pleitos militares por ahora, y hasta aquí pareciera, que vivimos en un paraíso creado por el gobierno de la UCRP, aunque la carestía de la vida demostraría lo contrario.
En esto finca el error fundamental del gobierno: actúa con timidez, con tibieza, en cuestiones que, como la del abastecimiento, hacen a la vida misma de la gente menos pudiente del país. Y a veces con una lentitud que lo hace proceder cuando los hechos ya están encima (caso de la marcha obrera sobre Jujuy). Pienso que si se corrige esa manera de proceder en algunos aspectos llegaremos al plan de largo alcance, y entonces se resolverán los problemas faltantes. Pero ahora hay que actuar con rapidez... y no olvidarse que hasta las iglesias necesitan campanas.

JUAN JOSÉ PIZZUTI, jugador de fútbol del club Boca Juniors
A un año de las elecciones, el pueblo es un espectador de lo que hace el gobierno.
—Todos los argentinos estamos esperando la recuperación nacional, que todos ansiamos. La acción del gobierno para conseguir esa recuperación no ha sido hasta el momento satisfactoria y no respondió a las esperanzas que se pusieron en ella. La ley de Abastecimiento no puede tener éxito, pese a lo cual no deben demorarse las medidas beneficiosas para el país.
—¿Cree usted que el gobierno adolece de lentitud?
El gobierno, en efecto, es muy lento en sus medidas y aún no se ha encarado definitivamente el problema del costo de la vida, que es el que más siente la población. Para actuar con premura, el gobierno debe destruir en primer término los partidismos oficiales y mirar para todo el país sin distinciones de tipo político. De esta forma se eliminaría la gran lentitud con que se trabaja actualmente en las soluciones necesarias para que la nación vaya adelante. Al respecto, no soy ni optimista ni pesimista, y creo que el pueblo todo está convertido todavía, a un año de las elecciones, en mero espectador de lo que hace y de lo que pretende hacer el gobierno.

FERMÍN RODRÍGUEZ, carnicero en una feria
Se ha terminado la época del lomo, pero la gente tiene que seguir alimentándose.
—Hasta ahora parece que vamos bien; es un gobierno más o menos bueno, aunque los precios están muy altos todavía y la gente se queja. Así no vamos a ningún lado. Yo ya vendo poca carne, y la que vendo, toda con hueso; se ha terminado la época del lomo y del bife. Pero los comerciantes nos defendemos, porque, pese a la carestía, la gente tiene que seguir alimentándose.
No opino ni quiero opinar de política; mi política "es el laburo", y eso es lo único que hago. Creo que las cosas pueden mejorar si el gobierno anda más rápido y no da "bolilla" a los intereses de los grandes capitalistas. Pero por ahora estamos mal, muy mal...

ALBERTO J. ARMANDO, empresario de comercio y dirigente futbolístico
Como empresario empiezo a preocuparme: nada asegura el bienestar si no hay ocupación.
—A un año de las elecciones, todos los argentinos —aun aquellos que como yo están bien definidos ante la opinión pública con ideas totalmente opuestas al gobierno— hemos creído ciertamente que, con su honradez y sus buenos deseos, el país tomaría un ritmo ágil, dinámico, y en esa inteligencia apoyamos y seguimos apoyando los actos de gobierno. Pero como empresario empiezo a preocuparme — porque nada ha de lograrse— por la desocupación en los distintos sectores de la industria, el comercio y el trabajo en general, dado que nada asegura el bienestar sin ocupación plena.
—Aparte de la desocupación, ¿qué puede decirnos de las otras medidas de gobierno?
—En cuanto al petróleo, considero que ha sido una buena medida del gobierno anterior la extracción, como la construcción de caminos y haberse proyectado más de 40.000 kilómetros de pavimentos, que es una cantidad cuatro veces mayor que la efectuada entre 1930 y 1957. Considero que una buena medida de este gobierno debe ser proseguir esas obras, extraer el petróleo y, en modo muy especial, construir viviendas, rubro este que daría ocupación plena a la vez que sería la mejor forma de combatir las aspiraciones comunistas, pues todos sabemos que el comunismo "no golpea la puerta sino que entra por el techo".

