Igual que hace 10 años la JP a Perón, hoy los cuadros más
intelectuales y combativos de la Juventud Radical —con la Junta
Coordinadora al frente— luchan por imponer su proyecto político al
gobierno de Alfonsín. Qué hay y quiénes se mueven detrás del debate
ideológico que, con la bandera de la movilización popular, se
produce en el alfonsinismo.
Alfonsín llegó a los 100 días de gobierno sabiendo que no sólo tiene
que afrontar los riesgos del desgaste que supone el ejercicio del
poder, sino también que en su propio partido existe una sorda lucha
interna entre los distintos sectores que buscan ganar su espacio de
acción. Esta última lucha se presenta con mayor claridad dentro de
los cuadros juveniles, donde se discute cuál es la corriente que
verdaderamente interpreta el pensamiento de Raúl y donde se
evidencia el avance de la Junta Coordinadora Nacional, el
nucleamiento más combativo del alfonsinismo.
Igual que el peronismo hace 10 años —pero también con
características distintas— el presidente de los argentinos se ve
"apurado" por los encuadramientos juveniles que quieren ponerle al
gobierno su propio ritmo y su propio techo ideológico. A raíz de los
hechos producidos en las últimas semanas, no es ingenuo preguntarse
si tras su proyecto de movilización popular, la JR no está en un
proceso de peronización. Hoy por hoy, las puntas de esa polémica
parecen inagotables.
LA COORDINADORA. La juventud radical no está abroquelada detrás de
una conducción única y en estos momentos la batalla interna que
vienen desarrollando las distintas corrientes juveniles conforman la
principal polémica abierta en los cuadros alfonsinistas. A 100 días
de gobierno, las líneas más importantes que se mueven entre
bambalinas en la JR suman casi media docena, pero la más importante
de todas es la Junta Coordinadora Nacional. Una rápida pasada de
lista por los nucleamientos internos revela lo siguiente.
Junta Coordinadora. Sus jefes son Marcelo Stubrin, Leopoldo Moreau,
Federico Storani y Eduardo Changui Cáceres, entre otros. En febrero
último realizaron un plenario nacional en Mar del Plata donde se
constituyeron como una "organización de cuadros en toda la
República". Trabajan organizados en frentes de tareas —barrial,
sindical, estudiantil, mujeres— y cuenta con una férrea estructura
en la Capital Federal, algunas zonas del Gran Buenos Aires y Santa
Fe, y tienen muy buenas relaciones con Germán López y con el equipo
que trabaja detrás de Antonio Mucci en la cartera laboral. Se dice
que los hombres de la Coordinadora virtualmente controlan el
Ministerio de Acción Social, y algo de eso puede haber, teniendo en
cuenta que uno de sus más conspicuos dirigentes —Enrique Coti
Nosiglia— es el secretario de Acción Social. Versiones nunca
desmentidas explícitamente dicen que por lo menos medio centenar de
militantes de la Coordinadora —todos profesionales universitarios
recién recibidos— estarían a punto de terminar en Francia un curso
de manejo de información, planeamiento y acción psicológica en
dependencias de los servicios de inteligencia franceses. "Los
alumnos de los expertos franceses —escribió en La prensa Jesús
Iglesias Rouco— se incorporarían a la SIDE a mediados de este año,
probablemente en sustitución de los noventa militares que semanas
atrás fueron despedidos del organismo de la calle 25 de Mayo."
Toda esta información, más las versiones que comenzaron a correr
después de la renuncia del periodista Hugo Gambini de la agencia
oficial de noticias Télam, estarían indicando —según admiten fuentes
radicales— un plan de la Coordinadora para ocupar ciertos puestos
claves de la "comunidad informativa", plan que se concretaría a
partir del relevo de Antonio Tróccoli (uno de los últimos
balbinistas de peso) de su puesto de ministro del Interior por el
candidato natural de la coordinadora: el ahora embajador itinerante
Hipólito Solari Yrigoyen.
De cualquier forma, algunos indicios llevan a pensar que la relación
de los grupos de la Coordinadora con Alfonsín no es todo lo buena
que sus dirigentes pregonan. El Presidente rechazó a principios de
año una propuesta hecha por Federico Storani —en nombre de la
Coordinadora— para que Alfonsín renunciara a la titularidad del
partido, obedeciendo la letra de la Carta Orgánica de la UCR. El
tiempo siguió transcurriendo y hoy la Coordinadora se considera la
columna vertebral del tercer movimiento histórico, y en ese carácter
quiere ubicar a sus hombres al frente de La Comisión de Movilización
que se creará próximamente en la UCR para ayudar al Comité Nacional.
Si la concentración del viernes 23 sale como sus dirigentes se lo
propusieron —juntar por lo menos 70.000 personas— es previsible que
la Coordinadora aumente su presión política sobre el gobierno con la
idea de homogeneizar los elencos del oficialismo para "cumplir con
el mandato del 30 de octubre".
Para los dirigentes del nucleamiento —a los cuales Iglesias Rouco
puso en la picota al denunciar que serían ellos los encargados por
la SIDE de "vigilar la democracia en cada manzana de la Capital y el
Gran Buenos Aires", cumplir con el mandato del
30 de octubre parece ser, ante todo, descabezar la cúpula sindical y
continuar la ofensiva oficialista para no permitir la recuperación
del peronismo. Con esa óptica, la Coordinadora tiene definida su
principal herramienta de presión política: la movilización callejera
de los cuadros alfonsinistas y ser el eje de las concentraciones
masivas que, de ahora en más, desarrolle el oficialismo.
Convergencia Nacional. Es el otro grupo que —-en la Capital Federal—
sigue en importancia a la Coordinadora y que resultó heredero
directo de la Juventud Radical Revolucionaria que enfrentó a la
Coordinadora desde su fundación. Sus principales dirigentes son
Guillermo Tello Rosas (diputado nacional), el doctor Luis Rodríguez
Fontán y Mariano Blanco. Se mueve bajo la propuesta de ser "la
herramienta que Alfonsín necesita para instrumentar la unidad
nacional". Tiene hombres en el gobierno: Guillermo Juan, Alberto
Estrifeso, Enrique Di Benedetti (concejales). Rodríguez Fontán
(subsecretario de Obras y Servicios Públicos) y Bernardo Acosta (en
el directorio del IMOS), entre otros.
Cuando se le pide que explique cuáles son las diferencias con la
Coordinadora, el líder de la agrupación, Tello Rosas, suele decir:
"Primero, no somos gorilas. Segundo, nuestro desarrollo parte de la
militancia política hacia el frente social, incluida la universidad
mientras que la Coordinadora nace de la universidad y viene hacia el
partido, en la vieja concepción jurista. No somos atinada, somos
protodo, dentro y fuera del partido.
'Convergencia' alienta en este tramo de la interna alfonsinista
pelear el lugar de privilegio a la Coordinadora por lo general en
lugar de hablar del tercer movimiento histórico prefiere hablar de
que Alfonsín es el tercer líder de masas que tiene el movimiento
nacional en lo que va del siglo. Según sus voceros, de los 28
comités de seccionales de la Capital, Convergencia controla 20, algo
que —lógicamente— desmienten los miembros de la Coordinadora,
quienes afirman contar con 60 de los 84 delegados de esas
seccionales.
JR Renovación y Cambio. Es un grupo de militancia radical enfrentado
a la Coordinadora en el seno del Movimiento de Renovación y Cambio,
desde los tiempos del enfrentamiento de Alfonsín con Ricardo Balbín.
Sus principales dirigentes son González Pastor y Ameztoy, que tienen
poder en algunas parroquias de la Capital Federal y que se llaman a
sí mismos "los históricos". Su propuesta también es desarrollar el
alfonsinismo como fenómeno nuevo en la sociedad argentina y darle
forma de movimiento político propio. Trabaja con un frente gremial y
otro barrial, pero su poder de convocatoria no ha crecido demasiado
en los últimos tiempos.
Corriente Nacional y Popular. Es otro de los grupos herederos de la
vieja Juventud Radical Revolucionaria. En la Capital Federal se
ligaron a la Intransigencia Popular de Rubén Rabanal e hicieron pie
en algunas facultades, bajo la sombrilla de Franja Morada. Sus
principales dirigentes son Miguel Ponce, José Petruzo, Roberto
Hermida y Samuel Herrmann. Su propuesta política está mucho más
cerca de Línea Nacional que del alfonsinismo. Rescatan su condición
de no gorilas y sus abanderados son Moisés Lebehnson y Crisólogo
Larralde. Según algunos dirigentes, este sector está dispuesto a
entablar lucha ideológica contra los "excesos de la Coordinadora",
un lugar común al que recurren dirigentes de muchas tendencias del
oficialismo. Este grupo sería el principal impulsor de un frente
anticoordinadora, con los sectores de la JR que no comparten la
política del nucleamiento encabezado por el grupo de combativos
diputados.