JOSÉ TAGLIABUE, quiosquero
El país va adelante. Creo que si al gobierno lo dejan obrar todo andará mejor.
—El presidente Illia es una excelente persona, con un alto espíritu moral. Infunde mucha confianza a la gente porque no hay duda de que tiene capacidad. Pero, como todos los gobernantes, y aún más en esta época, anda siempre por un camino lleno de obstáculos, y esto el pueblo también lo sabe y debe comprenderlo.
Las medidas que ha tomado el gobierno parecen buenas, y el problema del costo de la vida parece que va en camino de solución, a pesar de las dificultades que hay para controlarlo. No, no creo que nadie dé un "golpe", y ahora parece que los militares también están contentos con el doctor Illia, así que aunque lo den, no pasaría nada. Además, el pueblo nunca ha apoyado ningún golpe. Usted sabe cómo son los políticos. Yo creo que el país va adelante, y, si al gobierno lo dejan, todo andará mejor.

DOCTOR HORACIO SUELDO, presidente de la Junta Nacional del Partido Demócrata Cristiano
Un buen administrador que puede abonar el campo para las reservas del futuro.
—Este gobierno está resultando —a un año de su elección— lo que nosotros esperábamos, aunque no lo que aparentemente aguardaban otros sectores de la opinión pública del país. En conjunto, el gobierno ha defraudado a la Nación. A nosotros no, porque sabíamos que no sería capaz de realizar la transformación acelerada y enérgica que la Argentina necesita, y menos aún reconstituir la conciencia de la unidad nacional.
—¿Qué opinión le merecen las medidas fundamentales adoptadas por el gobierno?
—Un grupo humano desgastado en largos años de lucha interna y pública y cargado de romanticismo liberal, sin coherencia ideológica, solo podía desempeñarse como un buen administrador y tímido preparador de reformas futuras. Eso es lo que está intentando hacer el radicalismo en el gobierno, y es posible que lo logre, si bien no parece contar con los equipos técnicos necesarios para ello y no todos sus altos funcionarios demuestran la sensatez y la capacidad de trabajo requeridas.
Los grandes problemas nacionales —educación, petróleo, abastecimiento, etc.— siguen sin tener por lo menos un esquema integral para su solución, y el gobierno da la impresión de ir permanentemente a la zaga de los hechos. La nueva vida que la Argentina reclama no saldrá de este régimen, pero sí puede servir de transición hacia el proceso de renovación nacional.
Para lograr esto, tendrá que exigirse mucho más a sí mismo, y todos deberemos tratar de que el gobierno pueda cumplir con este modestísimo servicio.

LUIS ANGELERI, secretario de Prensa y Cultura de la CGT
El país está paralizado por un gobierno que no gobierna e ignora adonde quiere ir.
—El país está paralizado por un gobierno que no gobierna. Hasta la fecha no ha evidenciado, ni por intermedio de él mismo, adonde quiere ir. Esa pauta la dan las marchas y contramarchas, declaraciones de funcionarios, etcétera, que se dan principalmente en el campo económico. No existe ninguna planificación económica del país, en un mundo moderno que exige planificaciones, y lo mismo sucede con los anuncios concretos hechos hasta ahora por el gobierno, el más importante de los cuales se refiere a la cosecha de trigo, como si esta fuera obra de gobierno. Por otra parte, la cosecha está a punto de fracasar debido al mal negocio que se está efectuando a través de la Junta Nacional de Granos y desde que el gobierno se constituyó en el principal especulador del dólar.
—¿Usted no cree ni en los planes futuros del gobierno?
—No puedo creer que este gobierno siga manifestando que tiene que estudiarlo todo; admitir eso sería negar personalidad a los integrantes del mismo, ya que durante treinta años fueron fiscales de todos los gobiernos precedentes y siempre dijeron tener recetas para todos los problemas.
A un año de gobierno, nadie sabe qué va a hacer el gobierno. Emitió 60.000 millones de pesos y no se observa ni reactivación industrial ni aumento del consumo interno. Este está cada vez más restringido debido a la insuficiencia salarial y fuerte desocupación. El saldo favorable de la balanza comercial anunciado por el gobierno es falso, por cuanto las importaciones no se realizan debido a la falta de reactivación industrial, y ello confirma que el país está paralizado.