Lealtad y Lucha. Es la expresión juvenil de la antigua Línea
Nacional y se le critica en el partido cierto oportunismo porque,
levantando la bandera de Alfonsín, hace su tarea de captación con
las posiciones políticas del balbinismo. Su principal dirigente es
Rafael Pascual y aspira a demostrar su poder de convocatoria en la
marcha del 23. En Lealtad y Lucha milita el hijo de Antonio Tróccoli
y, en ciertos círculos radicales se asegura que, el ministro del
Interior y el presidente de la Cámara de Diputados, Juan Carlos
Pugliese, son sus mentores ideológicos.
JP Y JR. Aunque los propios interesados insistan en minimizar la
lucha interna que hoy existe en la intimidad radical, lo cierto es
que el tradicional enfrentamiento entre alfonsinistas y balbinistas
quedó totalmente superado por la disputa que se vive en Renovación y
Cambio. Alfonsín aspira a concretar la formación de un tercer
movimiento histórico y sabe que el principal motor impulsor de esa
idea es la juventud. Y en ese mismo frente juvenil, precisamente, es
que la lucha interna se refleja con mayor intensidad aunque todos
los sectores se atribuyen el papel de ser tos "legítimos intérpretes
del pensamiento de Raúl" (Alfonsín).
La Coordinadora sacó ya una ventaja notoria y —quieran o no sus
integrantes— recurrió a un arma tradicionalmente usada por el
peronismo: la movilización. Durante los 15 días previos al viernes
23, las paredes de Buenos Aires reflejaron la lucha de los distintos
sectores por hegemonizar la movilización hacia Plaza de Mayo. Con un
país diferente, con una conciencia colectiva también diferente, lo
cierto es que esa puja trae el recuerdo de los enfrentamientos entre
las distintas líneas de la Juventud Peronista en la década pasada,
cuando peleaban pared a pared, calle a calle, en una puja casi
fanática por demostrar quién tenía la hegemonía en aquello de
movilizar a las masas para defender el gobierno popular. Hoy,
incluso muchos de aquellos elementos básicos del folklore peronista
—las pancartas, el bombo, un lenguaje combativo y antiimperialista—
forman parte de las concentraciones radicales, que ya no se
conforman con la abrumadora presencia de la clase media argentina.
Ahora hay, también, carteles de sindicatos y federaciones
universitarias o gremiales que marchan apoyando al Presidente.
En la estructura del gobierno, también algunos aspectos hacen
recordar a la tenacidad con que la Tendencia revolucionaria de la JP
trató de controlar puestos claves de la administración, luchando
palmo a palmo con los sectores más gorilas o conformistas. Es cierto
que hay —también— diferencias abismales, decisivas, entre aquel
gobierno que servía de escenario para la disputa interna de la JP y
este que sirve de marco a la lucha interna de la JR. Una de esas
diferencias es que ahora no existe la violencia de entonces, no se
habla de las formaciones especiales, y la subversión ya no está en
la calle o en los despachos.
En el Congreso alguien acuñó una frase que todavía levanta
polémicas: "Los de la Coordinadora son los montoneros de Alfonsín.
Si ahora no los para, se le cortaran solos, con un proyecto político
distinto". Jesús Rodríguez, uno de los más conspicuos miembros de la
Coordinadora —diputado nacional, 28 años, el parlamentario más joven
de la UCR, licenciado en Economía— negó ante el cronista una
afirmación semejante y dijo: "Los montoneros nacieron 30 años
después que el peronismo, en cambio la Coordinadora creció con
Alfonsín. En las últimas elecciones la JR demostró ser la antítesis
de montoneros, ya que la consigna básica fue somos la vida, mientras
la tendencia peronista gritaba Perón o muerte. Ellos tenían un
sistema militarista y nosotros somos civiles a ultranza. Además,
existen diferencias de medios y de fines. . .".
El 30 de octubre, Alfonsín llenó un vacío de liderazgo notorio en la
escena política nacional, recogiendo votos de la izquierda, la
derecha y el centro, en una experiencia electoral casi inédita en el
país. Con el gobierno en marcha, no parece arriesgado decir
—incluyendo el margen de error que siempre supone usar
compartimientos estancos para etiquetar a los movimientos políticos—
que la Coordinadora conforma el ala izquierda del alfonsinismo y que
sus integrantes quieren poner ya en marcha el proyecto del tercer
movimiento histórico. Esa idea viene cobrando fuerza, aunque en
Renovación y Cambio todavía no se dilucidó el debate ideológico
sobre cuál deberá
ser el perfil definitivo del alfonsinismo en los próximos años. En
una reunión entre correligionarios, se le escuchó decir al diputado
Adolfo Stubrin: "Todavía estamos en la etapa de conformación de la
ideología. Por ahora seguimos el criterio de Alfonsín de describir
los problemas del país y darles solución práctica. Pero también
seguimos la idea de Yrigoyen de que lo nuestro no es solamente un
partido sino fundamentalmente un movimiento; un movimiento que busca
ser la mayoría pero que no tiene el propósito de superar a la
democracia".
Cómo afrontar problemas concretos con soluciones prácticas y
eficientes, que no saquen los pies del plato de la democracia parece
ser también otra cuestión en discusión dentro de los despachos
oficiales. En las últimas semanas corrió la versión de que los
miembros de la Coordinadora que integran el Concejo Deliberante,
habían presentado un proyecto para que piquetes de Franja Morada y
de la JR controlen los precios en ferias y mercados de Capital y
Gran Buenos Aires. La bancada radical en el concejo está integrada
por 38 miembros de los cuales 10 tienen menos de 35 años y 6
pertenecen a la JR. El presidente del cuerpo es un notorio
integrante de la Coordinadora: Leopoldo Suárez hijo, a quien se le
escuchó decir sobre las brigadas de control de prados: "Eso es una
barbaridad, porque el control depende de la Secretaría de Comercio y
no del Concejo". Por lo que se sabe, existe a consideración del
cuerpo un proyecto de la Comisión de Abastecimiento para regular los
precios a través del abaratamiento de los productos de la canasta
familiar en las ferias municipales, "lo que traería aparejado
también una rebaja en el resto de los comercios", se escuchó decir
en el viejo edificio de la calle Hipólito Yrigoyen. El sector
juvenil fue también quien impulsó la modificación del reglamento
escolar, mediante el cual son ahora los alumnos —por votación
secreta— quienes elegirán el abanderado. Un concejal peronista, que
prefirió mantenerse anónimo para no agitar las aguas, le dijo
confidencialmente al cronista mientras bajaban por una escalera del
edificio: "Los de la JR son los más impulsivos en las sesiones y a
veces los más veteranos de su propio partido tienen que calmarlos.
Son muy estudiosos, presentan los proyectos muy afiladitos, pero en
cualquier momento sacan los pies del plato de Alfonsín. Los de la
Coordinadora parece que se quieren, a veces, llevar por delante a
sus propios compañeros de bancada. . ."
Cuando el tema era comentario obligado de la calle, un cronista
entrevistó a Juan Radonjic, secretario de la JR de la provincia de
Buenos Aires, miembro de la Coordinadora y secretario de la Comisión
de Industria de la Cámara Baja:
—¿La Juventud Radical saldrá a controlar los precios?
—No hay nada de eso. Una cosa es la actividad del partido y otra
cosa es la tarea del gobierno. Por lo tanto, no le corresponde a los
miembros juveniles del partido instrumentar mecanismos propios de la
acción de gobierno.
—¿Usted afirma entonces que no saldrán a controlar precios?
—El tema no fue tratado ni discutido. Todo lo que se pueda hacer
para ayudar al partido se hará, pero siempre diferenciando con
claridad lo siguiente: la actividad partidaria-ideológica por un
lado, y la labor específica de gobierno por el otro. Esto último no
recae en nuestras manos.
—¿Existe ahora un diálogo entre la Juventud Peronista y la Radical?