PEDRO VICENTE VALDEZ LUNA, peluquero de hombres
Dejó a un lado la plataforma partidaria para realizar una política de tipo nacional.
—El gobierno parece bueno, pero hasta ahora no ha podido llevar a cabo su plataforma partidaria, y creo que Illia se ha apartado de ella para, hacer un gobierno de tipo nacional, no partidista. Además, no tiene el presidente el apoyo de los capitalistas, que molestan su acción de gobierno.
Creo, a pesar de todo, que con las medidas que tome el Congreso sobre los problemas de represión, las proscripciones v otras, se conseguirá pacificar un poquito al país. De petróleo no entiendo, así que no opino, pero pareciera que, excepto los frondizistas, todos los demás partidos están de acuerdo con lo que ha hecho el gobierno. A mi entender, solo se necesitan cinco o seis medidas rápidas, inmediatas, para frenar el alza del costo de la vida, y si se alcanza a frenarlo el gobierno tendrá la oportunidad de no hacerle el caldo gordo a la reacción para el golpe.
—¿Cree usted que es posible ahora un golpe de estado?
—No sé, yo no sé de esas cosas, pero siempre hay alguno que quiere el poder, para cualquier ideología que sea. Y se aprovechan de cualquier cosa para explicarlo. Pero no se dan cuenta que todos los golpes hacen que el costo de la vida siga subiendo.

INCOMUNICADOS:
PUEBLO Y PRESIDENTE

Los argentinos aprecian a Illia, pero no lo comprenden. Y no entienda del todo por qué el pueblo no lo comprende.
¿Qué es una imagen? En la moderna jerga de la publicidad, imagen es la idea que el público tiene de un artículo, de una empresa, de un ser humano. Las industrias invierten millones en crear y sostener la imagen de sus marcas y de sus productos: la imagen que les reporte beneficios.
Para que tenga éxito el esfuerzo de crear y mantener la imagen deseada, se requiere: a) que ella esté de acuerdo con la realidad, y b) un intenso trabajo de relaciones públicas. 
El presidente lllia necesita con urgencia de relaciones públicas: su imagen está amenazada.
A través de una tranquila, extensa y franca conversación, mantenida en la mañana del domingo 7 de junio en la quinta de Olivos, el presidente me habló durante 150 minutos. El momento político y social era, si no grave, por lo menos muy tenso. Quería decirle al presidente que Panorama había entrevistado a nombres políticos y a hombres del pueblo, y que el resultado de la encuesta, a un año de las elecciones, demostraba una desorientación general, una actitud crítica y pesimista de la opinión pública. Hubiera podido sondear al presidente acerca de lo que preocupa a todos los argentinos: plan de lucha de la C.G.T., aumento del costo de vida, control de cambios, contratos del petróleo, déficit fiscal, etc. La pregunta obvia era qué piensa hacer el gobierno para resolver estos problemas, cuándo demostrará con los hechos que el gobierno gobierna y no que se deja gobernar. Quería expresarle al presidente que mucha gente considera que la inacción es el preludio del caos, que la incertidumbre es el preludio del desastre.
La apacible belleza de la quinta de Olivos, la diáfana luz del sol otoñal que iluminaba el hermoso parque y las fuentes, sin embargo, orientaban el pensamiento hacia la serenidad. Era el día de descanso del Dr. lllia: el día que, lejos del trajín insistente y obsesionante de la tarea cotidiana que le ocupa doce horas diarias, el presidente medita. Todas las semanas hace allí su balance, y yo no quise interferir con su meditación. Considero que un gobernante, como cualquier dirigente de empresa, tiene el derecho semanal de levantar la cabeza de entre los papeles y mirar más allá de su escritorio. Tiene derecho, y tiene el deber, de observar con los ojos de la imaginación el panorama de un porvenir que trasciende las inquietudes de hoy, las preocupaciones inmediatas, y su propia existencia.
Me di cuenta de que se me ofrecía la oportunidad de descubrir, en esa tranquila mañana, algo más que detalles interesantes, noticias inéditas o informaciones de primera mano. El presidente, con su sencilla elocuencia, con su afable lenguaje, paseando por el parque o sentado en el sillón de cuero verde de su despacho decorado con las fotos autografiadas de algunos jefes de estado, un cuadro de Fader y dos ramos de flores, me podría explicar las motivaciones esenciales de su actitud: su filosofía de gobernante.