—Es difícil ahora instrumentarlo porque no encontramos
interlocutores válidos en la Juventud Peronista. La Juventud
Radical, diría yo, en la provincia es la que avala al Consejo que
preside Herminio Iglesias y con ella no se puede hablar.
—¿Por qué?
—Creemos que están en una actitud de oposición irresponsable y
salvaje, manejándose en grupos que lamentablemente se están
alimentando unos a otros para ver quién es más fuerte en la
oposición al gobierno.
DE LA FRANJA AL FRENTE. Durante el debate de la ley gremial en
Diputados, un
agudo observador dijo que los jóvenes diputados radicales parecían
estar más en una asamblea universitaria que en una sesión
parlamentaria. La observación tenía su trasfondo nada casual y lleva
directamente a una pregunta algo difícil de contestar ¿cuál es el
verdadero peso que Franja Morada tiene hoy en la estructura del
gobierno y cómo se engarza con la Juventud Radical?
El 28 de junio de 1966 se produjo el golpe que derrocó a Arturo
Illia y llevó al poder al general Juan Carlos Onganía. Los jóvenes
radicales, la mayoría pertenecientes a familias integrantes del
partido, comenzaron a analizar las razones de ese golpe y un
interrogante les quedaba siempre sin resolver: cómo era posible que
el gobierno cayera sin que nadie reaccionara, sin tener ningún tipo
de apoyo. Allí nació el concepto de que sin movilización popular, no
habría gobierno que pudiera resistir a los tumbadores de
democracias. En plena ilegalidad, durante el primer año del gobierno
de Onganía, se forma la Unión Nacional Reformista Franja Morada,
donde se abre una nueva instancia de lucha entre radicales y no
radicales (la izquierda comunista). El grupo de la UCR estaba
encabezado por Federico Storani (hoy diputado nacional) y Luis
Menucci, en La Plata; Ernesto Aracena en Córdoba y Carlos Muiño
(presidente ahora del bloque de diputados radicales de Tucumán) y
Rubén Chebaia (hoy intendente de Tucumán), entre otros. El
enfrentamiento terminó en ruptura, separándose las fuerzas según el
grado de influencia en cada lugar: en Tucumán predominó el
radicalismo, en La Plata y Rosario la división fue pareja y en
Córdoba los radicales quedaron en mayoría.
Paralelamente surgió el Movimiento Universitario Reformista
Auténtico (MURA) de Santa Fe. Cuando se hicieron las elecciones de
1966 en los centros estudiantiles (clandestinos) ganó esa
agrupación, donde los hoy diputados nacionales Luis Cáceres y
Marcelo Stubrin eran sus hombres de punta y donde, además, militaban
Ricardo Laferriere y Bernardo Saldure (hoy también diputados). En
Buenos Aires nació, para la misma época, el MARU —Movimiento
Auténtico por la Reforma Universitaria— que era dirigido por
Leopoldo Moreau, hoy dirigente de primera línea de la Coordinadora y
diputado nacional. Curiosamente, casi dos décadas después, los
líderes de esa vanguardia estudiantil se juntaron en las bancas del
Congreso y constituyen, de hecho, el ala más dura del alfonsinismo.
La Junta Coordinadora Nacional nació en una casa quinta de la laguna
Setubal, cerca de la ciudad de Santa Fe una tarde de 1967. Sus tres
primeros dirigentes fueron Luis Cáceres, Marcelo Stubrin y Ricardo
Laferriere, quienes iniciaron el largo camino que hoy los une a la
realidad más caliente del país. El trayecto de la Coordinadora fue
muchas veces contradictorio, incluso para lograr el apoyo de Ricardo
Balbín, entonces número uno del partido. En 1968 se hizo otro
encuentro, en la misma casa de Setubal, de donde surgió otra
conducción, esta vez integrada por Cáceres, Moreau y Miguel
Molinero. En 1970 se realizó otro congreso en Villa del Dique
(Córdoba), donde se produjo una gran disputa ideológica, ya que
algunos miembros sostenían posiciones francamente revolucionarias
para destituir al gobierno militar, mientras otros proponían exigir
el llamado a elecciones libres sin necesidad de que hubiera un
gobierno intermedio; finalmente esta última tesis fue la que
triunfó. Uno de los animadores más notorios de la Coordinadora fue
Sergio Karakachof (de La Plata), quien fue asesinado más tarde.
Para muchos memoriosos del radicalismo, hubo un hecho que determinó
el estrecho vínculo entre la Coordinadora y Raúl Alfonsín: la
designación de Arturo Mor Roig como ministro del Interior de
Alejandro Agustín Lanusse. "Balbín, Tróccoli y García Puente lo
dejaron hacer, pero Alfonsín pidió que se le cancelara su ficha de
afiliado. . . —comentó una fuente—, y desde entonces lo rodeamos a
él. En ese momento Raúl, ayudado por Conrado Storani, comenzó el
movimiento de renovación y desde entonces marchamos juntos".
Renovación y Cambio nació en 1972 y enfrentó a la fórmula Balbín-Gamomond
en las internas radicales previas a la gran elección de 1973 y desde
entonces Franja Morada tomó —en su mayoría— las banderas
alfonsinistas, sentando las bases del proceso ahora en marcha.
Tal vez como producto del vuelco de la clase media hacia el
alfonsinismo, Franja Morada se transformó hoy en un factor de poder
político que trasciende el ámbito universitario y llega hasta la
misma médula del poder, vía Juventud Radical. Controla en la
actualidad la totalidad de las federaciones regionales
universitarias y en Buenos Aires, además de presidir la Federación
Universitaria de Buenos Aires (FUBA), dirige los centros
estudiantiles de Medicina, Economía, Ingeniería, Arquitectura,
Ciencias Exactas, Filosofía y Letras y Derecho. Las únicas
facultades que no controla son Farmacia y Bioquímica, Sociología,
Psicología, Odontología y Agronomía.
No obstante su aparente frente monolítico, Franja está integrada por
dos corrientes: una es Renovación y Cambio-Junta Coordinadora
Nacional, que orienta Andrés Delich (hijo del actual rector de la
Universidad de Buenos Aires), y la otra es la Corriente Nacional y
Popular, dirigida por Samuel Herrmann, que en el orden nacional
responde al diputado Rubén Rabanal. Esta última es franca minoría, y
la diferencia entre las dos tendencias reside en que la Corriente
Nacional y Popular sostiene que Renovación y Cambio no levanta
banderas antiimperialistas, nacionales y populares. Apuntan sus
dardos contra el ministro Grinspun y afirman que los de la
Coordinadora no critican lo que hay que criticar del gobierno.
Franja Morada, con todo, tiene hombres claves incrustados en los
resortes del poder, dentro y fuera de la universidad. En primer
lugar, está Andrés Delich, presidente de la FUBA e hijo del rector,
como se dijo antes. Rey Leyes es otro de los ideólogos de Franja y
preside el centro de Ingeniería, mientras que Lucio Schwarber dirige
'Contenido' el órgano periodístico de la agrupación. En el frente
parlamentario están Marcelo y Adolfo Stubrin, Leopoldo Moreau y
Jesús Rodríguez, verdaderos ideólogos de Franja y la Juventud
Radical. En el Concejo Deliberante, su presidente, Leopoldo Suárez,
hijo, es otro hombre de la agrupación, igual que el concejal Roberto
Vázquez. Quienes conocen la entretela universitaria creen ver una
marcada resistencia de los principales dirigentes estudiantiles para
ocupar los cargos ejecutivos de la Federación Universitaria
Argentina (FUA), que todavía no pudo integrarse a nivel nacional. Es
que Franja Morada se ve ahora —dentro de los claustros— enfrentada a
un difícil dilema: seguir apoyando a las autoridades respondiendo a
la verticalidad oficialista, o pasar a la oposición interna con la
cuestión del ingreso irrestricto.
Lo cierto es que —más allá de semejanzas o diferencias en los
métodos y en el uso político del término movilizar— Raúl Alfonsín
será quien ponga el techo ideológico al proyecto que la JR intenta
ahora llevar adelante, impulsada mayoritariamente por la
Coordinadora. Cuando esa medida se produzca, tal vez podrá conocerse
con precisión hasta dónde, y en cuánto tiempo, Alfonsín está
dispuesto a lanzarse al ruedo para quitar los velos de dudas y
misterios que rodean su proyecto de construir en la calle y en el
gobierno el mentado tercer movimiento histórico.
Tabaré Areas
investigación: Ana María Bertolini y Daniel Cecchini
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