La marcha ineludible
Y así lo hizo. Me di cuenta, al escucharlo, de que la virtud fundamental de Arturo lllia es una inquebrantable serenidad. Por apremiantes y urgentes que sean los problemas que enfrenta, en ningún momento deja que ellos interfieran con el derrotero general que se ha trazado. Tiene la capacidad de separar con absoluta claridad lo accidental de lo fundamental. Posee una visión de historiador o de filósofo del acontecer mundial. Considera que en nuestra época se han transformado las características de los problemas internacionales. Las luchas entre nación y nación, entre pueblo y pueblo, han sido superadas o están siendo superadas. El gran conflicto es ahora entre el hemisferio del norte —los países ricos—, y el hemisferio del sur —los países pobres—. Este conflicto no puede resolverse con las armas: su única solución será el progreso, la evolución de los pueblos menos desarrollados. Este es un proceso histórico inevitable y clarísimo, que ofrece un desafío a cada pueblo. Según el presidente, las ideologías políticas están ineludiblemente encaminadas hacia las formas democráticas. El comunismo, como sistema político, ha fracasado, y si aún apela a las masas, es por ignorancia de lo que realmente significa. Dentro de este esquema, cada país tiene que resolver sus propios problemas. La democracia es un proceso lento, pero revolucionario: es una revolución cotidiana de ideas y de hechos, de costumbres y realidades concretas. Según el presidente, las ¡deas que han inspirado el plan de lucha de la C. G. T., por ejemplo, son totalmente compartidas, en su esencia, por el gobierno, y de no haber mediado motivos, poderosos pero evidentemente políticos y no económico-sociales, un diálogo constructivo, honesto y franco hubiera logrado más rápidamente los objetivos deseados. El gobierno, según el presidente, no toma medidas enérgicas, no porque no pueda, sino porque no quiere hacerlo. Considera que un acto de fuerza será contestado con otro acto de fuerza, con perjuicios para la armonía social y la paz nacional, que son el fundamento de cualquier obra de reconstrucción. El presidente se ha trazado un camino que, para él, es muy claro y definido.

La audacia de la paciencia
lllia posee fe ilimitada en sus propias ideas, en los hombres que lo rodean, en el Plan de Desarrollo, en la colaboración de los capitales extranjeros y, por encima de todo, en el pueblo argentino. Su optimismo podrá parecer por momentos ingenuo, pero es inspirador: y asombra encontrar rastros de candor en un presidente canoso. Por otro lado, no hay duda de que sin fe y sin optimismo ningún plan audaz podrá ser jamás realizado. El silencioso plan de lllia es sumamente audaz, porque consiste en aproximarse a un ideal de próspera armonía democrática, a pesar de los turbios manejos de los políticos, a pesar del inevitable descontento de la población.
Esta actitud es interpretada generalmente como prueba de desinterés o de impotencia. El presidente no deja de reconocer la gravedad y urgencia de ciertos problemas, pero hace un esfuerzo permanente para que su importancia no sea exagerada, ni inflada hasta niveles explosivos. Según él, existe una fuerza histórica que, con la ineludibilidad del destino, impulsa hacia más altos niveles de vida a todos los pueblos, y entre ellos al pueblo argentino. Esta corriente fatal se estrella a veces contra obstáculos que se traducen en desocupación, penurias y miseria. Pero son como piedras en un camino de montaña: no conviene gastar energías en destruirlas, sino que hay que encontrar el modo astuto para evitarlas.
Hasta ahora, nadie niega al presidente honestidad de intenciones y de propósitos. Lo que él busca es el diálogo, y cree que el diálogo abierto es el único medio para que una democracia pueda ser operante. El diálogo tiene que establecerse entre las entidades que representan a los obreros y el gobierno; tiene que organizarse en el parlamento, aún desconcertado por la novedad de la representación proporcional; tiene que mantenerse permanente entre los gobernantes y los legisladores: nada complace más al presidente que un pedido de interpelación de los legisladores a un miembro del gabinete.
Y diálogo con el pueblo es lo que yo creo que debería mantener, más claro y frecuente, el presidente Illia. Para que los propósitos a largo alcance de su plan de gobierno no queden envueltos en un absurdo misterio; para que las rencillas y polémicas sobre los detalles no oscurezcan, como lo hacen, la meridiana luz de un ideal auténticamente democrático; para que, en fin, el filósofo Illia encuentre veinte millones de discípulos.

*  *  *

De esta manera, el presidente Illia cree que está conduciendo el país por la buena senda. El ideal político de un gobernante, sin embargo, tiene que trasmitirse minuto a minuto en acciones prácticas, tendientes a resolver problemas que, como en la Argentina de hoy, son angustiosos y urgentes. El diálogo puede llegar a interrumpirse con graves consecuencias. En esta divergencia entre la teoría y la práctica reside el dilema del actual gobierno argentino. Un pueblo políticamente dividido busca un líder que satisfaga sus exigencias materiales inmediatas, y difícilmente entiende cómo la inacción aparente puede encubrir un empuje vigoroso hacia un ideal alejado. El pueblo aprecia a su presidente, pero no lo comprende; y el presidente quizás no entienda del todo por qué el pueblo no lo comprende.

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